Txalaparta
La txalaparta (Pronunciación vasca: [tʃaˈlapaɾta] o [tʃalaˈpaɾta]) es un dispositivo musical vasco especializado de madera o piedra. En algunas regiones del País Vasco, zalaparta (con [s̻]) significa "raqueta", mientras que en otros (en Navarra) txalaparta se ha documentado que significa el trote del caballo, sentido muy relacionado con el sonido del instrumento.
Comunicación

Durante los últimos 150 años, la txalaparta ha sido atestiguada como un medio de comunicación utilizado en funerales (hileta), celebración (jai) o elaboración de cal apagada ( kare), o sidra (sagardo). Tras la elaboración de la sidra, se golpeaba la misma tabla que prensaba las manzanas para convocar a los vecinos. Luego se hacía una celebración y se tocaba alegremente txalaparta, mientras se bebía sidra. La evidencia reunida en este contexto de elaboración de sidra revela que a veces se hacían sonar cuernos de buey junto con la txalaparta. Realmente, la sidrería y las sidrerías son el único contexto tradicional de la txalaparta que conocemos de primera mano. El mismo trasfondo se aplica a un instrumento de percusión vasco relacionado, el kirikoketa, una recreación del golpe utilizado para moler las manzanas. Otro instrumento clasificado en la misma familia y área geográfica es el toberak.
Algunos afirman que la txalaparta se ha utilizado de esta manera durante milenios, pero a pesar de las diferentes suposiciones, sus orígenes siguen siendo un misterio. Vale la pena mencionar que el muy similar rumano toacă o griego Los semantron se utilizan como llamada a la oración, por lo que interpretaciones menos épicas vinculan la txalaparta con una práctica cristiana común antes del cisma entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa oriental.. Las campanas no se utilizaron en las iglesias cristianas antes del siglo X.
Instrumento y música

El uso musical de la txalaparta evolucionó a partir de su uso original. La txalaparta tradicional estuvo casi extinta en la década de 1950 y un puñado de parejas de campesinos mantuvieron la tradición. Luego fue revivido por folcloristas como Jesús y José Antonio Artze del grupo Ez dok amairu. Los innovadores comenzaron a trabajar y ensamblar las tablas para lograr alguna melodía. Se empezaron a poner en servicio otros materiales.
El txalaparta hoy es un instrumento musical utilizado en la música vasca. Se clasifica como un lenguaje (un instrumento de percusión). En su construcción tradicional (conocida como txalaparta zaharra), el txalaparta está hecho de un par de largas tablas de madera sostenidas horizontalmente en dos extremos y luego golpeado verticalmente con palos especiales y gruesos basados en el mango de prensa, el makilak [makiakak], mantenido recto en las manos. En los dos extremos, entre el tablero largo y los soportes, las cáscaras de maíz se colocan para vibración.

Sin embargo, a medida que la txalaparta evolucionó, ese tipo de equipo se fue eliminando y solo se exhibió en festivales especiales (como Fiesta de la Txalaparta celebrada en la localidad de Hernani en mayo) protagonizada por el conjunto antiguo y rural de la txalaparta. De hecho, hoy en día el equipamiento más habitual para la txalaparta consiste en dos caballetes con espuma adherida a la parte superior, habitualmente envueltos en diversas telas. En cuanto a los tableros, se han hecho cada vez más cortos para adaptarse a las necesidades musicales y a la comodidad de los intérpretes, al igual que los palos, ya que los antiguos tablones de dos metros y pico procedentes del antiguo lagar de sidra rara vez superan el 1,50 metros., mientras que los palos de 50 cm o más, los palos ligeros y fáciles de manejar de 37,5 cm se han convertido en un estándar, a diferencia de los antiguos percutores largos y pesados.
Las tablas, que en la txalaparta moderna pueden ser no menos de tres, se colocan sobre los caballetes a la altura de las caderas, mientras que antes se disponían ligeramente por encima de las rodillas. El material de las tablas ha pasado a menudo de madera disponible localmente (castaño, aliso, cerezo, etc.) a maderas de mejor sonido procedentes de otras zonas geográficas (Caribe, África occidental...) como iroko, sapeli, elondo, etc., piedra (el grupo Gerla Beti llamó a esta variante harriparta) y se han añadido tubos metálicos, ampliando así la gama de sonidos y contrastes disponibles. En algunos casos incluso se han sustituido las habituales tablas de madera. Los grandes tubos de cartón se pueden golpear verticalmente contra el suelo. Cabe destacar la fabricación por parte del grupo Oreka TX de una txalaparta a base de bloques de hielo en su gira por Escandinavia, elaboración recogida en su documental de 2006 Nömadak Tx.
Operación
La música se hace utilizando la txalaparta teniendo uno o más intérpretes (conocidos como txalapartariak ' jugadores de txalaparta' o jotzaileak 'batidores' en euskera o txalapartaris en español) producen diferentes ritmos, jugando con nudos de la madera y manchas de las tablas para obtener diferentes tonos. Hoy en día, los tableros se han dispuesto a menudo para tocar notas e incluso melodías siguiendo las líneas de la partitura, que por un lado puede ampliarse aún más para el txalapartaris las posibilidades de sofisticar la música. Por otro lado, algunos txalaparteros descartan esta novedad por ser ajena al instrumento, esencialmente rítmica.
Ambos jugadores actúan consecutivamente golpeando con los palos en los tableros. La actuación se interpreta de forma intuitiva excepto las líneas principales de la actuación, es decir, un patrón rítmico (binario, ternario), patrón de tiempo principal (cuatro...), etc., que ambos txalapartaris pueden acordar antes de la actuación. Además, se pueden utilizar pasajes ya preparados integrados en una parte específica de la interpretación, especialmente al principio y al final. Por ejemplo, la frase inicial tradicional Sagardo Deia, que significa "la llamada de la sidra", es de uso frecuente y fácilmente identificable con sólo ligeras diferencias de unos txalapartaris a otros. También se puede arreglar una composición completa preestablecida, mientras que este tipo de interpretaciones son raras en interpretaciones simples sin instrumentos de acompañamiento.
Gran parte del éxito de la actuación depende de la connivencia entre ambos jugadores, por lo que cuanto más se familiaricen con las costumbres, trucos y gustos del otro (¡y sus defectos también!), más fluida será la actuación y más fácil será para los txalapartaris demostrar sus aptitudes y destacar en su juego.
Latidos

Hay dos tipos distintivos de ritmos utilizados en la txalaparta tradicional: el ttakuna y el herrena. El primero representa el equilibrio (dos golpes de uno de los jugadores), mientras que el segundo nombra a quien intenta otras combinaciones que lo rompen o lo tuercen (herrena significa cojear). Sin embargo, la persona que juega la regularidad puede hoy en día convertirse en un rompe-equilibrio, desencadenando así una discusión entre ambos lados de la actuación que luchan por restablecer el equilibrio.
Las bases de la txalaparta son bastante sencillas en cuanto al ritmo. Dentro de un esquema binario, la elección del jugador originalmente era jugar dos tiempos cada uno con un palo diferente, un solo tiempo o ninguno. Cuando no se juega ningún beat en los tableros, se llama hutsunea (descanso), o se puede jugar una vez, y si el intérprete opta por tocar los dos tiempos posibles, entonces es ttakuna, llamado así por los dos ritmos onomatopéyicos. sonidos emitidos. Estas opciones se aplican actualmente a ambos jugadores.
Sin embargo, el patrón binario pertenece a la txalaparta tradicional (a pesar de comentarios calificados que apuntan a un rango rítmico más amplio, ver más abajo), por lo que cuando el instrumento fue llevado desde el par de masías se confinó a círculos culturales vascos más amplios. la txalaparta evolucionó hacia ritmos y combinaciones más sofisticados, como el patrón ternario. En ese patrón, cada jugador puede usar su propio lapso de tiempo para jugar tres golpes pares en los tableros (ttukuttuna), o cualquier otra combinación disponible, p.e. huelga - descanso - huelga, huelga - descanso - descanso, etc. (una especie de tiempo de 6/8). En cuanto al orden de las manos, el primer y tercer tiempo generalmente se pueden golpear con el mismo palo, creando así un movimiento pendular de ida y vuelta con los brazos.
A partir de esos dos esquemas, se desarrollaron todas las demás modalidades, p.e. cuatros (cuatro posibles tiempos pares por cada jugador, que pueden describirse como cuatro semicorcheas en 2/4 de compás) o el llamado patrón Papúa, entre otros, donde, siguiendo un patrón ternario, los jugadores añaden un cuarto golpe al lapso de tiempo perteneciente a su compañero superponiendo su primer golpe, lo que resulta en un ritmo estresado que se repite en cada turno de un jugador que evoca un movimiento de tipo tribal.
Jugadoras
(feminine)


La txalaparta estaba a punto de extinguirse cuando activistas preocupados por la cultura vasca la sacaron del frío limbo. Entonces ya sólo quedaban unos pocos intérpretes: Miguel y Pello Zuaznabar (Lasarte), Asentsio y Ramon Goikoetxea (Astigarraga), José y José Mari Zabalegi (Martutene), que de vez en cuando interpretaban la tradicional txalaparta. En los años 60, al compás del movimiento de reactivación cultural y musical vasca, Josean y Juan Mari Beltrán, uno de los fundadores de la Escuela de Hernani, retomaron la txalaparta y fomentaron su expansión. Otra pareja de hermanos que se unieron para tocar la txalaparta fueron Jexux y José Antón Artze, a quienes cabe considerar en el marco más amplio del Ez dok amairu movimiento cultural, formado notablemente por músicos, poetas y teóricos de la cultura vasca (Jorge Oteiza...).
Tras la creación de la Escuela de Hernani, en los años 80 se produjo una constante expansión de la txalaparta entre las generaciones más jóvenes y hacia otras regiones del País Vasco. El Festival de Txalaparta se creó en 1987, aumentando el interés por el instrumento y actuando como escaparate de nuevas tendencias. Cabe citar aquí a Josu Goiri, de Arrigorriaga, que adoptó un enfoque bastante místico sobre el instrumento y ha publicado varios libros sobre el tema. Otra pareja significativa que se formó en los años 80 es la Gerla Beti, representando a Perdi y Rubén, de Araia. Empezaron a probar nuevos materiales con la txalaparta.
A partir de los años 90 han surgido nuevos matrimonios de la red de escuelas txalaparta vinculadas a la Escuela Txalaparta de Hernani en la zona de Donostia, además de establecer nuevas escuelas y talleres por todo el País Vasco. Algunos proyectos txalaparta de esta época a destacar:
- Tomas San MiguelGerla Beti): El piano y el acordeonista se unen con Gerla Beti y realizan juntos desde 1984. En 1994, el álbum Lezao se libera con txalaparta para aclamar crítica. Se han lanzado otros dos discos relacionados con txalaparta desde entonces, Diez (1996) and Dan-Txa (2005), envolviendo así la trilogía. En este último disco, el dúo oscilante Ttukunak, es decir, jóvenes hermanas gemelas Maika y Sara Gomez, ha tomado los palos de Gerla Beti.
- Ttakunpa: En 2003, el grupo de 8 personas lanzó un álbum bajo el mismo nombre. Cuentan con una txalaparta hecha de madera y mármol mezclado con diversos instrumentos africanos de percusión, canciones e influencias, como djembes, kenkenis, sanbaghs.
- Felipe e Imanol Ugarte: Después de tomar txalaparta a principios de los años 90, Felipe entrena al hermano Imanol y en ningún momento comienzan a jugar en las calles y festivales. Son reconocidos por sus actuaciones en el Donostia Boulevard en verano, han girado varias veces por todo el mundo y han editado un par de discos bajo su propia etiqueta. Los hermanos también realizan en vivo regularmente con el grupo Crystal Fighters.
- Oreka TX ("Balance Tx(alaparta)"): Igor Otxoa y Harkaitz Martinez de San Vicente se unen a finales de los años 90 de otras parejas y se unen a la banda Kepa Junkera en sus conciertos y lanzamientos de discos, en su mayoría jugando junto con trikitixa acordeones y otros instrumentos folclóricos del conjunto. Cuentan con una txalaparta sintonizada a lo largo de las notas de una partitura (melody) y hecha de madera exótica. Después de un período de descanso, bajo el patrocinio de Kepa Junkera dibujan el álbum Quercus Endorphina (2000) con la contribución de muchos famosos músicos populares, por ejemplo Phil Cunningham. Luego, se dedican a un proyecto más independiente, tomando para viajar a varios países (India, Finlandia...) tratando de mezclar txalaparta con otros instrumentos y culturas, con miras a destacar la diversidad y la comprensión mutua entre los pueblos del mundo. El resultado de la experiencia, el documental Nomadak TX (2006), demostró un éxito absoluto, ganándolos numerosos premios en Festivales de Cine de todo el mundo.
Debate y perspectivas
Ha sido una suposición general que la txalaparta evolucionó a partir de un patrón binario simple. Sin embargo, en una entrevista a Juan Mari Beltrán, un experto en el tema que realizó un importante trabajo de campo y luego ha profundizado en el tema, sostiene que ttukuttunas (conjuntos de tres golpes), incluso de cuatro, eran jugados ocasionalmente por los últimos antiguos intérpretes de txalaparta. A pesar de esto comentario, se puede argumentar que no eran patrones ternarios o de cuatro golpes, sino conjuntos de tiempos aislados y prefabricados insertados en un patrón binario que de otro modo sería simple.
En cuanto a la melodía en txalaparta, el tema resulta contencioso hasta cierto punto, debido a la naturaleza rítmica del instrumento. Durante los últimos años, txalaparta ha roto nuevo terreno jugando a lo largo de otros instrumentos, interactuando con ellos, siguiendo que el txalaparta ha sido a veces sintonizado para la melodía para encajar en el conjunto. Por un lado, no sólo lo acompaña otros instrumentos al contribuir al bassline, pero también proporciona melodía dispuesta de antemano, lo que implica establecer el juego de antemano. Por lo tanto, algunos argumentan que hacerlo está tomando un papel similar al xilófono desprovisto de su propia primaria características musicales a expensas de adoptar una función subsidiaria y decorativa, por ejemplo txalaparta en la banda de Kepa Junkera.
Por otro lado, txalaparta ha mantenido un perfil más alto en otras agrupaciones musicales que se han agrupado alrededor del instrumento, donde se ha mezclado con otros instrumentos de percusión extraños al país (djembe, triángulo..., por ejemplo, el grupo Ttakunpa), o frotar hombros lado a lado con instrumentos melódicos autóctonos y extranjeros, como trikitixa, alboka, acordeón o teclados, mientras se aferran a su naturaleza rítmica. Para resumir, el tema ritmo/melodía sigue siendo complicado.
Gracias a grupos que han surgido por todo el País Vasco, txalaparta se ha extendido de su refugio original en la Escuela de Hernani a todas las direcciones, incluso fuera del País Vasco. Además de extenderse geográficamente, txalaparta y sus intérpretes han empapado las tendencias culturales de la sociedad moderna y se han mezclado con otras músicas provenientes de diferentes partes del mundo, resultando en melange cultural. Además, las nuevas tecnologías permiten la experimentación y la complementariedad que solían ser simplemente inviables. Las actuaciones multimedia con txalaparta que mezclan imágenes y sonido no son escuchadas, así como DJs jugando con txalapartaris, presentados para uno en el Txalaparta Festival de Hernani.
Varios
En la búsqueda de sacar el máximo partido a los materiales, la experimentación se ha llevado a nuevos niveles, como en la caverna de Mendukilo (Navarra), donde una grabación de música de txalaparta específica del lugar sirve de fondo para las visitas (a partir de marzo de 2008) a partir de sonidos creados jugando con elementos de la propia gruta.
Más allá de las fronteras de la música, el escultor natural de Usurbil (Gipuzkoa) José Luis Elexpe «Pelex» ha hecho de la txalaparta el tema de su obra. Alumno del reconocido txalapartista Jexux Artze, la exposición inaugurada en Usurbil en mayo de 2008 intenta cruzar la inamovilidad de la disciplina de Elexpe. Además de la madera, el metal se utiliza para modelar figuras que representan txalapartaris, además de jugar con el blanco y el negro, en por un lado, y los colores, por el otro, para enfatizar diferentes enfoques.