Perseo de Citio
Perseo (griego: Περσαῖος; 307/6–243 a. C.) de Citium, hijo de Demetrio, fue un filósofo estoico griego, amigo y alumno favorito de Zenón de Citium.
Vida
Vivía en la misma casa que Zeno. Escritores posteriores escribieron que Persaeus había sido esclavo de Zeno, quien quizás originalmente había sido un amanuense enviado a Zeno por el rey Antígono II Gonatas; sin embargo, la fuente de esta historia parece deberse a un comentario sarcástico hecho sobre Perseo por Bion de Borysthenes quien, al ver una estatua de Persaeus inscrita: "Persaeus, el alumno de Zeno", se burló de que debería haber sido: "Persaeus el Siervo de Zenón".
Se sabe que Antígono II Gonatas invitó a Zeno a su corte en Pella alrededor del 276 a. Zeno se negó debido a su vejez y envió a sus alumnos Perseo y Filónides de Tebas en su lugar. Mientras Perseo estaba en la corte de Antígono, Antígono una vez, queriendo juzgarlo, hizo que le trajeran algunas noticias falsas de que su hacienda había sido devastada por el enemigo, y cuando su semblante decayó: "¿Ves?", Dijo él, "que la riqueza no es una cuestión de indiferencia?"
Posteriormente, Perseo se convirtió en una figura importante en la corte macedonia. Después de que Antígono capturó Corinto alrededor del 244 a. C., puso a Perseo al mando de la ciudad como Arconte. Perseo murió en el 243 a. C. defendiendo la ciudad del ataque de Arato de Sición.
Escritos
Ninguno de los escritos de Perseo sobrevive excepto unos pocos fragmentos. Diogenes Laërtius enumera las siguientes obras escritas por Persaeus:
- Ἠθικαῖς σχολαῖς – Escuela de Ética.
- Περὶ βασιλείας – Sobre la realeza.
- Πολιτεία Λακωνική – Constitución de los lacedemonios.
- Περὶ γάμου – Sobre el matrimonio.
- Περὶ ἀσεβείας – Sobre la impiedad.
- Θυέστης – Tiestes.
- Περὶ ἐρώτων – Sobre el amor.
- Προτρεπτικοί – Exhortaciones.
- Διατριβῶν – Conversaciones.
- Χρειῶν – Apotegmas.
- Ἀπομνημονεύματα – Reminiscencias.
- Πρὸς τοὺς Πλάτωνος νόμους – Leyes de Platón.
Con respecto a las opiniones filosóficas de Perseo, Cicerón menciona que:
Perseo dice que eran los hombres que habían descubierto alguna gran ayuda para la civilización los que eran considerados dioses, y que los nombres de divinidades también se otorgaban a objetos materiales reales de uso y beneficio, de modo que ni siquiera se contenta con describirlos como los creaciones de Dios, sino que hace creer que ellos mismos son divinos.
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