Areté (mitología)

En la mitología griega, la reina Arete (griego antiguo: Ἀρήτη significa "aquella por quien se ora") de Scheria era la esposa de Alcínoo y madre de Nausicaa y Laodamante.
Biografía
Arete era la hija de Rhexenor. Era descendiente de Poseidón, quien, haciendo el amor con Peribea, engendró a Nausítoo, quien a su vez tuvo dos hijos, Rhexenor, su padre, y Alcínoo, su tío y más tarde su marido. Su nombre parece estar asociado con el sustantivo jónico ἀρητή, que significa "sagrado", "maldito" o "rezado" Algunas fuentes afirman que significa "justo", mientras que otras lo relacionan con Ares, el dios griego de la guerra.
Mitología
Argonautica
Apolonio también describió a Arete como una anfitriona inteligente y generosa en el Libro 4 de la Argonáutica, donde relata la historia de Jasón y Medea.
Cuando los argonautas llegaron a la isla, Arete y su marido los recibieron a ellos y a Medea hospitalariamente. Los colquianos llegaron poco después persiguiendo a Medea y exigieron llevarla de regreso para enfrentar el castigo por la muerte de su padre, Eetes. Medea apeló a Arete, y Arete a su vez apeló a su marido para que le concediera misericordia. Cuando Alcínoo se comprometió con la declaración: “Si aún es doncella, decreto que la lleven de regreso a su padre; pero si comparte el lecho de su marido, no la separaré de su señor; ni si ella da a luz un niño debajo de su pecho, lo entregaré a un enemigo”, Arete fue a ver a Jasón y a Medea esa noche y les dijo que se casaran para que Medea salvara la vida. Gracias a sus esfuerzos, los dos se casaron y los colquianos se vieron obligados a regresar a su tierra natal sin Medea.
Odisea
En la Odisea, Arete aparece como una noble y activa superintendente de la casa de su marido. Cuando Odiseo llegó a Scheria, apeló primero a Arete en busca de recepción y protección, y ella lo trató hospitalariamente. Lo hizo siguiendo las instrucciones de Nausicaa y Atenea, habiendo la diosa descrito a Arete así:
Su Alcinoso hizo a su esposa, y la honró como ninguna otra mujer en la tierra es honrada, de todos aquellos que en estos días dirigen sus hogares en sometimiento a sus maridos; así es honrada, y ha sido siempre, por sus hijos y por el mismo Alcinoso y por el pueblo, que la miran como una diosa, y la saludan mientras ella pasa por la ciudad. Porque no es prudente faltar en buen entendimiento, y para las mujeres a las que tiene buena voluntad hace un fin de lucha incluso entre sus maridos.
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