Eugenio Espejo
Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo (Real Audiencia de Quito, 21 de febrero de 1747 - 28 de diciembre de 1795) fue un médico pionero, escritor y abogado de origen criollo en el Ecuador colonial. Aunque fue un destacado científico y escritor, destaca como un polemista que inspiró el movimiento separatista en Quito. Se le considera una de las figuras más importantes del Ecuador colonial. Fue el primer periodista e higienista de Quito.
Como periodista difundió ideas ilustradas en la Real Audiencia y como higienista compuso un importante tratado sobre las condiciones sanitarias en el Ecuador colonial que incluía interesantes comentarios sobre los microorganismos y la propagación de enfermedades.
Espejo se destacó en su época por ser un satírico. Sus obras satíricas, inspiradas en la filosofía del Siglo de las Luces, criticaron la falta de educación de la Audiencia de Quito, la forma en que se manejaba la economía en la Audiencia, la corrupción de sus autoridades y aspectos de su cultura en general. A causa de estas obras fue perseguido y finalmente encarcelado poco antes de su muerte.
Antecedentes históricos

La Real Audiencia de Quito (o Presidencia de Quito) fue establecida como parte del Estado español por Felipe II de España el 29 de agosto de 1563. Fue una corte de la Corona Española con jurisdicción sobre ciertos territorios de la Viceroyalty del Perú (y más tarde la Viceroyalty de Nueva Granada) que ahora constituyen Ecuador y partes de Perú, Colombia y Brasil. La Real Audiencia fue creada para fortalecer el control administrativo sobre esos territorios y para gobernar las relaciones entre blancos y nativos. Su capital era la ciudad de Quito.
Para el siglo XVIII, la Real Audiencia de Quito comenzó a tener problemas económicos; la falta de carreteras provocó comunicaciones limitadas. Las Obrajes (un tipo de fábrica textil) habían proporcionado empleos, pero ahora se encontraban en declive, principalmente debido a la represión del contrabando de telas europeas y una serie de desastres naturales. Los Obrajes fueron reemplazados por haciendas y los grupos dominantes continuaron explotando a la población indígena.
En la Real Audiencia, la situación educativa empeoró tras la expulsión de los sacerdotes jesuitas; En Quito vivían muy pocos eruditos para poder llenar el vacío. La mayoría de la población no lee ni escribe bien. Por otro lado, los pocos que pudieron ingresar a la universidad recibieron una educación fuertemente teórica y que utilizaba la memorización como técnica principal de aprendizaje. La escolástica, que en aquella época estaba en declive, todavía se enseñaba; y los estudiantes pasaban su tiempo en discusiones metafísicas. Como resultado, los intelectuales de Quito, la mayoría de los cuales eran clericales, habían afectado los modales al expresarse, sin tener ideas nuevas. Además, en 1793 sólo había dos médicos disponibles en Quito, de los cuales uno era Espejo; la mayoría de las personas que enfermaban eran ayudadas por curanderos. En el Quito de esa época, los prejuicios étnicos eran comunes y, por lo tanto, la mayoría de la gente consideraba que la sociedad estaba dividida en estamentos del reino, que se diferenciaban por el origen racial. Debido a esto, los prejuicios raciales podrían dañar la dignidad y el honor de una persona.
Se produjo un relajamiento de las costumbres sociales en todos los niveles sociales; Las relaciones extramatrimoniales y los hijos ilegítimos eran comunes. Debido al aumento de la pobreza, especialmente en las clases bajas, muchas mujeres se vieron obligadas a buscar rápidamente alojamiento, por ejemplo en conventos. Esto explicaba la abundancia del clero en una ciudad pequeña como Quito; A menudo los hombres eran ordenados no por una vocación sino porque resolvía sus problemas económicos y mejoraba su posición comunitaria.
Biografía
Vida temprana
Fue bautizado Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo en la parroquia El Sagrario el 21 de febrero de 1747. Según la mayoría de los historiadores, su padre fue Luis de la Cruz Chuzhig, un indio quichua de Cajamarca, quien llegó a Quito como asistente del sacerdote y médico José del Rosario, y su madre era María Catalina Aldás, una mulata oriunda de Quito. Sin embargo, algunos historiadores, especialmente Carlos Freile Granizo, sostienen que documentos contemporáneos implican que la madre de Espejo era blanca; por ejemplo, la de sus padres. El matrimonio se registró en el libro de matrimonios blancos (por ser considerados criollos), y en el mismo libro se anotaron las actas de nacimiento de Espejo y sus hermanos.
Espejo tenía dos hermanos menores, Juan Pablo y María Manuela. Juan Pablo nació en 1752; Estudió con los dominicos y sirvió como sacerdote en varios lugares de la Audiencia de Quito. María Manuela nació en 1753, y tras la muerte de sus padres pasó a ser cuidada por su hermano Eugenio. A pesar de la situación económica algo inestable de su familia, Espejo tuvo una buena educación. Se instruyó en medicina trabajando junto a su padre en el Hospital de la Misericordia. Según Espejo, aprendió “por experiencia, que no se puede saber sin estudiar pluma en mano”.
Superando la discriminación racial, se graduó en medicina el 10 de julio de 1767, y poco después se licenció en jurisprudencia y derecho canónico (habiendo estudiado derecho con el doctor Ramón Yépez de 1780 a 1793). El 14 de agosto de 1772 solicitó permiso para ejercer la medicina en Quito, y se le concedió el 28 de noviembre de 1772. Posteriormente no existe información sobre el paradero de Espejo hasta 1778, cuando escribió un sermón un tanto polémico.
Actividades en la Real Audiencia
Trabajar como polemista
Entre 1772 y 1779, Espejo provocó a las autoridades coloniales, quienes lo consideraron responsable de varios carteles satíricos y burlones. Estos carteles estaban pegados en las puertas de iglesias y otros edificios, y su autor anónimo tendía a atacar a las autoridades coloniales, al clero o a cualquier otro sujeto que consideraba conveniente. Aunque no se han encontrado carteles sobrevivientes, la evidencia de los comentarios que Espejo hizo en sus escritos sugiere que él los escribió.
En 1779 circuló un manuscrito reprochable y satírico, el El nuevo Luciano de Quito, firmado por "don Javier de Cía, Apéstegui y Perochena, " un seudónimo de Espejo. Esta obra imitaba la sátira de Luciano y resultaba especialmente antipática para los jesuitas. Mostraba la cultura de su autor, que vivía en la aislada e intelectualmente atrasada ciudad de Quito. El Nuevo Luciano de Quito fue escrito en diálogos, con el fin de presentar sus ideas a la gente común de una manera fácil, en lugar de utilizar explicaciones tediosas destinadas a eruditos. Satirizó los múltiples defectos de la sociedad quiteña, especialmente la corrupción de las autoridades coloniales y la falta de educación del pueblo. Para Espejo era importante el uso de un seudónimo, una práctica común en Europa y América durante el Siglo de las Luces. No sólo proporcionó anonimato, sino que intentó eliminar cualquier indicio de su mestizaje en una cultura que otorgaba importancia y prestigio a cualquier persona blanca. Su seudónimo implicaba que tenía parientes blancos o europeos en el linaje de su madre.
A partir de 1779, Espejo continuó escribiendo sátiras contra el gobierno de la Audiencia, conmovido por la situación de la sociedad. En junio de 1780, Espejo escribió Marco Porcio Catón (Marcus Porcius Cato). Una vez más, Espejo utilizó un seudónimo, "Moisés Blancordo." En esta obra, una respuesta parodiada de la censura al Nuevo Luciano, despreciaba las nociones e ideas de sus críticos. En 1781 escribió La ciencia blancardina, a la que denominó segunda parte de Nuevo Luciano, como respuesta a las críticas de un sacerdote mercedario quiteño. Debido a sus obras, en 1783 fue etiquetado como "inquieto y subversivo". Para deshacerse de él, las autoridades lo nombraron médico jefe de la expedición científica de Francisco de Requena a los ríos Pará y Marañón para fijar los límites de la Audiencia. Espejo intentó declinar el nombramiento, y tras fracasar, intentó huir sin éxito. Su orden de arresto detalla una de las pocas descripciones físicas que quedan de él. Capturado, fue devuelto como "criminal de delito grave" pero no fue procesado y no sufrió consecuencias significativas.
Exilio breve
En 1785, el cabildo le pidió que escribiera sobre la viruela, el peor problema médico al que se enfrentaba la Audiencia. Espejo aprovechó la oportunidad para escribir su obra más completa y mejor escrita, Reflexiones acerca de un método para preservar a los pueblos de las viruelas, denunciando la la forma en que la Audiencia manejó el saneamiento. Esta obra constituye una valiosa fuente histórica como descripción de las condiciones higiénicas y sanitarias de la América colonial.
Reflexiones fue enviado a Madrid, donde fue añadido como apéndice a la segunda edición del tratado médico Disertación médica (1786) de Francisco Gil, miembro de la Real Academia Médica de España. En lugar de reconocimiento, Espejo adquirió enemigos porque su trabajo criticaba a los médicos y sacerdotes encargados de la salud pública en la Real Audiencia por su negligencia, y se vio obligado a abandonar Quito.
De camino a Lima, se detuvo en Riobamba, donde un grupo de sacerdotes le pidió que escribiera una respuesta a un informe redactado por Ignacio Barreto, jefe recaudador de impuestos. El informe acusaba a los curas de Riobamba de diversos abusos contra los indios para quitarles su dinero. Espejo aceptó gustoso el encargo porque quería ajustar cuentas con Barreto y otros ciudadanos de Riobamba, entre ellos José Miguel Vallejo, quien lo había entregado a las autoridades cuando intentaba huir de la expedición de Requena al río Marañón. Escribió Defensa de los curas de Riobamba, un estudio detallado del modo de vida de los indios de Riobamba y un poderoso ataque al informe de Barreto.
En marzo de 1787 continuó su ataque contra sus enemigos riobambanos con una serie de ocho cartas satíricas a las que denominó Cartas riobambenses. En respuesta, sus enemigos denunciaron a Espejo ante el presidente de la Real Audiencia, Juan José De Villalengua. El 24 de agosto de 1787, Villalengua solicitó a Espejo que fuera a Lima o regresara a Quito para ocupar un puesto en el gobierno, y posteriormente lo arrestó. Espejo fue acusado de escribir El Retrato de Golilla, una sátira contra el rey Carlos III y el marqués de la Sonora, ministro colonial de Indias. Fue llevado a Quito, y desde prisión envió tres peticiones a la Corte de Madrid, que decretó, en nombre de Carlos III, que el caso fuera llevado al virrey de Bogotá. El presidente Villalengua fingió ignorancia del asunto y envió a Espejo a Bogotá para defender su propia causa.
Allí conoció a Antonio Nariño y Francisco Antonio Zea y comenzó a desarrollar sus ideas sobre la libertad. En 1789, uno de sus seguidores, Juan Pío Montufar, llegó a Bogotá, y ambos obtuvieron la aprobación de importantes miembros del gobierno para la creación de la Escuela de la Concordia, llamada más tarde Sociedad Patriótica de Amigos del País de Quito. La Sociedad Económica de los Amigos del País fue una asociación privada establecida en varias ciudades de la España de la Ilustración y, en menor medida, en algunas de sus colonias. Espejo se defendió con éxito de los cargos en su contra y el 2 de octubre de 1789 fue puesto en libertad. El 2 de diciembre se le notificó que podía regresar a Quito.
Últimos años
En 1790, Espejo regresó a Quito para promover la "Sociedad Patriótica" (Sociedad Patriótica), y el 30 de noviembre de 1791 se estableció una sucursal en el Colegio de los Jesuitas; fue elegido director y formó cuatro comisiones. Ese mismo año, se convirtió en director de la primera biblioteca pública, la Biblioteca Nacional, fundada originalmente con los cuarenta mil volúmenes que dejaron los jesuitas tras su expulsión del Ecuador.
El deber principal de la Sociedad era mejorar la ciudad de Quito. Sus 24 miembros se reunían semanalmente para discutir problemas agrícolas, educativos, políticos y sociales y promover las ciencias físicas y naturales. La Sociedad fundó el primer periódico de Quito, Primicias de la Cultura de Quito, publicado por Espejo a partir del 5 de enero de 1792. A través de este periódico se transmitieron las ideas liberales, ya algo conocidas en otras partes de Hispanoamérica. , se difundieron entre los quiteños.

El 11 de noviembre de 1793, Carlos IV disolvió la sociedad. Pronto el periódico también desapareció. A Espejo no le quedó más remedio que trabajar como bibliotecario en la Biblioteca Nacional. Por sus ideas liberales, fue encarcelado el 30 de enero de 1795, pudiendo salir de su celda sólo para tratar a sus pacientes como médico y, el 23 de diciembre, morir en su casa a causa de la disentería que adquirió durante su encarcelamiento. Eugenio Espejo falleció el 28 de diciembre. Su acta de defunción quedó registrada en el libro de indios, mestizos, negros y mulatos.
Personaje
Eugenio Espejo era autodidacta, y afirmaba con orgullo que nunca dejaba en sus manos ningún libro sin leer, y si lo hacía, lo compensaba observando la naturaleza. Sin embargo, su deseo de leerlo todo indiscriminadamente le llevó en ocasiones a juicios apresurados, que aparecen en sus manuscritos. A través de su propia obra escrita se puede inferir que Espejo consideraba la educación como el principal medio para el desarrollo popular. Entendió que la lectura era básica en la formación de uno mismo, y su conciencia lo impulsó a realizar críticas al establishment, basadas en la observación y en la aplicación de la ley de su tiempo.
Con sus escritos, Espejo quería educar al pueblo y despertar en él un espíritu rebelde. Abrazó la igualdad entre indios y criollos, ideal que fue ignorado durante los futuros procesos de autonomía. También estuvo a favor de los derechos de las mujeres, pero en realidad no desarrolló estas ideas. Tenía un conocimiento avanzado de la ciencia, considerando las circunstancias en las que vivió. Nunca viajó al extranjero pero comprendió la relación entre los microorganismos y la propagación de enfermedades.
Cuando fue arrestado, se rumoreaba que su detención se debía a su apoyo a los "impiedades" de la Revolución Francesa. Sin embargo, Espejo fue una de las pocas personas de la época que distinguió entre los hechos reales de la Revolución Francesa y el espíritu irreligioso asociado a ella, mientras que sus contemporáneos en España y las colonias identificaron erróneamente la emancipación de América con la pérdida de la religión católica. fe. La acusación de impiedad estaba calculada para incitar el odio popular contra él. Espejo nunca perdió su fe en el catolicismo durante toda su vida. Condenó la decadencia del clero, pero nunca criticó a la Iglesia misma. Eugenio Espejo tenía un incansable deseo de conocimiento y estaba ansioso por reformar con sus obras un estado que le parecía, influenciado como estaba por la Ilustración, bárbaro en todos los sentidos.
Pensamiento
Opiniones sobre la educación
El objetivo de las tres primeras obras de Espejo fue el perfeccionamiento intelectual de Quito. El Nuevo Luciano de Quito ridiculizó el anticuado sistema educativo mantenido por el clero. Espejo argumentó que los quiteños estaban acostumbrados a la adulación y que admiraban a cualquier predicador que pudiera citar la Biblia de manera pomposa e insustancial. Marco Porcio Catón expuso la ignorancia de los pseudointelectuales quiteños. La ciencia blancardina, en la que Espejo afirmaba ser el autor de las dos obras anteriores, denunciaba los resultados del sistema educativo del clero: ignorancia y afectación. Las tres obras provocaron polémica.

A través de estos tres libros, Espejo avanzó las ideas de académicos europeos y estadounidenses como Feijoo y los jesuitas Verney y Guevara, entre otros. Como resultado, muchas órdenes religiosas modificaron sus programas educativos. Espejo resentía a los pseudointelectuales que engañaron el pensamiento de la ciudad de Quito, ignorando a las personas que eran realmente conocedoras.
Espejo criticó especialmente a los jesuitas por, entre otras cosas, enseñar la ética no como ciencia sino como guía de buenos modales y para su adopción del Probabilismo como guía moral. Se quejó del sistema lax para educar a los sacerdotes en Quito y dijo que inculcaba hábitos perezosos en los estudiantes. Como resultado, los sacerdotes no tenían idea real de sus deberes hacia la sociedad y Dios y tenían poca inclinación a estudiar. In El Nuevo Luciano de Quito, él lamentó el gran número de quacks que fingieron ser médicos. In La ciencia blancardina continuó su ataque contra estos cuáqueros mientras atacaba a clérigos que trabajaban como médicos sin educación médica adecuada.
Views on theology
En 1780, en su primera discusión sobre asuntos puramente religiosos, Espejo escribió una carta teológica, Carta al Padre la Graña sobre indulgencias (Carta al Padre la Graña sobre indulgencias). En esta obra, miró indulgencias en la Iglesia Católica. La carta mostró un profundo conocimiento de la teología y el dogma. Analizó los inicios históricos de indulgencias y su desarrollo y citó decretos y toros escritos sobre abusos de indulgencias. En este trabajo, Espejo apoyó firmemente la autoridad del Papa.
El 19 de julio de 1792, Espejo escribió otra carta, Segunda carta teológica sobre la Inmaculada Concepción de María, en respuesta a una petición de el inspector del Santo Oficio. Esta carta trataba de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Esta obra demuestra una vez más el profundo conocimiento de su autor sobre este tema religioso y su valoración de su vigencia en el siglo XVIII. (La Inmaculada Concepción no fue decretada formalmente como dogma hasta 1950).
Espejo también escribió una serie de sermones, que fueron notables en su simplicidad. El historiador ecuatoriano y clérigo Federico González Suárez consideraron estos sermones dignos de estudio, aunque mencionó que carecían de un "espíritu evangélico". Espejo puede ser considerado un hombre profundamente religioso.
Opiniones sobre economía
A partir de 1785, Espejo se interesó por el bienestar de su comunidad y la prosperidad de Quito. Sus obras entre ese año y 1792 muestran claramente la influencia de los filósofos de la Ilustración, cuyas ideas Espejo adaptó a las condiciones locales. Cuando muchos pensadores se dieron cuenta del poder de la economía como fuerza social, Espejo, influenciado por Feijoo y Adam Smith, entre otros, mostró su deseo de reformas comerciales y agrícolas, especialmente la conservación y el uso adecuado de la tierra. Para promover estas ideas, fundó la Escuela de la Concordia (Escuela de la Concordia).
Su Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito y sus Memorias sobre el corte de quinas rechazaron una propuesta de monopolio de la producción de quinina por parte de la Corona destinada a evitar la destrucción de la quina y ampliar los ingresos de la Real Hacienda. Memorias estuvo dedicada a Fernando Cuadrado, quien se oponía al monopolio.
Espejo dividió su estudio sobre la quina en cuatro partes. En el primero, argumentó que el monopolio dejaría a los trabajadores sin empleo y que significaría la pérdida del capital invertido en los árboles de quina. En la segunda parte, hizo una serie de sugerencias, como desarrollar ciertos hábitos "naturales" productos de una región con el objetivo de exportarlos. Por ejemplo, en Chile se debería priorizar la producción de vinos, en Argentina la producción de cuero, etc. En la tercera parte demostró que muchos trabajadores se beneficiaban de la industria de la quinina, que sin ella habría desempleo y malestar, y que la Corona debería designar funcionarios para regular el cultivo adecuado del árbol de la quina, incluida la reforestación. En la cuarta parte hizo recomendaciones, como la necesidad de reprimir la hostilidad indígena en la región de la quina.
Trabajar como abogado
Su Defensa de los curas de Riobamba fue escrita en respuesta a un informe de Ignacio Barreto que acusaba al clero de Riobamba de diversas prácticas poco éticas. Entre otras cosas, el informe decía que la gran cantidad de celebraciones religiosas en Riobamba (frecuentada por indios) eran perjudiciales para la fe católica, la agricultura, la industria y los intereses de la Corona; también, que los sacerdotes exigían dinero a los indios para la entrada a las iglesias y para ciertas ceremonias, que los sacerdotes en Riobamba eran inmorales y, finalmente, que la mayoría de los sermones eran incomprensibles para los indios.

Espejo atacó el informe de Barreto de tres maneras. Primero, afirmó que Barreto, supuesto autor del informe, no era capaz de redactarlo. Luego argumentó que las acusaciones eran semiverdades exageradas o mentiras descaradas. Y finalmente afirmó que los problemas económicos de Quito no se podían resolver explotando sus recursos humanos (los indios) sino planificando y aprovechando los recursos naturales de la región.
Espejo se dio cuenta de que los cargos contra el clero eran tan graves que tenía que concentrarse en destruir la credibilidad de Barreto. Por lo tanto, dio a entender que la conducta del propio Barreto era escandalosa por sus excesos en la recaudación de impuestos y su costumbre de pagar fondos públicos a mujeres licenciosas. Además, afirmó que el verdadero autor del informe fue José Miguel Vallejo, a quien llamó un hombre inmoral que despreciaba al clero. Por ello, Espejo afirmó que no se debe creer en el informe.
Parece que Espejo estaba motivado más por la oportunidad de atacar a sus enemigos personales en este trabajo que por analizar el caso y defender al clero de Riobamba. Aún así, su talento como abogado se puede comprobar en sus Representaciones, que le provocaron su libertad tras su arresto en 1787 por su supuesta autoría de El Retrato de Golilla. En estos documentos defendió su lealtad a la Corona, comentó lo injusto de su cautiverio mencionando la indignación que muchos hombres ilustres sintieron por su arresto y aclaró sus objetivos como escritor. Esto le sirvió de preludio a su tema principal: negar ser el autor de El Retrato de Golilla.
Trabajo científico
La Corona española estaba profundamente preocupada por la salud pública. Las enfermedades siempre habían preocupado a las colonias y los ayuntamientos gastaban dinero para traer médicos o equipos sanitarios de otras partes de América. Eran frecuentes los informes de los médicos sobre las condiciones sanitarias e higiénicas de varios barrios de las ciudades. Como hombre de ciencia, Eugenio Espejo demostró su conocimiento de los últimos avances científicos en Europa y América. La mayoría de los argumentos y recomendaciones que hizo en sus obras médicas se pueden encontrar en fuentes contemporáneas, como las Mémoires de la Academia Francesa de Ciencias.

La Presidencia de Quito estuvo especialmente preocupada por la prevención de la viruela. Villalengua, presidente de la Audiencia, reunió a todos los médicos de Quito para discutir la aplicación de los métodos sugeridos por el científico español Francisco Gil, y se le pidió a Espejo que escribiera sus Reflexiones acerca de un método para preservar a los pueblos. de las viruelas." Reflexiones, finalizado el 11 de noviembre de 1785, se dividió en dos partes: la primera trataba de la prevención de la viruela en Quito, mientras que la segunda trataba de los obstáculos en el camino hacia su erradicación. El conocimiento de Espejo sobre las vacunas y la cuarentena de las víctimas de la viruela era notablemente avanzado para su época.
Reflexiones recomienda utilizar métodos contrastados y avalados por médicos españoles y extranjeros. Refutó la creencia común de que la separación y destrucción de la ropa contaminada no era práctica y promovió la higiene personal entre los quiteños. Espejo intentó convencer a la gente de los peligros de la viruela. Comprendió las actuales teorías médicas europeas sobre las enfermedades contagiosas y advirtió contra la creencia errónea de que la viruela se transmite por el aire contaminado. Citando al médico inglés Thomas Sydenham, propuso construir una casa de campo aislada como hospital.
En cuanto al saneamiento, Espejo observó que el hospital (Hospital de la Misericordia) de la ciudad, los monasterios y los lugares de culto estaban sucios y que esto ciertamente contribuiría a futuras epidemias. Desaprobaba la costumbre de enterrar a los muertos dentro de las iglesias; en cambio, sugirió enterrar a los muertos fuera de los límites de la ciudad en un cementerio elegido por la Iglesia y propiedad del ayuntamiento. Finalmente, condenó la gestión del hospital por parte de los betlehemitas. Dijo que sus métodos estaban obsoletos y que brindaban un servicio deficiente. El personal del hospital reaccionó mal y Espejo perdió la amistad de su mentor, José del Rosario.
Legado

Espejo es considerado el precursor del movimiento independentista en Quito. Murió en 1795, pero sus ideas ejercieron una poderosa influencia en tres de sus íntimos amigos: Juan Pío Montúfar, Juan de Dios Morales y Juan de Salinas. Ellos, junto con Manuel Rodríguez Quiroga, fundaron el movimiento revolucionario del 10 de agosto de 1809 en Quito, cuando la ciudad declaró su independencia de España.
Espejo publicó el primer periódico de Quito, por lo que se le considera el fundador del periodismo ecuatoriano. Es considerado el primer crítico literario del Ecuador; Según el estudioso español Marcelino Menéndez y Pelayo, el Nuevo Luciano de Espejo es la obra crítica más antigua escrita en América del Sur.
Su influencia también se puede ver en el pensamiento ecuatoriano en general, ya que su obra ha sido una de sus principales influencias; la educación ecuatoriana, ya que impulsó nuevas ideas pedagógicas, como la creación de buenos ciudadanos en lugar de limitarse a impartir conocimientos, y finalmente la ciencia ecuatoriana, ya que fue, junto con Pedro Vicente Maldonado, uno de los dos científicos más importantes del Ecuador colonial. Espejo analizó la realidad del Quito colonial, la pobreza de su gente y su falta de buena educación, y denunció la corrupción de las autoridades coloniales.
Desde el año 2000, Espejo ha aparecido en el anverso de la moneda de 10 centavos de Ecuador.
Obras
- Sermones para la profesión de dos religiosas (1778)
- Sermón sobre los dolores de la Virgen (1779)
- Nuevo Luciano de Quito (1779)
- Marco Porcio Catón o Memorias para la impugnación del nuevo Luciano de Quito (1780)
- Carta al Padre la Graña sobre indulgencias (1780)
- Sermón de San Pedro (1780)
- La Ciencia Blancardina (1781)
- El Retrato de Golilla (Atribuido, 1781)
- Reflexiones acerca de un método para preservar a los pueblos de las viruelas (1785) Versión en línea (español)
- Defensa de los curas de Riobamba (1787)
- Cartas riobambenses (1787)
- Representaciones al presidente Villalengua (1787)
- Discurso sobre la necesidad de establecer una sociedad patriótica con el nombre de "Escuela de la Concordia" (1789)
- Segunda carta teológica sobre la Inmaculada Concepción de María (1792)
- Memorias sobre el corte de quinas (1792)
- Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito (1792) Versión en línea (español)
- Sermón de Santa Rosa (1793)