Tēcciztēcatl
En la mitología azteca, Tecciztecatl (náhuatl clásico: Tēcciztēcatl [teːk.sis.ˈteː.kat͡ɬ], "persona de Tēcciztlān," topónimo que significa "Lugar de la Concha," de tēcciztli o "conch"; también Tecuciztecatl, Teucciztecatl, de la forma variante tēucciztli) era una deidad lunar, que representaba al "hombre-en-la-luna".
Los aztecas creían que vivían en un universo dominado por generaciones de dioses solares, la actual, conocida como Tonatiuh, era la quinta. Los primeros tres soles anteriores perecieron por tormentas de viento, jaguares y lluvia de fuego. El cuarto fue aniquilado por una inundación cuando las personas se convirtieron en peces y se esparcieron por el océano. Después de que pereciera el cuarto sol, los aztecas creían que los dioses se reunían para decidir qué dios se convertiría en el próximo sol. Encendieron una hoguera para sacrificar al próximo voluntario. Dos dioses, Nanahuatzin y Tecciztecatl, compitieron por el honor. Nanahuatzin, un dios pobre, fue elegido porque podía salvarse. Orgulloso Tecciztecatl insistió en el honor, pero en el último momento dudó. Nanahuatzin mostró más coraje y saltó al fuego. Tecciztecatl se animó y siguió a Nanahuatzin, formando así dos soles en el cielo. Los dioses, siendo algo conscientes de clase, estaban enojados porque el rico y orgulloso Tecciztecatl tuvo que seguir al humilde Nanahuatzin, arrojaron un conejo a Tecciztecatl dejando una huella de la forma del conejo y atenuando el brillo de Tecciztecatl hasta el punto en que él solo se podía ver de noche.
En algunas representaciones, Tecciztecatl llevaba una gran concha blanca en la espalda, tēucciztli en náhuatl, que representa a la Luna misma; en otros tenía alas de mariposa. Era hijo de Tlaloc y Chalchiuhtlicue.
Véase también
- Coyolxauhqui
- Metztli o Mextli
- Yohaulticetl
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