Univocidad del ser
La univocidad del ser es la idea de que las palabras que describen las propiedades de Dios significan lo mismo que cuando se aplican a personas o cosas. Está asociado con las doctrinas del teólogo escolástico John Duns Scotus.
Visión general
En las disputas medievales sobre la naturaleza de Dios, muchos teólogos y filósofos (como Tomás de Aquino) sostenían que cuando se dice que "Dios es bueno" y que "el hombre es bueno", la bondad del hombre es sólo análoga, es decir, similar pero distinta. de, la bondad de Dios. John Duns Scotus, si bien no niega la analogía del ser a la manera de Santo Tomás, mantiene sin embargo un concepto unívoco del ser. Es importante señalar que Escoto no cree en una "univocidad del ser", sino en un concepto común del ser que es propio tanto de Dios como del hombre, aunque en dos modos radicalmente distintos: infinito en Dios, finito en el hombre.
La afirmación aquí es que comprendemos a Dios porque podemos compartir Su ser y, por extensión, los atributos trascendentales del ser, a saber, la bondad, la verdad y la unidad. En lo que respecta a Escoto, necesitamos ser capaces de comprender qué es el 'ser' como concepto para demostrar la existencia de Dios, para que no comparemos lo que conocemos, la creación, con lo que no conocemos, Dios. Thomas Williams ha defendido una versión de este argumento.
Gilles Deleuze tomó prestada la doctrina de la univocidad ontológica de Escoto. Afirmó que el ser es unívoco, es decir, que todos sus sentidos se afirman en una sola voz. Deleuze adapta la doctrina de la univocidad para afirmar que el ser es, unívocamente, diferencia. “Con la univocidad, sin embargo, no son las diferencias las que son y deben ser: es el ser el que es Diferencia, en el sentido en que se dice de la diferencia. Además, no somos nosotros los que somos unívocos en un Ser que no es; somos nosotros y nuestra individualidad lo que permanece equívoco en y para un Ser unívoco”. Deleuze se hace eco e invierte a la vez a Spinoza,quien sostenía que todo lo que existe es una modificación de la única sustancia, Dios o Naturaleza. Afirma que es el principio organizador de la filosofía de Spinoza, a pesar de la ausencia del término en cualquiera de las obras de Spinoza. Para Deleuze, no hay una sola sustancia, solo un proceso siempre diferenciador, un cosmos de origami, siempre plegándose, desplegándose, replegándose. Deleuze y Guattari resumen esta ontología en la paradójica fórmula "pluralismo = monismo".
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