Miguel Otero Silva

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Miguel Otero Silva (26 de octubre de 1908 – 28 de agosto de 1985), fue un escritor, periodista, humorista y político venezolano. Figura de gran relevancia en la literatura venezolana, sus obras literarias y periodísticas se relacionaron estrictamente con la historia sociopolítica de Venezuela. A lo largo de su vida se vio obligado a exiliarse repetidamente. Posteriormente, tras el establecimiento de un Estado democrático en 1958, fue elegido miembro del Senado de Venezuela.

Carrera temprana

Nacido en Barcelona, Anzoátegui, Otero Silva se mudó a Caracas a una edad muy temprana para asistir a la escuela secundaria en el Liceo Caracas. Posteriormente estudió ingeniería civil en la Universidad Central de Venezuela. Durante este tiempo se dedicó a sus primeras actividades literarias, escribiendo para revistas y periódicos como Élite y Fantoches, así como otras publicaciones universitarias. También empezó a incursionar en el periodismo.

Fuerte Amsterdam de Willemstad, tomada por revolucionarios venezolanos en 1929.

Durante la Semana del Estudiante del país en 1928, Otero Silva formó parte de una serie de protestas contra el gobierno del dictador Juan Vicente Gómez (ver Generación de 1928). También se vio involucrado en un complot militar para derrocar al gobierno, lo que lo obligó a exiliarse en Curazao. Allí, junto a Gustavo Machado, Rafael Urbina López y otros venezolanos expatriados participó en la toma del Fuerte Ámsterdam en Willemstad el 29 de junio del mismo año, en otro intento de derrocar al presidente Gómez. El complot, apoyado por 250 hombres, además de destacados comunistas como José Tomás Jiménez y Guillermo Prince Lara, implicó el secuestro del gobernador Leonard Albert Fruytier [nl]. Los revolucionarios saquearon las armas, municiones y el tesoro de la isla y arrastraron al gobernador Fruytier de regreso a Venezuela a bordo del barco estadounidense robado Maracaibo. Aunque los revolucionarios desembarcaron en La Vela de Coro fueron derrotados por Gómez; fuerzas, y la incursión terminó en un fracaso. Otero Silva fue enviado una vez más al exilio, esta vez en Colombia. Lo acompañaron Machado, Urbina y otros revolucionarios. Durante este tiempo, Otero Silva trabajó en su primera novela, Fiebre (Fiebre), publicada más tarde en 1939. En 1930 se había afiliado al grupo marxista Comintern.

1935–1958

Pudo regresar a Venezuela tras la muerte del dictador Juan Vicente Gómez en 1935. Aprovechando la libertad de expresión permitida por el sucesor de Gómez, Eleazar López Contreras, Otero Silva publicó poesía política humorística en los periódicos. Finalmente etiquetado como comunista, el gobierno lo obligó a exiliarse nuevamente en 1937. Durante sus tres años de exilio viajó extensamente por México, Estados Unidos y Colombia.

De regreso a Venezuela, cofundó el semanario de humor El Morrocoy Azul, junto con Francisco José Delgado y Claudio Cedeño. También fundó un semanario de izquierda llamado ¡Aquí Está! (¡Aquí está!).

En 1943 el padre de Otero Silva, Henrique Otero Vizcarrondo, fundó el diario El Nacional. Nombró a su hijo jefe de prensa, lo que coincidió con la resolución de Otero Silva de Estudia periodismo en la Universidad Central de Venezuela. En 1946 se casó con María Teresa Castillo, una colega periodista, y se graduó de la universidad en 1949. Dos años más tarde, Otero abandonó el Partido Comunista de Venezuela, alegando que no estaba preparado para la disciplina política. En cambio, decidió dedicarse a escribir. Pasó un año en Guárico, investigando la historia del pueblo de Ortiz, desde su fundación inicial hasta su abandono por un brote de malaria. El pueblo le sirvió de inspiración para su siguiente novela, Casas Muertas, publicada en 1955. La novela recibió el Premio Nacional de Literatura y el Premio de Novela. Arístides Rojas ese mismo año.

Su periódico, El Nacional, fue suspendido dos veces durante el gobierno militar de Marcos Pérez Jiménez. Hacia el final de la dictadura, Otero Silva fue arrestado por editar y publicar el Manifiesto de los Intelectuales, un texto que atacaba a Pérez Jiménez' administración.

1958–1985

Después de que Marcos Pérez Jiménez fue derrocado en 1958, Otero fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo, y elegido para el Senado venezolano, representando el estado de Aragua. Sin embargo, no mucho después, El Nacional fue una vez más criticado por espantar los ideales comunistas e izquierdistas, esta vez por el nuevo gobierno de Rómulo Betancourt. El descontento del Gobierno con el periódico hizo que Otero Silva renunciara al periodismo activo.

Sus obras de ficción de la época incluyen Oficina N° 1, de 1961, y La Muerte de Honorio de 1963, junto con Las Celestiales en 1965, un libro de coplas con referencias humorísticas a la política, las ideologías y la religión, que firmó como "Iñaki de Errandonea", un sacerdote jesuita ficticio inventado por el propio Otero .

En 1967, Otero Silva fue nombrado miembro de pleno derecho de la Academia Venezolana de la Lengua. Como senador impulsó la creación del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA) en la década de 1970, y participó en la fundación de la Galería de Arte Nacional. En 1979, Otero recibió el Premio Lenin de la Paz.

En 1985, poco después de publicar La Piedra que era Cristo, Otero Silva murió en Caracas el 28 de agosto.

Honores

  • Premio Nacional de Literatura (1955, por la novela Casas Muertas)
  • Premio Nacional de Periodismo
  • Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua (1967)
  • Premio de Paz de Lenin (1979)

Curiosidades

  • En las cinco primeras novelas de Otero, el número de palabras que componen el título es el mismo que el número de orden en el que se publican. Fiebre, la primera novela de Otero, tiene sólo una palabra; la segunda, Casas Muertas, tiene dos; y así hasta Cuando quiero llorar, no lloro, la quinta novela con un título de cinco palabras. Después de esto, el patrón ya no se sigue. Esto puede parecer un detalle intencional de Otero.
  • En 2006 Argenis Martínez hizo un libro biográfico sobre la vida de Miguel Otero Silva, para el Biblioteca Biográfica VenezolanaCon el sello de El Nacional.
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