Gastón de Peralta, III Marqués de Falces
Gastón Carrillo de Peralta y Bosquete, III marqués de Falces (en español: Don Gastón Carrillo de Peralta, III marqués de Falces) (1510-1587) fue un español noble que fue el tercer virrey del Virreinato de la Nueva España (México colonial) del 16 de octubre de 1566 al 10 de marzo de 1568.
Biografía
Nació en Pau, Navarra (ahora en Francia).
Gastón de Peralta fue nombrado virrey de Nueva España en 1566, en sustitución de Francisco Ceinos y de la Audiencia Real de México, que había estado gobernando de forma interina desde la muerte del anterior virrey, Luís de Velasco.
Tras la muerte de Velasco, se descubrió una conspiración para obtener la independencia de España. En este complot estuvieron involucradas algunas personalidades de alto rango, incluidos algunos familiares cercanos de Hernán Cortés: Martín, Don Martín Cortés y de Zuñiga y Luís (sus hijos y medio hermanos entre sí). Se le hizo saber a Peralta cuando aún se encontraba en la costa de Veracruz, antes de ingresar a la Ciudad de México para asumir oficialmente su cargo. Un juez local de la Audiencia Real de México había condenado a muerte a los conspiradores, pero Peralta revisó personalmente los casos de cada uno de los presos y suspendió la pena de muerte para Luís y Martín Cortés. Fueron enviados de regreso a España para ser tratados por el Consejo de Indias.
Peralta llegó a la Ciudad de México en un ambiente tenso. Uno de sus primeros actos fue retirar la artillería y los soldados que se habían apostado en el palacio del virrey y en las principales calles de la ciudad. Su indulgencia hacia los conspiradores alarmó a la Audiencia, que lo acusó de simpatizar con los rebeldes y protegerlos. Se dio testimonio de que el nuevo virrey tenía una lista de 30.000 combatientes rebeldes dispuestos a alzarse contra la Corona. Estas acusaciones fueron comunicadas al rey español Felipe II en una carta. Alarmado, el rey Felipe envió dos visitadores, Luis Carrillo y el Lic. Alonso Muñoz, a Nueva España para investigar los cargos. Ordenaron a Peralta regresar a España para explicar su conducta.
En su breve mandato, Peralta fundó un hospital para ancianos, inválidos, convalecientes y "locos".
De regreso a España, fue juzgado y absuelto. Posteriormente fue nombrado alguacil de Navarra. Murió en Valladolid en 1587.