Horizontalidad

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La horizontalidad ( español: [oɾisontaliˈðað], horizontalidad u horizontalismo) es una relación social que aboga por la creación, desarrollo y mantenimiento de estructuras sociales para la distribución equitativa del poder de gestión. Estas estructuras y relaciones funcionan como resultado de una autogestión dinámica, que implica la continuidad de la participación y el intercambio entre individuos para lograr los resultados más amplios deseados por el todo colectivo.

Origen

Como término específico, la horizontalidad se atribuye a los movimientos radicales que surgieron en diciembre de 2001, en Argentina, luego de la crisis económica. Según Marina Sitrin, es una nueva creación social. A diferencia de muchos movimientos sociales del pasado, rechazó los programas políticos, optando en cambio por crear espacios de democracia directa y nuevas relaciones sociales.

El término relacionado "horizontales" surgió durante el Foro Social Europeo antiglobalización en Londres en 2004 para describir a las personas que se organizan en un estilo en el que "aspiran a una relación abierta entre los participantes, cuyos encuentros deliberativos (en lugar de estatus representativo) forman la base de cualquier decisión", en contraste con los "verticales" que "asumen la existencia y legitimidad de estructuras representativas, en las que el poder de negociación se devenga sobre la base de un mandato electoral (o cualquier otro medio de selección en el que los miembros de una organización estén de acuerdo) ".

La horizontalidad se relaciona con las teorías del anarquismo comunista, la ecología social y el municipalismo libertario, el marxismo autonomista y la economía participativa. Según estas escuelas de pensamiento, la horizontalidad parece ser un factor necesario para la libertad real porque permite la autonomía personal en un marco de igualdad social. Estos enfoques abogan por una especie de democracia directa socialista y consejos de trabajadores (autogestión) o consejos comunitarios/barriales.

Según Paul Mason, “el poder de los movimientos horizontalistas es, en primer lugar, su replicabilidad por parte de personas que no saben nada de teoría y, en segundo lugar, su éxito en romper las jerarquías que buscan contenerlos. Están expuestos a un montaje de ideas., de una manera que el saber estructurado y difícil de conquistar de los años 70 y 80 no permitía (...) La gran pregunta para los movimientos horizontalistas es que mientras no se articule contra el poder, se está básicamente haciendo lo que alguien ha llamado "reforma por disturbios": un tipo con una sudadera con capucha va a la cárcel durante un año para que un tipo con traje pueda aprobar su ley en el parlamento".

Práctica

Neka, participante del movimiento de trabajadores desocupados de Solano, en las afueras de Buenos Aires, Argentina, describió la horizontalidad como:

“Primero empezamos a aprender algo juntos, fue una especie de despertar a un conocimiento que era colectivo, y esto tiene que ver con una autoconciencia colectiva de lo que estaba pasando dentro de todos nosotros. Primero empezamos preguntándonos unos a otros, y nos cuestionamos, y de ahí empezamos a resolver las cosas juntos. Cada día vamos descubriendo y construyendo mientras caminamos. Es como cada día es un horizonte que se abre ante nosotros, y ese horizonte no tiene receta ni programa, nosotros empezar aquí, sin lo que fue en el pasado, lo que teníamos era la vida, nuestra vida de cada día, nuestras dificultades, problemas, crisis, y lo que teníamos en las manos en ese momento era lo que íbamos a buscar soluciones. de la práctica de la horizontalidadse puede ver en este proceso. Es el caminar, el proceso de cuestionamiento al caminar lo que enriqueció nuestro crecimiento y nos ayudó a descubrir que la fuerza es diferente cuando estamos uno al lado del otro, cuando no hay nadie que te diga lo que tienes que hacer, sino cuando decidir quiénes somos. No creo que haya una definición de lo que estamos haciendo, sabemos cómo se hace, pero no nos vamos a encontrar con ninguna definición, así es similar a la horizontalidad. Más que una respuesta a una práctica, es una práctica cotidiana.

Mi perspectiva personal tiene que ver con la idea de libertad, esa idea de descubrir que tenemos conocimientos colectivos que nos acercan, que nos dan fuerza, que nos llevan a procesos de descubrimiento. Esto va más allá de las teorías revolucionarias, teorías que todos conocemos y hemos escuchado tantas veces, teorías que muchas veces se convierten en herramientas de opresión y sometimiento. La práctica de la horizontalidad puede dar la posibilidad de romper con esto y crear algo que nos dé la seguridad de que podemos autoorganizarnos, y hacerlo bien, y hacerlo tan lejos de los que pretenden decirnos que la política debe hacerse en un manera particular.

La construcción de la libertad es un proceso de aprendizaje que sólo puede darse en la práctica. Para mi la horizontalidad, la autonomía, la libertad, la creatividad y la felicidad son conceptos que van juntos y son cosas que deben practicarse y aprenderse en la práctica. Pienso en experiencias activistas anteriores que tuve y recuerdo un poderoso sentimiento de sumisión. Esto incluye incluso mi propia conducta, que muchas veces era muy rígida, y me costaba divertirme, que es algo cuerdo y eso te fortalece, y si lo haces colectivamente lo es mucho más. Como bajo el capitalismo, estábamos renunciando a la posibilidad de disfrutar y ser felices. Necesitamos romper constantemente con esta idea, tenemos vida y la vida que tenemos es para vivir hoy, y no esperar a tomar ningún poder para empezar a disfrutar, yo creo que es un proceso orgánico.” (Citado en Horizontalismo, Sitrina, 2006)

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