Español murciano
El murciano (endónimo: murciano) es una variante del español peninsular, hablado principalmente en la comunidad autónoma de Murcia y las comarcas adyacentes de Vega Baja del Segura y Alto Vinalopó en la provincia de Alicante (Valencia), el corredor de Almansa en Albacete (Castilla -La Mancha). En mayor medida, también puede incluir algunas áreas que formaron parte del antiguo Reino de Murcia, como el sureste de Albacete (ahora parte de Castilla La Mancha) y partes de Jaén y Almería (ahora parte de Andalucía).
Las variedades lingüísticas del murciano forman un continuo dialectal con el andaluz oriental y el español peninsular manchego.
El murciano es considerado un idioma separado del español por algunos de sus hablantes nativos, quienes lo llaman llengua murciana. El término panocho también se utiliza para designar la lengua murciana, pero se refiere mayoritariamente a la variedad hablada en la comarca de la Huerta de Murcia.
Historia
El murciano surgió de la mezcla de varias variedades lingüísticas que se unieron en el Reino de Murcia tras la conquista de la Corona de Aragón y la Corona de Castilla entre los siglos XIII y XIV. Las variedades lingüísticas fueron principalmente el romance de Tudmir (un tipo de romance andalusí), el árabe, el aragonés, el castellano antiguo y el occitano-catalán. En la época moderna, el murciano también ha recibido influencias del francés y del caló.
Características fonéticas del murciano
Los rasgos dialectales murcianos difieren entre zonas, pueblos, clases sociales e individuos de acuerdo con la situación comunicativa en la que se encuentran, esto se debe a la influencia de la regla estándar. Este dialecto tiene similitudes y diferencias con las lenguas española, aragonesa y catalana.
Consonantes
Las consonantes posvocálicas históricas en la coda de la sílaba se asimilan tanto al lugar como a la forma de articulación de la siguiente consonante, produciendo una geminada. Por ejemplo, /pt/, /kt/ y /st/ históricos caen todos juntos como /tt/, lo que hace que cacto 'cactus', casto 'casto' y capto 'entiendo' sean homófonos como [ˈkatto]. La /kst/ histórica también se une a esta neutralización, haciendo que sexta 'sexto' (f.) sea homófono con secta 'secta' como [ˈsetta]. Otros grupos posvocálicos históricos afectados por esto incluyen/sp, sd, sk, sɡ, sm, sn, sl/, produciendo en cada caso un segundo elemento geminado: [pp, dd, kk, ɡɡ, mm, nn, ll] (siendo [ðð] una alternativa a [ dd]). Esto produce pares mínimos diferenciados por la longitud de la consonante, como cisne [ˈθinne] 'cisne' frente a cine [ˈθine] 'cine'. Este proceso también ocurre a través de los límites de las palabras, como en los nenes [lɔnˈnɛnɛ] 'los niños'.
La /n/ final de palabra se realiza como velar [ŋ].
En el habla rural más antigua de la clase trabajadora, la / s / final de sílaba aparece como [ɾ] antes de las consonantes iniciales de la palabra (particularmente las oclusivas sonoras y / n /), como en los vasos [lɔɾ ˈβæsɔ] 'the glasses'. /b, d, ɡ/ se lenitan después de este alófono. La sustitución de [s] por [ɾ] se percibe como un rasgo muy marcado del murciano rural, y es desaprobado por la población local.
Desarrollo fonético
Hay fenómenos lingüísticos que son (o eran) habituales en otras variedades lingüísticas (aragonés, mozárabe, catalán, andaluz, etc.):
- La frecuente conservación de consonantes intervocálicas sordas u otras consonantes sordas que solían ser sonoras o son sonoras en español estándar: cocote (cogote en español), cocotazo, cancro (cangrejo en español), parata (parada), sermonata (sermonada), atoba (adobe), acachar, alcayata, engangrenar, cangreña, pescatero, pinato (pino joven), gayato(cayado), falluto (huero), capolar, Caputa (un lugar en Mula), caparra (garrapata), capítulo (cabildo), súpito (súbito), molata, La Mulata, escorrata, pescatero, Ficaria (un lugar en Blanca), poyata (Lorca), volandero, etc.
- La sonorización frecuente de consonantes sordas: gambusino (campesino), morga (morca), alhábega (albahaca), chiguito (chiquito), regüestar (recostar), bambulla (lat. ampulla), etc.
- La frecuente conservación del grupo latino cl: clamar, 'llamar' y también "pl" (plantaje, El Plan).
- La frecuente conservación del grupo latino fl: flama (llama, calor), flamante (llameante), flamar, suflama/soflama, inflar, infleta, botinflar, botinflao, etc.
- El frecuente mantenimiento de la /f/ latina en su forma original (fenazar, fenás, vafada, fito a fito, manifacero, ferrija, Ficaria, figue, etc.) o aspirada (siempre se aspira antes de /u/ como en huerte, huerza, huente, humar, humo, conhundir, etc.; se mantiene en ciertos casos antes de /o/ como en hormar, hondo, hongo, hopo, etc. y antes de /a/ en haldar, hambre, etc.
- La presencia del grupo consonántico intervocálico ns: ansa, nansa, pansa, pansir, pansío, suspensar, ansín, ansina, etc.
- Una alternancia consonántica entre /k/ sorda y /t/: La Rápita o La Rápica, tavacote (cavacote), tápena (caparis), friolenco, cantamusa, a tatas (a catas < a gatas), chito (chico, en Cieza), etc.
- Cambio de b a m: mandurria, Menjú (Abenhud, del árabe Ibn Hud), meneno, comenencia, moñiga, camota (cabota), etc.
Vocales
Frente | atrás | |
---|---|---|
Cerca | i | tu |
Cerca de la mitad | mi | o |
Abierto medio | (ɛ) | (ɔ) |
Abierto | (æ) | a |
El sistema vocálico del español murciano es esencialmente el mismo del andaluz oriental.
Las vocales medias abiertas [ɛ, ɔ] así como el frente abierto [æ] son realizaciones de /eC, oC, aC/ (donde ⟨ C ⟩ representa cualquier consonante que no sea /n/) en la coda de la sílaba. Debido a la armonía de las vocales, el medio cerrado [e, o] y el central abierto [ä] (en adelante transcritos sin el diacrítico) tienen prohibido aparecer en cualquier sílaba que preceda a la que tiene [ɛ, ɔ, æ]. Este cambio a veces se llama apertura de vocal, pero esto es completamente incorrecto para [a], que no solo es más atrás que [æ] sino también más bajoque eso. Por lo tanto, el contraste entre mañanas /maˈɲanas/ y la forma singular mañana /maˈɲana/ 'mañana' surge como un contraste de calidad vocálica: [mæˈɲænæ, maˈɲana], en lugar de la presencia de la terminal [s] en la primera palabra.
Las vocales cercanas no tienen alófonos contextuales, y se realizan consistentemente como cercanas [i, u]. Por lo tanto, no hay diferencia entre /i, u/ subyacente e /is, us/ en la mayoría de los contextos, ambos se realizan como [i, u], sin ningún rastro de la fricativa final en el último caso.
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