Silvina Ocampo

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Silvina Ocampo (28 de julio de 1903 – 14 de diciembre de 1993) fue una cuentista, poeta y artista argentina. El amigo y colaborador de Ocampo, Jorge Luis Borges, llamó a Ocampo "uno de los más grandes poetas en lengua española, ya sea de este lado del océano o del otro". Su primer libro fue Viaje olvidado (1937), traducido como Forgotten Journey (2019), y su última obra fue Las repeticiones, publicada póstumamente en 2006.

Antes de consolidarse como escritora, Ocampo fue artista visual. Estudió pintura y dibujo en París, donde conoció, en 1920, a Fernand Léger y Giorgio de Chirico, precursores del surrealismo.

Recibió, entre otros premios, el Premio Municipal de Literatura en 1954 y el Premio Nacional de Poesía en 1962.

Vida personal

Ocampo nació en una familia adinerada de Buenos Aires, la menor de seis hijas (Victoria, Angélica, Francisca, Rosa, Clara María y Silvina) de Manuel Silvio Cecilio Ocampo y Ramona Aguirre Herrera. Su familia residió en las Islas Canarias antes de trasladarse a Argentina a mediados del siglo XIX. Ocampo era hermana de Victoria Ocampo, fundadora y editora de la prestigiosa revista argentina Sur.

Ocampo fue educado en casa con tutores y en París. Su familia pertenecía a la alta burguesía, hecho que le permitió tener una formación muy completa. Tuvo tres institutrices (una francesa y dos inglesas), una profesora de español y una profesora de italiano. Gracias a esto, las seis hermanas aprendieron a leer en inglés y francés antes que en español. Esta formación trilingüe influiría más tarde en la escritura de Ocampo, según la propia Ocampo.

Sus antepasados pertenecían a la aristocracia argentina y poseían extensas tierras. Su tatarabuelo, José de Ocampo, fue gobernador del Cuzco antes de trasladarse al Virreinato del Río de la Plata. Manuel José de Ocampo (su tatarabuelo) fue uno de los primeros gobernadores cuando se declaró la independencia. Su bisabuelo Manuel José de Ocampo y González fue político y candidato a presidente del país. También fue amigo de Domingo Faustino Sarmiento. Su abuelo, Manuel Anselmo Ocampo, era ganadero. Otro de sus antepasados fue Domingo Martínez de Irala, conquistador de Asunción y futuro gobernador del Río de la Plata y Paraguay. El hermano de la tatarabuela de Ocampo, Juan Martín de Pueyrredón, fue Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Otro pariente lejano es Juan Manuel de Rosas quien fue el principal líder hasta 1852.

Su madre, Ramona Máxima Aguirre, era una de ocho hijos. Le gustaba la jardinería y tocar el violín. Su familia era de origen criollo y religiosa. Su padre, Manuel Silvio Cecilio Ocampo Regueira, nació en 1860 y fue arquitecto. Era uno de nueve hijos y tenía un carácter conservador.

En invierno, Ocampo visitaba diariamente a su bisabuelo, que vivía cerca. Durante el verano, su familia vivía en una quinta en San Isidro, una casa moderna que en su época contaba con luz y agua corriente. Actualmente, esta casa (Villa Ocampo) es un sitio de la UNESCO y reconocida como monumento histórico. En el verano tomó clases en el segundo piso, donde aprendió los fundamentos que luego la ayudarían a convertirse en escritora.

La crítica Patricia Nisbet Klingenberg sostiene, sin embargo, que cuando era niña Ocampo "vivió una existencia solitaria, aliviada principalmente por la compañía de varias trabajadoras del hogar [...] las obras surgen, desde la memoria y la identificación con quienes se identifican como otros."

Dos hechos que impactaron significativamente a Ocampo en su juventud fueron el matrimonio de su hermana Victoria y la muerte de su hermana Clara. Afirmó que el matrimonio de Victoria le había quitado la juventud: "Hubo un episodio de mi niñez que marcó mucho nuestra relación. Victoria me quitó la niñera que yo más quería, la que más me cuidó, la que más me mimó: Fanni. Ella me quería a mí más que a nadie. Fanni sabía que yo la adoraba, pero cuando Victoria se casó y se la llevó con ella nadie se atrevió a oponérsele" [Hubo un episodio de mi infancia que marcó fuertemente nuestra relación. Victoria me quitó a la niñera que más quería, la que más me cuidaba, la que más me mimaba: Fanni. Ella me amaba más que a nadie. Fanni sabía que la adoraba, pero cuando Victoria se casó y se la llevó consigo, nadie se atrevió a oponerse a ella]. También afirmó que comenzó a odiar socializar una vez que Clara murió.

En 1908, Ocampo viajó a Europa por primera vez con su familia. Posteriormente estudió dibujo en París con Giorgio de Chirico y Fernand Léger. Entre sus amigos se encontraba el escritor italiano Italo Calvino, quien prologó sus historias. De regreso a Buenos Aires, trabajó en pintura con Norah Borges y María Rosa Oliver. Realizó diversas exposiciones, tanto individuales como colectivas. Cuando Victoria fundó en 1931 la revista Sur, en la que se publicaron artículos y textos de importantes escritores, filósofos e intelectuales del siglo XX, Ocampo formó parte del grupo fundador. Sin embargo, al igual que Borges y Bioy Casares, ella no tuvo un papel destacado en las decisiones sobre los contenidos a publicar, tarea que desempeñaron Victoria y José Bianco.

En 1934, Ocampo conoció a su futuro marido, el autor argentino Adolfo Bioy Casares. Se casaron en 1940. La relación entre ambos era compleja y Bioy tenía abiertamente amantes. Algunos autores han calificado a Ocampo como una víctima, pero otros, como Ernesto Montequin, han rechazado este retrato: "Eso la pone en un lugar de minusválida. La relación con Bioy fue muy compleja; ella tuvo una vida amorosa bastante plena [...] La relación con Bioy podía hacerla sufrir, pero también la inspiraba” La relación con Bioy fue muy compleja; tuvo una vida amorosa bastante plena [... ] La relación con Bioy Casares pudo hacerla sufrir, pero también la inspiró].

Ocampo y Bioy permanecieron juntos hasta su muerte, a pesar de las frecuentes infidelidades de su marido. En 1954 nació la hija extramatrimonial de Bioy, Marta. Ocampo adoptó a Marta y la crió como si fuera suya. Marta Bioy Ocampo murió en un accidente automovilístico poco después de la propia muerte de Ocampo. El hijo de Bioy Casares con otra amante, Fabián Bioy, ganó posteriormente un pleito por el derecho a las propiedades de Ocampo y Bioy Casares; Fabián Bioy murió en 2006.

Carrera y obras literarias

Ocampo comenzó su carrera como cuentista en 1936. Ocampo publicó su primer libro de cuentos, Viaje olvidado en 1937, al que siguieron tres libros de poesía: Enumeración de la patria i>, Espacios métricos y Los sonetos del jardín. Fue una escritora prolífica y produjo más de 175 obras de ficción durante un período de cuarenta años.

Hermanas de Ocampo, alrededor de 1908

Ocampo colaboró frecuentemente con otros escritores. Escribió Los que aman, odian con Bioy Casares en 1946, y con J. R. Wilcock publicó la obra teatral Los Traidores en 1956. Con Borges y Bioy Casares, Ocampo fue coautor de la célebre Antología de la literatura fantástica en 1940, y también de la Antología poética Argentina en 1941.

Antes de dedicarse a escribir, Ocampo había estudiado pintura en París con el cubista Fernand Léger y el protosurrealista Giorgio de Chirico. Ocampo no abandonó su formación artística; produjo ilustraciones para Borges' poesía y pintura a lo largo de su vida. Borges percibió una conexión entre la pintura de Ocampo y la poesía, escribiendo que "al igual que Rosetti y Blake, Silvina ha llegado a la poesía por los caminos luminosos del dibujo y la pintura, y la inmediatez y certeza de la imagen visual persisten en ella". sus páginas escritas."

Obras inéditas de Ocampo forman parte de la Colección Silvina Ocampo de la Universidad de Notre Dame.

Ocampo recibió el Premio Nacional de Poesía de Argentina en 1962, entre otros premios literarios.

Primeras publicaciones

Ocampo publicó su primer libro de cuentos, Viaje olvidado en 1937. La mayoría de los cuentos no superan las dos páginas. El libro fue reseñado por Victoria Ocampo en Sur, donde destacó los aspectos autobiográficos de los relatos y reprochó a su hermana haber "distorsionado" esos recuerdos de infancia. Sur jugó un papel fundamental en la vida de Ocampo, facilitando sus conexiones con Borges, Bioy, Wilcock y otros en su círculo. Fue en esta revista donde aparecieron los primeros cuentos, poemas y traducciones de Ocampo.

A pesar de las críticas negativas iniciales de Viaje olvidado, el libro pasó a ser considerado un texto fundamental dentro de la colección de obras de la escritora, presentando a los lectores los rasgos y temas que la caracterizarían. Trabajos futuros. Unos años más tarde, Ocampo colaboró con Borges y Bioy Casares en la preparación de dos antologías: Antología de la literatura fantástica (1940), con prólogo de Bioy, y Antología poética Argentina (1941). En 1942 presentó sus dos primeros libros de poesía, Enumeración de la Patria y Espacios métricos. A partir de entonces alternó la escritura de narrativa con la poesía.

En 1948 publica Autobiografía de Irene, relatos donde muestra una mayor fluidez en la escritura y aparece una mayor influencia de Borges y Bioy. Pese a ello, el libro no tuvo mucha repercusión en el momento de su aparición. Dos años antes había escrito con Bioy Casares una novela negra, Los que aman, odian.

Después de varios años de publicar únicamente poesía (Los sonetos del jardín, Poemas de amor desesperado, Los nombres, que ganó el Premio Nacional de Poesía Premio) volvió a escribir cuentos en 1959 con La furia, con la que finalmente obtuvo algún reconocimiento. La furia suele considerarse el punto en el que Ocampo alcanzó la plenitud de su estilo.

Décadas de 1960 y 1970

Ocampo fue algo menos activa en cuanto a presencia editorial en la década de 1960, ya que sólo publicó el volumen de cuentos, Las invitadas (1961), y el libro de poesía, Lo amargo. por dulce (1962). Por el contrario, fue algo más fructífera durante la década de 1970. Durante estos años, Ocampo publicó los poemas Amarillo celeste, Árboles de Buenos Aires y Canto escolar. También publicó el cuento Los días de la noche y una serie de cuentos infantiles: El cofre volante, El tobogán, < i>El caballo alado y La naranja maravillosa.

Últimos años y publicaciones póstumas

La publicación de sus dos últimos libros, Y así siguiente (1987) y Cornelia frente al espejo (1988), coincidió con la aparición del Alzheimer. enfermedad. La enfermedad fue reduciendo paulatinamente sus facultades hasta dejarla debilitada durante sus últimos tres años. Murió en Buenos Aires el 14 de diciembre de 1993, a los 90 años. Fue enterrada en la cripta familiar del Cementerio de la Recoleta, cementerio donde también está enterrado Bioy Casares.

Aparecieron póstumamente volúmenes de sus textos inéditos, entre ellos poesía y novelas cortas. En 2006 se publicaron cuatro de sus obras: Invenciones del recuerdo (una autobiografía escrita en verso libre), Las repeticiones (una colección de cuentos inéditos que incluye dos novelas cortas), El vidente y Lo mejor de la familia. En 2007 se publicó por primera vez en Argentina la novela La torre sin fin y en 2008 apareció Ejércitos de la oscuridad, una Volumen que incluye diversos textos. Todo el material fue editado por Sudamericana, que también reeditó algunas de sus colecciones de cuentos. En 2011 se publicó La promesa, novela que Ocampo comenzó hacia 1963 y que, con largas interrupciones y reescrituras, terminó entre 1988 y 1989, presionada por su enfermedad. La edición estuvo a cargo de Ernesto Montequín.

Recepción crítica

Durante la mayor parte de su carrera, la crítica argentina no reconoció el mérito de las obras de Ocampo. Debido en cierta medida a su relación con Borges, sus historias fueron criticadas por no ser "suficientemente borgeanas". Fue la veneración a Borges y a su hermana Victoria lo que impidió que los críticos comprendieran la originalidad formal y temática de sus cuentos. En cambio, los vieron como un fracaso en su intento de copiar el estilo de estos otros escritores. No fue hasta la década de 1980 que críticos y escritores comenzaron a reconocer su talento y a escribir sobre su legado. Eminentes representantes de Sur intentaron rescatar la colección de cuentos de Ocampo, entre ellos Joseph Bianco, Sylvia Molloy y Enrique Pezzoni.

Ocampo ha sido descrita como una mujer tímida que rechazaba entrevistas y prefería un perfil bajo. Los críticos querían una declaración firme sobre su posición con respecto a la "norma literaria" para que supieran leer sus obras y asegurarse de que las interpretaban adecuadamente, pero no pudieron recibir tal declaración. En una entrevista con María Moreno –una de las pocas entrevistas que dio Ocampo– Ocampo explicó por qué no le gustaba dar entrevistas: “Tal vez porque protagonizo en ellas el triunfo del periodismo sobre la literatura”. triunfo del periodismo sobre la literatura en ellas]. El único requisito que puso Ocampo para ser entrevistado fue que ninguna de las preguntas fuera sobre literatura. Lo único que dijo al respecto fue lo siguiente: "Escribe porque no me gusta hablar, para dejar un testimonio más de la vida o para luchar contra ese exceso de materia que acostumbramos a rodearnos. Pero si lo medita un poco, diré algo más banal" [Escribo porque no me gusta hablar, dejar un testimonio más de vida o luchar contra ese exceso de materia que nos suele rodear. Pero si lo reflexiono un poco, diré algo más banal].

El hábito de Ocampo de negarse a decir mucho sobre su vida privada, su metodología y su literatura dificulta que los críticos desarrollen un análisis de sus intenciones. Para Judith Podlubne, las obras de Ocampo son metaliterarias. Ella dice que la falta de información sobre el origen del escritor resulta en una dependencia de las normas literarias. Sylvia Molloy sugiere que la crítica intenta reducir la originalidad a algo conocido, "leer lo que se lee" en lugar de leer los cuentos de Ocampo en su originalidad.

En los últimos años, la crítica ha redescubierto a Ocampo, y algunas obras inéditas han sido publicadas en compilaciones como Las repeticiones y otros cuentos (2006) y Ejércitos de la oscuridad. (2008).

Feminismo

Debido a que Ocampo rara vez ha tenido voz directa sobre temas feministas, no está claro si se consideraba feminista o no. Dependiendo de la interpretación que hagan de sus obras, los críticos han adoptado distintas posiciones. Por su asociación con Simone de Beauvoir a través de su hermana Victoria, Amícola deduce que Ocampo era una feminista de tradición francesa e inglesa. Amícola afirma que es evidente que las hermanas Ocampo fueron sensibles a los cambios que se anunciaban desde Francia (e Inglaterra) para la cuestión femenina y, por tanto, no es inconsistente intentar pensar los cuentos de Silvina Ocampo como un lectura especial y puesta en discurso de lo que las mujeres perciben en el mundo.

Carolina Suárez-Hernán considera que Ocampo es feminista o al menos trabaja desde ángulos feministas. Suárez-Hernán fundamenta su opinión en el contexto de la literatura de Ocampo, afirmando que la literatura de Ocampo contiene una profunda reflexión sobre la feminidad y numerosas demandas por los derechos de las mujeres, así como una crítica a su situación. en sociedad. Ocampo encuentra diferentes mecanismos de creación y deconstrucción de lo femenino. Las mujeres en sus obras son complejas y presentan el lado oscuro de la feminidad, y las múltiples representaciones femeninas muestran una ambigüedad que desafía la visión unidimensional del personaje femenino.

De tres pisos—"Cielo de claraboyas" (1937), "El vestido de terciopelo" (1959), y "La muñeca" (1970)—Amícola sugiere que los cuentos de Ocampo cuestionan la ausencia del sexo-género y de la visión femenina en el psicoanálisis desarrollado por Freud, con especial énfasis en lo horroroso. Amícola hace lo que Ocampo no entiende de las críticas; se centra demasiado en el horror de sus historias e ignora el humor. Ocampo le expresó a Moreno su frustración: "Con mi prosa puedo hacer reír. ¿Será una ilusión? Nunca, ninguna crítica menciona mi humorismo" [Con mi prosa puedo hacer reír a la gente. ¿Será una ilusión? Ningún crítico menciona jamás mi humor].

Por el contrario, Suárez-Hernán propone que el humor utilizado en la obra de Ocampo ayuda a subvertir los estereotipos femeninos. Para Suárez-Hernán, la obra de Ocampo mantiene una postura subversiva y crítica que encuentra placer en la transgresión. Los patrones establecidos se rompen y los roles son intercambiables; Las oposiciones estereotipadas de feminidad y masculinidad, bien y mal, belleza y fealdad son objeto de un tratamiento satírico. Asimismo, el espacio y el tiempo se subvierten y los límites entre las categorías mentales de espacio, tiempo, persona y animal se desdibujan.

Cuando María Moreno le preguntó qué pensaba sobre el feminismo, Ocampo respondió: "Mi opinión es un aplauso que me hace doler las manos" [Mi opinión es un aplauso que me duele las manos]. "¿Un aplauso que le molesta dispensar?" [¿Un aplauso que le molesta dar?], cuestionó Moreno. "¡Por qué no se va al diablo!" [¡Por qué no te vas al carajo!] fue la respuesta de Ocampo. Respecto al voto femenino en Argentina, Ocampo dijo: "Confieso que no me acuerdo. Me pareció tan natural, tan evidente, tan justo, que no juzgué que requería una actitud especial" [Confieso que no lo recuerdo. Me pareció tan natural, tan evidente, tan justo, que no consideré que requiriera una actitud especial].

Infancia y edad adulta

Amícola sugiere que la intención de Ocampo es crear personajes infantiles que pretendan desmitificar la idea de inocencia infantil. Amícola propone el ejemplo de enfrentar a niños versus adultos para crear una polarización. Suárez-Hernán también sugiere que la voz narrativa de los niños se convierte en una estrategia para generar la ambigüedad que forma parte del narrador poco confiable; el lector siempre alberga dudas sobre la comprensión de los hechos por parte del narrador, así como sobre su credibilidad.

Para Suárez-Hernán, los cuentos muestran la asimetría entre el mundo de los adultos y el mundo de los niños; Los padres, maestros e institutrices encarnan la institución sancionadora y, a menudo, son figuras nefastas. Suárez-Hernán considera que las mujeres, los niños y los pobres en la obra de Ocampo actúan en una posición subordinada dominada por estereotipos. Según Suárez-Hernán, se privilegia el mundo de la infancia sobre la edad adulta como un espacio apropiado para subvertir las estructuras sociales; así, la mirada del niño será el instrumento para socavar las bases estructurales y transgredir los límites establecidos. Sin embargo, Suárez-Hernán cree que los poderes atribuidos a la niña y su perversidad generan perturbación en el lector que no puede evitar identificarse con la mujer adulta.

Temas

La obra de Ocampo tiene cualidades fantásticas, como la de su contemporáneo Borges. Los críticos señalan que la escritura de Ocampo se centró particularmente en transformaciones, como la metamorfosis, la duplicación, la división y la fragmentación del yo.

La crítica Cynthia Duncan, de la Universidad de Tennessee, sostiene que los elementos fantásticos ocultaban temas feministas latentes:

Los personajes femeninos, como Cristina, no son feministas radicales. No critican excesivamente a sus maridos, ni se rebelan de formas predecibles. Ellos van por sus vidas tranquila y sumisamente, hasta que los fantásticos intervienen para alterar el orden tradicional que se les ha impuesto. Es, tal vez, este aspecto del trabajo de Silvina Ocampo lo que lo hace más inquietante para los lectores, tanto masculino como femenino.

Otra crítica, Patricia N. Klingenberg, ha argumentado que los "personajes femeninos furiosos y destructivos de las historias de Ocampo deben verse como parte de su preocupación por la victimización y la venganza de mujeres, niños y #39;desviados' en sus obras."

Según se informa, Ocampo dijo que los jueces del Premio Nacional de Ficción de Argentina en 1979 consideraron su obra "demasiado crueles" (demasiado cruel) para el premio.

Reflexividad

El tema de la reflexividad está presente en muchas de las obras de Ocampo. El concepto de reflexividad puede definirse, en términos de objetos literales, como una representación de "... identidad y alteridad" y como vínculo con otros textos. En su colección de cuentos La furia se observa la repetición de objetos como espejos, luces, objetos de vidrio y relojes. El uso de la luz reflejada y los objetos que la reflejan se encuentran muchas veces a lo largo de las obras. Algunos autores como María Dolores Rajoy Feijoo interpretan estos objetos reflectantes, como espejos y relojes, como vehículos de la autorreflexividad, y de la identidad modificada y reproducida, en los cuentos fantásticos de Ocampo: "En lugar de ver la habitación reflejada, vi algo afuera en el espejo, una cúpula, una especie de templo con columnas amarillas y, en el fondo, dentro de unos nichos en la pared, divinidades. Sin duda fui víctima de una ilusión" (Cornelia frente al espejo).

Infancia

La infancia es un tema recurrente en los cuentos de Ocampo. Aunque el uso de la perspectiva infantil es algo común con otros autores latinoamericanos, Ocampo se distingue por su perversión de la perspectiva infantil. El sentimiento de perversión de la infancia ha llevado a muchos críticos a establecer conexiones psicológicas entre sus cuentos y las teorías freudianas. Según Fiona Joy Mackintosh, las ideas de Freud, específicamente sus ideas sobre los sueños, el tabú y la perversión polimorfa de los niños, son algunos de los elementos clave que acechan como un presagio omnipresente dentro de las líneas del texto de Ocampo.;s historias. Ocampo también experimenta con las consecuencias de vivir en un mundo separado de la sociedad adulta en “La raza inextinguible”, pero también explora elementos involucrados en el proceso de envejecimiento y alude a que hay efectos positivos implícitos en los personajes que mezclan rasgos infantiles. con los de los adultos. Una de sus obras más destacadas sobre el tema de la perversión infantil es "El pecado mortal», que relata el engaño de una niña por parte de un sirviente. Luego la niña hace su primera comunión sin confesar su pecado. Algunos críticos han interpretado esta historia como una intercesión de la perversión de la infancia, el despertar de la identidad sexual y la incorporación de diversas clases sociales y la subversión del poder que estos actos sexuales conllevan.

Metamorfosis

En muchas de sus historias, Ocampo utiliza cambios físicos y psicológicos (caracterizados como metamorfosis) para transformar a muchos de sus personajes. Estos incluyen la transición de personas a plantas (el hibridismo humano-planta en "Sabanas de Tierra"), a animales (el hibridismo humano-felino en "El rival"), a máquinas (el hibridismo humano-inanimado “El automóvil”), y en otras personas (por ejemplo, “Amado en el amado”).

Ocampo utiliza cambios graduales en su cuento "Sabanas de tierra" para resaltar el proceso metamórfico de un jardinero en una planta. Estos cambios generalmente se notan por sus transiciones en los sentidos y acciones, por ejemplo, cambios en el sonido, el olfato, la vista y el gusto. Según Juan Ramón Vélez García, muchos de estos procesos de metamorfosis indican conexiones bíblicas en el Génesis. Vélez García interpreta los rasgos transformadores de los personajes como un ciclo o retorno, destacando la frase bíblica “pulvis es et in pulverem reverteris” (Vélez García K.R. 2006). Los personajes de "Sabanas de tierra" no tienen nombres propios. Ishak Farag Fahim cree que esto refleja un intento de generalizar las ideas y la visión del mundo que la historia busca comunicar.

Legado

El propio mérito de Ocampo como escritora se ha visto eclipsado por sus asociaciones con su hermana Victoria Ocampo, su esposo Adolfo Bioy Casares y su amigo Jorge Luis Borges. Sin embargo, en los últimos años, la obra de Ocampo ha sido traducida nuevamente al inglés, lo que ha generado mayor conciencia sobre los logros de Ocampo como escritor.

Ocampo está enterrado en el cementerio de La Recoleta en Buenos Aires.

Obras seleccionadas

Cuentos y novelas cortas

  • Viaje olvidado (Buenos Aires: Sur, 1937). Viaje olvidado, trans. de Suzanne Jill Levine y Katie Lateef-Jan (City Lights, 2019).
  • Los que aman, odian (novella con Adolfo Bioy Casares) (Buenos Aires: Emecé, 1946). Donde hay amor, hay odio, trans. de Suzanne Jill Levine y Jessica Powell (Melville House, 2013).
  • Autobiografía de Irene (Buenos Aires: Sur, 1948). Autobiografía de Irene
  • La furia (Buenos Aires: Sur, 1959). La Furia
  • Las invitadas (Buenos Aires: Losada, 1961). Los huéspedes
  • Los días de la noche (Buenos Aires: Sudamericana, 1970). Días de la noche
  • Y así sucesivamente (Barcelona: Tusquets, 1987). Y así es.
  • Cornelia frente al espejo (Barcelona: Tusquets, 1988). Cornelia Antes del Espejo
  • El sueño de Leopoldina. Selección de 32 historias traducidas por Daniel Balderston (Penguin, 1988).
    • Así fueron sus rostros (New York Review Books, 2015). Edición revisada y ampliada El sueño de Leopoldina con diez historias adicionales. Publicado en el Reino Unido como El imposter y otras historias (2021).
  • La torre sin fin (novella) (2007). La Torre de Topless, trans. de James Womack (Hesperus Press, 2010).
  • La promesa (novella) (Buenos Aires: Lumen, 2011). La promesa, trans. de Suzanne Jill Levine y Jessica Powell (City Lights, 2019).

Poesía

  • Espacios métricos (Buenos Aires: Sur, 1942).
  • Enumeración de la patria (Buenos Aires: Sur, 1942).
  • Los sonetos del jardín (Buenos Aires: Sur, 1946).
  • Poemas de amor (Buenos Aires: Sudamericana, 1949).
  • Los nombres (Buenos Aires: Emecé, 1953).
  • Los (parte teatral en verso) (Buenos Aires: Losange, 1956).
  • Lo amargo por dulce (Buenos Aires: Emecé, 1962).
  • Amarillo celeste (Buenos Aires: Losada, 1972).
  • Árboles de Buenos Aires (Buenos Aires: Crea, 1979).
  • Breve Santoral (Buenos Aires: Ediciones de arte Gaglianone, 1985.
  • Silvina Ocampo (New York Review Books, 2015). Selección de poemas traducidos por Jason Weiss.

Historias infantiles

  • El cofre volante (Buenos Aires: Estrada, 1974).
  • El tobogán (Buenos Aires: Estrada, 1975).
  • El caballo (Buenos Aires: De la flor, 1976).
  • La maravillosa naranja (Buenos Aires: Sudamericana, 1977).
  • Canto Escolar (Buenos Aires: Fraterna, 1979).

Antologías

  • Antología de la literatura fantásticaBuenos Aires, Sudamericana, 1940. traducidas El libro de Fantasía, 1988
  • Antología poética ArgentinaBuenos Aires, Sudamericana, 1941.
  • Pequeña antologíaBuenos Aires, Editorial Ene, 1954.
  • El pecado mortal (antología de vendedoresBuenos Aires, Eudeba, 1966.
  • Informe del cielo y del infierno (antología de vendedores), prólogo de Edgardo Cozarinsky, Caracas, Monte Ávila, 1970.
  • La continuación y otras páginasBuenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1981.
  • Encuentros con Silvina Ocampo, diálogos con Noemí Ulla, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982.
  • Páginas de Silvina Ocampo, selecciones del autor, prólogo de Enrique Pezzoni, Buenos Aires, Editorial Celtia, 1984.
  • Las reglas del secreto (antología), Fondo de Cultura Económica, 1991.

Premios y distinciones

  • 1945: Premio Municipal de Poesía, para Espacios métricos
  • 1953: Segundo Premio Nacional de Poesía, para Los nombres
  • 1954: Premio Municipal de Literatura
  • 1962: Premio Nacional de Poesía, para Lo amargo por dulce
  • 1988: Premio del Club de los 13, para Cornelia frente al espejo
  • 1992: Gran Premio de Honor de la SADE

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