República Restaurada

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La República Restaurada o República Triunfante se refiere a la era de la historia mexicana entre 1867 y 1876, comenzando con el triunfo liberal sobre la Segunda Intervención Francesa en México y la caída del Segundo Imperio Mexicano y terminando con la ascensión de Porfirio Díaz a la presidencia que inauguraría una dictadura de tres décadas conocida como el Porfiriato.

La coalición liberal que había capeado la intervención francesa se desintegró después de 1867, hasta el punto de desembocar en un conflicto armado. Tres hombres dominaron la política en esta época, dos de Oaxaca, Benito Juárez y Porfirio Díaz, y Sebastián Lerdo de Tejada. El biógrafo de Lerdo resumió a los tres ambiciosos: "Juárez se creía indispensable, mientras que Lerdo se consideraba infalible y Díaz inevitable". Los liberales se dividieron entre moderados y radicales. También hubo una división generacional entre liberales civiles mayores como Juárez y Lerdo, y líderes militares más jóvenes, como Díaz.

Juárez fue visto por sus partidarios como la encarnación de la lucha por la liberación nacional, pero su continuación en el cargo después de 1865, cuando terminó su mandato como presidente, generó acusaciones de autocracia y abrió la puerta a los rivales liberales que desafiaron su control del poder. Con la salida de los franceses en 1867, Juárez construyó una maquinaria política para mantenerse a sí mismo y a sus partidarios en el poder. Fue una época políticamente inestable, con múltiples rebeliones en 1867, 1868, 1869, 1870 y 1871.En 1871, Juárez fue desafiado por el general Porfirio Díaz bajo el Plan de la Noria, que objetaba el control del poder por parte de Juárez. Juárez aplastó la rebelión. Tras el infarto fatal de Juárez en 1872, Sebastián Lerdo de Tejada lo sucedió como presidente. Lerdo también construyó una poderosa maquinaria política destinada a mantener a su facción en el poder. Cuando Lerdo se postuló para un segundo mandato, Díaz se rebeló una vez más en 1876, bajo el Plan de Tuxtepec. Siguió una guerra civil de un año, con las tropas del gobierno de Lerdo librando una guerra contra las tácticas guerrilleras de Díaz y sus partidarios.

El historiador Daniel Cosío Villegas hizo de la República Restaurada el punto de partida de su Historia Moderna de México de varios volúmenes, considerándola el punto culminante de la democracia en México que trajo nuevos actores políticos a la arena. "La interpretación más común y patriótica de la política durante la República Restaurada es que Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y un pequeño grupo de liberales decididos que los rodeaban recibieron las riendas del poder de una nación agradecida para crear una república democrática unida". A pesar de esa visión optimista, la oposición política a Juárez y Lerdo creció en el período y gravitó hacia el apoyo de Porfirio Díaz. Díaz tuvo éxito en la guerra civil de 1876 contra Lerdo y comenzó la siguiente era política, el Porfiriato.

Caída del imperio

Después de la caída de Querétaro, el emperador Maximiliano y sus dos principales generales Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron juzgados y luego ejecutados el 19 de junio de 1867. La capital cayó poco después, antes de fines de junio, y el presidente Juárez ingresó a la ciudad en la mañana del el 15 de julio, acompañado de sus ministros José María Iglesias y Sebastián Lerdo de Tejada, quienes desempeñaron destacados papeles en la época de la República Restaurada.

El gobierno de Juárez siguió una política de apoderarse de las propiedades de aquellos que habían colaborado con el Imperio reduciendo a familias enteras a la pobreza. Esto resultó en un gran alboroto y una condena de tal medida como inconstitucional. Juárez dejaría sin efecto la medida y la reemplazaría por una multa.

Hubo oposición pública a los poderes de emergencia en curso de Juárez, que se le habían otorgado durante la guerra, y la ley marcial todavía se mantuvo en todo el país con el pretexto de proteger la libertad de elecciones. El 17 de agosto se publicó una ley largamente demorada que decretaba nuevas elecciones para la presidencia y el congreso. También se le pidió a la gente que expresara su deseo sobre ciertas enmiendas propuestas a la constitución, como otorgar al presidente un veto que requeriría una mayoría de dos tercios del Congreso para anularlas. Las enmiendas propuestas inspiraron oposición hasta el punto en que Juárez tuvo que publicar explicaciones.

Ahora surgió un partido de oposición, que se autodenominaba constitucionalista y apoyaba la candidatura de Porfirio Díaz, pero cuando se realizaron las elecciones en octubre, Juárez obtuvo la mayoría de los votos. El 19 de diciembre el congreso certificó la elección y asumió el cargo el 25.

Tercera Presidencia de Juárez

Trastornos Nacionales

Los disturbios políticos estallaron tan pronto como Juárez asumió su nuevo mandato. La Guerra de Castas continuaba estallando en Yucatán, y la Revolución de los Ríos había estallado entre los yaquis y los mayos en Sonora. Este último terminaría en la Masacre de Bacum en la que las tropas mexicanas mataron a más de cien hombres, mujeres y niños yaquis. El gobierno derrotó además insurrecciones en Guerrero, Puebla, Veracruz, Estado de México, Querétaro, Jalisco y Sinaloa.

México también experimentó una serie de desastres naturales durante este tiempo, Matamoros, Bagdad y Brazos en Tamaulipas fueron casi destruidos por terremotos, huracanes y riadas durante octubre y noviembre de 1867. Tuxtepec, Oaxaca sufrió un devastador terremoto en mayo de 1870. En 1869, una sequía provocó una disminución sustancial de la cosecha de maíz.

A principios de 1868, la violencia se extendía por todo el país. En la mayoría de los estados, los robos, secuestros y asesinatos eran algo cotidiano. José María Patoni, ex comandante liberal, fue secuestrado y asesinado en agosto de 1868 por el comandante de una guarnición local en Durango, lo que provocó un escándalo nacional.

El año 1869 se abrió con un pronunciamiento en Mérida, Yucatán en enero y febrero que fue reprimido sumariamente con varios de los insurgentes ejecutados por el coronel Ceballos.

Miguel Negrete encabezó otra revuelta en Puebla el 3 de febrero, pero fue derrotado a finales de mes. Se habían producido insurrecciones en todos los estados, pero en junio de 1869, la nación se había pacificado en su mayor parte. El propio Negrete fue capturado y sentenciado a muerte, pero debido a la protesta pública por sus servicios anteriores a la nación, incluido su servicio en la Batalla de Puebla, Negrete finalmente fue indultado.

Una insurrección más seria ocurrió a fines de año en San Luis Potosí, encabezada por Francisco Aguirre, Martínez y Larrañaga. A él se sumó la gobernadora de Zacatecas, Trinidad García de la Cadena, quien se colocó al frente de todo el movimiento. Juárez asumió poderes de emergencia y derrotó la insurrección en cuatro meses. Los rebeldes fueron derrotados el 22 de febrero de 1870 por el general Rocha en el lugar conocido ad Lo de Ovejo, luego de lo cual fueron dispersados.

El 13 de octubre de 1870, el Congreso aprobó una ley de amnistía general que absolvió a todos los acusados ​​de traición a la patria, con excepción de ciertos altos funcionarios y desertores que habían trabajado con el Segundo Imperio Mexicano.

Elecciones de 1871

El presidente Juárez había provocado oposición al optar por conservar los mismos ministros que había ocupado durante su mandato de poderes de emergencia durante la Intervención francesa. La oposición alegó que las elecciones de 1867 habían sido fraudulentas y se sospechaba que Juárez albergaba ideas inconstitucionales. Esta sospecha se acrecentó cuando sus ministros solicitaron al Congreso en varias ocasiones y particularmente el 25 de enero de 1868 que le otorgara mayores poderes, lo que se hizo el 8 de mayo de 1868.

Provocó aún más la oposición, cuando decidió postularse nuevamente para el cargo en 1871. Juárez tenía un gran prestigio y un apoyo sustancial, pero los críticos liberales creían que las sucesivas reelecciones iban en contra del espíritu de la democracia. Los otros candidatos destacados fueron Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz. Ninguno de los candidatos logró la mayoría y la selección del ganador recayó entonces en el Congreso, que el 12 de octubre de 1871 eligió a Juárez, quien asumió el cargo el 1 de diciembre en medio de acusaciones de fraude electoral.

Plano de la Noria

Entre los opositores a Juárez se encontraban ciertos congresistas que solicitaron a Porfirio Díaz que tomara las armas contra el gobierno. El 8 de noviembre de 1871 emitió desde el pueblo de La Noria un manifiesto proclamando la lealtad a la constitución de 1857 y la libertad electoral, y proclamó un plan para la reconstitución de la nación.

Los rebeldes obtuvieron apoyo en todo el país, pero sufrieron una importante derrota en el Cerro de la Bufa en Zacatecas. Díaz se acercó a la Ciudad de México con una columna de caballería, pero luego se volvió hacia Jalisco cuando se descubrió que el apoyo desde dentro de la Ciudad de México no era confiable.

A principios de junio de 1872, mientras la lucha continuaba, Juárez sufrió una crisis ministerial. Renunciaron Matías Romero y Castillo Velasco, y Juárez tuvo que barajar su gabinete, rechazando Joaquín Ruiz la oferta para servir como ministro de Justicia e Instrucción Pública.

El presidente Juárez comenzó a experimentar problemas cardíacos en julio de 1872 y murió el 18, antes de que el Plan de La Noria hubiera sido completamente suprimido. La presidencia pasó a Sebastián Lerdo de Tejada, quien como presidente de la Corte Suprema era el siguiente en la línea de sucesión.

Presidencia Lerdo

Lerdo retuvo a los ministros de Juárez y propuso una amnistía a los rebeldes de Noria. La mayoría de los insurgentes aceptaron.

Sin embargo, Porfirio Díaz rechazó la amnistía y el 1 de agosto envió su respuesta al presidente, amenazando con una futura insurrección en caso de que el gobierno no reformara e instando al gobierno a aprobar medidas para proteger la integridad de las elecciones. El presidente Lerdo fue inflexible y dejó en claro que no negociaría con Díaz. A fines de septiembre, la mayoría de las fuerzas revolucionarias habían aceptado la amnistía. La revolución se disipó cada vez más a medida que todo su motivo, la destitución de Juárez, se había vuelto irrelevante por su muerte. El 26 de octubre, Díaz finalmente aceptó incondicionalmente la amnistía del presidente Lerdo.

En 1873, el gobierno de Lerdo tuvo que hacer frente a una insurrección encabezada por el líder indígena Manuel Lozada en Tepic, en el occidente del país. Fue capturado y ejecutado en agosto.

La cuestión de las finanzas, el desarrollo ferroviario y la seguridad interna continuaron ocupando el congreso y la presidencia. Los asesinatos y los secuestros estaban tan extendidos que el 2 de mayo de 1873, el presidente Lerdo llevó el asunto ante el Congreso, que posteriormente proclamó la ley marcial contra los bandidos, incluso permitiendo ejecuciones sumarias para las personas sorprendidas en el acto, con presuntos bandidos para ser juzgados y, si se los encuentra, culpable a ser ejecutado dentro de los quince días sin posibilidad de apelación.

La presidencia de Lerdo continuó haciendo cumplir y ampliando las leyes de reforma anticlerical aprobadas por primera vez en la década de 1850. Doscientas monjas de la ciudad de México fueron expulsadas de sus comunidades y ciertos jesuitas y monjas fueron desterrados del país. El establecimiento de órdenes monásticas fue completamente proscrito tarde y esta medida se incorporó a la constitución. A los protestantes y mormones también se les permitió establecerse en la nación y establecer misiones.

De 1874 a 1876, el gobierno no enfrentó grandes golpes militares, aunque estallaron algunos disturbios locales. No obstante, la violencia cundió en todo el país, prorrogando la citada ley contra los bandoleros y un decreto de 1875 despojándolos de todos los derechos ciudadanos dentro del sistema judicial.

En medio de una creciente oposición a su gobierno, como la del destacado general liberal Vicente Riva Palacio, quien acusó al presidente de violar la constitución, Lerdo decidió postularse para la reelección en 1876.

Plano de Tuxtepec

El 15 de enero de 1876, el general Fidencio Hernández en Oaxaca emitió un pronunciamiento contra Lerdo en el pueblo de Tuxtepec. Marchó contra la ciudad de Oaxaca con dos mil indígenas mal armados y la guarnición se le unió sin disparar un tiro. El ejército revolucionario entonces declaró a Porfirio Díaz como su líder.

En marzo, la insurgencia se había extendido por todo el país y las fuerzas gubernamentales comenzaron a enfrentarse con los rebeldes. Mariano Escobedo logró pacificar Michoacán, mientras que el general leal Alatorre fue rechazado en Oaxaca.

Mientras tanto, el general Díaz había cruzado a los Estados Unidos desde donde publicó una versión reformada del Plan de Tuxtepec. Condenó a Lerdo por interferir en las elecciones y en los asuntos de los gobiernos estatales.

En noviembre de 1876, el presidente de la corte suprema José María Iglesias condenó las elecciones presidenciales que acababan de ocurrir como fraudulentas, y desde el pueblo de Salamanca, Guanajuato, llamó a la nación a derrocar a Lerdo. Iglesias ahora, pretendiendo ser presidente, se dirigió a Guanajuato con dos de sus ministros elegidos, Guillermo Prieto y Felipe Berriozábal, donde fueron recibidos con gran entusiasmo.

Lerdo ahora tuvo que lidiar con dos insurrecciones independientes en su contra. El 15 de noviembre, las fuerzas gubernamentales bajo el mando de Alatorre sufrieron una gran derrota en Huamantla. Lerdo se vio obligado a huir de la capital tras entregarla al general porfirista Francisco Loaeza. A partir de entonces, huyó del país hacia los Estados Unidos y se instaló en la ciudad de Nueva York.

Triunfo de Porfirio Díaz

El país ahora estaba dividido entre partidarios de Iglesias y partidarios de Díaz. Después de meses de incertidumbre, movimientos de tropas y negociaciones, Iglesias concedió la presidencia a Díaz a fines de 1876.

Díaz ingresó a la capital y asumió la presidencia el 15 de febrero de 1877. Díaz emitió un manifiesto enfatizando el carácter liberal progresista de su movimiento e invitando a hombres de todas las facciones a cooperar dentro de su gobierno, en contraste con Lerdo, quien había mantenido la misma camarilla de Juaristas a lo largo de su presidencia. Se llevaron a cabo nuevas elecciones para la presidencia y Díaz resultó vencedor, su mandato estaba programado para expirar el 30 de noviembre de 1880.

A pesar de rebelarse contra Lerdo, en parte para oponerse a su reelección, el propio Díaz, con una excepción en 1880, procedería a ser reelegido repetidamente hasta que su reinado se convirtió en una dictadura de facto que no terminaría hasta la Revolución Mexicana en 1911. Su reinado fuera autocrático, pero también sería uno de paz nacional y desarrollo económico sin precedentes. Llegaría a ser conocido como el Porfiriato.

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