Manga de Clavo

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Manga de Clavo fue una de las propiedades más famosas y hacienda preferida de Antonio López de Santa Anna, un sitio histórico de la primera mitad del siglo XIX donde vivió y tomó decisiones que definieron la política mexicana de su tiempo, sirviendo efectivamente como residencia presidencial. y la casa de gobierno hasta que fue incendiada y parcialmente destruida por el ejército invasor de los Estados Unidos durante la Guerra México-Estadounidense en 1847-1848.

Imposible pensar en Santa Anna sin pensar en Manga de Clavo.

Historia

Santa Anna adquirió la hacienda de Manga de Clavo en 1825 poco antes de casarse con María Inés de la Paz García su primera esposa, hija de padres españoles adinerados de Alvarado (Veracruz). Durante los años en que creció su influencia en la región de Veracruz —ocupando diferentes cargos, incluyendo la presidencia de la República en seis ocasiones, entre 1833 y 1855— la amplió en tamaño y belleza. Su hacienda no solo mantuvo una ubicación estratégica privilegiada sino también de importancia militar, política y comercial. La producción económica de las propiedades de Santa Anna, que incluían múltiples pueblos dedicados a la ganadería, atendía a toda la zona comprendida entre Veracruz y Jalapa, ubicada justo en la bifurcación de las principales vías que conducen a la Ciudad de México, ya sea por el Camino Real a Jalapa o el que va a Orizaba.

Asimismo, en tierras de Manga de Clavo es donde fue enterrada por primera vez la pierna izquierda del General Santa Anna, perdida tras ser gravemente herido por los franceses durante la Guerra de los Pasteles, en la puerta del muelle de Veracruz el 5 de diciembre de 1838. La extremidad permaneció en su hacienda. antes de que fuera trasladado al cementerio de Santa Paula en la Ciudad de México, en el aniversario de la conquista de la Independencia de México, el 27 de septiembre de 1842.

Para Santa Anna este era un lugar de descanso, placer y entretenimiento, propicio para la intriga y la conspiración, así como refugio en la adversidad y la derrota. Innumerables veces tomó el camino de Manga de Clavo desde la capital desligándose de la responsabilidad de gobernar, abandonando el poder presidencial para retirarse a la tranquilidad de su dominio.

A Santa Anna el destino fue desagradecido, lo traicionó, presentando la línea en el horizonte como una ilusión. Al cruzar el umbral en el límite, irremediablemente tuvo que volver al punto de partida. Este Sísifo mexicano se encontró en una dimensión perdida —en constante repetición— marchando de un lado a otro entre Palacio Nacional y Manga de Clavo, atrapado en el eterno retorno e incapaz de romper la maldición.

Entre los extranjeros más destacados que visitaron Manga de Clavo se encuentra la marquesa Calderón de la Barca, esposa de Ángel Calderón de la Barca, ministro plenipotenciario de España en México de 1839 a 1842. En su libro "Vida en México", Calderón da cuenta del viaje que hizo de Veracruz a Manga de Clavo y la recepción que tuvo de parte de Santa Anna y su familia, siendo este uno de los pocos ejemplos y descripción más famosa que existe de la hacienda:

Llegamos sobre las cinco a Manga de Clavo, tras atravesar leguas de jardín natural, propiedad de Santa Anna. La casa es bonita, de aspecto pequeño y se mantiene en buen orden. Fuimos recibidos por un edecán de uniforme, y por varios oficiales, y conducidos a un departamento grande, fresco, agradable, con pocos muebles [...] Al rato entró el mismo General Santa Anna; una persona caballerosa, bien parecida, tranquilamente vestida, de aspecto algo melancólico, con una sola pierna [...] Es de tez cetrina, ojos finos y oscuros, suaves y penetrantes, y una expresión de rostro interesante. Luego procedimos a mirar las dependencias y oficinas; No hay jardines, pero, como él observó, toda la tierra, que por doce leguas cuadradas le pertenece, es un jardín.

Aunque la importancia de este sitio comenzó a decaer debido a las frecuentes ausencias de Santa Anna, la muerte de María Inés en 1844 y la invasión de los Estados Unidos en 1847-1858 marcaron el comienzo de su caída. Tras las revueltas iniciadas con la revolución del Plan de Ayutla, que obligaron a Santa Anna al exilio definitivo en 1855, algunas de sus propiedades fueron confiscadas, la mayor parte de los terrenos vendidos y pronto Manga de Clavo quedó perdida para el paisaje y la memoria.

Posteriormente, algunos indicios prueban que la hacienda sobrevivió hasta la última década del siglo XIX, antes de la Revolución Mexicana y la ejecución de sus políticas agrícolas que acabaron con latifundios y extensos terrenos, divididos y reducidos en muchos casos únicamente a su recinto principal o señorío. casa. Por tanto, se puede inferir que entre los años 1920 y 1940 el proceso de desaparición de Manga de Clavo se aceleró deviniendo en ruina, consumiéndose hasta quedar sepultado en el inconsciente nacional.

Ubicación

A principios del siglo XX, los restos de Manga de Clavo dieron origen al pueblo de Vargas, que creció irregularmente alrededor de la hacienda, apropiándose de piedra y borrando los signos de su verdadera huella, por lo que la casona y dependencias adyacentes fueron destruyéndose paulatinamente hasta el punto de que solo se pueden encontrar ruinas a nivel del suelo, prácticamente dejando de existir.

Esta circunstancia ha propiciado la difusión de información engañosa sobre la ubicación original y exacta del inmueble, erróneamente expresada por entusiastas cronistas del tema y pobladores locales de la región, pero también encontrada en libros de historia, archivos, páginas web, redes sociales. sitios de medios e incluso programas de televisión. Manga de Clavo aún se confunde con otras propiedades de Santa Anna: la hacienda de El Lencero en las afueras de Jalapa, y los restos de una residencia y cuartel en las inmediaciones de Puente Nacional, muy cerca del histórico Puente Nacional.

El predio donde actualmente se encuentra el fundo Manga de Clavo se encuentra en la localidad de Vargas, a 30 kilómetros del puerto de Veracruz en el municipio y estado del mismo nombre. Solo sobreviven algunos cimientos, piedras esparcidas y un pozo que Roberto Williams García, destacado investigador académico del Veracruz cultural, pudo visitar en 1967:

Pregunté por Manga de Clavo y me indicaron a un par de cientos de metros de la vía férrea, junto a cabañas de madera dentro de un matorral delgado de poca altura [...] Cerca está "El Pozo de Santa Anna" sin bordillo y sesenta y ocho pies de profundidad, con una especie de puerta a mitad de camino -que me informaron- conducía a un pasaje, a un túnel...

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