Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos

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Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos (21 de marzo de 1816, Zamora, Michoacán — 4 de febrero de 1891, Oacalco, Morelos) fue un prelado católico romano mexicano, abogado y doctor en derecho canónico, y político. Fue miembro de la regencia imperial que invitó a Maximiliano de Austria a aceptar el trono de México.

Carrera profesional

Carrera eclesiástica

Ingresó al Seminario Conciliar de Morelia en 1830, donde luego fue profesor y director. Entre sus compañeros de seminario estaban Clemente Murguía, futuro arzobispo de Michoacán, y Melchor Ocampo, futuro canciller de la República.

Labastida fue ordenado en 1839. Pronto se hizo conocido como un orador conservador, predicando contra todas las ideas liberales y democráticas y contra los masones. Fue canónigo en Morelia en 1854. Se opuso desde el púlpito a las doctrinas de los liberales Melchor Ocampo y Miguel Lerdo de Tejada, calificándolas de heréticas. Tras el triunfo de los conservadores y por el nombramiento de Antonio López de Santa Anna, en julio de 1855 fue consagrado obispo de Puebla, en la catedral de la Ciudad de México.

En diciembre de 1855 utilizó fondos de la diócesis para ayudar a la revuelta de Antonio Haro y Tamariz, porque el gobierno federal había ordenado la venta de algunos de los bienes inmuebles de la diócesis.

Tras la vuelta al poder de los liberales en 1857, Labastida se exilió en Europa, donde apoyó al gobierno conservador. Sin embargo, los conservadores volvieron al poder en 1859, bajo el mando del general Miguel Miramón. Miramón lo llamó al país.

Más tarde fue nuevamente exiliado a Europa. En 1862 visitó a Maximiliano de Habsburgo en Trieste. A principios del año siguiente, viajó a Italia para encontrarse con el Papa Pío IX. El 18 de marzo de 1863, el Papa Pío lo nombró arzobispo de México.

La intervención francesa

Los franceses invadieron México en 1862. El general Forey entró en la capital el 10 de junio de 1863 y convocó un Consejo de Notables para discutir la fundación de un imperio. Hubo acuerdo sobre el imperio, pero desacuerdo sobre quién debería recibir la corona. Fue Labastida quien propuso a Maximiliano de Austria, y la propuesta fue aprobada por aclamación.

El 21 de junio de 1863, junto con Juan Nepomuceno Almonte y José Mariano Salas, Labastida fue nombrada por el Consejo de Notables para la Regencia del Imperio (antes de la llegada de Maximiliano). Este triunvirato envió una comisión a Europa para ofrecer la corona a Maximiliano.

Labastida fue destituido el 17 de noviembre de 1863, por diferencias con François Achille Bazaine, comandante de las tropas francesas. (Bazaine pretendía aplicar el programa napoleónico sobre la propiedad eclesiástica, y Labastida se opuso). Su reemplazo fue Juan Bautista de Ormaechea, obispo de Tulancingo.

Asimismo decayó su relación con Maximiliano, cuando éste proclamó la libertad de religión en el país.

Con el fin del Imperio y el triunfo de la República en 1867, Labastida regresa a Europa de forma más o menos definitiva, pero sin renunciar a su cargo de cabeza de la Iglesia Católica en México. En esa capacidad asistió al Concilio Vaticano de 1869-1870. En 1871 tras la restauración de la República, el presidente Benito Juárez le permitió regresar al país.