Hipóstasis

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La hipóstasis (griego: ὑπόστασις, hipóstasis) es el estado subyacente o la sustancia subyacente y es la realidad fundamental que sustenta todo lo demás. En el neoplatonismo, Plotino abordó la hipóstasis del alma, el intelecto (nous) y "el uno". En la teología cristiana, la Santísima Trinidad consta de tres hipóstasis: Hipóstasis del Padre, Hipóstasis del Hijo e Hipóstasis del Espíritu Santo.

Filosofía griega antigua

Pseudo-Aristóteles usó hipóstasis en el sentido de sustancia material.

Los neoplatónicos argumentan que debajo de los fenómenos superficiales que se presentan a nuestros sentidos hay tres principios espirituales superiores, o hipóstasis, cada uno más sublime que el anterior. Para Plotino, estos son el Alma, el Intelecto y el Uno.

Teología cristiana

El término hipóstasis tiene un significado particular en la teología cristiana, particularmente en la triadología cristiana (estudio de la Santísima Trinidad), y también en la cristología (estudio de Cristo).

La hipóstasis en la triadología cristiana

En la Triadología cristiana (estudio de la Santísima Trinidad) han surgido a lo largo de la historia tres conceptos teológicos específicos, en referencia al número y relaciones mutuas de las hipóstasis divinas:

La hipóstasis en la cristología

Dentro de la cristología han surgido a lo largo de la historia dos conceptos teológicos específicos, en referencia a la Hipóstasis de Cristo:

Historia de uso

En los primeros escritos cristianos, la hipóstasis se usaba para denotar "ser" o "realidad sustantiva" y no siempre se distinguía en significado de términos como ousia ('esencia'), substantia ('sustancia') o qnoma (término específico en el cristianismo siríaco). Fue utilizado de esta manera por Taciano y Orígenes y también en los anatemas añadidos al Credo de Nicea de 325.

Fue principalmente bajo la influencia de los Padres de Capadocia que la terminología se aclaró y estandarizó de modo que la fórmula "tres hipóstasis en una ousia" llegó a ser aceptada como epítome de la doctrina ortodoxa de la Trinidad. El primero en proponer una diferencia en los significados de hipóstasis y ousía, y en utilizar hipóstasis como sinónimo de Persona, fue Basilio de Cesarea, concretamente en sus cartas 214 (375 d. C.) y 236 (376 d. C.) En concreto, Basilio de Cesarea argumenta que los dos términos no son sinónimos y que, por lo tanto, no deben usarse indiscriminadamente al referirse a la Deidad. El escribe:

La distinción entre ousia e hipóstasis es la misma que entre lo general y lo particular; como, por ejemplo, entre el animal y el hombre particular. Por tanto, en el caso de la Deidad, confesamos una esencia o sustancia para no dar una definición variante de la existencia, pero confesamos una hipóstasis particular, para que nuestra concepción de Padre, Hijo y Espíritu Santo sea sin confusión y sin confusión. claro.

Este consenso, sin embargo, no se logró sin cierta confusión al principio en las mentes de los teólogos occidentales, ya que en Occidente el vocabulario era diferente. Muchos teólogos de habla latina entendieron la hipóstasis como "sub- stantia " (sustancia); así, al hablar de tres "hipóstasis" en la Deidad, podrían sospechar tres "sustancias" o triteísmo. Sin embargo, desde mediados del siglo V en adelante, marcado por el Concilio de Calcedonia, la palabra pasó a contrastarse con ousia y se usó para significar "realidad individual", especialmente en los contextos trinitario y cristológico. El concepto cristiano de la Trinidad a menudo se describe como un Dios que existe en tres hipóstasis/personae/personas distintas.

La continuidad de Juan Calvino con la tradición patrística

porque reclama para Cristo lo que pertenece solo a Dios, y también se refiere a dos personas distintas, como al Padre y al Hijo. Porque de aquí aprendemos que el Hijo es un Dios con el Padre, y que en cierto sentido es distinto de él, de modo que una subsistencia o persona pertenece a ambos".