Parcas
En la religión y los mitos de la antigua Roma, las Parcae (singular, Parca) eran las personificaciones femeninas del destino que dirigían la vida (y la muerte) de humanos y dioses. A menudo se les llama Destinos en inglés, y su equivalente griego era Moirai. No controlaban las acciones de una persona excepto cuando nace, cuando muere y cuánto sufre.
Nombres e historia
Las Parcae controlaban el hilo metafórico de la vida de todo mortal e inmortal desde el nacimiento hasta la muerte. Incluso los dioses les temían y, según algunas fuentes, Júpiter también estaba sujeto a su poder.
Los nombres de las tres Parcae son:
- Nona (Su equivalente griego Clotho), que lanza el hilo de la vida de su distaff sobre su husillo;
- Decima (Greek Lachesis), que midió el hilo de la vida con su vara;
- Morta (Greek Atropos), que cortó el hilo de la vida y eligió la manera de la muerte de una persona.
Los primeros documentos existentes que hacen referencia a estas deidades son tres pequeñas estelas (cippi) encontradas cerca de la antigua Lavinium poco después de la Segunda Guerra Mundial. Llevan la inscripción:
Neuna fata, Neuna dono, Parca Maurtia dono
Se registran los nombres de dos de las tres parcas romanas (Neuna = Nona, Maurtia = Morta) y se conectan con el concepto de fata.
Se suponía que Nona determinaba el tiempo de vida de una persona en el dies lustricus, es decir, el día en que se elegía el nombre del niño, que ocurría el noveno día desde el nacimiento. para un macho y el octavo para una hembra.
La recurrencia de la nundinae también fue considerada un dies festus y como tal nefas por algunos eruditos romanos como Julio César y Cornelio Labeo, porque en ella el flaminica dialis ofreció el sacrificio de una cabra a Júpiter en la Regia.
Una de las fuentes de las Parcae es Metamorfosis de Ovidio, II 654, V 532, VIII 452, XV 781.
Otra fuente es la Eneida de Virgilio, en la apertura del Libro I.
Según algunos tratamientos, las Parcae parecen ser más poderosas que muchos, o quizás incluso todos, los dioses: "El poder de las Parcae era grande y extenso. Algunos suponen que no estaban sujetos a ninguno de los dioses excepto a Júpiter; mientras que otros sostienen que hasta el mismo Júpiter fue obediente a sus mandatos; y de hecho vemos al padre de los dioses, en la Ilíada de Homero, reacio a ver perecer a Patroclo, pero obligado, por el poder superior de las Parcas, a abandonarlo a su destino." Del mismo modo: "Tenemos la evidencia más clara del poeta para ello, que todo lo que nos sucede está bajo la influencia de Parcae. Júpiter mismo no puede interferir para salvar a su hijo Sarpedón."
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