Perfectae Caritatis
Perfectae Caritatis, el Decreto sobre la Adaptación y Renovación de la Vida Religiosa, es el documento del Concilio Vaticano II que trata específicamente con institutos de vida consagrada en la Iglesia Católica Romana. Uno de los documentos más breves del Concilio, el decreto fue aprobado por 2.321 votos contra 4 de los obispos reunidos y promulgado por el Papa Pablo VI el 28 de octubre de 1965. Como es costumbre en los documentos de la Iglesia, el título se toma del primer palabras (incipit) del decreto: "de Perfecta Caridad" en latín.
Contenido
El Concilio Vaticano II ya había expuesto la naturaleza de la vida religiosa en el capítulo 6 de la Constitución Lumen gentium. Este capítulo describe la forma esencial de la vida religiosa como una vida "consagrada por la profesión de los consejos evangélicos" (n. 44). El Decreto Perfectae Caritatis fue publicado para, "tratar de la vida y disciplina de aquellos institutos cuyos miembros hacen profesión de castidad, pobreza y obediencia y para proveer a sus necesidades en nuestro tiempo" 34; (Perfectae Caritatis n. 1). Con 25 párrafos numerados, el Decreto estableció cinco principios generales para guiar la renovación de estos institutos. Debido a la gran variedad de comunidades religiosas con sus diferentes historias, características, costumbres y misiones, el Concilio Vaticano no dio indicaciones específicas y dejó a cada comunidad en particular la autoridad para determinar lo que había que cambiar de acuerdo con el espíritu de sus fundadores, las necesidades de la vida moderna y las situaciones en las que vivieron y trabajaron.
Controversia
El período que siguió a la promulgación de la Perfectae Caritatis estuvo marcado por una gran cantidad de experimentación en la vida religiosa. Muchos institutos sustituyeron sus hábitos tradicionales por atuendos más modernos, experimentaron con diferentes formas de oración y vida comunitaria, y adaptaron la obediencia a una forma superior a una forma de consulta y discusión. Un gran número de religiosos abandonó por completo la vida religiosa, y en las décadas siguientes se produjo un gran descenso en el número de vocaciones religiosas en Occidente. No está claro cuánto de este cambio se debió a los documentos del Concilio Vaticano II. Los historiadores señalan que la sociedad occidental en su conjunto estaba pasando por una agitación social provocada por la revolución sexual.
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