Trepanación en Mesoamérica

format_list_bulleted Contenido keyboard_arrow_down
ImprimirCitar
Calavera humana con evidencia de trepanación encontrada en Monte Albán en Oaxaca, México.

La trepanación en Mesoamérica ha sido practicada por varias culturas precolombinas en la región mesoamericana, que data de al menos la era Preclásica media (ca. 1500 a. C.) y continúa hasta el Posclásico tardío, o ca. 1200 d.C.

La trepanación implica una operación intencional y planificada para abrir o perforar el cráneo de un sujeto vivo, utilizando herramientas diseñadas específicamente para ese fin. Esto se puede lograr mediante varias técnicas, como perforación, incisión y abrasión, o alguna combinación de estas. El propósito de tales operaciones varía desde lo medicinal (destinado a aliviar la presión o tratar una serie de otras dolencias) hasta lo ritualizado y experimental.

En la Mesoamérica precolombina, la evidencia de la práctica de la trepanación y una variedad de otras técnicas de deformación craneal provienen de una variedad de fuentes, incluidos restos craneales físicos de entierros precolombinos, alusiones en obras de arte iconográficas e informes de la post- periodo de conquista.

Resumen

La trepanación ha sido practicada por una variedad de culturas y sociedades históricas en todo el mundo, con evidencia que data del período Neolítico, y su uso ha continuado hasta la era actual en ciertas circunstancias limitadas por parte de algunas culturas. Si el paciente logra sobrevivir al procedimiento, el hueso comienza a crecer lentamente desde el borde del orificio hacia el centro. Este nuevo crecimiento óseo es considerablemente más delgado que el hueso no dañado en el borde, lo que proporciona a los científicos que examinan un cráneo trepanado un medio para establecer si la persona sobrevivió o no más allá de la operación. Entre las sociedades del Nuevo Mundo, la trepanación se encuentra más comúnmente en las civilizaciones andinas como la inca, donde se asocia con frecuencia con daño craneal preexistente, lo que indica que tenía un uso como procedimiento médico razonablemente exitoso, según una estimación, más del 70% de los pacientes sobrevivieron a la operación. Recientemente, los antropólogos han descubierto evidencia que sugiere que las tasas de supervivencia pueden haber sido tan altas como del 80 al 90 por ciento.

Su prevalencia entre las civilizaciones mesoamericanas es mucho menor, al menos a juzgar por los relativamente pocos cráneos trepanados que se han descubierto. El registro arqueológico se complica aún más por la práctica de la mutilación y modificación del cráneo que se llevó a cabo después de la muerte del sujeto, para crear "cráneos trofeo" y similares, de cautivos y enemigos. Esta fue una tradición razonablemente extendida, ilustrada en el arte precolombino que en ocasiones representa a los gobernantes adornados o portando los cráneos modificados de sus enemigos derrotados, o de la exhibición ritual de las víctimas del sacrificio. Varias culturas mesoamericanas utilizaron un estante para cráneos (conocido por su término náhuatl, tzompantli) en el que se empalaban los cráneos en filas o columnas de estacas de madera.

Aún así, se ha recuperado alguna evidencia de trepanación genuina en Mesoamérica (es decir, donde vivía el sujeto).

Encuesta

Primeros informes coloniales

Relatos coloniales españoles del siglo XVI, como los de Bernardino de Sahagún y el obispo Diego de Landa, contienen referencias al uso de técnicas de trepanación entre los mesoamericanos para aliviar el dolor, como los dolores de cabeza persistentes y el que resulta de la práctica de deformar deliberadamente el cráneo (con fines estéticos) mediante el uso de placas de compresión y otros métodos.

Centro de México y Oaxaca

El estudio arqueológico más antiguo publicado de cráneos trepanados fue un estudio de finales del siglo XIX de varios especímenes recuperados de las montañas Tarahumara por el etnógrafo noruego Carl Lumholtz. Estudios posteriores documentaron casos identificados en una variedad de sitios en Oaxaca y el centro de México, como Tilantongo, Oaxaca y el principal sitio zapoteco de Monte Albán. Dos especímenes de la tierra natal de la civilización de Tlatilco (que floreció alrededor de 1400 a. C.) indican que la práctica tiene una larga tradición, aunque se ha cuestionado la procedencia cultural de estos especímenes en particular.

Un estudio de 1999 de siete cráneos trepanados de Monte Albán mostró una combinación de orificios elípticos simples y múltiples perforados o desgastados en la tapa craneal, realizados exclusivamente en los huesos parietales superiores. Los cráneos de muestra eran de adultos masculinos y femeninos, y la evidencia de curación alrededor de las perforaciones sugirió que aproximadamente la mitad había sobrevivido a la operación. La mayoría de los cráneos del estudio mostraban signos de daño craneal anterior, lo que indica (como en los ejemplos andinos) que las operaciones fueron un intento de reparar o aliviar este traumatismo craneal.

A partir de estos análisis, parece que se empleó una técnica de abrasión directa en los hallazgos más antiguos, para luego combinarla con técnicas de perforación e incisión.

Los cráneos recuperados de Cholula muestran otra forma de trepanación ("lesión suprainial"), donde se ha desgastado una depresión en la parte posterior del cráneo, sin embargo, sin perforarlo sustancialmente.

Región Maya y Península de Yucatán

Los especímenes identificados de la región de la civilización maya del sur de México, Guatemala y la península de Yucatán no muestran evidencia de las técnicas de perforación o corte que se encuentran en el centro y el altiplano de México. En cambio, los mayas precolombinos parecían haber utilizado una técnica abrasiva que trituraba la parte posterior del cráneo, adelgazando el hueso y, a veces, perforándolo, similar a los ejemplos de Cholula. Muchos de los cráneos de la región maya datan del período Posclásico (ca. 950–1400) e incluyen especímenes encontrados en Palenque en Chiapas y recuperados del Cenote Sagrado en el prominente sitio Posclásico de Chichén Itzá en el norte de Yucatán.

La práctica de deformación o aplanamiento craneal deliberado está bien documentada entre los pueblos mayas precolombinos y se evidencia desde la era Preclásica en adelante. Mediante el uso de tablas de cuna y otras técnicas de compresión aplicadas al cráneo en crecimiento desde la infancia, se crearon una variedad de formas de cabeza, con diferentes regiones y períodos de tiempo que exhiben una diferencia en estilo e ideal. La práctica se aplicó tanto a hombres como a mujeres, y no se pensó que estuviera particularmente asociada con la clase o la posición social. Sin embargo, fue ampliamente adoptado, hasta el punto de que un estudio en particular que examinó más de 1.500 cráneos extraídos de toda la región maya determinó que al menos el 88% exhibía algún tipo de deformación craneal intencional. Estas prácticas no tienen un valor terapéutico conocido, aunque pueden haber estado entrelazadas con la expresión de los valores, creencias e identidad culturales mayas. Algunos estudiosos en el campo, como Vera Tiesler, argumentan que la trepanación entre los mayas también estaba imbuida de un significado culturalmente significativo aparte de cualquier beneficio médico.

Contenido relacionado

Palacio

Un palacio se distingue de un castillo mientras que este último está claramente fortificado o tiene el estilo de una fortificación, mientras que un palacio...

Carcinógeno

Un carcinógeno es cualquier sustancia, radionúclido o radiación que promueve la carcinogénesis (la formación de cáncer). Esto puede deberse a la...

Libros de reyes

El Libro de los Reyes es un libro en la Biblia hebrea, que se encuentra como dos libros en el Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. Concluye la historia...
Más resultados...
Tamaño del texto:
undoredo
format_boldformat_italicformat_underlinedstrikethrough_ssuperscriptsubscriptlink
save