Falacia genética

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La falacia genética (también conocida como falacia de los orígenes o falacia de la virtud) es una falacia de irrelevancia en la que los argumentos o la información se descartan o validan basándose únicamente en su fuente de origen y no en su contenido. En otras palabras, se ignora un reclamo o se le da credibilidad en función de su fuente en lugar del reclamo en sí.

Por lo tanto, la falacia no evalúa el reclamo en su mérito. El primer criterio de un buen argumento es que las premisas deben influir en la verdad o falsedad de la afirmación en cuestión. Los relatos genéticos de un problema pueden ser ciertos y pueden ayudar a iluminar las razones por las que el problema ha asumido su forma actual, pero no son concluyentes para determinar sus méritos.

En The Oxford Companion to Philosophy (1995) se afirma que el término se originó en el libro de Morris Raphael Cohen y Ernest Nagel Logic and Scientific Method  (1934). Sin embargo, en una reseña de un libro publicado en The Nation en 1926, Mortimer J. Adler se quejó de que The Story of Philosophy de Will Durant era culpable de "la falacia de interpretación genética." Adler caracterizó la falacia genética en general como "la sustitución de la lógica por la psicología".

Ejemplos

De Attacking Faulty Reasoning de T. Edward Damer, tercera edición p. 36:

No vas a usar un anillo de boda, ¿verdad? ¿No sabes que el anillo de bodas simbolizaba originalmente cadenas de tobillos usados por mujeres para evitar que huyen de sus maridos? No habría pensado que serías parte en una práctica tan sexista.

Existen numerosos motivos que explican por qué las personas eligen usar anillos de boda, pero sería una falacia suponer que quienes continúan con la tradición están promoviendo el sexismo.

Otro ejemplo sería de How to Win Every Argument: The Use and Abuse of Logic (2006) de Madsen Pirie, p. 82:

Las objeciones del nuevo horario de autobuses del Consejo sólo provienen de desarrolladores de propiedades privadas, y pueden ser ignoradas.

Como señala el autor, los desarrolladores privados pueden tener opiniones legítimas y bien informadas sobre este asunto.