Edith Jacobson

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Edith Jacobson (en alemán: Edith Jacobssohn; 10 de septiembre de 1897 - 8 de diciembre de 1978) fue una psicoanalista alemana. Sus principales contribuciones al pensamiento psicoanalítico se relacionaron con el desarrollo del sentido de identidad y autoestima y con la comprensión de la depresión y la psicosis. Pudo integrar el modelo estructural tripartito del psicoanálisis clásico con la teoría de las relaciones objetales en una teoría pulsional revisada. De este modo, aumentó las posibilidades de tratamiento de los pacientes preedípicos más perturbados.

Biografía

Nacida en una familia judía de padre médico y madre música, Edith Jacobson fue médica y más tarde también psicoanalista. En 1922 recibió su título de médico, después de asistir a la escuela de medicina en Jena, Heidelberg y en Munich. Desde 1922 hasta 1925 realizó su internado en pediatría en el Hospital Universitario de Heidelberg. Ella desarrolla interés en el psicoanálisis durante ese período. En su pasantía observó instancias de sexualidad infantil. Comenzó a formarse en el Instituto Psicoanalítico de Berlín en 1925 y su analista fue Otto Fenichel.

En 1930, se convirtió en miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Berlín y pronto presentó trabajos que trataban de su interés por los problemas del superyó y su desarrollo. En 1934 se convirtió en analista de formación en el Instituto de Berlín.

En 1935, los nazis encarcelaron a Jacobson porque se negó a divulgar información sobre un paciente. En 1938, enfermó de la enfermedad de Graves y diabetes; mientras estaba hospitalizada en Leipzig, escapó a Checoslovaquia. Poco después de su fuga, emigró a los Estados Unidos, donde pronto se convirtió en miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Nueva York. En los Estados Unidos, se convirtió en analista de formación y profesora.

El trabajo teórico y clínico de Jacobson versó sobre el funcionamiento del yo y el superyó, los procesos de identificación que subyacen al desarrollo del yo y el superyó, y el papel del yo y el superyó en la depresión. En sus escritos, trata de construir una perspectiva global del desarrollo. Esta perspectiva haría justicia a las pulsiones ya los objetos reales y sus representaciones en la construcción del yo y el superyó. Jacobson estaba interesado en el destino de las autorrepresentaciones en pacientes depresivos y psicóticos. Introdujo el concepto de autorrepresentación con Heinz Hartmann. En The Self and the Object World de 1964, presentó una teoría de la pulsión revisada.

Teoría de la conducción revisada

Jacobson fue la primera teórica en intentar integrar la teoría de las pulsiones con la teoría estructural y de las relaciones objetales en una síntesis integral del desarrollo, y su influencia en el trabajo posterior en esta área ha sido profunda. Se basó en las contribuciones de Anna Freud, Heinz Hartmann, René Spitz y Margaret Mahler. En 1964, escribió The Self and the Object World, en el que revisó la teoría de Sigmund Freud sobre las fases psicosexuales en el desarrollo y sus conceptualizaciones de id, ego y superego.

Conceptos generales de la teoría de la pulsión revisada

Según el punto de vista de Freud, los impulsos eran innatos, mientras que los psicólogos del yo enfatizaban la influencia del entorno. Jacobson encontró una manera de cerrar la brecha entre esos puntos de vista. Según Jacobson, la biología y la experiencia se influyen mutuamente e interactúan a lo largo del desarrollo.

De acuerdo con Hartmann, Jacobson propuso que los impulsos instintivos no son "datos" innatos, sino potenciales innatos predispuestos biológicamente. Estos potenciales adquieren sus características distintivas en el contexto de las primeras experiencias del niño. A partir del nacimiento, las experiencias se registrarán como placenteras ('sentirse bien') o displacenteras ('sentirse mal').

Un equilibrio en los estados emocionales subjetivos en las primeras experiencias del niño contribuirá al desarrollo armonioso de la libido y el impulso agresivo. La libido surgirá de experiencias de sentirse bien y normalmente habrá menos agresión. Sin embargo, si las primeras experiencias son particularmente frustrantes, el impulso agresivo puede perturbar el desarrollo normal. La libido ayuda a integrar imágenes de objetos buenos y malos y yo bueno y malo. La agresión, por otro lado, facilita la separación y el establecimiento de diferentes imágenes de uno mismo y de los demás. La libido y la agresión no pueden funcionar la una sin la otra. La libido promueve la unión y la agresión alejándose. La libido y la agresividad son necesarias para construir una identidad estable integrando experiencias del entorno.

Jacobson articuló que las experiencias son subjetivas, lo que significa que no existe una buena maternidad, sino solo una maternidad que se siente bien para un bebé en particular. Se trata de la 'combinación afectiva' entre madre e hijo, en la que factores como el temperamento del bebé, el ajuste o desajuste entre el bebé y la madre y la capacidad de la madre para responder adecuadamente a las necesidades del bebé, juegan un papel importante.

Desarrollo del niño

El estado psíquico temprano de un niño es indiferenciado, sin límites claros entre el yo interior y el mundo exterior. La libido y la agresión no se experimentan como impulsos distintos. Como un niño recién nacido no puede diferenciar entre sí mismo y los demás, las primeras imágenes se fusionan y confunden. Jacobson propuso –de acuerdo con René Spitz– que las experiencias, sean buenas o malas, se acumularán en la psiquis de un niño. Estas imágenes más tempranas forman la base para sentimientos subjetivos posteriores de uno mismo y de los demás y servirán como un filtro a través del cual uno interpretará nuevas experiencias.

A la edad de aproximadamente 6 meses, un bebé es capaz de diferenciar entre sí mismo y los demás. Gradualmente, los componentes agresivo y libidinal también se diferencian más, lo que conduce a nuevos sistemas estructurales: el yo y el superyó. En el segundo año, hay una transición gradual hacia la individuación y la autonomía del yo, en la que las representaciones del niño se vuelven más realistas. El niño descubre su propia identidad y aprende a diferenciar las imágenes de sí mismo y de los objetos ilusorias de las realistas. El Superyó se desarrolla durante mucho tiempo y se consolida durante la adolescencia.

En el desarrollo normal, existe un equilibrio entre la libido y la agresión, lo que conduce a una diferenciación madura entre uno mismo y el otro. Sin embargo, la falta de equilibrio entre la libido y la agresión podría generar límites débiles entre uno mismo y el otro, lo que se puede observar en pacientes psicóticos.

Con respecto al desarrollo del Ego y el Superego, Jacobson destacó el papel crucial de la influencia de los padres. El amor de los padres es la mejor garantía para un desarrollo normal del ego y del superyó, pero también las frustraciones y las demandas de los padres contribuyen significativamente al desarrollo de un ego efectivo, independiente y autosuficiente.

Bibliografía

  • El yo y el mundo de los objetos, (1964).
  • Conflicto psicótico y realidad, (1967).
  • Depresión: estudios comparativos de condiciones normales, neuróticas y psicóticas, (1971).

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