Melchor cano

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Teología española
Melchor Cano.

Melchor Cano (¿1509? - 30 de septiembre de 1560) fue un teólogo escolástico español.

Parecer del M. fr. Melchor Cano dado al Señor Emperador Carlos V (1555) edición de 1736.

Vida clerical

Nació en Tarancón, Castilla la Nueva, e ingresó en la Orden de los Dominicos en Salamanca, donde en 1546 había sucedido a Francisco de Vitoria en la cátedra de teología de la universidad. Hombre de profunda erudición y originalidad, orgulloso y víctima del odium theologicum. Su único rival fue el manso Bartolomé Carranza, también dominico y luego arzobispo de Toledo. En la universidad las escuelas se dividieron entre los partidarios de los dos profesores; Cano persiguió a su rival con implacable virulencia y participó en la condena por herejía de su hermano fraile. La nueva sociedad de los jesuitas, también encontró su violenta oposición; y no les estaba agradecido cuando, después de asistir al Concilio de Trento en 1545, fue enviado, por su influencia, en 1552, como obispo de la lejana sede de las Islas Canarias.

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Consultation theologica

Su influencia personal con el rey Felipe II de España provocó pronto su destitución y fue nombrado provincial de su orden en Castilla. En 1556 escribió su famosa Consultatio theologica, en la que aconsejaba al rey resistir las invasiones temporales del papado y, como monarca absoluto, defender sus derechos provocando un cambio radical en la administración de ingresos eclesiásticos, haciendo así a España menos dependiente de Roma. Con esto en mente, el Papa Pablo IV lo llamó "un hijo de perdición".

De locis theologicis

Opera, 1746

La reputación de Cano se basa en una obra póstuma, De Locis theologicis (Salamanca, 1562), sin rival en su línea. En ésta, obra genuina del Renacimiento, Cano trató de liberar a la teología dogmática de las vanas sutilezas de las escuelas; limpiando las puerilidades de los teólogos escolásticos posteriores, para devolver la religión a los primeros principios; y, dando reglas, método, coordinación y sistema, para construir un tratamiento científico de la teología. Al discutir la credibilidad de las fuentes, fue uno de los primeros en investigar los principios de la credibilidad de los documentos históricos. Argumenta que si todos los historiadores serios están de acuerdo sobre un hecho, entonces deberíamos creerlo, incluso si es poco probable. De lo contrario, "sería como si los pueblos mediterráneos negaran la existencia del océano... o si, en efecto, nos burláramos de quien habla de elefantes".