Museo Anahuacalli
El Museo Anahuacalli Diego Rivera es un museo y centro de arte de la Ciudad de México, ubicado en la colonia San Pablo de Tepetlapa de Coyoacán, a 10 minutos en auto del Museo Frida Kahlo, así como de la zona turística de esta demarcación.
El Anahuacalli (del vocablo náhuatl, cuyo significado es 'casa rodeada de agua'), es un templo de las artes diseñado por el muralista mexicano Diego Rivera. Este museo destaca por su extensa colección de arte precolombino, así como por su Espacio Ecológico que protege la flora y fauna endémicas. Rivera diseñó su arquitectura con el fin de salvaguardar su vasta colección de piezas prehispánicas, al tiempo que exhibió las obras más bellas de este conjunto en el edificio principal del museo. Así, desde la apertura al público del Anahuacalli el 18 de septiembre de 1964 se exhibe una selección de 2.000 obras de arte, especialmente bien ejecutadas y conservadas.
La extravagante arquitectura del edificio está inspirada en las estructuras mesoamericanas, con un estilo único en su tipo que mezcla influencias mayas y toltecas principalmente, aunque el propio Rivera lo definió como una amalgama de estilos azteca, maya y “rivero tradicional”. El edificio del Museo Anahuacalli está erigido con piedra volcánica labrada, extraída del mismo lugar donde se levanta. De acuerdo con palabras del museógrafo y poeta tabasqueño Carlos Pellicer, quien diseñó la exposición permanente del museo por indicación expresa del propio Rivera, el Anahuacalli responde a la siguiente descripción:
"Es una creación personal que utiliza elementos prehispánicos, principalmente de la arquitectura tolteca y algunos de la maya: muros en talud, pilastras serpenteantes y puertas romboidales. La corona piramidal acentúa el carácter magnífico del edificio.
Los techos planos de la planta baja y de los pisos superiores están decorados con mosaicos originales del genial pintor, que son elementos que se integran en la arquitectura.
La planta baja está ocupada por obras de arte azteca y teotihuacana. Un bello conjunto de esculturas de piedra, figurillas de barro -maquetas de templos- y utensilios de cerámica. Diego Rivera planeó el Anahuacalli como un gran escenario para el desarrollo de diversas expresiones artísticas como el teatro, la danza, la pintura y la música. Estas disciplinas se encuentran inmersas en una atmósfera cuya arquitectura representa la búsqueda de la esencia mexicana a través de su rico pasado precolombino. Al mismo tiempo, el Anahuacalli se integra al acontecer artístico, intelectual y educativo de la época contemporánea.
Cada año, en cumplimiento de la voluntad expresada por Rivera para el Anahuacalli, se presentan en el recinto exposiciones de arte contemporáneo, propuestas que son cuidadosamente seleccionadas, pues deben alternar armoniosamente con la arquitectura del museo, con el arte precolombino expuesto, con la naturaleza que lo rodea y con el concepto fundacional y evolutivo del Anahuacalli de Diego.
El Anahuacalli es un testimonio de la generosidad de Rivera, quien creó una obra arquitectónica prodigiosa para exhibir su colección de arte prehispánico ante los pueblos de México y el mundo. Gracias a este museo, hoy en día, miles de visitantes nacionales y extranjeros pueden adentrarse en el universo creativo que el muralista dejó albergado en este lugar único. Todo aquel que visite el recinto podrá disfrutar de sus espacios naturales y arquitectónicos, así como de la rica colección de arte mesoamericano legada a México por el Maestro Rivera.
Historia del Anahuacalli

En junio de 1940, Diego Rivera pinta el mural Unidad Panamericana para el programa "Arte en Acción" de la Exposición Internacional Golden Gate (GGIE). En este mural, el artista muestra un claro interés por ensalzar las culturas prehispánicas. Tras su regreso a México en 1941, está dispuesto a iniciar la construcción de un museo que socialice la estética precolombina, tanto a través de su arquitectura como de la colección expuesta. Para estos fines, Diego elige el terreno que adquirió en el Pedregal de San Ángel para planificar su museo y Ciudad de las Artes. En los borradores preparatorios se incluía una plaza para talleres de arte y carros de mano, así como foros dedicados a las artes escénicas, salas de exposiciones permanentes y un museo de arte mexicano con nueve sedes. Rivera gastó una cantidad considerable de sus ganancias en lo que sería uno de los proyectos más ambiciosos de su vida: el Anahuacalli.
La construcción del Anahuacalli se inició en 1942, en el barrio y poblado de San Pablo Tepetlapa. Un año después, la artista mexicana Frida Kahlo (1907–1954) escribió una carta al ingeniero Marte R. Gómez, entonces secretario de Agricultura y Fomento del gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho, en la que le exponía la necesidad de su esposo de construir un espacio que albergara su colección. En palabras de la propia Frida: “(…) después de su trabajo de pintura, lo que más le emociona en su vida son sus ídolos (…). Su idea siempre fue construir una casa para los ídolos”. En dicha carta, Frida expresa su preocupación por la tristeza de su esposo, al no contar con los recursos económicos suficientes para concluir el edificio. A raíz de ello, propone al ingeniero Marte R. Gómez, que el gobierno mexicano apoye la continuación de las obras de construcción, con la condición de que el muralista done su colección a México y convierta el Anahuacalli en un museo arqueológico. Sin embargo, esta propuesta no se llevó a cabo, al menos no en su momento.
El primer diseño museográfico fue elaborado por el propio Rivera bajo la dirección del antropólogo Alfonso Caso y Andrade (1896–1970). Tanto Caso como sus colaboradores reconocieron la capacidad de Diego para distinguir, en su colección, los componentes más auténticos e importantes. A pesar de la imprescindible colaboración de Caso, Pellicer no organizó la exposición siguiendo criterios históricos o antropológicos mientras trabajó bajo la supervisión de Rivera. Por el contrario, Pellicer priorizó la calidad artística de las piezas para organizar su exhibición, ya que ésta había sido la motivación de Rivera para reunir la colección en primer lugar. Por ello, ninguno de los objetos se muestra vinculado a una ficha de museo, ya que la intención de Rivera no responde a una clasificación arqueológica, sino a una admiración estética.
Al morir el maestro Rivera, el Anahuacalli se encontraba aún en proceso de construcción, por lo que su hija, Ruth Rivera (1927–1969) junto con los arquitectos Juan O’Gorman (1905–1982) y Heriberto Pagelson, terminaron este proyecto con el apoyo financiero de Dolores Olmedo. Así, la construcción concluyó en 1963 y el museo fue inaugurado el 18 de septiembre de 1964. En memoria de su creador, se eligió la siguiente cita para la inscripción grabada en la piedra fundacional del museo: “Devuelvo al pueblo lo que pude rescatar del patrimonio artístico de sus antepasados. Diego Rivera”.
Arquitectura de Anahuacalli

Edificio principal
Debido a la participación esencial de Juan O'Gorman en la construcción del Anahuacalli, se ha asumido erróneamente que el edificio posee una importante influencia funcionalista. Sin embargo, para la década de 1940, cuando se inició la construcción del Anahuacalli, O'Gorman ya había dejado de proyectar de acuerdo con dicho estilo arquitectónico. Distintivamente, la arquitectura del Anahuacalli fue una respuesta a la creciente presencia del Estilo Internacional; O'Gorman se dio cuenta de que sus primeros edificios, influenciados por Le Corbusier, no concordaban con el paisaje mexicano y por lo tanto los consideró como "especies invasoras". A raíz de lo anterior, O'Gorman buscó regresar a una estética mexicana para sus diseños, aquella que es característica del arte popular mexicano.
El Anahuacalli responde al ideal de una construcción integrada a la naturaleza, propio de la arquitectura orgánica, conceptualizada por Frank Lloyd Wright (1867–1959). La obra de Lloyd Wright influyó en la de O’Gorman, así como en el diseño proyectado por Rivera para el Anahuacalli, pensado para lograr un equilibrio entre lo prehispánico y lo moderno. El arquitecto mexicano consideró la obra de Wright como el paso de una “veneración servil a la estupidez europea” a una confianza en la capacidad creativa del continente americano.
El diseño del Anahuacalli está inspirado en un teocalli, que significa "casa de los dioses". Está construido con piedra volcánica proveniente de la erupción del volcán Xitle, estas rocas fueron extraídas del mismo terreno donde se construyó el museo. Su estética incluye elementos simbólicos y arquitectónicos que tienen su origen en Mesoamérica. En este sentido, el edificio principal del Anahuacalli es una manifestación de una percepción arquitectónica espacial característica de las construcciones prehispánicas mesoamericanas. Las esquinas del edificio están dedicadas a un elemento de la naturaleza que está representado por esculturas originales de sus respectivas deidades, según la cosmovisión mexica. Estas divinidades son Chicomecóatl (tierra), Ehécatl, Quetzalcóatl (viento), Tláloc (agua) y Huehuetéotl (fuego). El edificio cuenta con un total de veintitrés habitaciones distribuidas en tres niveles. En cada una de las salas sobresalen motivos visuales específicos de la mitología prehispánica que tanto fascinó a Diego Rivera.
Facade
El Anahuacalli está conformado en su totalidad por roca tallada que se originó a partir de la erupción del volcán Xitle. En la parte inferior del edificio principal sobresale una plataforma de este mismo material, configurando una especie de “estante” donde se instalan esculturas precolombinas.
En ese mismo nivel, encontramos el acceso al museo que consiste en un arco ovalado frente a la disposición de ventanas alargadas. Estas ventanas están hechas de piedra ónix de color ámbar, que luce opaca desde el exterior y traslúcida desde el interior. Estas delgadas ventanas permiten el paso de la tenue luz natural; esta es una característica sensata considerando que el nivel donde se ubican estas ventanas representa el Inframundo.
En la parte que se encuentra inmediatamente arriba del nivel de acceso, sobresalen los enormes ventanales que iluminan el interior del piso intermedio, entre los que se pueden apreciar dos cabezas de serpiente en la parte inferior de los mismos. Asimismo, se observa la cubierta en forma de trapecio, que recuerda a las antiguas estructuras mesoamericanas.
Interior del edificio

La planta baja del Anahuacalli destaca por su complejidad, está conformada por muros de distinto espesor según su función. Los muros que son más gruesos, cuentan en su interior con una estructura portante de concreto armado. Los cuatro vértices se conservaron como “cámaras”, donde se ubican bellamente los altares contemporáneos y museográficos, en alusión a los que servían para rendir culto a las deidades en contextos mesoamericanos precolombinos. Dado que esta sección representa el Inframundo, no cuenta con mucha iluminación.
En la primera planta, que es también la planta intermedia, se mantuvieron los cuatro vértices a modo de criptas y se ubican cuatro salas de exposiciones. Entre estas salas, las dos más pequeñas están orientadas al sur, y las mayores son longitudinales, estando una de ellas claramente más integrada al espacio central. En ese mismo nivel se encuentra el espacio conocido como Estudio de Diego Rivera. Esta sección representa el mundo terrenal, por lo que sus salas están dotadas de luz natural, a diferencia de la planta inferior.
Tras finalizar los espacios antes mencionados, se procedió a la construcción de la cubierta. El diseño del segundo nivel forma una “U”. En esta zona, las “criptas” se integraron a las salas longitudinales, mientras que las salas pequeñas se mantuvieron, repitiendo la disposición de las inferiores.
Aunque O'Gorman estaba decidido a respetar el esquema propuesto por Rivera, esto no fue del todo posible en el caso de la cubierta, pues Diego la había planeado con una singular ligereza. Así lo demuestran dos cartas mencionadas al respecto por la arquitecta Ruth Rivera, hija de Diego, y por Pedro Alvarado, uno de los nietos del muralista. En dichas cartas, Rivera destacó: “la importancia del Ajusco para la solución de su proyecto” y cómo la cubierta debía “rimar con la nariz del Pico del Águila”, por su esbelto diseño.
Rivera pensó en una "coronación ligera", ya que "la pirámide truncada" debe tener "un nuevo cuerpo que dé al edificio un carácter vertical", que contrasta "con el carácter horizontal conseguido por el edificio así como con su paisaje circundante". Para la solución técnica propiamente dicha, pensó en un perfil metálico ahogado en hormigón y "el plano inclinado-vertical de láminas ligeras de fino mármol o tecali, el propio techo de láminas de hormigón prefabricado…o bien colado en obra con el mismo procedimiento." Finalmente, Diego quería que la cubierta terminara en un pararrayos. El pintor también sugirió colocar una palapa para cubrir la estructura de escombros.
Debido a decisiones importantes en cuanto a costos, así como para asegurar la durabilidad y la estabilidad de la construcción, la solución final de Juan O'Gorman no pudo cumplir totalmente con las pautas de Diego. En consecuencia, la parte superior del edificio resultó algo pesada, rígida y poco flexible, en comparación con la idea original.
Mosaico

Tanto Rivera como O'Gorman realizaron experimentos técnicos y estéticos para los remates decorativos del interior del Anahuacalli, utilizando la técnica del mosaico fundido, que consiste en:
"Colocar directamente sobre el encofrado de madera unos cartones con los bocetos dibujados. Sobre estos cartones, con una emulsión de cola, se fueron adhiriendo los trozos de piedra siguiendo la imagen que había creado el pintor. Posteriormente, se completó con la piedra de mortero para fijarla. Cuando todo esto se secó, se quitaron el encofrado y los cartones, y se corrigió la imagen".
Los primeros intentos no fueron satisfactorios, por lo que cuando se llegó a una solución definitiva se demolieron las primeras losas. Inicialmente, la cubierta de la planta baja contaba con lucernarios, los cuales tuvieron que ser sellados porque el artista no podía resolver el paso de la luz sin el uso de vitroblock para dar firmeza al piso del siguiente nivel. La complejidad de los mosaicos varía según los niveles del museo. Mientras que los diseños de los mosaicos de la planta baja son monocromáticos, los mosaicos de las secciones superiores fueron realizados con piedras de diferentes colores.
En los ventanales se colocaron piedras en cortes verticales que simulaban un fino ritmo que cerraba los ventanales sin dinteles horizontales, sino angulares. La decisión fue utilizar una piedra de tecali en lajas tan delgadas como traslúcidas y así lograr un vínculo con la piedra.
Espacios exteriores
La extensión total del terreno del Museo Anahuacalli es de sesenta mil metros cuadrados, en los cuales Diego Rivera diseñó el edificio del museo y concibió una Ciudad de las Artes; un espacio de creación y retroalimentación artística, donde conviven la arquitectura, la pintura, la danza, la música, la escultura, el teatro, la artesanía y la ecología. En el centro del lugar, encontramos una gran explanada o plaza central, donde frecuentemente se realizan diversos eventos artísticos.
A un costado del edificio principal se ubica la galería Diego Rivera, un espacio para exposiciones temporales de gran calidad. Otro lugar fundamental de este recinto es la biblioteca de arte Sapo-Rana, que alberga el acervo de 2400 ejemplares de la biblioteca personal de la antropóloga Eulalia Guzmán, quien los donó al Museo Anahuacalli en la década de 1950. Esta biblioteca también cuenta con valiosos libros de arte, disponibles para ser consultados en la sala. En 2021 se inauguró una remodelación de esta biblioteca, en el marco del proyecto “Remodelación y Construcción de Nuevos Espacios del Museo Anahuacalli”. Esta intervención convirtió a la Biblioteca en un lugar multidisciplinario, dotado de una arquitectura interior que goza de un diseño moderno y funcional, lo que le posibilita exhibir instalaciones de arte contemporáneo y obras de arte de todo tipo, además de ser una sala adecuada para conferencias y charlas.

Reserva ecológica
El terreno donde se construyó el Anahuacalli apareció hace aproximadamente 2000 años con la erupción del volcán Xitle, que produjo un derrame de lava que, con el tiempo, se convirtió en lo que hoy es el Pedregal de San Ángel. Si bien la explosión devastó el paisaje del Valle de México, afectando bosques y lagos, de la roca volcánica surgió un nuevo ecosistema, que ha sido objeto de inspiración para reconocidos artistas como el Dr. Atl y el arquitecto Luis Barragán.
Aunque se cree que la principal razón por la que Diego Rivera eligió el roquedo de San Pablo Tepetlapa para erigir su Templo de las Artes fue la disponibilidad de materiales para la construcción de su edificio allí, no se descarta que Rivera también pudiera haber heredado el interés por la flora y fauna mexicanas de uno de sus maestros: el pintor José María Velasco. La obra de Velasco no sólo se concentra en la pintura de paisajes, sino que también incursionó en el campo de la ilustración científica. Además, es probable que lo anterior influyera en la preferencia de Diego por utilizar plantas propias de regiones semiáridas y matorrales xerófilos, en contraposición a las tendencias de la época que mostraban una clara preferencia por los jardines con estética y composición botánica europea.
En 1949, Rivera publicó en el periódico Novedades su texto “Requerimientos para la organización de El Pedregal”, en el que exponía las ventajas que presentaba el terreno rocoso para la construcción de viviendas. En dicho documento, habla del Pedregal como un posible sitio para la creación de una nueva ciudad, ya que no presentaba las complicaciones climáticas y económicas propias de las regiones más antiguas de la Ciudad de México, donde el suelo era más esponjoso. Por otra parte, una de las mayores preocupaciones de Diego era la preservación del paisaje natural, por lo que redactó una serie de especificaciones para no dañar el ecosistema durante las obras. El artista consideraba que la lava debía ser protegida, ya que dotaba al territorio de su singular belleza. Rivera buscaba preservar este mismo atributo de la lava, en lo que hoy es la Reserva Ecológica de Anahuacalli.
El Museo Anahuacalli es el único museo en México que cuenta con una zona ecológica de 28000 metros cuadrados que se mantiene en estado silvestre y cuenta con afloramientos de agua que enriquecen la belleza del paisaje. Esta área verde protege flora y fauna propias del suelo volcánico del lugar, así como orquídeas, hierbas comestibles y medicinales, Begonia del Pedregal y arbustos que no se encuentran en ninguna otra área verde de México. Esta reserva ecológica se puede contemplar con una vista panorámica desde la azotea del museo. Además, se puede visitar a través de recorridos guiados los días sábados y domingos.
- Zona de entrada
- Roof Terrace
- Ventana
- Entrada a la escalera
- Disco solar en el edificio del museo
- Lobby
- Exposición compartida
- Museum Stairs
Colección de arte precolombino

Diego Rivera (1886–1957) comenzó a coleccionar arte precolombino desde su infancia. En 1906 tuvo que dejar esta primera colección al cuidado de su madre, cuando se fue a vivir y trabajar a Europa. A su regreso en 1921, se vio obligado a reiniciar su colección porque su madre le dijo que tenía que venderla por problemas económicos. Ese mismo año, Rivera reinició la adquisición paulatina de las obras de arte precolombino que actualmente se exhiben en el Anahuacalli.
Desde la década de 1930, Diego tuvo la intención de depositar su colección en un lugar específico, diseñado según sus ideas. En ese entonces, el muralista ya colaboraba con las autoridades culturales del gobierno en turno. En 1934, una vez terminado el Palacio de Bellas Artes, se realizó la exposición Escultura Mexicana Antigua. El maestro Rivera colaboró con esta muestra, aportando doce piezas de las ciento treinta y nueve obras que componían esta exposición.
Juan Coronel Rivera, historiador, escritor y nieto del pintor, declara: “Cuando la colección era muy incipiente, hacia 1934, tenía en realidad piezas muy seleccionadas; cada una de ellas las colocaba sobre una peana. Después, cuando la cantidad fue abrumadora, cuando llegó a 30.000 piezas, simplemente las colocaba donde cabían”. Para el año de su muerte, en 1957, el maestro Rivera contaba con más de 40.000 piezas reunidas. Dolores Olmedo (1908–2002), antigua mecenas de Rivera, contabilizó 59.400 piezas.
El interés de Diego Rivera por el pasado prehispánico coincide con los años en los que se formó el pensamiento nacionalista a raíz de la Revolución Mexicana. Al igual que sus contemporáneos, no sólo valoró los restos de las culturas precolombinas, sino que también consideró las piezas de Tlatilco, Teotihuacán y el Occidente de México como obras fundacionales de la estética mexicana. El pintor vio en la ampliación de su colección mucho más que un pasatiempo; su propósito era rescatar y preservar el patrimonio precolombino para una mejor comprensión del desarrollo del arte mexicano. Su fascinación por las figuras de piedra y las piezas de cerámica se convirtieron en inspiración para sus obras de arte. Un claro ejemplo de ello es la figura de Xochipilli, el Señor de las Flores, cuya imagen Rivera ilustró en las pinturas murales ubicadas en las escaleras de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Este dibujo, en términos arqueológicos, es posiblemente la representación pictórica más precisa de una deidad azteca.
Es sabido que la afición del artista por el coleccionismo le generó en su época un problema económico y familiar. La novelista y modelo mexicana Guadalupe Marín, esposa de Diego durante un tiempo, se sintió especialmente molesta por la insistencia de su marido en comprar ídolos, sin tener en cuenta los gastos de su hogar. Así lo demuestra una narración publicada en 1964 en el periódico cultural El Gallo Ilustrado:
"Váyanse, les digo que se lleven sus tepalcates y dejen a mi marido en paz. Sólo vean lo que hace Rivera conmigo: compra esos maniquíes y después no le importa que no tengamos ni para comer. Seguro los centavos que eran para el gasto de hoy, este chacharero se los lleva".
En cuanto a la naturaleza de su colección, Rivera no quiso que fuera un muestrario científico, sino que buscó devolver a las piezas su Mana, que en palabras del antropólogo, historiador y filósofo Mircea Eliade (Bucarest, 1907 –Chicago, 1986) es:
"(…) la fuerza misteriosa y activa que poseen ciertos individuos, generalmente las almas de los muertos y todos los espíritus (…). Es una fuerza diferente de las fuerzas físicas desde un punto de vista cualitativo, por eso se ejerce de manera arbitraria. Un buen guerrero debe esa cualidad no a su propia fuerza o recursos, sino a la fuerza que le da el maná de un guerrero muerto. Ese maná se encuentra en el pequeño amuleto de piedra que cuelga de su cuello."
Diego Rivera se propuso rescatar el carácter ritual de las piezas de su colección; esa esencia divina que poseían en el momento de su uso y que las dotaba de su valor real. En entrevista con el pintor, la periodista estadounidense Betty Ross comentó que “El maestro tocó con cariño una figura de piedra, que probablemente databa de miles de años atrás (…) me presentó a Centéotl, diosa del maíz, cerca de la cual estaba sentado Tláloc, dios de las aguas (…)”. Lo anterior demuestra la gran veneración que tenía Diego Rivera hacia sus obras de arte prehispánicas, así como la manera apropiada en que se acercaba a ellas. Cabe mencionar que el pintor, junto con Manuel Gamio, participaba en ceremonias esotéricas en la cima de la Pirámide del Sol, pues ambos formaban parte de la logia rosacruz “Quetzalcóatl”.
Esas prácticas espirituales podrían explicar que los pensadores del Estado mexicano vieran en los antiguos monolitos el poder de reinventar la cultura nacional. En resumen, estos artefactos eran percibidos tanto como medios de conexión espiritual como herramientas para afirmar un alto estatus político.
En 1950, el entonces director del Museo Nacional de Antropología, Daniel Rubín de la Borbolla Cedillo (1907–1990), llevó a cabo un proyecto en colaboración con la Dirección de Educación Primaria Nocturna. La iniciativa consistió en una exposición itinerante de arte precolombino, que debía permitir a los estudiantes apreciar un panorama gráfico enriquecido de la vida prehispánica. Piezas de la colección de Diego Rivera formaron parte de esta muestra de arte educativo.
Actualmente, el Museo Anahuacalli alberga un estimado de 39,000 piezas prehispánicas que el Maestro Rivera recopiló a lo largo de su vida. De estos numerosos patrimonios artísticos, una selección de las 2,000 piezas más representativas se encuentra en exposición permanente al público. Según Pellicer: “La extraordinaria riqueza de la colección permitió al organizador del museo crear escenas de la vida pública y privada de aquellos personajes. Todos estos nichos, son verdaderamente asombrosos”. Las 37,000 piezas restantes se conservan en el edificio denominado Bodega de Colecciones.
- Cierre de una pieza de cerámica de colores
- Escultura de cerámica de la persona con carga en su espalda
- Mascara de muerte de Jade
- Figura de cerámica
- Cerámica con forma animal
- Pieza de cerámica
- Cerámica con cara distorsionada
- Escultura de cerámica de la figura sentada
- Escultura cerámica de una mujer carente de brazos y piernas
- Vaso de cerámica con Cabeza de Mujer
- Máscara de cerámica
- Pieza de cerámica o piedra con Alta Cerámica
Diego Rivera Sketch Collection
En el gran espacio central ubicado en el segundo piso del Anahuacalli, llamado “Estudio”, se exhiben 16 bocetos para diferentes murales realizados por Rivera a principios de los años treinta. En ellos, se puede admirar la maestría de la composición clásica aprendida por el muralista en su juventud. Dibujante nato, Rivera pudo explotar sus habilidades gracias a su formación en la Academia de San Carlos en México (1898-1905), así como a su participación en las vanguardias europeas y al conocimiento que adquirió sobre el arte tradicional durante su periodo de residencia en Europa (1907-1921).
En su obra mural, Diego plasma su concepción totalizadora de la historia. Retrata la lucha de clases y sus protagonistas, así como las diferentes corrientes que las animan. Estos bocetos permiten apreciar el trabajo de experimentación técnica y estética de Rivera, junto con el proceso necesario para comunicar la complejidad de sus ideas.
Entre los bocetos que se exhiben, destaca el realizado para el mural Hombre en la encrucijada, pintado en 1932 en el Rockefeller Center y posteriormente destruido por órdenes del magnate Nelson Rockefeller. Asimismo, impresionan Historia del Estado de Morelos, parte del mural del Palacio de Cortés en Cuernavaca, Conquista y Revolución (1933), y los bocetos para El retrato de América en la New Workers School de Nueva York.
Existe un boceto de un desnudo realizado para el mural de la Capilla Chapingo y un dibujo que no pertenece a ningún mural, titulado “Diego niño dibujando”, en el que transmite su temprana pasión por la figuración.
A continuación, algunos de los dibujos que se conservan en el Anahuacalli:
Murales del Palacio de Cortés (1933), Cuernavaca:
- Sketch para el mural "Historia del Estado de Morelos. Conquista y revolución".
- Dos tarjetas de tamaño completo; una con el retrato de Morelos y otra con las imágenes de la La Patria y Zapata, que forman parte de los frescos "Independencia 1810" y "Revolución 1910".
- Sketch para el mural "Encounter of Hernán Cortés with the Tlaxcaltecas".
Mural 'El retrato de América' (1930), para la New Workers School, Nueva York:
- "Los Conquistadores", primer panel del estudio preliminar para el juego "La lucha de clases en los Estados Unidos"
Mural 'El hombre en la encrucijada' (1932), para el Rockefeller Center, Nueva York:
- "La muerte de la tiranía"
- "La muerte de la idolatría"
- "El hombre técnico"
- "El hombre en la encrucijada" (A y B)
Otros murales:
- "Meeting A", "Meeting B" (sketches para paneles complementarios del mural "Nightmare of war and dream of peace")
- Sketch del mural "Water, el origen de la vida", para el Cárcamo de Chapultepec
- Esqueje de una figura desnuda dentro del mural "Germination", encontrado en Chapingo Chapel
- "Diego dibujo como niño"
Nuevos espacios de Anahuacalli

El equipo de trabajo del Museo Anahuacalli se dedicó a la construcción de nuevos espacios, inicialmente por la necesidad de contar con una nueva sala de depósito de colecciones, ya que la original construida por Juan O’Gorman y Ruth Rivera -que duró aproximadamente 60 años- era demasiado pequeña para la cantidad de piezas que albergaba. Posteriormente, se decidió que el proyecto no se limitaría a este depósito, sino que se ampliaría a la construcción de edificios para talleres, oficinas y una nueva plaza. Adicionalmente, se remodelaron las bodegas de mantenimiento del museo, así como la cafetería, la biblioteca y la tienda.
El diseño de los nuevos espacios estuvo a cargo del arquitecto mexicano Mauricio Rocha Iturbide, quien tuvo como objetivo interpretar el proyecto inicial de Diego, logrando un diálogo entre el edificio original de Anahuacalli y las nuevas estructuras. Es decir, un intercambio entre el arte contemporáneo y el arte y la arquitectura prehispánica. Dado que el estilo Anahuacalli corresponde a los principios de la arquitectura orgánica, se buscó que los nuevos espacios armonizaran con el paisaje natural. En este sentido, se utilizaron soportes estructurales con el fin de elevar la base de los edificios de tal manera que respetaran la superficie rocosa. El proyecto contó con la participación del ingeniero Santiago Sánchez Aedo y su empresa constructora Arquitech, para la construcción de las estructuras.
Entre los nuevos espacios destaca el Almacén de Colecciones, destinado a la protección, conservación, restauración, estudio e incluso exposición a investigadores, de las piezas de la colección precolombina legada por Diego Rivera. En esta sala se resguardan los tesoros que no se exhiben de manera permanente en el edificio principal, sin embargo, esas piezas gozan de la misma importancia artística, histórica y cultural que las que se encuentran en exposición pública.
Los nuevos espacios de Anahuacalli, inaugurados en septiembre de 2021, son los siguientes:
Biblioteca Sapo-Rana: parte del proyecto original de Rivera inaugurado en 1964, un espacio tradicional y multidisciplinario que ha sido bellamente remodelado.
Plazuela Ruth: espacio exterior destinado a actividades culturales y sociales de diversa índole.
Danza y Movimiento: espacio para el desarrollo y aprendizaje de las artes escénicas.
El Mirador: un lugar original y elevado que ofrece una vista del edificio principal del Anahuacalli.
Foro de Piedra: espacio exterior techado, en conexión con la piedra volcánica. Para actividades que requieran aforo reducido en el foro.
El Cubo: un espacio de diseño minimalista, semiabierto y multidisciplinar, apto para la realización de diversas actividades artísticas.
Creación: espacio semiabierto de usos múltiples, con entrada de luz natural de estilo funcionalista.
Experimentación: espacio dotado de suministro de agua, para el desarrollo de talleres artísticos y eventos diversos.
Foro de Máquinas: espacio exterior techado, en conexión con el suelo volcánico originario del lugar.
Foro Lola: espacio al aire libre inserto en una zona verde, en diálogo con la vegetación que emerge naturalmente de la topografía volcánica de El Pedregal.
Almacén O’Gorman: su diseño moderno y funcional permite resguardar todo tipo de materiales de trabajo, así como la celebración de eventos culturales y sociales.
Patio Las Moras: espacio exterior.
Patio Los Helechos: diseñado para permitir la apreciación de la exuberante vegetación del Espacio Ecológico del Museo Anahuacalli.
Patio Palo Loco: espacio diáfano, de diseño original, moderno y polifuncional. Situado junto a la entrada de visitantes.
Las Piedras: infraestructura exterior preexistente que fue transformada para múltiples usos.
Actividades culturales
El Museo Anahuacalli, además de albergar la colección de Diego Rivera y bocetos de sus pinturas murales, también ofrece una variedad de talleres para diversos públicos.
Los talleres son de formación artística, ambiental y multidisciplinar. La oferta incluye cursos presenciales y online en diversas disciplinas, como:
· Fotografía urbana
· Acuarela y paisaje
· Dibujo de piezas prehispánicas
· Herbolario especializado
· Medicina tradicional mexicana
· Huertos urbanos y cuidado de plantas en Pedrega
· Kokedamas, arte floral japonés
· Cultivo de compost y setas
· Etc.
- Creación de espacio
- Lola Forum
- Terraza de Anahuacalli
- fachada de Anahuacalli
- altar de arte prehispánico
- Vista de Anahuacalli de la Reserva Ecológica
- Entrada principal de Anahuacalli
Véase también
- Frida Kahlo Museum
- Museo Mural Diego Rivera
Referencias
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Enlaces externos
19°19′21″N 99°08′39″O / 19.32250, -99.14417
- Walkerphotographix.com: Tour fotográfico del Museo de Anahuacalli
- Recorridosvirtuales.com: Virtual 360° Tour del Museo de Anahuacalli