Oro de Moscú (España)

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Norte fachada de la construcción del Banco de España en Madrid. La mayor parte de las reservas de oro en el interior hasta 1936 fueron enviadas a la Unión Soviética durante la Guerra Civil Española.

El Oro de Moscú (en español: Oro de la República) fue un conjunto de 510 toneladas de oro, correspondientes al 72,6% de las reservas totales de oro del Banco de España, que fueron trasladadas desde su sede original en Madrid a la Unión Soviética unos meses después de estallar la Guerra Civil Española. Este traslado se realizó por orden del gobierno de la Segunda República Española, presidido por Francisco Largo Caballero, a través de la iniciativa de su ministro de Hacienda, Juan Negrín. El término engloba también las emisiones posteriores relacionadas con la venta del oro a la URSS y el destino de los fondos obtenidos. La cuarta parte restante de las reservas de oro del Banco, 193 toneladas, fue transportada y cambiada por moneda en Francia, operación que también se conoce por analogía como el "Oro de París".

Como el mundo ya sabía de la existencia de una gran masa de oro en Moscú, el término "Oro de Moscú" se popularizaría con el tiempo para designar cualquier financiación rusa en todo el mundo.

Desde los años setenta del siglo pasado, este episodio concreto de la historia española ha sido objeto de numerosos ensayos y obras literarias, muchas de ellas basadas en información procedente de documentos y registros oficiales de la época. También ha sido motivo de intensa polémica y debate histórico, especialmente en España. Los desacuerdos se centran en la interpretación política de sus motivaciones, en su supuesto uso, en sus efectos en el desarrollo del conflicto, en su posterior influencia en el Gobierno de la República en el exilio y en las relaciones diplomáticas entre el gobierno franquista y la Unión Soviética.

Antecedentes

Contexto histórico

Áreas controladas republicanas (rojo) y nacionalistas (azul), septiembre de 1936. Las zonas verdes representan los logros territoriales nacionalistas desde el comienzo de la guerra.

La Guerra Civil Española comenzó el 19 de julio de 1936, tras un golpe de Estado fallido contra el gobierno de la Segunda República Española por parte de ciertas facciones del Ejército español que dejó aproximadamente un tercio del país bajo el control de las fuerzas rebeldes. Los rebeldes (también conocidos como los nacionalistas) bajo el liderazgo de una junta (los generales Emilio Mola, José Sanjurjo y Francisco Franco) establecieron negociaciones con Italia y Alemania con el fin de buscar apoyo material para el esfuerzo bélico. La República también estableció negociaciones similares con el mismo propósito con Francia. Estas iniciativas llevaron a la progresiva internacionalización del conflicto, a medida que se hizo evidente la falta de equipo militar en ambos bandos necesario para continuar el esfuerzo bélico.

Al iniciarse la Guerra Civil Española, el clima político en Francia era incierto, con un gobierno dominado por un Frente Popular que incluía en su mayoría al centrista Partido Radical. A pesar del apoyo del primer ministro francés Léon Blum a una intervención militar en favor de la República, combinado con el apoyo del Partido Comunista Francés, el Partido Radical se opuso y amenazó con retirar su apoyo al gobierno de Blum. El Reino Unido también suscribía tal punto de vista, advirtiendo del riesgo de obstaculizar la política de apaciguamiento del político conservador Stanley Baldwin. Así, el gobierno francés aprobó el 25 de julio de 1936 una medida que prohibía el envío de cualquier tipo de suministros desde Francia a cualquiera de los bandos beligerantes. El mismo día en que se confirmaba la política de no intervención de las democracias occidentales, Adolf Hitler daba su consentimiento para el envío de un primer cargamento de aviones, tripulación y personal técnico al bando nacionalista en Marruecos. Poco después, Benito Mussolini aprobó el envío de un cargamento de aviones de carga y otros suministros que luego se utilizarían para transportar a las tropas nacionalistas estacionadas en África a la ciudad de Sevilla, controlada por los nacionalistas, el 29 de julio.

El 1 de agosto de 1936 el gobierno francés envió a la comunidad internacional una propuesta para la adopción de un «Acuerdo de No Intervención en España». El gobierno británico manifestó su apoyo a la propuesta el 7 de agosto. La Unión Soviética, Portugal, Italia y el Tercer Reich también suscribieron inicialmente el acuerdo, participando en el Comité de No Intervención, creado el 9 de septiembre. Sin embargo, estas tres últimas naciones mantuvieron su apoyo material y logístico al bando nacionalista. El gobierno republicano también logró adquirir suministros de México y del mercado negro.

Durante los meses de agosto y septiembre de 1936 las fuerzas nacionalistas obtuvieron importantes victorias militares, consolidando la frontera portuguesa tras la batalla de Badajoz el 14 de agosto y cerrando la frontera vasco-francesa tras tomar el control de Irún el 14 de septiembre. Estos avances coincidieron con el giro progresivo de la política soviética hacia la intervención activa. La Unión Soviética procedió a establecer relaciones diplomáticas con la República Española y nombró a su primer embajador en España, Marcel Rosenberg (antiguo representante soviético ante la Sociedad de Naciones), el 21 de agosto.

A finales de septiembre de 1936, los partidos comunistas de distintos países recibieron instrucciones de la Comintern y de Moscú para el reclutamiento y organización de las Brigadas Internacionales, que entrarían en combate activo durante el mes de noviembre. Mientras tanto, la conclusión exitosa del Sitio del Alcázar el 27 de septiembre a favor del bando nacional permitió a las fuerzas del general José Enrique Varela concentrar sus esfuerzos en el Sitio de Madrid.

Durante todo el mes de octubre de 1936, la Unión Soviética envió ayuda material al nuevo gobierno republicano del Frente Popular encabezado por el primer ministro Francisco Largo Caballero, que incluía a dos ministros comunistas. Estas acciones fueron defendidas por el embajador soviético en el Reino Unido, Ivan Maisky, ante el Comité de No Intervención el 23 de octubre, denunciando la ayuda enviada anteriormente por Italia y Alemania a las fuerzas nacionalistas, que también constituía una violación del Acuerdo de No Intervención.

Situación de las reservas de oro y el Banco

En mayo de 1936, poco antes del inicio de la Guerra Civil, las reservas de oro españolas se situaban entre las cuartas más importantes del mundo. Se habían acumulado fundamentalmente durante la Primera Guerra Mundial, en la que España se había mantenido neutral. Se sabe, gracias a los registros y a la documentación histórica del Banco de España, que las reservas en cuestión se encontraban, desde 1931, principalmente en la sede central del Banco de España en Madrid, aunque algunas partes se encontraban en diversas delegaciones provinciales del Banco de España y otros depósitos menores en París. Las reservas estaban formadas en su mayor parte por monedas españolas y extranjeras; la fracción de oro antiguo era inferior al 0,01% de las reservas totales. La cantidad de oro en lingotes era insignificante, ya que las reservas incluían sólo 64 lingotes.

El valor de las reservas era conocido en la época por diversas publicaciones oficiales. El 7 de agosto de 1936, el periódico The New York Times informó de que las reservas de oro españolas en Madrid ascendían a 718 millones de dólares estadounidenses (equivalentes a 15.770 millones de dólares en 2023). Tales cifras correspondían a 635 toneladas de oro fino, o 20,42 millones de onzas troy. Según las estadísticas del Banco de España publicadas en el diario oficial del gobierno español el 1 de julio, las reservas de oro existentes el 30 de junio de 1936, tres semanas antes del inicio del conflicto, alcanzaban un valor de 5.240 millones de pesetas españolas. Viñas calculó que los 718 millones de dólares de 1936 equivalían, ajustados a los índices de inflación, a 9.725 millones de dólares de 2005. En comparación, las reservas de oro españolas disponibles en septiembre del mismo año ascendían a 7.509 millones de dólares.

En 1782 se constituyó el Banco de España como sociedad anónima (como sus homólogas francesa e inglesa) con un capital de 177 millones de pesetas españolas, que se distribuía en 354.000 acciones nominativas de 500 pesetas cada una. A pesar de no ser un banco de titularidad estatal, la institución estaba sujeta al control tanto del gobierno, que tenía la potestad de nombrar al gobernador del Banco, como del Ministerio de Hacienda, que designaba a diversos miembros del Consejo General del Banco.

La Ley de Ordenación Bancaria de 29 de diciembre de 1921, también llamada Ley Cambó (en honor al ministro de Hacienda Francesc Cambó), intentó por primera vez organizar las relaciones dentro del Banco de España como banco central y como banco privado. La ley también reguló las condiciones en las que las reservas de oro podían ser movilizadas por el Banco, lo que requería la aprobación previa del Consejo de Ministros. La Ley Cambó estipulaba que el Gobierno tenía la facultad de dirigirse a la entidad y solicitarle la venta de las reservas de oro del Banco exclusivamente para influir en el tipo de cambio de la peseta española y para "ejercer una acción intervencionista en el cambio internacional y en la regularidad del mercado monetario", en cuyo caso el Banco de España participaría en dicha acción con una cantidad de oro igual a la que dictara el Tesoro.

Los historiadores han puesto en duda la legalidad del movimiento del oro. Mientras autores como Pío Moa consideraban que el traslado del oro desde el Banco de España violaba claramente la Ley, en opinión de Ángel Viñas la aplicación de la Ley Cambó se siguió estrictamente, basándose en los testimonios del último ministro de Hacienda anterior a 1931, Juan Ventosa y Calvell, quien antes del estallido de la Guerra Civil juzgó demasiado ortodoxa la aplicación de la ley vigente, y la consideró limitante de las posibilidades de crecimiento económico del país. Según Viñas, la situación excepcional creada por la Guerra Civil provocó el cambio de actitud del Gobierno respecto a la Ley Cambó, que pasó a ejercer las medidas necesarias para llevar a cabo una «nacionalización parcial encubierta» del Banco de España.

Las intenciones del Gobierno republicano de colocar en la dirección del Banco a personas leales a la República se concretaron con el Decreto de 4 de agosto de 1936, que destituyó a Pedro Pan Gómez del cargo de Primer Vicegobernador en favor de Julio Carabias, medida que 10 días después fue seguida por la destitución de varios consejeros y altos ejecutivos. Tras la transferencia del oro a la Unión Soviética el 21 de noviembre, se decretó la modificación del Consejo General. El Consejo sufrió nuevas modificaciones hasta el 24 de diciembre de 1937, cuando nueve consejeros fueron sustituidos por representantes institucionales.

Oro de París

Royal Customs House (Español: Real Casa de la Aduana), Madrid, sede central del Ministerio de Hacienda.

Con el inicio de la Guerra Civil, los nacionalistas comenzaron a organizar su propia maquinaria gubernamental, considerando ilegítimas e ilegales aquellas instituciones que permanecían bajo el control del gobierno republicano en Madrid. Así, se formó un banco central paralelo, con sede en Burgos. Tanto los bancos republicanos como los nacionalistas reivindicaban ser el legítimo Banco de España, tanto a nivel nacional como internacional. La sede central del Banco de España en Madrid, y por tanto sus reservas de oro, así como sus delegaciones provinciales más importantes, quedaron bajo el control del gobierno republicano, mientras que los nacionalistas consiguieron el control de las delegaciones provinciales dentro de su territorio, incluida la de Burgos.

El 26 de julio, el recién formado Gobierno del Primer Ministro José Giral anunció el envío de una parte de las reservas de oro a Francia. Las autoridades nacionalistas, informadas por sus contactos en Francia y en territorio republicano de las intenciones del gobierno republicano, afirmaron que tal utilización del oro violaba la citada Ley Cambó, por lo que consideraron ilegales tales acciones. Las autoridades nacionalistas emitieron un decreto el 25 de agosto declarando nulas las operaciones crediticias del gobierno republicano:

Número de decreto 164:
El presente Junta, en interés del orden moral, subraya una vez más el escándalo que la salida del oro del Banco de España ha causado en la conciencia universal, decretada por el mal llamado Gobierno de Madrid. Pero la cuestión fundamentalmente a destacar es las consecuencias de esta operación en términos judiciales, ya que se han llevado a cabo abiertamente en violación de los preceptos fundamentales de los actuales en vigor Ley de Ordenación Bancaria, es evidente que lideran por su ilegalidad manifiesta de la inexcusable conclusión de su nulidad, que es alcanzar en sus efectos civiles a tantas personas, nacionales o extranjeras, que han participado en ellas, con independencia a su responsabilidad penal, ya reguladas en un decreto separado. Y es lógicamente complementario que esta declaración, la prevención de los daños que puedan ocasionarse, con medidas cautelares, que deben adoptarse con urgencia como exige la defensa de los intereses nacionales.
En su virtud, como Presidente de la Junta de Defensa Nacional, y de acuerdo con ella, vengo a decretar lo siguiente:
Artículo el primero. Todas las operaciones financiadas con la garantía del oro extraído del Banco de España, a partir del 18 de julio pasado, se declaran nulas, y más allá de cualquier y todas las acciones que correspondan por la Derecha se llevarán a cabo para el rescate del oro mencionado, independientemente de la ubicación donde se encuentre.
Artículo el segundo. Sin perjuicio de la responsabilidad penal definida en el Decreto No 36, se conservarán inmediatamente los valores, créditos, derechos y bienes de todo tipo que posean personas o entidades nacionales o extranjeras en España que hayan intervenido o intervengan directa o indirectamente en las operaciones mencionadas en el artículo anterior, a fin de garantizar las responsabilidades de cualquier tipo que puedan derivarse de tales acciones.
Burgos, 25 de agosto de 1936.

Miguel Cabanellas, Presidente de la Junta Nacional de Defensa

Vincent Auriol, ministro de Finanzas francés, y Émile Labeyrie, gobernador del Banco de Francia, acordaron permitir que estas operaciones continuaran, tanto por sus convicciones antifascistas como para fortalecer las reservas de oro de Francia y promover la estabilidad del franco francés. La creación del Comité de No Intervención no obstaculizó el envío de oro a Francia, y el gobierno del primer ministro Largo Caballero, formado en septiembre del mismo año, continuó la política del gobierno anterior. Los gobiernos francés y británico hicieron caso omiso de las quejas de las autoridades nacionalistas sobre el supuesto uso ilegal del oro.

En marzo de 1937 se habían enviado al Banco de Francia 174 toneladas de oro fino (193 toneladas de oro en bruto), una cantidad equivalente al 27,4% de las reservas totales españolas. A cambio, el Ministerio de Finanzas republicano recibió 3.922 millones de francos (unos 196 millones de dólares estadounidenses), que se emplearon en la compra de material y provisiones militares. Se sabe que se introdujo de contrabando en territorio francés oro, plata y joyas adicionales. Estas transacciones fueron justificadas por el gobierno republicano el 30 de agosto, en vista de la gravedad de la situación tras la insurrección militar, con el fin de "poder responder en la medida e intensidad necesarias para aplastar la despreciable rebelión".

Durante el último año de la Guerra Civil, 40,2 toneladas de oro depositadas en Mont de Marsan fueron retenidas judicialmente y finalmente entregadas al gobierno franquista al finalizar la guerra. Esta fue la única reclamación exitosa sobre las reservas de oro del Banco de España.

De Madrid a Moscú

La orden de transferencia y sus motivaciones

El 13 de septiembre de 1936 se firmó el decreto confidencial del Ministerio de Hacienda que autorizaba el traslado de las reservas de oro del Banco de España, por iniciativa del entonces ministro de Hacienda, Juan Negrín. El decreto también obligaba al Gobierno a responder de sus actos ante las Cortes Generales, cláusula que nunca se cumplió:

Por Su Excelencia el Presidente de la República, el 13 de este mes actual, se ha firmado el siguiente decreto confidencial: La situación anormal creada en el país por la insurrección militar obliga al gobierno a adoptar estas medidas cautelares consideradas necesarias para salvaguardar las reservas metálicas del Banco de España, base del crédito público. La naturaleza de la medida misma y las razones de su adopción exigen que este acuerdo sea confidencial. Sobre la base de las consideraciones mencionadas, de acuerdo con el Consejo de Ministros, y a propuesta del Ministerio de Finanzas, por la presente ordeno, en confidencialidad, lo siguiente:

  • Artículo I: El Ministerio de Finanzas está autorizado a ordenar, cuando se considere necesario, el transporte, con las máximas garantías, y a la ubicación considerada como la más segura, del oro, la plata y las facturas presentes en el momento en la sede central del Banco de España.
  • Artículo II: El Gobierno responderá, cuando proceda, a las Cortes Generales para el presente decreto.
    Madrid, 13 de septiembre de 1936.

Juan Negrín, Ministro de Hacienda

El decreto también fue firmado por el entonces presidente de la República, Manuel Azaña, quien más tarde afirmaría que desconocía el destino final de las reservas. Según Largo Caballero, Azaña fue informado posteriormente de esta decisión debido a su estado emocional y a su carácter reservado ante la operación:

¿Es necesario que esta decisión sea conocida por un gran número de personas? No. Una indiscreción sería la piedra de un escándalo internacional [...] It was decided that the President of the Republic should not know about it, who was at the time in a truly pitiful spiritual state; thus, the decision was only known by the President of the Council of Ministers (Largo Caballero himself), the Minister of Finance (Negrín), and the Minister of the Navy and the Airforce (Indalecio Prieto). Pero fueron los primeros dos los únicos que negociaron con el gobierno ruso.

Francisco Largo Caballero

Muchos autores, como Viñas, han señalado que la decisión de trasladar las reservas de oro fuera de Madrid estuvo motivada por el rápido avance del Ejército de África (comandado por el general nacionalista Francisco Franco) que, desde su desembarco en la península, había marchado incesantemente hacia la capital. En el momento en que se tomó la decisión, el Ejército de África estaba estacionado a sólo 116 kilómetros de Madrid, y los esfuerzos realizados hasta ese momento para detener su avance no habían tenido ni siquiera un éxito parcial. Sin embargo, las fuerzas nacionalistas no llegarían a Madrid hasta dos meses después; no por la resistencia republicana, sino por Francisco Franco, que decidió desviar su rumbo para ayudar a los simpatizantes nacionalistas en el Sitio de Toledo en una operación de gran prestigio que consolidó la posición política de Franco y le permitió ser nombrado Jefe del Estado por el bando nacional el 29 de septiembre de 1936. Madrid resistió la ofensiva nacional hasta el final de la guerra, y el gobierno republicano no se trasladó a Valencia hasta el 6 de noviembre.

Uno de los principales protagonistas de estos hechos, el presidente del Gobierno Largo Caballero, argumentó que el traslado de las reservas de oro era necesario debido al Pacto de No Intervención y a la deserción de estados democráticos hasta entonces favorables a la República, que dejaban a Madrid amenazada por las fuerzas nacionalistas.

Desde que los fascistas estaban a las puertas de la capital de España, [Ministro de Finanzas Negrín] pidió al Consejo de Ministros autorización para reubicar las reservas de oro del Banco de España fuera del país, para llevarlos a un lugar seguro, sin especificar dónde. [...] Como primera medida, los transportó a los fuertes de Cartagena. Después, temer un desembarco nacionalista, decidió trasladarlos fuera de España. [...] No había otro lugar sino Rusia, un país que nos ayudó con armas y provisiones. Y así, a Rusia fueron entregados.

Francisco Largo Caballero

Sin embargo, Luis Araquistáin, miembro del mismo partido político que Largo Caballero, atribuyó los hechos a la coacción soviética.

Desde Estoy seguro de que Largo Caballero, de quien era un amigo íntimo, no estaba en tal estado de desesperanza con respecto al resultado final de la guerra, y es difícil para mí creer que Negrín también cayó víctima de tal desaliento, no encuentro otra alternativa sino volver a la hipótesis de la coacción soviética, o simplemente declarar que la transferencia del oro a Rusia era una locura completamente inexplicable.

Luis Araquistáin

También se habló de las intenciones de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) de asaltar las cámaras acorazadas del Banco de España para trasladar las reservas de oro a Barcelona, principal bastión de la FAI. Los anarquistas pretendían no sólo proteger las reservas de oro, sino comprar material bélico por cuenta propia. Este plan habría sido elaborado por Diego Abad de Santillán, uno de los más fervientes adversarios de Negrín; sin embargo, esto es considerado inexacto por el historiador libertario Francisco Olaya Morales, quien sostiene que las reservas de oro fueron trasladadas a Cartagena no por motivos de seguridad, sino por una intención preconcebida de enviar el oro a Moscú.

Si bien la mayoría de los historiadores consideran al ministro de Hacienda Negrín como el principal actor de la transferencia (ya sea por iniciativa propia o por la manipulación de los soviéticos, según diferentes interpretaciones), no está claro quién tuvo primero la idea de enviar las reservas fuera de España. El historiador británico Antony Beevor cita versiones que atribuyen al agente soviético Arthur Stashevski la sugerencia a Negrín de establecer una "cuenta de oro" en Moscú, debido a la amenaza que suponían sobre Madrid las fuerzas nacionalistas y la necesidad de comprar material y materias primas. Beevor también cita a Gabriel Jackson y Víctor Alba, quienes en su libro Juan Negrín, atribuyen la idea al propio Negrín, argumentando que la idea tomó por sorpresa a los soviéticos y que Negrín tuvo que explicar cuidadosamente su plan al embajador soviético. Su amigo, Mariano Ansó, lo defendió afirmando que él "no pudo ser ni fue el autor de la transferencia de oro español a Rusia; En el peor de los casos, se trataba de una cooperativa de menor importancia del español Lenin [Largo Caballero] y sus consejeros, al frente de la cual estaba Luis Araquistáin. Según Martín Aceña, fue Stashevski quien propuso el depósito de las reservas de oro en Moscú. Walter Krivitsky, un agente soviético responsable de la inteligencia militar en Europa occidental en aquel momento, que luego huyó a Estados Unidos, afirmó que cuando Stalin decidió intervenir en España, quería asegurarse de que había suficiente oro para pagar la ayuda de la Unión Soviética a la República.

En todo caso, no fue hasta el día siguiente, 14 de septiembre, cuando el Consejo del Banco de España (muy reducido tras el inicio de la guerra) fue informado de la decisión del Gobierno de apropiarse del oro y transferirlo. Dado que la transferencia del oro había comenzado horas antes del comienzo de la sesión, el Consejo no pudo impedir tal decisión. Sin embargo, los dos únicos representantes de los accionistas del Banco de España que no se habían aliado con los nacionalistas (José Álvarez Guerra y Lorenzo Martínez Fresneda), presentaron su dimisión. Martínez Fresneda protestó, argumentando que la transferencia era ilegal, ya que el oro era propiedad exclusiva del Banco de España, y por tanto ni el Estado ni el Gobierno podían hacerse con él; también señaló que el oro garantizaba por ley la convertibilidad de los billetes, y por tanto debía permanecer en las cámaras de seguridad del Banco:

A mediados de septiembre de 1937, según la información personal y directa del Sr. Martínez Fresneda al Consejero Principal, el día 14 se convocó una reunión extraordinaria y secreta del Consejo para el día siguiente, el 15o. Ese día Fresneda fue informado por el Gobernador de que el Gobierno había tomado medidas, antes del avance de las tropas rebeldes, para apoderarse de todo el oro del Banco, para transportarlo a un lugar y localidad donde pudiera ser salvaguardado con mayor seguridad que la proporcionada por Madrid, hacia el cual las tropas mencionadas se dirigían con la intención de capturar, y que en efecto el transporte ya ha comenzado. Entonces el Sr. Martínez Fresneda dijo que, puesto que la ejecución del acuerdo del Gobierno ya estaba en marcha, no había lugar para discutir la posibilidad de impugnar e impedir su realización, pero si no había lugar para el debate, había lugar para expresar, de manera más solemne, su enérgica oposición, porque consideraba que el acuerdo era ilegal e ineficaz por derecho. It was illegal, because being the gold exclusive property of the Bank, neither the State nor the Government could take hold of it. Por otra parte, dijo, el oro es la reserva que está respaldada por la ley y que garantiza la convertibilidad de las notas monetarias, y esto es así, el oro no puede ser guardado en ninguna otra parte sino en la bóveda del Banco, precisamente cuando se ha inaugurado la nueva bóveda, que responde a todos los avances en seguridad contra incendios, bombas, etc., todo lo que demuestra la desafortunación del acuerdo. Concluyó redeclarando su oposición a la medida, y a tal opinión el Sr. Álvarez Guerra (Consejera Jefe) también se suscribió. Agregó que era la consecuencia lógica de su oposición la que presentaba su renuncia al Consejo.

- Extracto del informe en Vocepronunciada ante el Consejo General del Banco de España de Burgos, 22 de septiembre de 1937

Transporte del oro a Cartagena

Vista de la estación ferroviaria Atocha de Madrid.

Menos de 24 horas después de la firma del decreto, en la mañana del 14 de septiembre de 1936, efectivos de Carabineros y varios milicianos enviados por el Ministerio de Hacienda entraron en el Banco de España. La operación de apropiación estuvo dirigida por el director general del Tesoro y futuro ministro de Hacienda del gobierno de Juan Negrín, Francisco Méndez Aspe. Le acompañaban el capitán Julio López Masegosa y 50 ó 60 metalúrgicos y cerrajeros.

Se abrieron las bóvedas donde se guardaban las reservas y durante numerosas jornadas los agentes del Gobierno extrajeron todo el oro allí depositado. El oro fue colocado en cajas de madera y transportado en camiones hasta la estación de ferrocarril de Atocha, desde donde se trasladó a Cartagena. Se eligió la ciudad de Cartagena porque, en palabras del historiador Ángel Viñas, "era una importante base naval, adecuadamente abastecida y defendida, algo alejada del teatro de operaciones militares y desde la que existía la posibilidad de transportar las reservas por vía marítima a otro lugar".

El oro fue fuertemente escoltado y transportado por ferrocarril, según testigos de los hechos. A los pocos días de la extracción del oro del Banco de España, funcionarios del mismo recuperaron la plata del Banco, valorada en un total de 656.708.702,59 pesetas españolas de la época, que fue vendida posteriormente a Estados Unidos y Francia entre junio de 1938 y julio de 1939 por una suma algo superior a los 20 millones de dólares estadounidenses de la época (una parte de la plata fue confiscada por las autoridades francesas).

Con las reservas de oro almacenadas a cientos de kilómetros de los frentes de combate, parecía que se había cumplido el mandato del decreto confidencial del 13 de septiembre. Los nacionalistas, al ser informados del movimiento del oro, protestaron por los acontecimientos. Sin embargo, el 15 de octubre, Negrín y Largo Caballero decidieron trasladar el oro de Cartagena a Rusia.

El 20 de octubre, el director de la NKVD en España, Alexander Orlov, recibió un telegrama cifrado de Stalin, ordenándole organizar el envío del oro a la URSS, y acordó los preparativos con Negrín. Orlov respondió que llevaría a cabo la operación con los tanquistas soviéticos que acababan de llegar a España. En su declaración posterior ante un subcomité del Senado de los Estados Unidos, declaró lo siguiente:

Deseo señalar que, en ese momento, el gobierno español (...) no controló completamente la situación. Le dije sinceramente al Ministro de Finanzas Negrín que si alguien se enterara de ello, si los anarquistas interceptaban a mis hombres, rusos, con sus camiones llenos de oro español, los matarían y sería un enorme escándalo político mundial, que podría incluso provocar una revolución interna. Considerando esto (...) Le pregunté si el gobierno español podría ofrecerme credenciales bajo un nombre ficticio (...) como representante del Banco de Inglaterra o del Banco de América, porque entonces (...) Podría decir que el oro estaba siendo transportado a Estados Unidos por razones de seguridad (...) Negrín no se opuso. Pensaba que era una buena idea. Podría hablar inglés relativamente bueno y pasar por un extranjero. Así, me dio las credenciales de un hombre llamado Blackstone y me convertí en representante del Banco de América.

— Congreso de los Estados Unidos, Senado, Alcance de la actividad soviética, págs. 3431 a 32.

El 22 de octubre de 1936, Francisco Méndez Aspe, director general del Tesoro y "mano derecha" de Negrín, llegó a Cartagena y ordenó la extracción nocturna de la mayoría de las cajas conteniendo oro, de un peso aproximado de setenta y cinco kilogramos cada una, que fueron transportadas en camiones y cargadas en los buques Kine, Kursk, Neva y Volgoles. Según Orlov:

Una brigada de tanques soviéticos había desembarcado en Cartagena dos semanas antes y ahora estaba estacionada en Archena, a 40 millas de distancia. Fue ordenado por el Coronel S. Krovoshein, quien los españoles conocían como Melé. Krovoshein me asignó veinte camiones militares y algunos otros de sus mejores tanques (...) Los sesenta marineros españoles habían sido enviados al depósito de pólvora una hora o dos antes en anticipación (...) Y así, el 22 de octubre, al anochecer, fui, seguido de una caravana de camiones, hacia el depositario de municiones (...) La salud de Ménez Aspe fue un problema muy grave. Era un hombre muy nervioso. Nos dijo que deberíamos la mitad de la carga o perecemos [por un bombardeo alemán]. Respondí que no podíamos hacerlo, porque los alemanes continuarían bombardeando el puerto y el barco se hundiría, y así debemos continuar. Entonces huyó y dejó sólo a su asistente, un español muy agradable que tomó la responsabilidad de contar las cajas de oro.

— Congreso de los Estados Unidos, Senado, Alcance de la actividad soviética, págs. 3431 a 32.

El oro tardó tres noches en ser cargado y el 25 de octubre los cuatro barcos partieron rumbo a Odessa, puerto soviético en el Mar Negro. Acompañaron a la expedición cuatro españoles encargados de custodiar las llaves de las cámaras de seguridad del Banco de España. De las 10.000 cajas, correspondientes a unas 560 toneladas de oro, sólo se llevaron a Odessa 7.800, correspondientes a 510 toneladas. Orlov declaró que se transportaron 7.900 cajas de oro, mientras que Méndez Aspe afirmó que sólo fueron 7.800. El recibo final arrojó 7.800 y no se sabe si la declaración de Orlov fue un error o si las 100 cajas de oro desaparecieron.

El viaje y su recepción en Moscú

El convoy partió rumbo a la URSS y arribó al puerto de Odessa el 2 de noviembre; el Kursk, sin embargo, llegaría varios días después debido a problemas técnicos. Uno de los colaboradores de Walter Krivitsky, general de la Dirección Política Estatal, describió la escena en el puerto soviético de la siguiente manera:

La zona alrededor del dique fue despejada y rodeada de tropas soviéticas. A través de este espacio vacío entre el muelle y las vías ferroviarias, los jefes más altos de la OGPU transportaron las cajas de oro en sus espaldas. A lo largo de numerosos días transportaban el oro, lo cargaban en los camiones y lo llevaban a Moscú en convoyes armados. Trató de darme una idea de la cantidad de oro que habían descargado en Odessa mientras estábamos caminando por la Plaza Roja. Señaló el área que nos rodeó y dijo "si todas las cajas de oro que amontonamos en los muelles de Odessa debían ser colocadas aquí de lado a lado, cubrirían completamente la Plaza Roja".

- Walter Krivitsky, En el Servicio Secreto de Stalin, págs. 112 a 3.

El oro, custodiado por el 173º regimiento de la NKVD, fue trasladado inmediatamente al Depósito Estatal de Objetos Valiosos (Goskhran), en Moscú, donde fue recibido como depósito según un protocolo, fechado el 5 de noviembre, por el que se creó una comisión de recepción. El oro llegó a la capital soviética un día antes del 19º aniversario de la Revolución de Octubre. Según Orlov, Joseph Stalin celebró la llegada del oro con un banquete al que asistieron miembros del politburó, en el que se le citaron las famosas palabras de "Los españoles nunca volverán a ver su oro, como no ven sus orejas", una expresión basada en un proverbio ruso.

Las monedas conformadas por el 99,8% del Banco de España transfirieron oro, 70% de los cuales eran soberanos (impuestos) y semisobernos.

El oro fue almacenado en el Goskhran bajo vigilancia militar, y las restantes cajas de oro transportadas por el Kursk llegaron entre el 9 y el 10 de noviembre. Poco después, se realizó un recuento de los depósitos totales; Las primeras estimaciones apuntaban a que el recuento tardaría un año en completarse, y a pesar de haberse hecho con el máximo cuidado, el recuento finalizó en menos de dos meses, habiendo comenzado el 5 de diciembre de 1936 y concluido el 24 de enero de 1937. Se abrieron 15.571 sacos de oro, y en su interior se encontraron 16 tipos distintos de monedas de oro: libras esterlinas (soberanos o medios soberanos) (el 70% del total), pesetas españolas, francos franceses, luis, marcos alemanes, francos belgas, liras italianas, escudos portugueses, rublos rusos, chelines austríacos, florines holandeses, francos suizos, pesos mexicanos, pesos argentinos, pesos chilenos y una cantidad extraordinaria de dólares estadounidenses. El depósito total estaba constituido por 509.287,183 kilogramos de monedas de oro y 792,346 kilogramos de oro en forma de lingotes: es decir, un total de 510.079.529,30 gramos de oro en bruto, lo que, con una pureza media de 0,900 milésimas, equivalía a 460.568.245,59 gramos de oro fino (aproximadamente 14.807.363,8 onzas troy). Esta cantidad de oro estaba valorada en 1.592.851.910 pesetas-oro (518 millones de dólares estadounidenses). Además, el valor numismático de las monedas era muy superior a la cantidad de oro que contenían, pero los soviéticos no lo tuvieron en cuenta a la hora de calcular su valor. Sin embargo, los soviéticos examinaron escrupulosamente todas las monedas para identificar aquellas que eran falsas, defectuosas o que no contenían suficiente oro. Los soviéticos nunca explicaron qué se hizo con las monedas raras o antiguas, pero es dudoso que hayan sido fundidas. Burnett Bolloten sugiere que es posible que todas las monedas con valor numismático hayan sido separadas con la intención de venderlas gradualmente en el mercado internacional.

El 5 de febrero de 1937 el embajador español y los representantes soviéticos G. F. Grinko, Comisario de Hacienda, y N. N. Krestinsky, Comisario de Asuntos Exteriores, firmaron el acta final de recepción del depósito de oro español, documento redactado en francés y ruso. En el párrafo 2, apartado 4, del documento se estipulaba que el gobierno español conservaba el derecho de reexportar o utilizar el oro, y la última cláusula del documento indicaba que la Unión Soviética no sería responsable de la utilización del oro por las autoridades españolas. Dicha cláusula establecía que "si el Gobierno de la República ordenara la exportación del oro recibido como depósito por la URSS, o utilizara dicho oro de cualquier otra forma, la responsabilidad asumida por el Comisariado del Pueblo de Hacienda quedaría automáticamente reducida, en todo o en parte, en proporción a las acciones tomadas por el Gobierno de la República Española". De esta forma, quedó claro que las reservas de oro depositadas en Moscú podían ser utilizadas libremente por la República, exportándolas o enajenándolas, sin que las autoridades soviéticas asumieran ninguna responsabilidad. Cabe señalar que la URSS concedió la propiedad del oro al Gobierno de la República, en lugar de al Banco de España, su legítimo propietario.

Cuando el 15 de enero de 1937 el periódico de la CNT Solidaridad Obrera denunció la "absurda idea de enviar las reservas de oro al extranjero", la agencia gubernamental Cosmos publicó una nota semioficial (20 de enero) afirmando que las reservas seguían en España. Poco después, las disputas entre el gobierno republicano dominado por los socialistas y los comunistas y las organizaciones anarquistas y el POUM desembocarían en los violentos enfrentamientos de mayo de 1937, que terminaron en una derrota anarquista.

Los implicados en los hechos fueron rápidamente apartados del lugar de los hechos. Stashevski y el embajador soviético en España, Rosenberg, fueron ejecutados en 1937 y 1938. Orlov, temiendo por su vida, huyó en 1938 a los Estados Unidos tras recibir un telegrama de Stalin. Los comisarios soviéticos de finanzas, Grinko, Krestinsky, Margoulis y Kagan, fueron ejecutados el 15 de mayo de 1938 o desaparecieron de diversas formas, acusados de formar parte del "bloque trotskista-derechista" antisoviético. Grinko fue acusado de realizar "esfuerzos para socavar el poder financiero de la URSS". Los cuatro funcionarios españoles enviados para supervisar la operación fueron retenidos por Stalin hasta octubre de 1938, cuando se les permitió abandonar la Unión Soviética con destino a Estocolmo, Buenos Aires, Washington y Ciudad de México, respectivamente. El embajador español, Marcelino Pascua, fue trasladado a París.

Utilización del depósito

Negrín firmó 19 órdenes de venta consecutivas entre el 19 de febrero de 1937 y el 28 de abril de 1938, dirigidas a los sucesivos Comisarios del Pueblo de Finanzas: G. F. Grinko (hasta mayo de 1937), V. Tchoula (hasta septiembre de 1937) y A. Zverev (hasta el fin de la guerra). En ellas se convertía el valor de la onza de oro troy en libras esterlinas, dólares estadounidenses o francos franceses según el tipo de cambio de la Bolsa de Londres. Según Martín Aceña, en 1937 se vendieron 415 toneladas de oro bruto (374 toneladas de oro fino), luego entre enero y abril de 1938 se vendieron otras 58 (52), y del oro restante, 35 (31) toneladas se separaron del yacimiento original para constituir un segundo depósito que garantizaba un crédito de 70 millones de dólares estadounidenses. Así, en agosto de 1938 todavía quedaban dos toneladas disponibles. La República obtuvo de la venta del oro un total de 469,8 millones de dólares, de los cuales 131,6 millones permanecieron en la URSS para pagar diversas compras y gastos. Los soviéticos conservaron el 2,1% de los fondos en forma de comisiones y corretaje, y conservaron un 1,2% adicional en forma de gastos de transporte, depósito, fundición y refinado: en total, algo menos del 3,3%, aproximadamente 14,5 millones de dólares. El 72% restante, por valor de 338,5 millones de dólares, fue transferido al Banque Commerciale pour L'Europe du Nord, o Eurobank, de París, la organización financiera soviética en Francia, propiedad del Gosbank, el banco nacional de la Unión Soviética. Desde París, agentes del Tesoro y representantes diplomáticos costearon la compra de material adquirido en Bruselas, Praga, Varsovia, Nueva York y México, entre otros lugares.

Con el oro español depositado en Moscú, los soviéticos exigieron inmediatamente al gobierno republicano el pago de las primeras entregas de material bélico, que aparentemente habían llegado como regalo para combatir el fascismo internacional. Stashevski exigió a Negrín 51 millones de dólares en deuda acumulada y gastos para el transporte del oro desde Cartagena a Moscú. Por el lado nacionalista también hubo que compensar la ayuda alemana e italiana; sin embargo, alemanes e italianos permitieron a Franco saldar su deuda una vez terminada la guerra. Autores como Francisco Olaya Morales y Ángel Viñas criticaron la actuación y el comportamiento de los soviéticos.

Los historiadores que han tenido acceso al 'dossier Negrín' consideran que los soviéticos no abusaron de su posición ni defraudaron a los españoles en sus transacciones financieras. Sin embargo, en palabras de María Ángeles Pons: 'nada obtuvieron los republicanos gratis de sus amigos rusos', pues todo tipo de gastos y servicios habían sido con cargo al Gobierno de la República. Sin embargo, autores como Gerald Howson creen en la existencia de un fraude soviético en la gestión del yacimiento de Moscú, afirmando que Stalin infló intencionadamente el precio del material vendido a la República manipulando el cambio de rublos rusos a dólares estadounidenses y de dólares estadounidenses a pesetas españolas, elevando los tipos de cambio internacionales hasta un 30% y un 40% respectivamente.

Entre los estudiosos se menciona ocasionalmente el aumento de poder de los comunistas en esa época, aprovechando la presión política que podía ejercer la Unión Soviética al tener el control del oro. Según José Giral, aun cuando se habían cumplido los pagos por armas y municiones, la Unión Soviética no enviaría ningún suministro si el gobierno de la República "no aceptaba designar primero a comunistas importantes en puestos policiales y militares".

Ángel Viñas llegó a la conclusión de que los yacimientos auríferos se agotaron menos de un año antes del fin de la Guerra Civil, gastándose íntegramente en el pago de material (incluidos los costes de la operación). Sin embargo, autores como Martín Aceña y Olaya Morales critican los modelos hipotéticos de Viñas, que a su juicio carecen de pruebas que los validen plenamente, por lo que es imposible por el momento afirmar si la conclusión de Viñas es acertada o no. Si, en efecto, los yacimientos auríferos fueron vendidos íntegramente a la Unión Soviética, el destino de todos los fondos generados por la venta del oro y transferidos a la Banque Commerciale de l'Europe du Nord de París, sigue siendo incierto, ya que no se han encontrado documentos, ni soviéticos ni españoles, referentes a tales operaciones. Según Martín Aceña, "la investigación sobre el oro no ha sido totalmente cerrada". En cualquier caso, agotado el oro, el escaso crédito del Ministerio de Hacienda republicano se esfumó.

Consecuencias económicas

A diferencia de un billete de 1 peseta emitido el verano de 1937 por el Consejo Municipal de Reus.

La retirada de las reservas de oro del Banco de España a Moscú ha sido señalada como una de las principales causas de la crisis monetaria española de 1937. Si bien el oro se convirtió en la práctica en una excelente fuente de financiación, su utilización asestó un duro golpe a la moneda acuñada e impresa del país. Los esfuerzos nacionalistas por denunciar la exportación de oro pusieron en tela de juicio la credibilidad financiera del gobierno y provocaron una desconfianza generalizada entre el público. Un decreto emitido por el Ministerio de Hacienda el 3 de octubre de 1936, obligando a los españoles a entregar todo el oro que poseían, provocó una alarma generalizada. Aunque el gobierno negó en enero de 1937 que hubiera depositado las reservas de oro en el extranjero (vide supra), se vio obligado a reconocer que había realizado varios pagos con ese oro.

A falta de una reserva de oro que respaldara a los billetes republicanos, y sufriendo ya una devaluación significativa, el Gobierno de la República comenzó a emitir cantidades cada vez mayores de billetes sin respaldo en oro o plata, aumentando así el papel moneda en circulación. El 30 de abril de 1938, el número de nuevos billetes en circulación en las zonas controladas por los republicanos se calculó en 12.754 millones de pesetas, un incremento del 265,8% con respecto a los 3.486 millones del 17 de julio de 1936; para entonces circulaban 2.650 millones en el territorio controlado por los nacionalistas, en contraste con los aproximadamente 2.000 millones de julio de 1936. Estas acciones provocaron una inflación masiva y llevaron a la acumulación de metales preciosos por parte de la población. Mientras que los precios aumentaron un 40% en las zonas controladas por los nacionalistas, se dispararon hasta un 1500% en las zonas controladas por los republicanos. Las monedas metálicas comenzaron a desaparecer y fueron sustituidas por círculos de papel o cartón. Las transacciones con billetes republicanos se hicieron indeseables, pues estos ya estaban muy devaluados y, además, se sabía que, si Franco ganaba la Guerra, esos billetes perderían todo su valor, pues se trataba de series de nueva emisión puestas en circulación a partir del inicio de la Guerra (junio de 1936). El Estado no pudo responder eficazmente a la falta de moneda metálica, lo que provocó que los ayuntamientos y otras instituciones locales imprimieran sus propios bonos provisionales, algunos de los cuales fueron rechazados en los municipios vecinos.

La propaganda del bando nacionalista sostenía que dicha inflación había sido premeditada y creada artificialmente.

El Gobierno republicano achacaba los males de la economía al libre mercado y proponía como salvación la nacionalización de todos los precios y otros cambios en la economía en general. Un informe presentado al pleno del Partido Comunista en marzo de 1937 por José Díaz Ramos reflejaba abiertamente la posición del partido:

... todas nuestras energías deben enfocarse, con rigor completo, contra los verdaderos enemigos, contra los grandes industrialistas, contra los grandes empresarios, contra los piratas de la industria bancaria, que naturalmente, dentro de nuestro territorio ya han sido en su mayor parte liquidados, sin embargo todavía quedan algunos que deben ser rápidamente liquidados, porque estos son los verdaderos enemigos y no los pequeños industriales y empresarios.

José Díaz Ramos,

En el panorama internacional, empezó a surgir la percepción de que la República vivía un movimiento revolucionario anticapitalista, favorecido por el testimonio de empresarios españoles, como el exministro de la Monarquía y activo partidario del nacionalismo Francesc Cambó, personaje de gran influencia en el mundo financiero. Lógicamente, al ver amenazados sus intereses y propiedades, el mundo financiero, tanto español como internacional, se posicionó inequívocamente a favor de los nacionalistas (como ejemplificó el apoyo de Juan March, Ford y Texas Oil al bando nacionalista, o sus facilidades para obtener créditos), acelerando así la caída del valor internacional de la peseta republicana.

Guerra fría

División republicana en el exilio

En los últimos meses de la Guerra Civil se formó en el seno del Partido Republicano una agria división entre quienes abogaban por unir la Guerra Civil con la inminente Segunda Guerra Mundial y quienes querían poner fin al conflicto negociando con los nacionalistas. Negrín, entonces presidente del Gobierno y partidario de continuar la guerra, contaba con el apoyo exclusivo del Partido Comunista Español (PCE); todos los demás partidos, incluida prácticamente la totalidad del suyo, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se oponían a él. Indalecio Prieto se había distanciado públicamente de Negrín en agosto de 1937, tras su salida del Gobierno, donde había sido ministro de Defensa; en una reunión con el comité central del PSOE, acusó violentamente a Negrín de ceder a las presiones comunistas para apartarlo del gobierno. Desde el otoño de 1938, el antagonismo entre comunistas y socialistas desembocó en violentos enfrentamientos.

La crítica de Largo Caballero a la administración de Negrín:
¿Cuánto oro se entregó a Rusia? No podría haber sido conocido, porque el Sr. Negrín, sistemáticamente, siempre se ha negado a dar cuenta de su administración. Más tarde fue conocido, a través de varias cuentas publicadas por el Banco de España el 30 de abril de 1938, que dicho Banco había entregado la custodia de 1.592.851.906 millones [sic] en oro y 307,630.000 en plata. Aparte de eso, el Ministerio de Finanzas incautó todo lo que existía en las bóvedas de seguridad de los bancos oficiales y privados, valoradas seguramente en muchos millones. Todo esto más la joyería presente en el Palacio Nacional, en habitaciones privadas, y las de muchos individuos, ¿fue gastada en armas? Al final de la guerra, ¿qué oro permaneció bajo el poder ruso? ¿Han liquidado al Gobierno del Sr. Negrín? Esto no puede ser conocido por nadie más que él, ya que [...] siempre se negó a dar cuenta de la situación económica. [...] El Sr. Negrín, sistemáticamente, siempre se ha negado a dar cuenta de su administración, [...] de hecho, el Estado se ha convertido en una falsa cartera. ¿Es por esto y otras cosas la razón por la que Negrín se niega a informar a alguien sobre la situación económica? País miserable, que se ve gobernado por aquellos que carecen de todo tipo de escrúpulos [...] con una política sin sentido y criminal que ha llevado al pueblo español al mayor desastre que se ha conocido en la Historia de España. Todo el odio y el deseo de imponer un castigo ejemplar a los responsables de tal grave derrota será poco.

— Francisco Largo Caballero, marzo de 1939.

Esta división desembocó en el golpe de Estado del coronel Segismundo Casado en marzo de 1939, apoyado activamente desde el PSOE. El gobierno provisional creado a partir de entonces expulsó a los comunistas y a los negrinistas del gobierno republicano, instigó la huida de Negrín de España y precipitó el fin de la Guerra Civil tras intentar negociar la paz con Franco, que sólo aceptó una rendición incondicional. Acusado de ser una mera marioneta de los comunistas y de haber llevado a la República al desastre, la cuestión del «oro de Moscú» fue uno de los argumentos utilizados contra Negrín en las polémicas que siguieron.

Tras el fin de la guerra, el PSOE inició una lenta reconstrucción en el exilio. El partido se formó en torno a la dirección ideológica de Indalecio Prieto desde su refugio en México, de donde habían sido excluidos los simpatizantes de Negrín. El PSOE en el exilio agrupaba a los líderes de las tres tendencias políticas que habían dividido al socialismo durante el conflicto, Julián Besteiro, Indalecio Prieto y Largo Caballero, claramente alineados con una orientación anticomunista y antinegrinista.

Entre los exiliados, en particular entre los disidentes del PCE, se afirmó que desde el final de la guerra el oro, o al menos parte de él, no había sido convertido en moneda para comprar armas para la República, criticándose la opacidad de la administración Negrín, que retuvo toda la documentación relacionada y se negó a rendir cuentas al Gobierno en el exilio. Fueron especialmente destacadas las críticas a Francisco Largo Caballero, uno de los principales implicados, que, según Ángel Viñas, constituyen «uno de los mitos que han ennegrecido la figura de Negrín».

En enero de 1955, en pleno auge del macartismo, la revista estadounidense Time se hizo eco de las acusaciones de Indalecio Prieto y otros republicanos exiliados en México hacia Juan Negrín y su “complicidad” con los soviéticos en la “historia, durante mucho tiempo enterrada, del tesoro de oro”. Estas circunstancias fueron aprovechadas por el gobierno franquista, a través de sus embajadas en Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, para relanzar su conflicto diplomático con la Unión Soviética y acusar expresamente a la URSS de vender el oro español en el mercado europeo, pese a que Time ponía en duda la viabilidad de sostener dichas acusaciones. El gobierno franquista había sido informado en 1938 de que las reservas habían sido agotadas y convertidas en moneda, pero persistía en exigir el reembolso del depósito de oro:

Oro español incautado por los rojos y llevado a Rusia. Al 8 de enero de 1955 el Sr. Ministro de Relaciones Exteriores ha sido abordado, por Nota firmada por los Representantes Diplomáticos de varios países de Europa y los Estados Unidos de América denunciando la incautación realizada por los rojos y los pagos que, según la información de fuentes autorizadas, los rusos hacen con las reservas de oro del Banco de España".

Asuntos pendientes de recuperación en reivindicación de bienes;

El dossier Negrín

Los registros contables de la operación, conocidos como el 'dossier Negrín', han permitido a los investigadores reconstruir los hechos posteriores a la recepción de las reservas de oro españolas en Moscú, cuando los soviéticos fundieron las monedas y las transformaron en lingotes de baja aleación de oro, y a cambio abastecieron las cuentas bancarias del Ministerio de Hacienda de la República en el extranjero.

Juan Negrín falleció en París a finales de 1956, y su hijo Rómulo Negrín, siguiendo instrucciones de su padre, entregó el llamado 'dossier Negrín' a la asesoría jurídica del ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Melchor de las Heras, 'para facilitar el ejercicio de las acciones que pudieran corresponder al Estado español [...] para conseguir la devolución del citado oro a España', según el testimonio del cónsul en París, Enrique Pérez Hernández. Las negociaciones con el gobierno franquista habían sido iniciadas por el exministro de Justicia y amigo de Negrín, Mariano Ansó, a petición del propio Negrín, que consideraba que los documentos eran propiedad del gobierno español. Un documento fechado el 14 de diciembre de 1956, escrito y firmado por Ansó y remitido por el hijo de Negrín, expresaba "la honda preocupación [de Negrín] por los intereses de España frente a los de la URSS" y su temor ante "la indefensión a que se estaba reduciendo a España al ser privada de toda documentación justificativa de sus derechos, en una transacción forzada, procedente, tal vez, de la más vasta e importante operación realizada por dos países". Tras enumerar otras diversas cuestiones que "lastraban el ánimo del señor Negrín", entre ellas la retención soviética de "importantes y numerosas unidades de la flota mercante española", según Ansó, Negrín sostuvo que "en una posterior liquidación de cuentas entre España y la URSS, su deber de español le obligaba a un apoyo incondicional al interés de la nación".

El dossier, una serie incompleta de documentos relacionados con el depósito y administración del oro del Banco de España, fue enviado a Alberto Martín Artajo, ministro de Asuntos Exteriores, y fue remitido al teniente gobernador del Banco de España, Jesús Rodríguez Salmones, quien, sin inspeccionar los papeles, ordenó que se guardaran en las cámaras de seguridad de la institución. Aunque el traslado se hizo con estricta discreción, pues Negrín había querido que se mantuviera en absoluto secreto, los hechos pronto salieron a la luz pública, lo que provocó apasionadas polémicas. En enero de 1957, Franco envió una comisión diplomática a Moscú, oficialmente para tratar la repatriación de los españoles; sin embargo, se sospechó que el objetivo real de la comisión era la apertura de negociaciones para la devolución del oro, a la luz de las pruebas documentales descubiertas por el dossier Negrín.

Interpretación franquista sobre el Oro de Moscú:
Los caminos del oro español
El gobierno español ha contactado varias Cancillerías extranjeras denunciando los pagos en el extranjero que la URSS puede realizar con el oro del depósito hecho en Moscú por el gobierno rojo en 1936 [...] Durante el curso de la Cruzada de Liberación [Guerra Civil Española] se formularon estas mismas advertencias acerca de los pagos que podrían hacerse con este oro [...] Es lógico que nuestro Gobierno repita su protesta cuando se sabe que la URSS está realizando exportaciones con este oro [...] Hoy se conocen los detalles de este robo, ya que fueron reportados por sus propios protagonistas. Además, sus motivos son conocidos y la verdadera dimensión del ingenio creado para justificar su salida de España hacia Odessa. Los "resemblancos" de la soberanía creada por el gobierno rojo han sido desacreditados hace mucho tiempo. Desde el comienzo de nuestra guerra de Liberación, la zona roja había sido gobernada en vigor por emisarios soviéticos dotados de todos los poderes [...] El saqueo de España fue, en efecto, una doble operación, económica y política, y la forma en que se iba a realizar el resurgimiento del gobierno rojo fue también una operación política destinada a controlar la bolcheviqueación de la zona bajo el control de Largo Caballero. [...] En esas cajas se llevaron a Rusia 1.581.642 millones de baldosas de oro. Esta figura y detalles coinciden con los testimonios de Valentín Gómez, de Jesús Hernández y de Prieto. Todos ellos tienen razones suficientes para ser informados, ya que eran autores directos o ocultadores hasta que las rivalidades surgieron por la distribución de los despojos se oscurecieron entre sí. [...] Con este oro [...] la campaña de inspiración comunista contra España fue financiada, subvencionada, adquiriendo periódicos y estaciones de radio. La URSS, que no había enviado más que viejos armamentos a cambio del oro robado, lo gastó en la segunda fase de su intento de tomar el control de España a partir de 1945 [...] Queda un curioso detalle: el trágico destino de los hombres que intervinieron directamente en el saqueo [...] Los caminos de este oro robado han sido siniestros.

Arriba Diario, 13 de enero de 1955.

La misma documentación que Negrín se había negado a entregar al gobierno republicano en el exilio durante más de 15 años fue entregada voluntariamente a las autoridades franquistas. El presidente del gobierno republicano en el exilio, Félix Gordón Ordás, escribió el 8 de enero de 1957:

La decisión ejecutoria del Sr. Juan Negrín me ha causado estupor. Independientemente de cuánto indague en los motivos de ello no encuentro nada satisfactorio. Sólo veo dos probables: un celo patriótico o un deseo de venganza. El primer caso habría sido un error colosal de apreciación, ya que entregar dinero a Franco y sus cómplices es como tirar agua al mar. El segundo caso implicaría tal profundidad de ruina que parece incompatible con el concepto que tenía de la ilustre desaparición. Pero en ambos supuestos, las acciones del doctor Negrín son traición a la causa del pueblo español y de la República [...] Al actuar de tal manera objetable, el doctor Negrín proclamó que consideraba a Franco como legítimo...

Félix Gordón Ordás

En abril de 1957, el periódico Time informó de que el gobierno soviético, a través de Radio Moscú y de Pravda, había asegurado al gobierno franquista que las reservas de oro depositadas en Moscú habían sido utilizadas en su totalidad por el gobierno republicano para «hacer pagos al extranjero», por lo que «pronto se agotarían». El periódico Mundo Obrero publicó el 15 de mayo de ese mismo año el siguiente artículo:

Algunos periódicos extranjeros están en el negocio de publicar artículos sobre el oro español depositado hace veinte años en la Unión Soviética, sin mencionar todo el consumo de ese oro por el gobierno republicano español, que confunde a la opinión pública creando la impresión de que todavía hay restos no utilizados de ese oro. El peso y la verificación del oro al transferirse a las autoridades soviéticas fueron hechos conjuntamente por representantes soviéticos y españoles. El gobierno español estipulaba que tendría la facultad de pagar las órdenes hechas en el extranjero y llevar a cabo transacciones monetarias a través del Banco Estatal Soviético basadas en las reservas de oro depositadas en la Unión Soviética.
According to the information received, the Spanish government made numerous payments for its foreign purchases and gave instructions for monetary transactions, that were executed by the Bank of the Soviet Union. Según los datos de las autoridades soviéticas, el gobierno español agotó el oro depositado en la Unión Soviética. Todas las órdenes del gobierno republicano español fueron debidamente firmadas por Francisco Largo Caballero, Primer Ministro Republicano Español y Negrín, Ministro de Finanzas. Más tarde, cuando Negrín se convirtió en Primer Ministro, firmó como tal y como Ministro de Finanzas. La última carta de Negrín, fechada el 8 de abril de 1938, demuestra que el oro había sido agotado. La carta pide en nombre del Consejo de Ministros de la República Española que se liquide todo el oro español que queda en la Unión Soviética. Y así fue.
Debe mencionarse que, según los requisitos del gobierno republicano español, el gobierno soviético le dio un crédito de 85 millones de dólares, de los cuales sólo pagaron 35. Por lo tanto, todavía hay una deuda [al gobierno soviético] de 50 millones de dólares. Negrín lo sabía, al firmar todas sus órdenes relativas al oro y los créditos. Ninguno del oro depositado fue utilizado para el apoyo de los emigrantes y los niños españoles que buscaban refugio en la Unión Soviética. Estos gastos fueron cubiertos por la Unión Soviética y sus instituciones sociales, en particular los sindicatos.

Mundo Obrero, 15 de mayo de 1957

La nota no incluía ninguna prueba y contradecía las declaraciones emitidas por miembros destacados del gobierno republicano. Por ejemplo, Negrín había afirmado a José Giral en 1938 que dos tercios del oro depositado en Moscú todavía estaban disponibles. Además, como las declaraciones emitidas no formaban parte de un comunicado oficial, el gobierno soviético podía distanciarse de lo afirmado si lo consideraba oportuno. Indalecio Prieto consideró falsas las declaraciones de Pravda, enumeró los gastos de los fondos españoles en beneficio del Partido Comunista Francés y afirmó:

El PSOE no podrá jactarse de los resultados más miserables que concluyeron de su aventura, pero en la justicia no puede, como desearía alguna propaganda, descargar toda la responsabilidad sobre los comunistas. Un ministro socialista pidió autorización para proceder libremente; el Gobierno, que fue formado por otros cinco socialistas, incluyendo el que lo presidió, concedió a tal solicitud, y los agentes bancarios que entregaron tanto como se les pidió eran también socialistas, en España como en Rusia, así como los compatriotas que convoyan la carga entre Madrid y Cartagena.

- Indalecio Prieto

Estamos en presencia de una boquilla colosal. Sea lo que sea mi opinión de Juan Negrín, lo declaro incapaz de la terrible broma de arreglar que después de su muerte -si así lo arregló- un documento que nada positivo representado debe ser entregado a Franco [...] aunque todos estos gastos se hicieron basados en el oro depositado en Rusia, su agotamiento completo es imposible. Repito que es una desfalcación extraordinaria. Con el fin de exculparse, Rusia habría falsificado tantos documentos justificativos como sea necesario, de la misma manera que falsificaron a tantos para justificar sus procesos monstruosos contra los enemigos del bolchevismo y contra más o menos los bolcheviques disidentes. Negrín, de su tumba, no podrá negar la autenticidad de sus firmas, trazadas por los inventores esperados.

- Indalecio Prieto

Otra polémica suscitada al respecto es la justificación de un traslado a México de bienes incautados por el Fondo General de Reparaciones al finalizar la guerra, que incluían, entre otras cosas, «depósitos del Banco de España y lingotes de oro». Según el socialista Amaro del Rosal, presidente único del Fondo de Reparaciones y principal fuente en el asunto, reproducido en un detallado inventario, se trataría del conocido «Tesoro de Vita», una embarcación adquirida por la República para tal fin.

Historiografía y mito

Entre los investigadores más destacados en la materia se encuentran Pablo Martín Aceña, Francisco Olaya Morales y Ángel Viñas, siendo este último el primero en acceder a la documentación del Banco de España. A nivel internacional, Gerald Howson y Daniel Kowalsky han tenido acceso directo a los documentos de los archivos de la Unión Soviética abiertos a los investigadores durante la década de 1990, centrando sus investigaciones en las relaciones entre la Unión Soviética y la República Española, y en los envíos de material militar.

Aunque la decisión de utilizar las reservas de oro no ha suscitado demasiado debate ni interés entre los historiadores, su destino final sigue siendo motivo de controversia. Autores como Viñas, Ricardo Miralles o Enrique Moradiellos defienden a Negrín, tanto al frente del Ministerio de Hacienda como como presidente del Gobierno (Viñas le considera “el gran estadista republicano durante la Guerra Civil”) y consideran que el envío del oro a la URSS tenía una lógica política, económica y operativa aceptada por el gobierno republicano. Era, según los citados, la única opción viable ante el avance nacionalista y la no intervención de las democracias occidentales, haciendo posible la supervivencia de la República en un contexto internacional adverso. Para estos autores, sin la venta de las reservas, no habría existido la más mínima posibilidad de resistencia militar. Por otra parte, Martín Aceña consideró el envío del oro como un error que costó a la República su capacidad financiera: la URSS era un país lejano, de burocracia opaca y funcionamiento financiero ajeno a las normas y garantías internacionales, por lo que lo lógico hubiera sido enviar el oro a países capitalistas como Francia o Estados Unidos. Respecto a Olaya Morales, anarquista exiliado durante el régimen franquista, en todas sus obras califica de criminal la gestión de Negrín y niega los argumentos y teorías de Ángel Viñas, considerando la «cuestión del oro» un gigantesco fraude y uno de los factores más importantes de la derrota republicana.

Autores como Fernando García de Cortázar, Pío Moa o Alberto Reig Tapia han definido el episodio español del Oro de Moscú como un hecho mítico, utilizado para justificar la desastrosa situación de la España de posguerra.

Véase también

  • Vuelo del Tesoro Nacional de Noruega
  • Participación extranjera en la Guerra Civil Española
  • Francoist Spain
  • Oro nazi
  • Operación Fish
  • Rumania Tesoro, las reservas de oro rumanas enviaron (junto con otros objetos valiosos) a Rusia para su custodia durante la Primera Guerra Mundial, pero nunca regresaron.
  • Oro de Yamashita

Referencias

Notas

  1. ^ a b Moradiellos 1999
  2. ^ Howson 2000
  3. ^ Moradiellos 1999, citas 14 " 15
  4. ^ "Nota de la Sous-Direction d'Europe", 8 de agosto de 1936. DDF, vol. III, no 108. Moradiellos 1999.
  5. ^ Moradiellos 1999, citas 22, 23, 24 y 25
  6. ^ Moradiellos 1999, cita 27
  7. ^ Estadísticas del Banco de Pagos Internacionales de Basilea, 11 de mayo de 193611/5/1936. Viñas 2006, pág. 112
  8. ^ a b c d Viñas 2006, pág. 111
  9. ^ Pons 2006, pág. 14
  10. ^ Viñas 1976, pág. 29
  11. ^ Viñas 2006, pág. 112
  12. ^ El Banco de España no se convertiría en propiedad estatal hasta la aprobación del Decreto-Ley 18/1962 de 7 de julio de 1962, sobre Nacionalización y Reorganización del Banco de España (Naciones Unidas)"Banco de España - Normativa - Legislación básica del Banco de España". Archivado desde el original el 10-31. Retrieved 2008-09-28.).
  13. ^ Modificado el 24 de enero de 1927 y modificado por la Ley el 26 de noviembre de 1931.
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  15. ^ Moa 2001
  16. ^ a b Moa 2003
  17. ^ Entre el 18 de febrero de 1931 y el 15 de abril siguiente.
  18. ^ Viñas 2006, p. 113; el autor cita los artículos de Juan Ventosa en España Económica y Financiera 23 de mayo de 1936) y ABC (29 de mayo de 1936)
  19. ^ Según Viñas, el proceso fue guiado por la máxima "salus patriarcae, suprema lex". Viñas 2006, pág. 114
  20. ^ Pan Gómez huyó a la zona controlada por nacionalistas, para organizar un nuevo Banco de España en Burgos.
  21. ^ Sánchez Asiaín 1999, pág. 281
  22. ^ Sánchez Asiaín 1999, págs. 249 a 50
  23. ^ De nota relevante, 154.163 accionistas estuvieron presentes en la reunión de accionistas nacionalistas, mientras que sólo 31.389 asistieron al Republicano. Sánchez Asiaín 1999, pág. 250
  24. ^ Viñas 1976, págs. 101 a 5
  25. ^ Pérez-Maura 2004, págs. 63 a 4
  26. ^ Viñas 1979, pág. 159
  27. ^ Martín Aceña 2001, pág. 28
  28. ^ Martín Aceña 2001, págs. 32 a 3
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  36. ^ Sardá 1970, pág. 433
  37. ^ Olaya Morales 2004a, págs. 286 a 7
  38. ^ Olaya Morales indica (2004a, pág. 447) que ello podría ser una violación del artículo 76 de la Constitución, que faculta al Presidente para que presente cualquier decreto gubernamental al Gobierno Cortes Generales si cree que ese decreto violaría una ley vigente.
  39. ^ Fundación Pablo Iglesias, Archivos de Francisco Largo Caballero, XXIII, pág. 477
  40. ^ Moa 2001, pág. 395
  41. ^ Congreso para la Libertad Cultural (1965), pág. 58
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  48. ^ La mano de Stalin sobre España, de Walter Krivitsky, traducida de El sábado Post, Filadelfia, y publicado en español por Editorial Claridad, Buenos Aires, 1946. Compilado por la Fundación Andreu Nin.
  49. ^ Coincidentemente, el 14 de septiembre fue también el día en que los nacionalistas crearon en Burgos su propio Banco de España, cuyo Consejo, presidido por el ex gobernador teniente Pedro Pan Gómez, se fijó como su objetivo fundamental para prevenir la República por cualquier medio necesario para hacer uso de las reservas de oro del Banco.
  50. ^ Fernando Schwarz. La internacionalización de la guerra civil española, Barcelona, 1971, pág. 210; citado por: Olaya Morales 2004a, pág. 287
  51. ^ Sánchez Asiaín 1999, págs. 114 a 115
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  58. ^ Olaya Morales 2004a, pág. 328
  59. ^ Viñas 1984, pág. 174
  60. ^ El periódico El Heraldo de Aragón fue publicado el jueves 15 de octubre de 1936 con el siguiente título: "En una nota oficial, el jefe del gobierno del Estado, General Franco, protesta contra la política sin precedentes por el llamado gobierno de Madrid tomando libremente el control de las reservas nacionales de oro".
  61. ^ El telegrama en cuestión dice lo siguiente:

    Junto con el embajador Rosenberg, he organizado con el jefe del gobierno español, Caballero, el envío de las reservas de oro españolas a la Unión Soviética.... Esta operación debe realizarse en el máximo secreto.
    Si los españoles demandan un recibo de la carga, rehúsan. Repito, rehúse a firmar cualquier cosa y diga que el Banco de España preparará un recibo formal en Moscú.

    Iván Vasiliévich, Bolloten 1989, pág. 265.

  62. ^ Bolloten 1989, págs. 267 a 8
  63. ^ Bolloten 1989, pág. 269
  64. ^ Indalecio Prieto señaló que el número total de cajas almacenadas en Cartagena era de 13.000, de las cuales sólo 7.800 eran transportadas. Sin embargo, la mayoría de los académicos sobre el tema, como Sardá (1970), Ruiz Martín (1970), Viñas (1976), (Howson (1998) o Martín Aceña (2001), coinciden en que el número total de cajas fue de 10.000.
  65. ^ Olaya Morales 2004a, págs. 294 y págs. 448
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  94. ^ Sánchez Asiaín 1999, pág. 113
  95. ^ Sánchez Asiaín 1999, p. 170; para más información sobre la crisis monetaria republicana, véase Martorell Linares 2001 y Martorell Linares 2006.
  96. ^ Sánchez Asiaín 1999, págs. 126 a 31
  97. ^ Santacreu Soler 1986, págs. 50 a 2 y 67 a 9
  98. ^

    El nuevo Estado español debe enfrentar abiertamente los desafíos de una economía nacional dañada, causada por el increíble acto de retirar el oro y los billetes del Banco de España. Sin ceder nuestras protestas en el escenario internacional, y sin poner fin a nuestros esfuerzos por recuperar el metal, consideramos que debemos adoptar medidas energéticas sin más demora, con fuerza coercitiva, para evitar que aquellos que han intentado inarticular la circulación fiduciaria cumplan y agraven sus objetivos provisorios, beneficiándose de los mismos títulos de crédito que ellos mismos saquearon...

    Decreto-ley del 12 de noviembre de 1936.

    La experiencia vivida en las áreas liberadas del gobierno marxista ha confirmado continuamente, progresivamente, cuánta información estaba disponible en el nivel de inflación de los rojos.

    Orden Ministerial de 25 de agosto de 1939

    Más adelante, el gobierno franquista retomaría los mismos argumentos acusatorios para justificar las posiciones políticas del lado victorioso:

    La conducta del Frente Popular gobernante, carente de escrúpulos morales y patrióticos y en un sentido de responsabilidad, parece concebida bajo una doble designación: la intención deliberada de provocar la caída de España, de modo que el Gobierno llamó a dirigir el país después de su victoria se encontraría bajo dificultades insuperables; y una visión anticipada del futuro privado por parte de los jefes políticos, para que su exilio quedara exento de penas, aunque esta exención se hiciera millones de sufrimiento. – Reflejar, bajo tales precedentes, cuál es la magnitud del trabajo realizado por el Caudillo y su Gobierno ha sido salvar a España de su ruina económica, reconstruirla y situarlo en la actual situación próspera.

    Causa general

  99. ^ Díaz, José (1970): Tres años de lucha: Por el frente popular, por la libertad, por la Independencia de España, pág. 313; citado en: Sánchez Asiaín 1999, pág. 74.
  100. ^

    Los rojos no piensan más que en el robo... y, para robar, el asesinato es cometido. En el principio el asesinato fue cometido debido a rancour, malicia, bestialidad... Ahora, excepto el asesinato cometido entre sí, los crímenes de los rojos se cometen de manera fría, impulsado por el celo del robo... acompañados por la socavación de la vida humana.

    Francesc Cambó, París, 20 de enero de 1937; Cambó 1982, pág. 31; citado en: García Delgado y otros 2000, págs. 92 a 3

  101. ^ Sánchez Asiaín 1999, págs. 78 a 9
  102. ^ Martorell Linares 2006, págs. 1 a 12
  103. ^ Viñas 1979, pág. 218
  104. ^ García Delgado y otros, págs. 89 a 93
  105. ^ Juliá 1997, pág. 274
  106. ^ Fundación Pablo Iglesias, Archivo de Francisco Largo Caballero, XXIII, p. 467, citado en: Moa 2001, p. 392
  107. ^ Graham 2005, págs. 277 a 303
  108. ^ Juliá 1997, pág. 295
  109. ^

    La URSS ni siquiera se ha molestado en reconocer al Gobierno Republicano en el exilio. Eso libera a la Unión Soviética, entre otras cosas, de la obligación de escuchar sus afirmaciones sobre el oro depositado por el Gobierno del Dr. Negrín en las bóvedas de seguridad del Banco Central de la URSS. Cientos y miles de millones de oro-peetas forman el tesoro secuestrado por el Gobierno de la URSS del gobierno republicano español en el exilio. Este tesoro permitiría empujar poderosamente la lucha de los anti-Francoistas por la liberación de España. Stalin se niega a devolverlo. Stalin está ayudando a Franco en la misma proporción que quita a los españoles democráticos la posibilidad de luchar.

    La URSS y la guerra del pueblo español, Jesús Hernández Tomás, Socialist Action; París, 1952.

  110. ^ El destino del oro del Banco de España, por Indalecio Prieto; México D.F., 1953
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  131. ^

    Franco y su régimen cultivaron un espeso silencio sobre el holocausto nazi y los miles de españoles que habían terminado en los campos de exterminio. El común exiliado, el pueblo común, eran los asesinos rojos de la guerra [...] Las reservas del Banco de España, que la República tuvo que devorar la última onza de ella para comprar armas y suministros alrededor del mundo para no caer en los campos de batalla, que Negrín había transportado a Rusia y convertido en aeroplanos, tanques, piezas de artillería y armas con las que luchar contra el ejército rebelde y sus aliados, las reservas de oro del Banco de España que pronto fueron transformados Correo Republicano, en los ojos de guerra
    El pueblo siempre demanda a los culpables, y Franco y sus cómplices enfocaron todos sus males y desgracias en un enemigo específico, visible y disparable: el albañil, el rojo, el político liberal, el comunista... que había manchado la sangre de los campos de la península y saqueó el tesoro de España y se había refugiado de sus crímenes en el extranjero.

    García de Cortázar 2003, págs. 345 a 6

  132. ^ Reig Tapia 2006

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