Sulayman al-Arabi
Sulayman ibn Yaqzan al-Kalbi al-Arabi (al-A'rabi significa beduino; nombre completo en árabe: سليمان بن يقظان الكلبي الأعرابي) fue un wāli (gobernador) árabe musulmán de Barcelona y Girona en el año 777.
Para la historia de al-Arabi, debemos confiar en el historiador musulmán Abu al-Hassan Ali ibn Muhammad ibn Muhammad (1160-1233), también conocido como Ali ‘izz ad-Din ibn al-Athir al-Jazari (ibn al-Athir), quien escribió cuatro siglos después del hecho.
Cuando el gobernador Abbasid Abd al-Rahman ibn Habib al-Siqlabi aterrizó cerca de Murcia algún día antes del 777, envió una invitación a al-Arabi para unirse a él, pero el gobernador de Barcelona se negó. Al-Siqlabi marchó en Barcelona, pero fue derrotado cerca de Valencia.
Según ibn al-Athir, amenazado por Abd ar-Rahman I, el emir omeya de Córdoba, al-Arabi envió una delegación a Carlomagno en la dieta de Paderborn, ofreciéndole su sumisión, junto con la lealtad de Husayn de Zaragoza. y Abu Taur de Huesca a cambio de ayuda militar. Como resultado, Carlomagno cruzó los Pirineos hacia Zaragoza en 778, acompañado por tropas dirigidas por Sulayman.
Husayn de Zaragoza, sin embargo, se negó a entregar la ciudad, alegando que nunca le había prometido lealtad a Carlomagno. Después de un mes de asedio, Carlomagno decidió regresar a su reino, tomando algunos rehenes de sus aliados musulmanes, incluido Sulayman.
En su retirada, Carlomagno sufrió un ataque de los vascos en el centro de Navarra. Como represalia atacó Pamplona, conquistándola. Sin embargo, en su retirada hacia el norte, su tren de equipaje fue emboscado en la batalla del paso de Roncesvalles el 15 de agosto de 778. Los hijos de Sulayman, Aysun al-Arabi y Matruh al-Arabi colaboraron con los vascos en el asalto que resultó en la liberación de sus padre.
Sulayman regresó a Zaragoza donde, en 780, fue asesinado por su antiguo amigo y aliado Husayn de Zaragoza.
Se supone que estos acontecimientos históricos forman parte del núcleo fáctico en torno al cual finalmente se formó, gracias a siglos de tradición oral en el lado cristiano, La Canción de Roldán, que iba a tener una inmensa importancia en la cultura medieval de Francia y toda la Europa occidental cristiana. Sin embargo, no causó una impresión profunda y duradera comparable en el lado musulmán.
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