La teoría de la acción comunicativa

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La teoría de la acción comunicativa (‹Ver Tfd›en alemán: Theorie des kommunikativen Handelns) es un libro de dos volúmenes de 1981 del filósofo Jürgen Habermas, en el que el autor continúa su proyecto de encontrar una manera de fundamentar "las ciencias sociales en una teoría del lenguaje", que había sido establecido en Sobre la lógica de las ciencias sociales (1967). Los dos volúmenes son La razón y la racionalización de la sociedad (Handlungsrationalität und gesellschaftliche Rationalisierung), en el que Habermas establece un concepto de racionalidad comunicativa, y Mundo de vida y sistema: una crítica de la razón funcionalista (Zur Kritik der funktionalistischen Vernunft), en el que Habermas crea el concepto de sociedad en dos niveles y expone la teoría crítica de la modernidad.

Después de escribir La teoría de la acción comunicativa, Habermas amplió la teoría de la acción comunicativa utilizándola como base de su teoría de la moral, la democracia y el derecho. La obra ha inspirado muchas respuestas de teóricos sociales y filósofos, y en 1998 fue catalogada por la Asociación Sociológica Internacional como el octavo libro sociológico más importante del siglo XX.

Teoría

La teoría de la acción comunicativa es un proyecto crítico que reconstruye un concepto de razón que no se basa en términos instrumentales u objetivistas, sino más bien en un acto comunicativo emancipador. Esta reconstrucción propone que "la acción y la comprensión humanas pueden analizarse fructíferamente como poseedoras de una estructura lingüística", y que cada enunciado se basa en la anticipación de la libertad frente a una dominación innecesaria. Estas estructuras lingüísticas de la comunicación pueden utilizarse para establecer una comprensión normativa de la sociedad. Esta concepción de la sociedad se utiliza "para hacer posible una conceptualización del contexto de la vida social que se adapte a las paradojas de la modernidad".

Este proyecto se inició tras la recepción crítica del libro de Habermas Conocimiento e intereses humanos (1968), tras lo cual Habermas decidió alejarse del análisis contextual e histórico del conocimiento social hacia lo que se convertiría en la teoría de la acción comunicativa. La teoría de la acción comunicativa entiende el lenguaje como el componente fundacional de la sociedad y es un intento de actualizar el marxismo "basándose en la teoría de sistemas (Luhmann), la psicología del desarrollo (Piaget, Kohlberg) y la teoría social (Weber, Durkheim, Parsons, Mead, etc.)".

A partir de las lecciones que desarrolló inicialmente en La pragmática de la interacción social, Habermas pudo ampliar su teoría para abarcar una comprensión más amplia de la sociedad.

Thomas A. McCarthy afirma que

The The The Theory of Communicative Action tiene tres preocupaciones interrelacionadas: (1) desarrollar un concepto de racionalidad que ya no está ligado a, y limitado por, el local subjetivista e individualista de la filosofía moderna y la teoría social; (2) construir un concepto de dos niveles de sociedad que integra el mundo de la vida y los paradigmas de sistemas; y, finalmente, (3) dibujar, contra este fondo, una teoría crítica de la modernidad que analiza y explica sus patologías de una manera que sugiere una redirección en lugar.

Volumen 1

La teoría de la acción comunicativa, volumen 1 se propone "desarrollar un concepto de racionalidad que ya no esté ligado ni limitado por las premisas subjetivistas e individualistas de la filosofía moderna y la teoría social". Con este fracaso de la búsqueda de fundamentos últimos por parte de la "primera filosofía" o la "filosofía de la conciencia", una teoría de la racionalidad probada empíricamente debe ser una teoría pragmática basada en la ciencia y la ciencia social. Esto implica que cualquier afirmación universalista solo puede validarse mediante la prueba de contraejemplos en contextos históricos (y geográficos), no mediante el uso de supuestos ontológicos trascendentales. Esto lo lleva a buscar la base de una nueva teoría de la acción comunicativa en la tradición de la sociología. Comienza releyendo la descripción de la racionalidad de Max Weber y argumentando que tiene una visión limitada de la acción humana. Habermas sostiene que las premisas teóricas básicas de Weber con respecto a la acción social perjudicaron su análisis en la dirección de la racionalidad intencional, que supuestamente surge de las condiciones de la producción de mercancías. Si se toma la definición de acción como comportamiento humano con intención, o con un significado subjetivo asociado, la teoría de la acción de Weber se basa en un sujeto solitario que actúa y no abarca las acciones de coordinación que son inherentes a un cuerpo social.

Según Weber, la racionalización (para utilizar esta palabra en el sentido que tiene en la teoría sociológica) crea tres esferas de valor: las zonas diferenciadas de la ciencia, el arte y el derecho. Para él, esta desunión fundamental de la razón constituye el peligro de la modernidad. Este peligro surge no simplemente de la creación de entidades institucionales separadas, sino de la especialización del conocimiento cognitivo, normativo y estético que a su vez permea y fragmenta la conciencia cotidiana. Esta desunión de la razón implica que la cultura se desplaza desde una base tradicional en un esfuerzo colectivo consensual hacia formas que son racionalizadas por la mercantilización y dirigidas por individuos con intereses que están separados de los propósitos de la población en su conjunto.

Esta "acción racional con un fin" está dirigida por los "medios" del Estado, que sustituyen al lenguaje oral como medio de coordinación de la acción social. Surge un antagonismo entre estos dos principios de integración social: el lenguaje, que está orientado a la comprensión y al bienestar colectivo, y los "medios", que son sistemas de acción orientados al éxito.

Siguiendo a Weber, Habermas considera que la especialización es el desarrollo histórico clave que conduce a los efectos alienantes de la modernidad, que "permean y fragmentan la conciencia cotidiana".

Habermas señala que los "costos sociopsicológicos" de esta versión limitada de la racionalidad son, en última instancia, soportados por los individuos, que es lo que György Lukács tenía en mente cuando desarrolló el concepto de Marx de reificación en su Historia y conciencia de clase (1923). Estos costos surgen como enfermedades neuróticas generalizadas, adicciones, trastornos psicosomáticos y dificultades conductuales y emocionales; o encuentran una expresión más consciente en acciones criminales, grupos de protesta y cultos religiosos. Lukács pensaba que la reificación, aunque es profunda, está limitada por el potencial del argumento racional para ser autorreflexivo y trascender su uso ocupacional por parte de agencias opresivas. Habermas está de acuerdo con este análisis optimista, en contraste con Adorno y Horkheimer, y piensa que la libertad y los ideales de reconciliación están arraigados en los mecanismos de la sociabilidad de la humanidad mediada lingüísticamente.

Volumen 2

Habermas encuentra en la obra de George Herbert Mead y Émile Durkheim conceptos que pueden utilizarse para liberar la teoría de la racionalización de Weber de las aporías de la filosofía de la conciencia. El concepto más productivo de Mead es su base teórica de la comunicación y el de Durkheim es su idea de integración social. Mead también destacó el carácter social de la percepción: nuestros primeros encuentros son sociales.

A partir de estas bases, Habermas desarrolla su concepto de acción comunicativa: la acción comunicativa sirve para transmitir y renovar el conocimiento cultural, en un proceso de consecución de entendimientos mutuos. Luego coordina la acción hacia la integración social y la solidaridad. Finalmente, la acción comunicativa es el proceso a través del cual las personas forman sus identidades.

Siguiendo a Weber, la complejidad creciente surge de la diferenciación estructural e institucional del mundo de la vida, que sigue la lógica cerrada de la racionalización sistémica de nuestras comunicaciones. Se produce una transferencia de la coordinación de la acción desde el "lenguaje" a los "medios de dirección", como el dinero y el poder, que pasan por alto la comunicación orientada al consenso con una "generalización simbólica de premios y castigos". Después de este proceso, el mundo de la vida "ya no es necesario para la coordinación de la acción". Esto tiene como resultado que los humanos ("actores del mundo de la vida") pierdan el sentido de la responsabilidad, con una cadena de consecuencias sociales negativas. Las comunicaciones del mundo de la vida pierden su propósito y se vuelven irrelevantes para la coordinación de los procesos vitales centrales. Esto tiene el efecto de arrancar el corazón del discurso social, permitiendo que se produzca una diferenciación compleja, pero a costa de patologías sociales.

"En definitiva, los mecanismos sistémicos suprimen las formas de integración social incluso en aquellas áreas en las que no se puede sustituir una coordinación de la acción dependiente del consenso, es decir, donde está en juego la reproducción simbólica del mundo de la vida. En estas áreas, la mediatización del mundo de la vida asume la forma de la colonización". Habermas sostiene que Horkheimer y Adorno, como Weber antes que ellos, confundieron la racionalidad del sistema con la racionalidad de la acción. Esto les impidió diseccionar los efectos de la intrusión de los medios de comunicación en un mundo de la vida diferenciado y la racionalización de las orientaciones de la acción que sigue. Entonces sólo pudieron identificar como valiosas las acciones comunicativas espontáneas dentro de áreas de acción aparentemente "no racionales", el arte y el amor por un lado o el carisma del líder por el otro.

Según Habermas, los mundos de la vida quedan colonizados por los medios de comunicación dominantes cuando suceden cuatro cosas:

  1. Las formas tradicionales de vida están desmanteladas.
  2. Las funciones sociales están suficientemente diferenciadas.
  3. Hay recompensas adecuadas de ocio y dinero para el trabajo alienado.
  4. Esperanzas y sueños se individuan por la canalización estatal del bienestar y la cultura.

Estos procesos se institucionalizan mediante el desarrollo de sistemas globales de jurisprudencia. En este artículo, señala los límites de un concepto de legitimación totalmente jurídico y prácticamente reclama una "formación de la voluntad" más anarquista por parte de redes y grupos autónomos.

"Las contrainstituciones tienen como objetivo desdiferenciar algunas partes de los dominios de acción formalmente organizados, sacarlas de las garras de los medios directivos y devolver estas "áreas liberadas" al medio de coordinación de la acción para alcanzar el entendimiento".

Después de dejar de lado el uso excesivamente negativo de la racionalización por parte de Weber, es posible mirar el ideal de la Ilustración de la razón bajo una nueva luz. La racionalidad se redefine como un pensamiento que está dispuesto a someterse a la crítica y al examen sistemático como un proceso continuo. Una definición más amplia es que la racionalidad es una disposición expresada en un comportamiento para el cual se pueden dar buenas razones.

Habermas está ahora en condiciones de dar una definición preliminar del proceso de racionalidad comunicativa: se trata de una comunicación que está "orientada a lograr, mantener y revisar el consenso -y, de hecho, un consenso que se basa en el reconocimiento intersubjetivo de pretensiones de validez criticables". Con esta definición clave, desplaza el énfasis de nuestro concepto de racionalidad de lo individual a lo social. Este cambio es fundamental para la Teoría de la acción comunicativa, ya que se basa en el supuesto de que el lenguaje es implícitamente social e inherentemente racional.

Algún tipo de argumento es fundamental para el proceso de alcanzar un resultado racional. Las afirmaciones de validez cuestionadas se tematizan y luego se intenta defenderlas o criticarlas de manera sistemática y rigurosa. Esto puede parecer que favorece el lenguaje verbal, pero también se da cabida a los "discursos prácticos" en los que las afirmaciones de rectitud normativa se hacen temáticas y se ponen a prueba pragmáticamente. Las formas no verbales de expresión cultural a menudo podrían caer en esta categoría.

Habermas propone tres condiciones integradas a partir de las cuales el discurso argumentativo puede producir resultados válidos: "La estructura de la situación ideal de habla (lo que significa que el discurso está) inmunizado contra la represión y la desigualdad de una manera especial... Las estructuras de una competencia ritualizada por los mejores argumentos... Las estructuras que determinan la construcción de los argumentos individuales y sus interrelaciones".

Admitiendo tales principios de argumentación racional, la racionalidad comunicativa es:

  1. Los procesos por los que se presentan diferentes reclamaciones de validez a una resolución satisfactoria.
  2. Las relaciones con el mundo que las personas toman para adelante reivindicaciones de validez de las expresiones que consideran importantes.

Habermas analiza a continuación tres tipos de discursos que pueden utilizarse para alcanzar resultados válidos además del argumento verbal: el discurso estético, el terapéutico y el explicativo. Como no se tratan en profundidad en la teoría de la acción comunicativa, se da la impresión de que se trata de formas secundarias de discurso.

Discurso estético

Los discursos estéticos funcionan mediante argumentos mediadores que nos llevan a considerar una obra o actuación que en sí misma demuestra un valor. "Una obra validada a través de la experiencia estética puede entonces a su vez ocupar el lugar de un argumento y promover la aceptación precisamente de aquellos estándares según los cuales cuenta como una obra auténtica".

Habermas considera que la mediación del crítico, el curador o el promotor es esencial para acercar a la gente a la experiencia estética reveladora. Esta mediación a menudo está vinculada a intereses económicos, ya sea directamente o a través de la intervención del Estado.

Cuando Habermas considera la cuestión del contexto, se refiere a la cultura. "Todo proceso de comprensión se desarrolla sobre el trasfondo de una precomprensión culturalmente arraigada... La tarea interpretativa consiste en incorporar la interpretación ajena de la situación a la propia... Esto no significa que la interpretación deba conducir en todos los casos a una asignación estable y unívocamente diferenciada".

Los actos de habla se insertan en contextos que también son modificados por ellos. La relación es dinámica y se da en ambas direcciones. Ver el contexto como un trasfondo fijo o una precomprensión es sacarlo de la esfera de la acción comunicativa.

El discurso terapéutico

El discurso terapéutico es el que sirve para aclarar el autoengaño sistemático. Estos autoengaños surgen típicamente de experiencias evolutivas que han dejado ciertas rigideces de conducta o sesgos de juicio de valor. Estas rigideces no permiten respuestas flexibles a las exigencias del momento presente. Habermas ve esto en términos del psicoanálisis.

Un aspecto relacionado con este discurso es la adopción de una actitud reflexiva, que es una condición básica de la comunicación racional.

Pero la afirmación de estar libre de ilusiones implica una dimensión de autoanálisis si se pretende comprometerse con el cambio. Las ilusiones más insolubles están seguramente arraigadas en nuestro subconsciente.

Discurso explicativo

El discurso explicativo se centra en los medios mismos de alcanzar la comprensión: los medios de expresión (lingüística). La racionalidad debe incluir una voluntad de cuestionar la gramática de cualquier sistema de comunicación utilizado para presentar afirmaciones de validez. Habermas no aborda la cuestión de si el lenguaje visual puede presentar un argumento. Aunque el lenguaje se define ampliamente como cualquier acción comunicativa sobre la que se puede reflexionar, es el discurso verbal el que se prioriza en los argumentos de Habermas. El lenguaje verbal ciertamente ocupa un lugar destacado en su modelo de la acción humana. Los contextos orales de comunicación han sido relativamente poco estudiados y la distinción entre formas orales y literarias no se hace en La teoría de la acción comunicativa.

A medida que el sistema coloniza el mundo de la vida, la mayoría de las empresas no están impulsadas por los motivos de sus miembros. "La desautorización y la desecación burocráticas de los procesos espontáneos de formación de la opinión y la voluntad amplían el alcance para la ingeniería de la lealtad de las masas y hacen más fácil disociar la toma de decisiones políticas de los contextos concretos de la vida que forman la identidad."

El sistema logra esto recompensando o coaccionando aquello que lo legitima en las esferas culturales. Esas condiciones de patrocinio público niegan de manera invisible la libertad que supuestamente está disponible en el campo cultural.

Recepción

La teoría de la acción comunicativa fue el tema de una colección de ensayos críticos publicados en 1986. El filósofo Tom Rockmore, escribiendo en 1989, comentó que no estaba claro si la obra más importante de Habermas era La teoría de la acción comunicativa o la obra anterior de Habermas, Conocimiento e intereses humanos (1968). La teoría de la acción comunicativa ha inspirado muchas respuestas de teóricos sociales y filósofos, y en 1998 fue catalogada por la Asociación Sociológica Internacional como el octavo libro sociológico más importante del siglo XX, detrás de El proceso de civilización (1939) de Norbert Elias, pero por delante de La estructura de la acción social (1937) de Talcott Parsons.

Véase también

  • Racionalidad comunicativa
  • Foucault-Habermas debate
  • Rationality and power
  • Wilhelm von Humboldt

Notas

  1. ^ a b Habermas 1988, p. xiv.
  2. ^ Habermas 1984, p. xxxix.
  3. ^ Habermas 1984.
  4. ^ a b c d McCarthy 1984, p. vi.
  5. ^ Habermas 1987.
  6. ^ Fultner 2011, pág. 54.
  7. ^ a b "ISA - Asociación Sociológica Internacional: Libros del Siglo". International Sociological Association. 1998. Archivado desde el original el 2014-03-15. Retrieved 2012-07-25.
  8. ^ McCarthy 1981, p. 272-273.
  9. ^ a b Fultner 2011, p. 4.
  10. ^ McCarthy 1981, p. 272-275.
  11. ^ Fultner 2011, p. 4, 54-56.
  12. ^ McCarthy 1984, p. vii-x.
  13. ^ Pensky 2011, p. 25-27.
  14. ^ Habermas 1984, p. xl.
  15. ^ McCarthy 1981, p. 92-125,272.
  16. ^ Pensky 2011, p. 24-25.
  17. ^ McCarthy 1981, p. 101-102.
  18. ^ Pensky 2011, pág. 25.
  19. ^ Habermas 1984, p. 280.
  20. ^ Habermas 1984, pág. 340.
  21. ^ Habermas 1984, pág. 369.
  22. ^ Habermas 1987, pág. 29.
  23. ^ Habermas 1987, pág. 140.
  24. ^ Habermas 1987, pág. 267.
  25. ^ Habermas 1987, pág. 196.
  26. ^ Habermas 1987, pág. 356.
  27. ^ Habermas 1987, pág. 396.
  28. ^ Habermas 1984, pág. 17.
  29. ^ Habermas 1984, pág. 25.
  30. ^ Habermas 1984, pág. 75.
  31. ^ a b Habermas 1984, pág. 20.
  32. ^ Habermas 1984, pág. 100.
  33. ^ Habermas 1987, pág. 325.
  34. ^ Honneth " Joas 1991.
  35. ^ Rockmore 1989, pág. 49.

Referencias

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