Tipo ideal
Tipo ideal (alemán: Idealtypus), también conocido como tipo puro, es un término tipológico más estrechamente asociado con el sociólogo Max Weber (1864-1920). Para Weber, la conducta de las ciencias sociales depende de la construcción de conceptos abstractos e hipotéticos. El "tipo ideal" Es, por tanto, un elemento subjetivo en la teoría y la investigación sociales, y uno de los elementos subjetivos que distinguen la sociología de las ciencias naturales.
Significado
Un tipo ideal se forma a partir de características y elementos de los fenómenos dados, pero no pretende corresponder a todas las características de ningún caso particular. No pretende referirse a cosas perfectas, ideales morales ni promedios estadísticos, sino más bien enfatizar ciertos elementos comunes a la mayoría de los casos del fenómeno dado. También es importante prestar atención a que al utilizar la palabra "ideal" Max Weber se refiere al mundo de las ideas (en alemán: Gedankenbilder, "imágenes mentales") y no a la perfección; estos "tipos ideales" son construcciones de ideas que ayudan a poner en orden el aparente caos de la realidad social.
El propio Weber escribió: "Un tipo ideal se forma por la acentuación unilateral de uno o más puntos de vista y por la síntesis de un gran número de individuos concretos difusos, discretos, más o menos presentes y ocasionalmente ausentes. fenómenos, que se organizan de acuerdo con esos puntos de vista unilateralmente enfatizados en una construcción analítica unificada..." Es una herramienta útil para la sociología comparada en el análisis de fenómenos sociales o económicos, teniendo ventajas sobre una idea abstracta muy general y un ejemplo histórico específico. Puede utilizarse para analizar tanto un fenómeno suprahistórico general como el capitalismo como sucesos históricamente únicos, como en el análisis de la Ética Protestante de Weber.
Para intentar comprender un fenómeno particular, no sólo se deben describir las acciones de sus participantes sino "interpretar" ellos también. Pero la interpretación plantea un problema para el investigador que tiene que intentar clasificar la conducta como perteneciente a algún "tipo ideal" previo. Weber describió cuatro categorías de "tipos ideales" de comportamiento: zweckrational (racionalidad-objetivo), wertrational (racionalidad-valor), affektual (racionalidad-emocional) y tradicional (costumbre, hábito inconsciente).
Weber, que es muy consciente de la naturaleza ficticia del "tipo ideal", afirma por lo tanto que éste nunca intenta reivindicar su validez en términos de una reproducción o correspondencia con la realidad social. Su validez sólo puede determinarse en términos de adecuación, algo que los defensores del positivismo ignoran demasiado convenientemente. Esto no significa, sin embargo, que se pueda lograr objetividad, por limitada que sea, "sopesando las diversas evaluaciones entre sí y adoptando una postura 'de estadista' compromiso entre ellos”, que a menudo es propuesto como solución por quienes comparten el tipo de perspectivismo metodológico de Weber. Semejante práctica, que Weber llama "sincretismo", no sólo es imposible, sino también antiética, ya que evita "el deber práctico de defender nuestros propios ideales"; [Weber 1904/1949, pág. 58].
Recepción académica
Se suele argumentar que la idealización juega un papel clave en la metodología de otras ciencias sociales, especialmente la economía.
Por ejemplo, el homo economicus es el resultado de un proceso consistente de abstracción-idealización. Uno de los axiomas fundamentales de la economía neoclásica, la ley de la utilidad marginal decreciente, surgió del énfasis de la ley de Weber-Fechner en psicofísica, que destaca que el crecimiento de la intensidad percibida subjetivamente de estímulos recurrentes con la misma intensidad física es siempre decreciente. La misma ley surge en la ley de los rendimientos marginales decrecientes. El Homo economicus, tal como lo presuponen los neoclásicos, es una criatura abstracta e idealizada que puede caracterizarse por una intención de intercambiar y cuya única tarea es tomar decisiones económicas. Para el homo economicus no existe el tiempo ni el entorno social y natural, no tiene edad, no tiene caprichos y sus decisiones no están sesgadas por efectos ocasionales del entorno (social). Por tanto, su comportamiento sólo refleja las leyes económicas objetivas y consistentemente prevalecientes establecidas por la racionalidad formal. Después de todo, las ciencias humanas (y sociales), al igual que las ciencias naturales, es decir, haciendo abstracción de todo lo subjetivo, se limitaron a expresar sólo verdades objetivas.
Sin embargo, la rutina conceptualizadora de la economía neoclásica difiere del enfoque genuino de Max Weber en que los neoclásicos se centraron exactamente en encontrar y deducir leyes económicas (de acuerdo con los esfuerzos de las ciencias naturales), mientras que los tipos ideales de la sociología weberiana sólo apoyó la comprensión interpretativa de eventos pasados sin referencias a leyes causales. Aunque el método y la estrategia para crear conceptos típicos ideales son comunes, en última instancia se trata de dos programas científicos opuestos. Weber ofrece una excelente descripción y una guía de usuario de la técnica de abstracción e idealización que también se aplica directamente a la estrategia conceptualizadora de la economía dominante, que va por un camino completamente diferente con sus esfuerzos de búsqueda de leyes.
Crítica
Los críticos del tipo ideal incluyen a los defensores de la teoría del tipo normal. Algunos sociólogos argumentan que el tipo ideal tiende a centrarse en fenómenos extremos y pasar por alto las conexiones entre ellos, y que es difícil demostrar cómo los tipos y sus elementos encajan en una teoría de un sistema social total.
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