Parábola de los dos hijos

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Jesús y Juan el Bautista (siglo XV)

La parábola de los dos hijos es una parábola que Jesús contó en el Nuevo Testamento y que se encuentra en Mateo (Mateo 21:28–32). Contrasta a los recaudadores de impuestos y las prostitutas que aceptaron el mensaje enseñado por Juan el Bautista con las personas aparentemente religiosas que no lo hicieron.

Resumen

Un hombre que tenía dos hijos les pidió a ambos que fueran a trabajar ese día en su viña. El primer hijo dijo que no lo haría, pero luego lo hizo de todas maneras. El segundo hijo dijo que lo haría, pero luego no lo hizo.

Narrativo en el Evangelio de Mateo

En el Evangelio de Mateo, la parábola es la siguiente:

“¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña”. Él le respondió y le dijo: “No quiero”. Pero después cambió de idea y fue. “Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le respondió y le dijo: “Señor, voy”, pero no fue. “¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?” Ellos dijeron: “El primero”. Jesús les dijo: “De cierto os digo que los publicanos y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros. Porque Juan vino a vosotros para mostraros el camino de la justicia, y no le creísteis, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí. Y aun después de ver esto, no os arrepentisteis para creerle. Mateo 21:28-32

Interpretación

En esta parábola, Jesús reprendió a quienes se consideraban virtuosos, mientras que quienes consideraban pecadores, como los recaudadores de impuestos y las prostitutas, aceptaban el mensaje de Juan el Bautista y se arrepentían. La parábola del fariseo y el publicano tiene un tema similar.

Parábola de los dos hijos

Cornelio a Lapide, en su gran comentario, escribe que "esta parábola apenas necesita explicación, porque Cristo la aplica y la explica. En verdad, el primer hijo -el que dijo que no iría a hacerlo, pero luego lo hizo de todos modos- denota a los publicanos y las rameras; quienes al principio por sus pecados rechazaron la voluntad y la ley de Dios, pero luego por la predicación de Juan llegaron a una mejor disposición, e hicieron penitencia, y vivieron casta y justamente, según la ley de Dios. Por otro lado, el segundo hijo -el que dijo que iría y lo haría, pero luego no lo hizo- denota a los escribas y fariseos; que siempre tuvieron la ley de Dios en sus bocas (como si fueran observadores muy celosos y religiosos de ella), pero no la cumplieron con sus obras, sino que por lujuria, rapiña y usura obraron en contra de ella. Por lo cual provocaron el gran desagrado y la ira de Dios contra ellos, tanto por su maldad misma como por su hipocresía y fingida observancia de la ley. Porque tal hipocresía y duplicidad provocan gravemente a Dios."

Referencias

  1. ^ Lapide, Cornelius (1889). El gran comentario de Cornelius à Lapide. Traducido por Thomas Wimberly Mossman. John Hodges.
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