Libro de Enós

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El Libro de Enós () es el cuarto libro del Libro de Mormón. Según el texto, fue escrito por Enós, un profeta nefita.

Este breve libro consta de un solo capítulo y relata a Enós' conversión después de orar todo el día y toda la noche, y su posterior diálogo con el Señor. También analiza la redención de los nefitas y sus enemigos, los lamanitas. La narración del Libro de Enós se usa a menudo en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días como ejemplo de fe.

Según el Libro de Mormón, Enós era hijo de Jacob. Jacob era el hermano menor de Nefi. Tanto Nefi como Jacob eran hijos de Lehi.

Narrativa

Una vez, Enós estaba cazando en el bosque y recordó el evangelio según su padre, y se arrodilló y lloró todo el día y hasta la noche por la salvación de su alma. Entonces la voz de Dios le dijo a Enós que sus pecados habían sido perdonados. Enos creyó en la voz, pero tenía curiosidad acerca de cómo se logró realmente el perdón. Dios le dijo a Enós que había sido perdonado porque tenía fe en Cristo, aunque nunca escuchó ni vio a Cristo, y ciertamente pasaría mucho tiempo en el futuro antes de que viniera en la carne.

Entonces Enós oró por la salvación de los nefitas, pero Dios dijo que serían bendecidos o maldecidos según cómo obedecieran los mandamientos. Enós, temiendo que los nefitas se negaran a obedecer los mandamientos de Dios, entonces oró por los lamanitas que los oprimían, para que al menos evitaran la destrucción. Y oró para que Dios preservara un registro de los nefitas para que algún día los lamanitas también pudieran ser salvados, aunque cualquier cosa que los nefitas dijeran e hicieran ahora en Enós' el tiempo no tendría nada que ver con la salvación en ese día futuro, sino sólo con la fe en Cristo, cuya muerte y resurrección estarían en el pasado y no en el futuro. No obstante, Dios hizo un convenio con Enós de que traería los anales de los nefitas a los lamanitas a su debido tiempo.

Enós tomó el manto de profeta y fue entre su pueblo, los nefitas, para que no fueran destruidos como Dios había advertido. Enós no dice si tuvo éxito en convertir a los nefitas a la fe verdadera, pero sí dice que los nefitas no lograron convertir a los lamanitas a la fe verdadera.

Él caracterizó a los lamanitas por tener un odio fijo. Los lamanitas fueron guiados por su naturaleza malvada a convertirse en un pueblo salvaje y sediento de sangre. Estaban llenos de idolatría e inmundicia y se alimentaban de animales de presa. Habitaban en tiendas, vagaban por el desierto, usaban un cinturón de piel corto alrededor de sus lomos y sus cabezas estaban rapadas. Su habilidad estaba en el arco, en la cimitarra y en el hacha. Muchos de ellos no comían nada excepto carne cruda. Continuamente buscaban destruir a los nefitas que cultivaban la tierra, cultivaban fruta en los huertos y cuidaban rebaños de vacas, cabras y caballos.

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