Macaria

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Hijas de Heracles y Hades en la mitología griega

Macaria o Makaria (griego antiguo: Μακαρία, romanizado: Makaria, lit. 'bendito') es el nombre de dos figuras de la antigua religión y mitología griega. Aunque no se dice que sean iguales y se les da diferentes padres, se discuten juntos en una sola entrada tanto en la enciclopedia bizantina del siglo X Suda como por Zenobio.

Hija de Heracles

En el Heracleidae de Eurípides, Macaria ("la que es bendita") es una hija de Heracles. Incluso después de Heracles' muerte, el rey Eurystheus persigue su venganza de toda la vida contra el héroe cazando a sus hijos. Macaria huye con sus hermanos y el viejo amigo de su padre, Yolao, a Atenas, donde son recibidos por Demofonte, el rey.

Al llegar a las puertas de Atenas con su ejército, Eurystheus le da un ultimátum a Demophon, amenazando con la guerra a Atenas a menos que Demophon entregue a los hijos de Heracles. Cuando Demofonte se niega y comienza a prepararse para la guerra, un oráculo le informa que Atenas solo saldrá victoriosa si se sacrifica una doncella noble a Perséfone. Al escuchar esto, Macaria ve que su única opción es la muerte inmediata en el altar o la muerte eventual a manos de Eurystheus. Como en ninguno de los dos casos se le concederá una vida normal y feliz, se ofrece como víctima para salvar la ciudad acogedora y sus habitantes, rechazando una lotería que pondría en peligro a otras chicas. Los atenienses la honraron con fastuosos ritos funerarios, y el mito tiene un aspecto etiológico: el manantial donde murió fue llamado Macario en su honor.

Hija de Hades

Un carácter Macaria ('Μακαρία', literalmente 'bendito') se nombra en la enciclopedia bizantina Suda. Según la Suda, esta Macaria es hija de Hades (no se menciona madre). Aunque no se dice explícitamente que sea una diosa inmortal, parece haber estado relacionada con la muerte bendita; la Suda conecta su nombre con la figura del lenguaje "vete a la bienaventuranza," en lugar de miseria o condenación, que puede ser un eufemismo, en la forma en que se hace referencia a los muertos como "los bienaventurados". La frase era proverbial para aquellos cuyo coraje los ponía en peligro.