Psicoterapia personalizada
La terapia centrada en la persona, también conocida como psicoterapia personalizada, terapia centrada en el cliente o psicoterapia rogeriana, es una forma de psicoterapia desarrollada por el psicólogo Carl Rogers desde la década de 1940 hasta la década de 1980. La terapia centrada en la persona busca facilitar la tendencia de autorrealización del cliente, "una propensión innata hacia el crecimiento y la realización", a través de la aceptación (consideración positiva incondicional), la congruencia del terapeuta (autenticidad) y la comprensión empática.
Historia e influencias
La terapia centrada en la persona fue desarrollada por Carl Rogers en las décadas de 1940 y 1950, y se dio a conocer al público en gran medida a través de su libro altamente influyente Terapia centrada en el cliente, publicado en 1951. Ha sido reconocida como uno de los principales tipos de psicoterapia (teórica). orientaciones), junto con la psicoterapia psicodinámica, el psicoanálisis, la psicología clásica adleriana, la terapia cognitivo-conductual, la terapia existencial y otras. Su teoría subyacente surgió de los resultados de la investigación empírica; fue la primera teoría de la terapia impulsada por la investigación empírica, y Rogers se esforzó por asegurar a otros teóricos que "los hechos siempre son amigables".Originalmente llamada terapia no directiva, "ofrecía una alternativa viable y coherente a la psicoterapia freudiana... [Rogers] redefinió la relación terapéutica para que fuera diferente del emparejamiento autoritario freudiano".
La terapia centrada en la persona a menudo se describe como una terapia humanista, pero sus principios fundamentales parecen haberse establecido antes que los de la psicología humanista. Algunos han argumentado que "de hecho, no tiene mucho en común con las otras terapias humanistas establecidas", pero a mediados de la década de 1960, Rogers aceptó ser categorizado con otros psicólogos humanistas (o fenomenológico-existenciales) en contraste con los psicólogos conductuales y psicoanalíticos. A pesar de la importancia de la teoría centrada en el yo para la persona, la teoría es fundamentalmente organísmica y de naturaleza holística.con el autoconcepto único del individuo en el centro de la única "suma total de los subsistemas bioquímicos, fisiológicos, perceptivos, cognitivos, emocionales y de comportamiento interpersonal que constituyen la persona".
Rogers acuñó el término consejería en la década de 1940 porque en ese momento los psicólogos no estaban legalmente autorizados a brindar psicoterapia en los Estados Unidos. Solo a los médicos se les permitía usar el término psicoterapia para describir su trabajo.
Rogers afirmó la experiencia personal individual como la base y el estándar para la vida y el efecto terapéutico. Este énfasis contrasta con la posición desapasionada que pueden tener otras terapias, particularmente las terapias conductuales. Las características distintivas de la terapia centrada en la persona de Rogers incluyen: vivir en el presente en lugar del pasado o el futuro; confianza organísmica; la fe naturalista en los propios pensamientos y la precisión en los propios sentimientos; un reconocimiento responsable de la propia libertad; y una visión para participar plenamente en nuestro mundo y contribuir a la vida de otras personas.Rogers también afirmó que el proceso terapéutico se compone, en esencia, de los logros realizados por el cliente. El cliente, habiendo ya avanzado más en su desarrollo de crecimiento y maduración, sólo progresa más con la ayuda de un entorno psicológicamente favorecido.
Aunque la terapia centrada en el cliente ha sido criticada por los conductistas por carecer de estructura y por los psicoanalistas por proporcionar una relación condicional, se ha demostrado que es un tratamiento eficaz.
Las condiciones necesarias y suficientes.
Rogers (1957; 1959) afirmó que existen seis condiciones necesarias y suficientes requeridas para el cambio terapéutico:
- Contacto psicológico terapeuta-cliente: Debe existir una relación entre cliente y terapeuta, y debe ser una relación en la que la percepción de cada uno del otro sea importante.
- Incongruencia del cliente: existe incongruencia (según la definición de Carl Rogers; “una falta de alineación entre el yo real y el yo ideal”) entre la experiencia y la conciencia del cliente.
- Congruencia o autenticidad del terapeuta: El terapeuta es congruente dentro de la relación terapéutica; el terapeuta está profundamente involucrado, no está "actuando", y puede recurrir a sus propias experiencias (auto-revelación) para facilitar la relación.
- Consideración positiva incondicional del terapeuta: El terapeuta acepta al cliente incondicionalmente, sin juicio, desaprobación o aprobación. Esto facilita una mayor autoestima en el cliente, ya que puede comenzar a darse cuenta de las experiencias en las que se distorsionó o negó su visión de la autoestima.
- Comprensión empática del terapeuta: El terapeuta experimenta una comprensión empática del marco de referencia interno del cliente. La empatía precisa por parte del terapeuta ayuda al cliente a creer en la consideración incondicional del terapeuta por él.
- Percepción del cliente: El cliente percibe, al menos en un grado mínimo, la consideración positiva incondicional y la comprensión empática del terapeuta.
Condiciones centrales
Se cree que el factor más importante para el éxito de la terapia centrada en la persona es el clima relacional creado por la actitud del terapeuta hacia su cliente. La actitud del terapeuta se define por las tres condiciones enfocadas en el terapeuta, que a menudo se denominan condiciones centrales (3, 4 y 5 de las seis condiciones):
- Congruencia: El terapeuta está dispuesto a relacionarse de forma transparente con los clientes sin esconderse detrás de una fachada profesional o personal.
- Consideración positiva incondicional: el terapeuta ofrece una aceptación y apreciación de su cliente por lo que es sin transmitir sentimientos, acciones o características de desaprobación y demostrando una voluntad de escuchar atentamente sin interrumpir, juzgar o dar consejos.
- Empatía: el terapeuta comunica su deseo de comprender y apreciar la perspectiva de su cliente.
Procesos
Rogers creía que un terapeuta que encarna las tres actitudes críticas y reflexivas (las tres condiciones centrales) ayudará a liberar a su cliente para que exprese con mayor confianza sus verdaderos sentimientos sin temor a ser juzgado. Para lograr esto, el terapeuta centrado en el cliente evita cuidadosamente desafiar directamente la forma de comunicarse de su cliente en la sesión para permitir una exploración más profunda de los problemas más íntimos para él y libre de referencias externas. Rogers no fue prescriptivo al decirles a sus clientes qué hacer, pero creía que las respuestas a las preguntas de los clientes estaban dentro del cliente y no del terapeuta. En consecuencia, el papel del terapeuta era crear un entorno facilitador y empático en el que el cliente pudiera descubrir las respuestas por sí mismo.
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