Vörðr
En la mitología nórdica, un vǫrðr (nórdico antiguo: [ˈwɔrðz̠], pl. varðir [ˈwɑrðez̠] o verðir [ˈwerðez̠] — "guardián" "vigilante" o "cuidador") es un espíritu guardián, que se cree que sigue al alma desde el nacimiento hasta la muerte (hugr) de cada persona.
Historia
En sueco antiguo, la palabra correspondiente es varþer; en sueco moderno vård. La creencia en este tipo de espíritus guardianes se mantuvo fuerte en el folclore escandinavo hasta los últimos siglos y continúa encontrándose en las religiones basadas en la fe del norte en la actualidad. La palabra inglesa '"wraith" se deriva de vǫrðr, mientras que "ward" y "guardián" son cognados.
A veces, el guardián podría revelarse como una pequeña luz o como la forma (hamr) de la persona. La percepción del guardián de otra persona podría provocar una sensación física como picazón en la mano o en la nariz, como un presentimiento o una aparición. El guardián podría llegar antes que la persona misma, lo que alguien dotado de finos sentidos podría percibir. El guardián de una persona muerta también podría convertirse en un retornado, que acecha lugares o individuos concretos. En este caso, el guardián retornado siempre fue distinto de los no-muertos más conscientes, como el draugar .
Bajo la influencia del cristianismo, la creencia en los guardianes cambió. Algunos ven el espíritu como algo más parecido al concepto cristiano de buena y mala conciencia, mientras que otros los ven como ángeles guardianes.
Árboles guardianes

Un árbol muy viejo (a menudo un tilo, un fresno o un olmo) que crece en el lote de la granja podría denominarse "árbol guardián" (sueco: vårdträd), o (noruego: tuntre) y se creía que lo defendía de la mala suerte. Romper una hoja o una ramita del árbol guardián se consideraba un delito grave. El respeto por el árbol era tan grande que la familia que lo albergaba pudo adoptar un apellido relacionado con él, como Linnæus, Lindelius y Almén. A menudo se creía que los espectros (sueco vättar) del patio vivían bajo las raíces del árbol guardián, y a ellas se sacrificaban golosinas para librarse de enfermedades o mala suerte. Se decía que los pueblos germánicos precristianos habían tomado los árboles guardianes de arboledas sagradas como árboles jóvenes, aunque hoy en día se pueden plantar en cualquier lugar.
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