Unitarismo

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El unitarismo político designa varias teorías, conceptos o políticas que defienden o imponen un sistema de gobierno completamente unificado y centralizado, con el objetivo final de crear un estado unitario. En la práctica, el unitarismo a menudo se manifiesta como una doctrina o movimiento político dentro de entidades políticas complejas (confederaciones, federaciones y otras uniones políticas), que abogan por el más alto grado de integración y unificación política, más allá de la mera centralización administrativa.

Uno de los principales objetivos de los unitaristas políticos (defensores del unitarismo) es abolir o suprimir sustancialmente todas las formas de autogobierno y autonomía regional, transfiriendo los poderes de los estados confederados, unidades federales, regiones autónomas o cantones directamente al gobierno central. La unitarización y la regionalización a menudo se confunden con la centralización y la descentralización, respectivamente.

Historia

Históricamente, los procesos complejos de unitarización política a menudo estuvieron acompañados de luchas políticas entre los defensores del unitarismo y la centralización radical y sus oponentes, que abogaban por la descentralización y el regionalismo. En la historia política, ese tipo de lucha política fue muy frecuente, incluso desde la antigüedad. Uno de los ejemplos más famosos de resistencia local al unitarismo político en la época clásica fue el conflicto interno entre la antigua Atenas y otras ciudades-estado federadas dentro de la Liga de Delos.

En la historia moderna, uno de los ejemplos más notables de unitarización política fue la creación del Reino de Gran Bretaña por las Actas de Unión en 1701, y posteriormente la creación del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda por las Actas de Unión en 1800.

Uno de los objetivos prácticos del unitarismo político es crear una legislatura singular, con poderes legislativos exclusivos sobre todo el territorio de un estado. A través del proceso de unitarización política, las regiones locales dentro de un estado unitario emergente se ven privadas de cualquier forma de contrato con el gobierno centralizado. Por lo tanto, los poderes regionales restantes, si es que se ha dejado alguno, no están protegidos por estar arraigados en la constitución del estado unitario; pueden ser reducidos aún más, o completamente abolidos, por los actos del gobierno central.