Una investigación sobre el entendimiento humano
An Inquiry Concerning Human Understanding es un libro del filósofo empirista escocés David Hume, publicado en inglés en 1748. Fue una revisión de un esfuerzo anterior, Hume 39;s Un tratado de la naturaleza humana, publicado de forma anónima en Londres en 1739-1740. Hume estaba decepcionado con la recepción del Tratado, que "cayó muerto de la prensa" como él mismo dijo, y así intentó nuevamente difundir sus ideas más desarrolladas al público escribiendo un trabajo más corto y más polémico.
El producto final de su trabajo fue la Investigación. La Investigación prescindió de gran parte del material del Tratado, a favor de aclarar y enfatizar sus aspectos más importantes. Por ejemplo, no aparecen las opiniones de Hume sobre la identidad personal. Sin embargo, se conservan proposiciones más vitales, como el argumento de Hume sobre el papel del hábito en una teoría del conocimiento.
Este libro ha demostrado ser muy influyente, tanto en los años siguientes como en la actualidad. Immanuel Kant lo señala como el libro que lo despertó de su autodenominado "sueño dogmático". La Investigación es ampliamente considerada como un clásico en la literatura filosófica moderna.
Contenido
El argumento de la Investigación procede mediante una serie de pasos incrementales, separados en capítulos que lógicamente se suceden unos a otros. Después de exponer su epistemología, Hume explica cómo aplicar sus principios a temas específicos.
1. De las diferentes especies de filosofía
En la primera sección de la Investigación, Hume proporciona una introducción aproximada a la filosofía en su conjunto. Para Hume, la filosofía se puede dividir en dos partes generales: la filosofía natural y la filosofía de la naturaleza humana (o, como él la llama, 'filosofía moral'). Este último investiga tanto las acciones como los pensamientos. Él enfatiza en esta sección, a modo de advertencia, que los filósofos con pensamientos matizados probablemente serán dejados de lado en favor de aquellos cuyas conclusiones coinciden más intuitivamente con la opinión popular. Sin embargo, insiste, la precisión ayuda al arte y al oficio de todo tipo, incluido el oficio de la filosofía.
2. Del origen de las ideas
A continuación, Hume analiza la distinción entre impresiones e ideas. Por "impresiones", se refiere a sensaciones, mientras que por "ideas", se refiere a recuerdos e imaginaciones. Según Hume, la diferencia entre los dos es que las ideas son menos vivas que las impresiones. Por ejemplo, la idea del sabor de una naranja es muy inferior a la impresión (o sensación) de comer una. Escribiendo dentro de la tradición del empirismo, argumenta que las impresiones son la fuente de todas las ideas.
Hume acepta que las ideas pueden ser producto de la mera sensación o de la imaginación trabajando en conjunto con la sensación. Según Hume, la facultad creativa hace uso de (al menos) cuatro operaciones mentales que producen imaginaciones a partir de impresiones sensoriales. Estas operaciones son composición (o la adición de una idea sobre otra, como un cuerno en un caballo para crear un unicornio); transponer (o la sustitución de una parte de una cosa con la parte de otra, como con el cuerpo de un hombre sobre un caballo para hacer un centauro); aumentando (como en el caso de un gigante, cuyo tamaño ha sido aumentado); y disminuyendo (como con los liliputienses, cuyo tamaño ha disminuido). (Hume 1974:317) En un capítulo posterior, también menciona las operaciones de mezclar, separar y dividir. (Hume 1974:340)
Sin embargo, Hume admite que hay una objeción a su relato: el problema de "The Missing Shade of Blue". En este experimento mental, nos pide que imaginemos a un hombre que ha experimentado todos los tonos de azul excepto uno (ver Fig. 1). Él predice que este hombre podrá adivinar el color de este tono particular de azul, a pesar de que nunca lo ha experimentado. Esto parece plantear un serio problema para la explicación empírica, aunque Hume lo descarta como un caso excepcional al afirmar que uno puede experimentar una idea nueva que en sí misma se deriva de combinaciones de impresiones previas. (Hume 1974: 319)
3. De la asociación de ideas
En este capítulo, Hume analiza cómo los pensamientos tienden a aparecer en secuencias, como en trenes de pensamiento. Explica que hay al menos tres tipos de asociaciones entre ideas: semejanza, contigüidad en el espacio-tiempo y causa-efecto. Argumenta que debe haber algún principio universal que debe dar cuenta de los diversos tipos de conexiones que existen entre las ideas. Sin embargo, no muestra inmediatamente cuál podría ser este principio. (Hume 1974: 320-321)
4. Dudas escépticas sobre las operaciones del entendimiento (en dos partes)
En la primera parte, Hume analiza cómo los objetos de investigación son "relaciones de ideas" o "cuestiones de hecho", que es aproximadamente la distinción entre proposiciones analíticas y sintéticas. Los primeros, le dice al lector, se prueban mediante demostración, mientras que los segundos se dan a través de la experiencia. (Hume 1974: 322) Al explicar cómo las cuestiones de hecho son enteramente un producto de la experiencia, descarta la noción de que se puede llegar a ellas a través del razonamiento a priori. Para Hume, todo efecto sigue arbitrariamente a su causa: son completamente distintos entre sí. (Hume 1974: 324)
En la segunda parte, Hume investiga cómo alguien puede creer justificadamente que la experiencia arroja alguna conclusión sobre el mundo:
- "Cuando se le pide, ¿Cuál es la naturaleza de todos nuestros razonamientos sobre la materia de hecho? la respuesta adecuada parece ser, que se basan en la relación de causa y efecto. Cuando de nuevo se pregunta, ¿Cuál es la base de todos nuestros razonamientos y conclusiones sobre esa relación? puede ser contestado en una palabra, experiencia. Pero si seguimos con nuestro humor de sifting, y preguntamos, ¿Cuál es la base de todas las conclusiones de la experiencia? esto implica una nueva pregunta, que puede ser de solución y explicación más difícil". (Hume 1974:328)
Muestra cómo un argumento satisfactorio a favor de la validez de la experiencia no puede basarse ni en la demostración (ya que "no implica contradicción que el curso de la naturaleza pueda cambiar") ni en la experiencia (ya que eso sería un círculo vicioso). argumento). (Hume 1974:330-332) Aquí describe lo que se conocería como el problema de la inducción.
5. Solución escéptica de estas dudas (en dos partes)
Según Hume, asumimos que la experiencia nos dice algo sobre el mundo debido a un hábito o costumbre, que la naturaleza humana nos obliga a tomar en serio. Este es también, presumiblemente, el "principio" que organiza las conexiones entre las ideas. De hecho, uno de los muchos pasajes famosos de la Encuesta trata sobre el tema de la incorregibilidad de las costumbres humanas. En la Sección XII, De la filosofía académica o escéptica, Hume argumentará,
- "El gran subverter del pirrionismo o los principios excesivos del escepticismo son la acción, el empleo y las ocupaciones de la vida común. Estos principios pueden florecer y triunfar en las escuelas; donde es, de hecho, difícil, si no imposible, refutarlos. Pero tan pronto como dejan la sombra, y por la presencia de los objetos reales, que actuan nuestras pasiones y sentimientos, se ponen en oposición a los principios más poderosos de nuestra naturaleza, desaparecen como el humo, y dejan el escéptico más determinado en la misma condición que otros mortales". (Hume 1974:425)
En la segunda parte, proporciona un relato de las creencias. Explica que la diferencia entre creencia y ficción es que la primera produce un cierto sentimiento de confianza que la segunda no. (Hume 1974: 340)
6. de probabilidad
Este breve capítulo comienza con las nociones de probabilidad y azar. Para él, "probabilidad" significa una mayor probabilidad de que ocurra y genera un mayor grado de expectativa subjetiva en el espectador. Por 'casualidad', se refiere a todos aquellos eventos particulares comprensibles que el espectador considera posibles de acuerdo con la experiencia del espectador. Sin embargo, la experiencia posterior toma estas oportunidades iguales y obliga a la imaginación a observar que ciertas oportunidades surgen con más frecuencia que otras. Estas suaves fuerzas sobre la imaginación hacen que el espectador tenga fuertes creencias en los resultados. Este efecto puede entenderse como otro caso de costumbre o hábito tomando experiencias pasadas y usándolas para predecir el futuro. (Hume 1974: 346-348)
7. De la idea de conexión necesaria (en dos partes)
Por "conexión necesaria", Hume se refiere al poder o fuerza que necesariamente une una idea con otra. Rechaza la noción de que cualquier cualidad sensible esté necesariamente unida, ya que eso significaría que podríamos conocer algo antes de la experiencia. A diferencia de sus predecesores, Berkeley y Locke, Hume rechaza la idea de que se pueda inferir que las voliciones o los impulsos de la voluntad se conectan necesariamente con las acciones que producen mediante algún sentido del poder de la voluntad. Él razona que, 1. si conociéramos la naturaleza de este poder, entonces la división mente-cuerpo no nos parecería en absoluto misteriosa; 2. si tuviéramos conocimiento inmediato de este misterioso poder, entonces seríamos capaces de explicar intuitivamente por qué podemos controlar algunas partes de nuestro cuerpo (p. ej., nuestras manos o lengua) y otras no (p. ej., el hígado o la lengua). corazón); 3. no tenemos conocimiento inmediato de los poderes que permiten que un impulso de volición cree una acción (por ejemplo, de los "músculos, nervios y espíritus animales" que son la causa inmediata de una acción). (Hume 1974: 353-354) Produce argumentos similares contra la noción de que tenemos conocimiento de estos poderes en la medida en que afectan solo a la mente. (Hume 1974:355-356) También argumenta brevemente en contra de la idea de que las causas son meras ocasiones de la voluntad de algún dios(es), una visión asociada con el filósofo Nicolás Malebranche. (Hume 1974: 356-359)
Habiendo prescindido de estas explicaciones alternativas, identifica que la fuente de nuestro conocimiento de las conexiones necesarias surge de la observación de la conjunción constante de ciertas impresiones en muchos casos. De este modo, las personas conocen la necesidad por la costumbre o el hábito rigurosos, y no por un conocimiento inmediato de las facultades de la voluntad. (Hume 1974: 361)
8. De libertad y necesidad (en dos partes)
Aquí, Hume aborda el problema de cómo se puede reconciliar la libertad con la necesidad metafísica (también conocida como formulación compatibilista del libre albedrío). Hume cree que todas las disputas sobre el tema han sido meramente argumentos verbales, es decir, argumentos que se basan en la falta de un acuerdo previo sobre las definiciones. Primero muestra que está claro que la mayoría de los eventos son deterministas, pero las acciones humanas son más controvertidas. Sin embargo, piensa que estos también ocurren por necesidad, ya que un observador externo puede ver la misma regularidad que vería en un sistema puramente físico. Para mostrar la compatibilidad de la necesidad y la libertad, Hume define la libertad como la capacidad de actuar sobre la base de la voluntad de uno, p. la capacidad de querer las acciones pero no querer la voluntad. Luego muestra (muy brevemente) cómo el determinismo y el libre albedrío son nociones compatibles y no tienen malas consecuencias sobre la ética o la vida moral.
9. De la razón de los animales
Hume insiste en que las conclusiones de la Investigación serán muy poderosas si se puede demostrar que se aplican a los animales y no solo a los humanos. Él creía que los animales podían inferir la relación entre causa y efecto de la misma manera que los humanos: a través de expectativas aprendidas. (Hume 1974: 384) También señala que este "inferencial" La habilidad que tienen los animales no es a través de la razón, sino solo de la costumbre. Hume concluye que existe una facultad innata de los instintos que comparten tanto las bestias como los humanos, a saber, la capacidad de razonar experimentalmente (a través de la costumbre). Sin embargo, admite, los seres humanos y los animales difieren en facultades mentales de varias maneras, entre ellas: diferencias en la memoria y la atención, habilidades de inferencia, habilidad para hacer deducciones en una cadena larga, habilidad para captar ideas con mayor o menor claridad, la capacidad humana preocuparse por combinar circunstancias no relacionadas, una sabia prudencia que detiene las generalizaciones, una capacidad para una mayor biblioteca interna de analogías con las que razonar, una capacidad para separarse y desechar los propios prejuicios, y una capacidad para conversar a través del lenguaje (y así beneficiarse de la experiencia de los testimonios de otros). (Hume 1974:385, nota al pie 17.)
10. De milagros (en dos partes)
El siguiente tema que Hume se esfuerza por tratar es el de la fiabilidad del testimonio humano y el papel que desempeña el testimonio en la epistemología. Esta no era una preocupación ociosa para Hume. Dependiendo de su resultado, todo el tratamiento le daría al epistemólogo un grado de certeza en el tratamiento de los milagros.
Fiel a su tesis empírica, Hume le dice al lector que, aunque el testimonio tiene cierta fuerza, nunca es tan poderosa como la evidencia directa de los sentidos. Dicho esto, proporciona algunas razones por las que podemos tener una base para confiar en el testimonio de las personas: porque a) la memoria humana puede ser relativamente tenaz; yb) porque la gente se inclina a decir la verdad y se avergüenza de decir falsedades. Huelga decir que estas razones sólo son dignas de confianza en la medida en que se ajusten a la experiencia. (Hume 1974: 389)
Y hay una serie de razones para ser escéptico del testimonio humano, también basado en la experiencia. Si a) los testimonios entran en conflicto entre sí, b) hay un pequeño número de testigos, c) el orador no tiene integridad, d) el orador es demasiado vacilante o audaz, o e) se sabe que el orador tiene motivos para mentir, entonces el epistemólogo tiene motivos para ser escéptico ante las afirmaciones del hablante. (Hume 1974: 390)
Hay un criterio final que Hume piensa que nos da la garantía de dudar de cualquier testimonio dado, y es f) si las proposiciones que se comunican son milagrosas. Hume entiende por milagro cualquier acontecimiento que contradiga las leyes de la naturaleza. Argumenta que las leyes de la naturaleza tienen un abrumador cuerpo de evidencia detrás de ellas, y están tan bien demostradas en la experiencia de todos, que cualquier desviación de esas leyes necesariamente va en contra de toda evidencia. (Hume 1974: 391-392)
Además, enfatiza que hablar de lo milagroso no tiene validez superficial, por cuatro razones. Primero, explica que en toda la historia nunca ha habido un milagro que haya sido atestiguado por un amplio cuerpo de expertos desinteresados. En segundo lugar, señala que los seres humanos se deleitan con la sensación de asombro, y esto le brinda al villano la oportunidad de manipular a los demás. En tercer lugar, piensa que quienes se aferran a lo milagroso han tendido a la barbarie. Finalmente, dado que los testimonios tienden a entrar en conflicto entre sí cuando se trata de lo milagroso, es decir, el milagro religioso de un hombre puede ser contradicho por el milagro de otro hombre, cualquier testimonio relacionado con lo fantástico es autodenuncia.. (Hume 1974: 393-398)
Aún así, Hume tiene cuidado de advertir que generalmente se puede confiar en los historiadores, siempre que sus informes sobre los hechos sean extensos y uniformes. Sin embargo, parece sugerir que los historiadores son tan falibles en la interpretación de los hechos como el resto de la humanidad. Por lo tanto, si todos los historiadores afirmaran que hubo un eclipse solar en el año 1600, aunque al principio pudiéramos considerarlo ingenuamente como una violación de las leyes naturales, llegaríamos a aceptarlo como un hecho. Pero si todos los historiadores afirmaran que se observó a la reina Isabel caminando feliz y saludable después de su funeral, y luego interpretaron que eso significa que se habían levantado de entre los muertos, entonces tendríamos motivos para apelar a las leyes naturales con el fin de para disputar su interpretación. (Hume 1974: 400-402)
11. De una providencia particular y de un estado futuro
Hume continúa su aplicación de la epistemología a la teología mediante una extensa discusión sobre el cielo y el infierno. La mayor parte de este capítulo supuestamente narra las opiniones, no de Hume, sino de uno de los amigos anónimos de Hume, quien nuevamente las presenta en un discurso imaginario del filósofo Epicuro. Su amigo argumenta que, aunque es posible rastrear una causa a partir de un efecto, no es posible inferir efectos invisibles a partir de una causa así rastreada. El amigo insiste, entonces, en que aunque podamos postular que hay una causa primera detrás de todas las cosas, Dios, no podemos inferir nada sobre el más allá, porque no sabemos nada del más allá por experiencia., y no podemos inferirlo de la existencia de Dios. (Hume 1974: 408)
Hume ofrece a su amigo una objeción: si vemos un edificio sin terminar, ¿no podemos inferir que ha sido creado por humanos con ciertas intenciones y que estará terminado en el futuro? Su amigo está de acuerdo, pero indica que existe una falta de analogía relevante en el sentido de que no podemos pretender conocer los contenidos de la mente de Dios, mientras que podemos conocer los diseños de otros humanos. Hume parece esencialmente persuadido por el razonamiento de su amigo. (Hume 1974: 412-414)
12. De la filosofía académica o escéptica (en tres partes)
La primera sección del último capítulo está bien organizada como un resumen de varios argumentos escépticos. El tratamiento incluye los argumentos del ateísmo, el escepticismo cartesiano, la "luz" escepticismo y críticas racionalistas al empirismo. Hume muestra que incluso el escepticismo leve conduce a dudas aplastantes sobre el mundo que, si bien en última instancia son filosóficamente justificables, solo pueden combatirse mediante la adhesión no filosófica a la costumbre o el hábito. Termina la sección con sus propias reservas hacia las epistemologías cartesiana y lockeana.
En la segunda sección vuelve al tema del escepticismo duro al denunciarlo con dureza.
- "Porque aquí está la principal y más confusa objeción a excesiva escepticismo, que ningún bien duradero puede resultar de él; mientras permanece en su fuerza y vigor plenos. Sólo necesitamos preguntar un escéptico. ¿Cuál es su significado? ¿Y qué propone por todas estas investigaciones curiosas? Está inmediatamente perdido, y no sabe qué responder... a Pyrrhonian no puede esperar, que su filosofía tendrá influencia constante en la mente: o si lo hubiera, que su influencia sería beneficiosa para la sociedad. Por el contrario, debe reconocer, si reconoce algo, que toda vida humana debe perecer, si sus principios prevalecen universal y constantemente". (Hume 1974:426)
Concluye el volumen estableciendo los límites del conocimiento de una vez por todas. "Cuando atropellamos bibliotecas, persuadidos de estos principios, ¿qué estragos debemos causar? Si tomamos en nuestra mano cualquier volumen; de divinidad o metafísica escolar, por ejemplo; Preguntémonos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto sobre cantidad o número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental sobre cuestiones de hecho y existencia? No. Comprométalo entonces a las llamas: porque no puede contener más que sofismas e ilusiones."
Críticas y réplicas
Los criterios que enumera Hume en su examen de la validez del testimonio humano se mantienen en general en la psicología social moderna, bajo la rúbrica del paradigma comunicación-persuasión. La literatura de apoyo incluye: el trabajo de la teoría del impacto social, que analiza la persuasión en parte a través del número de personas que ejercen influencia; así como estudios realizados sobre la influencia relativa de la credibilidad del comunicador en distintos tipos de persuasión; y exámenes de la confiabilidad del orador.
El "personalizado" La visión del aprendizaje puede compararse en muchos aspectos con la psicología asociacionista. Este punto de vista ha sido objeto de severas críticas en la investigación del siglo XX. Aún así, las pruebas sobre el tema han estado algo divididas. Las pruebas en ciertos animales como los gatos han concluido que no poseen ninguna facultad que les permita a sus mentes captar una idea de causa y efecto. Sin embargo, se ha demostrado que algunos animales, como los chimpancés, pudieron generar planes de acción creativos para lograr sus objetivos y, por lo tanto, parecería tener una percepción causal que trasciende la mera costumbre.
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