El Romanticismo en la literatura española
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El Romanticismo llegó tardíamente y duró sólo un breve pero intenso período, ya que en la segunda mitad del siglo XIX fue suplantado por el Realismo, cuya naturaleza era antitética a la de la literatura romántica.
Romanticismo tradicional y revolucionario

Costumbrism
El costumbrismo se centró en la vida contemporánea, en gran medida desde el punto de vista de la gente común, y se expresó en un lenguaje puro y correcto. El autor principal del estilo costumbrista fue Ramón de Mesonero Romanos, situado en los márgenes del Romanticismo, y en una posición irónica con respecto a él. El costumbrismo, nacido del Romanticismo, pero como manifestación de nostalgia por los valores y costumbres del pasado, contribuyó a la decadencia del movimiento romántico y al auge del realismo, al aburguesarse y convertirse en un estilo descriptivo.
Contexto histórico
Características del romanticismo
- Rechazo del neoclásico. Ante el escrupuloso rigor y orden con el que se observaron reglas en el siglo XVIII, los escritores románticos combinaron los géneros y versículos de los distintos medios, mezclando a veces verso y prosa; en el teatro el de tres noidades (acción, lugar y tiempo) fue despreciado, y alternaron el cómic con lo dramático.

- Subjetividad. Sea cual sea el tipo de trabajo, el alma apasionada del autor derramó en ella todos sus sentimientos de insatisfacción con un mundo que limitó y frustraba la expresión de sus anhelos y preocupaciones, en relación con el amor, la sociedad y el país por igual. Identificaron la naturaleza con espíritu, y la expresaron como melancolía, oscuridad, misterio y oscuridad, en contraste con los neoclásicos, que apenas mostraban interés en el mundo natural. Anhelos insaciables por amor apasionado, felicidad y posesión del infinito causado en los románticos un descorazonamiento, una inmensa decepción que a veces los trajo al suicidio, como en el caso de Mariano José de Larra.
- Atracción nocturna y misteriosa. Los románticos situaron sus sentimientos dolorosos y decepcionados en lugares misteriosos o melancólicos, como ruinas, bosques y cementerios. De la misma manera, se sentían atraídos por lo sobrenatural, lo que escapa a la lógica, tales como milagros, apariciones, visiones de más allá de la tumba, la diabólica y la brujería.
- Vuelo del mundo. Su repugnancia hacia la sociedad burguesa en la que se vieron obligados a vivir hizo que los románticos trataran de dar la espalda a sus circunstancias, imaginando épocas pasadas en las que prevalecían sus ideales, o tomando inspiración de lo exótico. En contraste con los neoclásicos, que admiraban la antigüedad greco-romana, los románticos preferían la Edad Media y el Renacimiento. Sus modos favoritos de expresión fueron la novela, leyendas y el drama histórico.
Inicio
El Romanticismo llegó a España a través de Andalucía y Cataluña.
En Andalucía, el cónsul prusiano en Cádiz, Juan Nicolás Böhl de Faber, padre del novelista Fernán Caballero, publicó entre 1818 y 1819 una serie de artículos en el Diario Mercantil de Cádiz en los que defendía el teatro español del Siglo de Oro, siendo ampliamente atacado por los neoclasicistas. En su contra se opusieron José Joaquín de Mora y Antonio Alcalá Galiano, que argumentaban desde un punto de vista tradicionalista, antiliberal y absolutista. Las ideas de Böhl de Faber eran incompatibles con las de estos (ya que todavía estaban ligadas al Siglo de las Luces), a pesar de que representaban el modernismo literario europeo.
En Cataluña, El Europeo fue un periódico publicado en Barcelona entre 1823 y 1824 por dos editores italianos, un inglés y los jóvenes catalanes Bonaventura Carles Aribau y Ramón López Soler. Esta publicación defendía el romanticismo tradicionalista moderado siguiendo el ejemplo de Böhl, rechazando totalmente las virtudes del neoclasicismo. Una exposición del ideario romántico apareció por primera vez en sus páginas, en un artículo de Luigi Monteggia, titulado Romanticismo.
Poesía

Los poetas románticos crearon sus obras en medio de un furor de emociones, formando versos a partir de lo que sentían o pensaban. Los críticos han encontrado en sus obras un lirismo de gran potencia, pero al mismo tiempo un verso vulgar y poco inspirador.
Algunas de las características de la poesía romántica son:
- El I, el yo interior. José de Espronceda, asentándose en su Canto a Teresa una dolorosa confesión de amor y decepción, manejada con gran habilidad para traducir sus sentimientos a la poesía.
- Amor pasionado, con sus entregas repentinas y totales y abandonos rápidos. La agonía y el éxtasis.
- Inspiración por temas históricos y míticos.
- Religión, aunque con frecuencia es a través de una revuelta contra la compasión consiguiente, incluso en la medida de exaltar al diablo.
- vindicación social, valor añadido a las personas marginadas, como mendigos
- Naturaleza, mostrado en todas sus manifestaciones y variaciones. Los románticos a menudo dieron sus poemas escenarios misteriosos, tales como cementerios, tormentas, el mar de rabia, etc.
- Satire, frecuentemente asociado con acontecimientos políticos y literarios.
También fue una señal de que un nuevo espíritu inspiraba la creación de versos. En contraste con la monótona repetición neoclásica de canciones y letras, los poetas proclamaron su derecho a utilizar todas las variaciones existentes sobre la métrica, a adaptar las de otras lenguas y a innovar cuando fuera necesario. En este aspecto, como en otros, el Romanticismo prefiguró las audacias modernistas de finales de siglo.
José de Espronceda

Espronceda nació en 1808 en Pajares de la Vega, localidad próxima a Almendralejo, Badajoz. Fundó la sociedad secreta de los numantinos, cuyo objetivo era «derribar el gobierno absolutista». Por su implicación en esta sociedad, Espronceda fue encarcelado. A los 18 años huyó a Lisboa y se unió a un grupo de exiliados liberales. Allí conoció a Teresa Mancha, la mujer con la que vivió en Londres. Tras un acto de agitación política, regresó a España en 1833. Vivió una vida disipada, llena de peripecias y aventuras, que provocó que Teresa Mancha lo abandonara en 1838. Estuvo a punto de casarse con otro amante, cuando en 1842 murió en Madrid.
- Batallas, tempestades, amoríos,
- por mar y tierra, lances, ganancias
- de campos y ciudades, desafíos
- y el desastre y furor de las pasiones,
- goces, dichas, aciertos, desvaríos,
- con algunas morales reflexiones
- acerca de la vida y de la muerte,
- de mi propia cosecha, que es mi fuerte.
- Batallas, tempestades, asuntos de amor,
- por mar y tierra, hechos, descripciones
- de zonas rurales y ciudades, retos
- y el desastre y el furor de las pasiones,
- placeres, felicidad, éxitos, delirios,
- con algunas reflexiones morales
- sobre la vida, la muerte y
- mi forte: Mi propia cosecha personal.
Espronceda trabajó los principales géneros literarios, como la novela histórica, con Sancho Saldaña o El castellano de Cuéllar (1834), y el poema épico, con El Pelayo, pero su obra más importante fue la poesía. Publicó Poesías en 1840 tras regresar del exilio. Se trata de una colección de poemas de distinto tipo, que reúne sus poemas neoclásicos juveniles con otros de carácter romántico más intenso. Estos últimos fueron los más importantes, y los de tipo marginal elevado: Canción del pirata, El verdugo, El mendigo, y Canto del cosaco. Sus obras más importantes fueron El estudiante de Salamanca (1839) y El diablo mundo:
- El estudiante de Salamanca (1839): Esta composición consiste en unos dos mil versículos de diferentes longitudes. Se narran los crímenes de don Félix de Montemar, cuyo amante Elvira muere de tristeza cuando la abandona. Una noche, ve su fantasma y lo sigue por las calles y contempla su propio entierro. En la casa de los muertos, se casa con el cadáver de Elvira, y muere.
- El diablo mundo: Este trabajo nunca terminó. Consiste en 8,100 versículos de varios metros, y parece ser una épica de la vida humana. El segundo cantoCanto a Teresa) ocupa la mejor parte del poema, y en él evoca su amor por Teresa y lamenta su muerte.
Otros poetas


A pesar del breve periodo de auge de la lírica romántica en España, surgieron otros poetas notables que merecen ser mencionados, como el barcelonés Juan Arolas (1805-1873), el gallego Nicomedes Pastor Díaz (1811-1863), Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) y Pablo Piferrer (1818-1848). Piferrer, a pesar de escribir sólo en castellano, fue uno de los precursores del movimiento romántico en Cataluña.
Gertrudis Gómez de Avellaneda
Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga (23 de marzo de 1814 – Madrid, 1 de febrero de 1873) fue una escritora y poeta cubana del siglo XIX. Aunque cubana, vivió la mayor parte de su vida en España. Escribió varios poemas, obras de teatro y novelas. Su obra más famosa es una novela antiesclavista llamada Sab.
Carolina Coronado
Carolina Coronado (Almendralejo, 1823–Lisboa, 1911) merece una mención especial. Pasó gran parte de su infancia en el campo extremeño y desde muy joven mostró talento para la poesía. Se casó con un diplomático norteamericano y vivió en varios países extranjeros. La desgracia familiar la impulsó a buscar la soledad y el retiro en Lisboa, donde murió en 1911. Su obra más importante es Poesías (1852).
Prose
Durante el período romántico, hubo un gran interés por la ficción literaria, en particular por las novelas de aventuras y misterio; sin embargo, la producción española de este tipo fue escasa, limitada a traducciones de novelas extranjeras. Más de mil traducciones circularon en España antes de 1850, en los géneros histórico, romántico, caballeresco y melodramático, representando a escritores como Alejandro Dumas, padre, Chateaubriand, Walter Scott y Víctor Hugo. La prosa española consistió esencialmente en la novela, la prosa científica o erudita, el periodismo y el intenso desarrollo del costumbrismo.
Durante el primer cuarto de siglo se desarrollaron cuatro tipos distintos de novela: novela moral y educativa, novela romántica, novela de terror y novela anticlerical. La más puramente romántica de ellas es la novela anticlerical. Sin embargo, la influencia romántica moldearía, principalmente, la novela histórica.
Novelas históricas
La novela histórica se desarrolló a imitación de Walter Scott (80 de sus obras han sido traducidas), autor de Waverley, Ivanhoe y otras novelas de aventuras ambientadas en el pasado escocés e inglés. Las novelas históricas españolas se dividen en dos categorías: liberales y moderadas. Dentro de la escuela liberal existieron tanto corrientes anticlericales como populistas. Por otro lado, la escuela moderada produjo, en ocasiones, novelas que exaltaban los valores tradicionales y católicos. Los autores españoles más destacados son:
- Enrique Gil y Carrasco (Villafranca del Bierzo), 1815–Berlín 1846. Un abogado y diplomático, fue autor de El señor de Bembibre, la mejor novela histórica española, escrita en imitación de Walter Scott.
- Francisco Navarro Villoslada (1818-1895), que escribió una serie de novelas históricas cuando el género romántico estaba en declive y el realismo estaba llegando a su altura. Sus novelas se inspiraron en las tradiciones vascas, y se establecieron en la época medieval. Su obra más famosa es Amaya, o los vascos en el siglo VIII ()Amaya, o los vascos del siglo VIII), en la que los vascos y los visigodos se alian contra la invasión musulmana.
- Cabe mencionar también las contribuciones al género histórico de Mariano José de Larra, Serafín Estébanez Calderón y Francisco Martínez de la Rosa.
Escribir bien
La mayoría de estas obras tienen su origen en los debates de la asamblea que aprobó la Constitución de Cádiz. Los autores más representativos fueron Juan Donoso Cortés (1809-1853) y Jaime Balmes Urpía (1810-1848):
- Juan Donoso Cortés vino de la escuela liberal, aunque más tarde defendió ideas católicas y autoritarias. Su trabajo más importante es el Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (Nota sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo), publicado en 1851. Su estilo tiene un tono solemne pero convincente, y provocó debates animados.
- Jaime Balmes, sin embargo, pertenece en el campo conservador, católico. De su producción prolífica, El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea (Protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea) (1842) y El criterio (1845) destacar.
Costumbrist vignettes
Entre 1820 y 1870, España desarrolló la literatura costumbrista, que se manifestó en el cuadro de costumbres, un breve artículo en prosa. Estas obras normalmente se limitaban a un texto descriptivo, manteniendo la argumentación al mínimo. Describían el estilo de vida de la época, una costumbre popular o un estereotipo personal. En muchos casos (como en los artículos de Larra), los artículos contenían una considerable sátira.
El costumbrismo surgió del deseo romántico de enfatizar lo diferente y lo peculiar, inspirado en la afinidad francesa por el mismo género. Se publicaron miles de artículos de este tipo, lo que limitó el desarrollo de la novela en España, ya que en ese género predominaba la narración y los personajes individuales, mientras que las viñetas costumbristas se limitaban a descripciones genéricas de tipos de personalidad (torero, castañero, aguador, etc.). Se recopilaron grandes antologías de este tipo de viñetas, como Los españoles pintados por sí mismos, (publicada en dos volúmenes en 1843-1844, reimpresa en un solo volumen en 1851). Autores notables representados en esta obra son el madrileño Ramón de Mesonero Romanos y el andaluz Serafín Estébanez Calderón.
Ramón de Mesonero Romanos
Ramón Mesonero Romanos (1803-1882) nació y murió en Madrid. Perteneció a la Academia Española y fue un burgués apacible. Sus ideas eran antirrománticas y fue un gran observador de la vida que le rodeaba. Fue famoso bajo el seudónimo de El curioso parlante.
Su principal producción literaria se inscribe en la tradición costombrista, aunque escribió Memorias de un setentón, alusión a las personas y acontecimientos que conoció entre 1808 y 1850. Sus obras costumbristas fueron recogidas en los volúmenes Panorama matritense y Escenas matritenses.
Serafín Estébanez Calderón
Calderón (1799-1867) nació en Málaga y murió en Madrid. Fue conocido como El solitario y ocupó altos cargos políticos. Aunque conocido por su conservadurismo, en su juventud fue liberal. Publicó varios poemas y una novela histórica, Cristianos y moriscos, aunque su obra más famosa es una colección de viñetas costumbristas Escenas analuzas (1848), que contiene descripciones como El bolero, La feria de Mairena, Un baile en Triana y Los filósofos del figón.
Periodismo: Mariano José de Larra

A lo largo del siglo XIX, el papel del periódico fue decisivo. La publicación barcelonesa El Europeo (1823-1824) publicó artículos sobre el romanticismo y, a través de ella, España conoció los nombres de Byron, Schiller y Walter Scott. Pero la prensa fue también un brazo de la lucha política. En este sentido, hay que destacar la prensa de sátira política del Trienio Liberal (El Zurriago, La Manopla), donde aparecieron no sólo temas sociales, sino también trazos costumbristas que fueron claros precedentes de la producción de Larra.
Tras la muerte de Fernando VII en 1833 se produjeron muchos cambios importantes en el periodismo. Los emigrados tras la reacción absolutista de 1823 regresaron y junto con la nueva generación (la de José de Espronceda y Larra) marcarían el estilo de la época, aunque habían aprendido mucho en sus años de exilio de las avanzadas imprentas inglesa y francesa. En 1836, el francés Girardin inició en su periódico La Presse una costumbre que tendría un éxito asombroso y duradero: la de publicar novelas por entregas. La prensa española, siempre con la mirada puesta en la prensa de sus vecinos, se apresuró a copiar esta iniciativa; sin embargo, el auge de esta época en España se produciría entre 1845 y 1855.
Mariano José de Larra, El pobrecito hablador Mariano José de Larra (Madrid, 1809–id., 1837), hijo de un exiliado liberal, conquistó pronto fama de periodista. Su carácter era poco agradable. Mesonero Romanos, su amigo, hablaba de "su innata mordacidad, que suscitaba pocas simpatías". A los veinte años se casó, pero el matrimonio fracasó. Con un éxito total como escritor, a los 27 años se suicidó de un pistoletazo en la cabeza, al parecer, por una mujer con la que mantenía una relación amorosa ilícita.
Aunque Larra es famoso por sus obras periodísticas, también trabajó en otros géneros, como la poesía, los neoclásicos breves y la sátira (Sátira contra los vicios de la corte); el teatro, con la tragedia histórica Macías; y, finalmente, la novela histórica, con El doncel de don Enrique el Doliente, sobre un trovador gallego que mata a su marido cegado por los celos.
Artículos periodísticos de Larra
Larra escribió más de 200 artículos, bajo la fachada de diversos seudónimos: Andrés Niporesas, El pobrecito hablador y, sobre todo, Fígaro. Sus obras pueden dividirse en tres grupos: artículos costumbristas, artículos literarios y artículos políticos.
- En el artículos de aduanaLarra satirizó la forma de vida española. Sentía un gran dolor por su imperfecto país madre. Debe hacerse hincapié en Vuelva usted mañana ("Vuelve mañana" - una sátira de funcionarios públicos), Corridas de toros ("Competiciones de carga"), Casarse pronto y mal ("Casarse pronto y mal", con matices autobiográficos) y El castellano grosero ("El castellano crudo", contra la crudeza del campo).
- Su educación francesa le impidió fomentar sus gustos neoclásicos, y esto se refleja en su 'artículos literarios, donde criticó las obras románticas de la era.
- En su artículos políticos, su educación progresista y liberal se refleja claramente, con artículos hostiles sobre el absolutismo y el tradicionalismo. En algunos de estos, Larra revela su exultación revolucionaria, como en el artículo que dice "Asesinatos por asesinatos, ya que los ha de haber, estoy por los del pueblo" ("Murders por asesinatos, ya que debemos tenerlos, soy por los del pueblo").
Teatro
El teatro neoclásico no logró tener demasiada repercusión en el gusto español. A principios del siglo XIX se popularizaron las obras del Siglo de Oro, que fueron desdeñadas por los neoclásicos por no seguir la regla de las tres partes (acción, lugar y tiempo) y por mezclar aspectos cómicos y dramáticos. Sin embargo, estas obras tuvieron éxito fuera de España, precisamente porque no se ajustaban al ideal neoclásico.
El romanticismo triunfó en el teatro español con La conjuración de Venecia, de Francisco Martínez de la Rosa, El trovador, de Antonio García Gutiérrez, y Los amantes de Teruel, de Juan Eugenio Hartzenbusch. Pero el acontecimiento clave se produjo en 1835, cuando se estrenó Don Álvaro o la fuerza del sino, del duque de Rivas.
El drama fue el género teatral más desarrollado. Todas las obras contenían elementos líricos, dramáticos y fantásticos. La libertad reinaba en todos los aspectos del teatro:
- Estructura: La regla de las tres noidades, impuesta a la literatura española de la Ilustración, desapareció. Dramas, por ejemplo, podría tener cinco actos en verso, o en prosa y verso mixto, con metre variable. Si en obras neoclásicas las direcciones escénicas eran inaceptables, esto no prevalecía en el romanticismo, donde ocurrían con frecuencia. El monólogo tomó nueva importancia, convirtiéndose en el principal medio de expresar la lucha interna de un personaje.
- Ajuste: La acción teatral obtuvo dinamismo utilizando una variedad de configuraciones en la misma producción. Los autores ponen sus obras en lugares típicos del romanticismo, como cementerios, ruinas, campos solitarios, prisiones, etc. La naturaleza correspondía a los sentimientos y estados de la mente de los personajes.
- Parcela: El teatro romántico tiende a tener parcelas con temas legendarios, aventureros, caballerosos e históricos-nacionales, con amor y libertad como elementos típicos. Frecuentes motivos fueron escenas nocturnas, duelos, personajes sombríos, misteriosos, suicidios y exhibiciones de gallanía o de cinismo. Los acontecimientos ocurrieron a una velocidad vertiginosa. El punto del drama no era Iluminación, como los neoclásicos pretendían, pero más bien movimiento.
- Características: El número de personajes en una obra aumentó. El héroe masculino era generalmente valiente y misterioso. La heroína era inocente y fiel, pero tenía una intensa pasión. Pero ambos estaban marcados por un destino fatal; la muerte es liberación. Se dio más importancia al dinamismo de la acción que la psicología de los personajes.
Ángel de Saavedra, Duque de Rivas
Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano (Córdoba, 1791 – Madrid, 1865) luchó contra la invasión francesa siendo joven y alcanzó prominencia política como progresista. Fue condenado a muerte por sus ideas liberales, pero logró escapar a Inglaterra.
En Malta conoció a un crítico inglés que le enseñó a apreciar el teatro clásico y le preparó el terreno para convertirse en romántico. Vivió en Francia durante su exilio y regresó a España una década después, en 1834. A su regreso, el liberal neoclásico se había transformado en un liberal romántico y moderado.
Ángel de Saavedra ocupó importantes cargos públicos. Como muchos escritores contemporáneos, comenzó adoptando una estética neoclásica en los géneros lírico (Poesías, 1874) y dramático (Lanuza, 1822). Poco a poco fue incorporando elementos románticos a su obra, como se puede apreciar en obras como El desterrado. Su conversión se completó en Romances históricos.
La fama de Rivas se basa en gran medida en su obra Leyendas y, especialmente, en Don Álvaro o la fuerza del sino, obra que se estrenó en el Teatro del Príncipe (actual Teatro Español) de Madrid en 1835. 1.300 espectadores asistieron y presenciaron el primer drama romántico español, con novedades como la combinación de prosa y verso.
José Zorrilla

Nació en Valladolid, 1817 y murió en Madrid, en 1893. Comenzó su carrera en las letras leyendo versos en los funerales de Larra, con los que alcanzó gran fama. Se casó con una viuda dieciséis años más joven que él, pero el matrimonio fracasó y, huyendo de ella, marchó a Francia y luego a México en 1855, donde el emperador Maximiliano lo nombró director del Teatro Nacional. Al regresar a España en 1866 fue recibido con entusiasmo. Se casó de nuevo y, con constantes penurias monetarias, no tuvo otro remedio que vender sus obras sin rentabilidad, como Don Juan Tenorio. Los tribunales le concedieron una pensión en 1886.
Obras
La literatura de Zorrilla es prolífica. Su poesía alcanza su apogeo con las Lecturas, que son pequeños dramas cantados como narración en verso. Las más importantes de estas lecturas son Margarita la Tornera y A buen juez, mejor testigo.
Sin embargo, su reconocimiento se debe más a su obra dramática. Entre sus obras destacan El zapatero y el rey, sobre la muerte del rey don Pedro; Traidor, confesor y mártir, sobre el famoso panadero de Madrigal, que pasó por el camino de don Sebastián, rey de Portugal; Don Juan Tenorio (1844), la más famosa de sus obras, que representa una tradición en muchas ciudades españolas a principios de noviembre. Trata el tema del famoso bufón de Sevilla, sobre el que ya hablaron Tirso de Molina (siglo XVII) y otros autores nacionales y extranjeros.
Otros autores
Francisco Martínez de la Rosa, escritor de transición
Martínez de la Rosa (1787-1862), nacido en Granada, intervino fervientemente en las Cortes de Cádiz. Por sus ideales liberales sufrió la pena de prisión. Emigró a Francia y fue nombrado jefe del gobierno en 1833 a su regreso a España. Su política de «medios justos» fracasó entre los extremistas de izquierda y derecha. Sus contemporáneos le pusieron el apodo de «Rosita la pastelera», a pesar de que había sido encarcelado, exiliado y atacado en su lucha por una ansiada libertad.
Sus primeras obras están impregnadas de neoclasicismo, como La niña en casa y la madre en la máscara. Más tarde, cuando empieza a practicar el «derecho a los medios», adoptando la nueva estética latente, escribe sus obras más importantes: Aben Humeya y La conjuración de Venecia.
Antonio García Gutiérrez
Gutiérrez nació en Chiclana, Cádiz, en 1813 y murió en Madrid, en 1884. De familia artesana, se dedicó a la palabra y, falto de recursos, se alistó en el ejército. En 1836 estrenó El trovador, obra que suscitó una entusiasta respuesta del público, aunque le obligó a despedirse de su situación actual, instaurando en España una vigente costumbre procedente de Francia. Gracias a su éxito pudo superar las dificultades económicas con las que vivía. Al estallar la 'Gloriosa', se unió a los revolucionarios, con un himno contra los Borbones que alcanzó gran popularidad.
Juan Eugenio Hartzenbusch
Hartzenbusch nació y murió en Madrid (1806-1880). Hijo de un ebanista alemán y de una madre antillana, se dedicó primero a la profesión de su padre, pero más tarde se consagró al teatro, donde obtuvo un rotundo éxito con su obra más famosa, Los amantes de Teruel (1837). Siguió publicando cuentos, poemas y artículos costumbristas.
Manuel Bretón de los Herreros
Herreros nació en Quel, Logroño, en 1796 y murió en Madrid, en 1873. Aceptó su destino literario siendo muy joven, con obras como A la vejez viruelas, Muérete y verás o El pelo de la dehesa. Satirizó el Romanticismo, aunque algunas de sus características aparecen en sus comedias, como en Muérete y verás.
Postromanticismo
Durante la segunda mitad del siglo XIX, los intereses preexistentes del movimiento por la historia y la leyenda entraron en una nueva etapa y la poesía se volvió más sentimental e íntima. Este cambio se debió a la influencia de la poesía alemana y a un renovado interés popular por la poesía española. La escuela posromántica se apartó significativamente de sus otras contemporáneas europeas, con la excepción de la poesía alemana de Heinrich Heine.
La poesía siguió siendo romántica, mientras que la prosa y el teatro se adhirieron más al realismo. La poesía romántica perdió lentamente parte de su popularidad debido a su concentración en fuerzas emotivas. La narración decayó en favor del lirismo y los poemas se volvieron más personales e íntimos. La retórica se hizo más escasa a medida que el lirismo aumentó y los temas comunes fueron el amor y la pasión por el mundo en toda su belleza. Los románticos comenzaron a experimentar con nuevas formas métricas y ritmos. La homogeneidad de la que disfrutaba el movimiento romántico se transformó en una pluralidad de ideas poéticas. En suma, el posromanticismo representó una transición entre el romanticismo y el realismo.
Los poetas más conocidos de este período fueron Gustavo Adolfo Bécquer, Augusto Ferrán y Rosalía de Castro. No fueron especialmente bien recibidos en la sociedad de su época, la Restauración utilitaria y poco idealista, y fueron mucho menos admirados que escritores que eligieron temas sociales contemporáneos como Ramón de Campoamor y Gaspar Núñez de Arce, aunque estos últimos tienen poca relevancia crítica.
Gustavo Adolfo Bécquer

Nacido en Sevilla en 1836, Bécquer quedó huérfano y fue criado por su madrina. Soñaba con ser marino pero encontró su vocación como escritor. A los 18 años se trasladó a Madrid donde sufrió penurias mientras intentaba alcanzar el éxito literario. A los 21 contrajo tuberculosis que finalmente lo llevaría a la tumba. Se enamoró perdidamente de Elisa Guillén y ella correspondió a sus afectos, pero la pareja pronto se separó en un proceso agotador para el poeta. En 1861 se casó con Casta Esteban y trabajó como columnista de tendencia políticamente conservadora. Más tarde consiguió un ingreso mensual de 500 pesetas (una gran suma para la época) mientras trabajaba como crítico de novela, pero perdió el trabajo en la revolución de 1868. Se separó de su no tan fiel esposa, se desilusionó y vivió una vida sucia y bohemia. En 1870 murió su inseparable compañero y hermano Valeriano. Bécquer se reconcilió con Casta pero murió meses después en 1870 en Madrid y fue enterrado junto a su hermano en Sevilla.
La obra en prosa de Bécquer se encuentra contenida en Leyendas, una obra de veintiún relatos en los que predominan los temas de misterio y de ultratumba al más puro estilo romántico. También escribió Cartas desde mi celda, una colección de crónicas compuestas durante su estancia en el monasterio de Veruela. De manera similar, toda la poesía de Bécquer se encuentra reunida en Rimas. Los 79 poemas son breves, tienen 2, 3 o 4 estrofas (con raras excepciones), generalmente emplean rima asonante y están escritos en verso libre.
Rosalía de Castro
Nacida en Santiago de Compostela en 1837, Rosalía de Castro fue hija bastarda de unos amantes solteros, hecho que le provocó una amargura incurable. Mientras vivía en Madrid conoció y se casó con el historiador gallego Manuel Murguía. El matrimonio vivió en varios lugares de Castilla, pero Rosalía nunca se sintió ligada a la región y finalmente consiguió asentar a la familia en Galicia. El matrimonio no fue feliz y la pareja atravesó dificultades económicas mientras criaban a seis hijos. Murió de cáncer en Iria Flavia en 1885, y sus restos fueron enterrados en Santiago de Compostela, un lugar adecuado para un amante de Galicia.
Aunque de Castro no fue prolífica en prosa, alcanzó notoriedad con El caballero de las botas azules, que tenía un tono filosófico y satírico. Se la reconoce principalmente por sus contribuciones poéticas a la literatura española. Sus primeros libros, La flor (1857) y A mi madre (1863) poseen algunas características románticas con versos esproncedianos. Sus tres obras más memorables son:
- Cantares gallegos: Este trabajo fue desarrollado durante la estancia de Rosalía en Castilla mientras que ella más tiempo para su patria de Galicia. En Castilla se sentía como un exilio porque, según ella, había poco respeto de lo gallego. Cantares gallegos era un trabajo de poemas simples con temas y ritmos populares. Ella sentía nostalgia por su patria y deseaba regresar:
- Airiños, airiños aires,
- airiños da miña terra;
- airiños, airiños aires,
- airiños, levaime a ela.
- Ella también vendió su ira hacia Castilla, que ella consideraba un explotador de los pobres gallegos trabajadores:
- Premita Dios, castellanos,
- castellanos que aborrezco,
- qu'antes os gallegos morran
- Qu'ir a pedirvos sustento.
- Follas novas (Nuevos hojas): En el prólogo de este trabajo, Rosalía explica que su libro es el producto del dolor y la decepción. Ella no canta de la Galicia física en estos poemas, sino más bien de su propio sufrimiento y el sufrimiento del pueblo gallego. Ella también se ocupa de ubi sunt, en la que expresa su pesar y enojo por ser despojada de felicidad y pasadas ilusiones.
- Aquellas risas sin fin,
- aquel brincar sin dolor,
- Quea louca alegría,
- ¿Por qué acabóu?
- En las orillas del Sar: Muchos críticos consideran que este trabajo es el ápice de la poesía de Rosalía. Es la única de las tres grandes novelas que se escriben en español castellano. En ese momento, se mantuvo en baja estima fuera del territorio gallego, pero la Generación de 98 trajo los poemas de vuelta a la luz. In Las orillas del Sar hace confesiones sobre su vida privada, amor y dolor, injusticia humana, fe, muerte, eternidad, etc.
Poetas antirománticas
Estos poetas también podrían ser considerados partidarios del realismo, dada la decadencia del movimiento romántico y su postura contraria al mismo.
Ramón de Campoamor
(Navia, Asturias, 1817–Madrid, 1901), moderado ideológico, fue gobernador y parlamentario. En su libro Poética manifestó su intención de llegar a un «arte de ideas». De esta manera, un poema tendría un argumento claramente definido. También intentó concretar tales ideas en las Humoradas, en las Doloras y en los Pequeños poemas. Las Humoradas eran poemas breves escritos para los álbumes y los fans de sus amigos. Uno de ellos dice así:
- En este mundo
- nada es verdad ni mentira;
- todo es según el color
- del cristal con que se mira.
- En este mundo traicionero
- nada es verdad o mentira;
- todo depende del color
- del cristal que uno mira.
Las doloras tenían ambiciones filosóficas, como en ¡Quién supiera escribir! o El gaitero de Gijón. En Pequeños poemas, 31 breves composiciones, Campoamor describe las trivialidades del alma de la mujer, como en El tren expreso. El pensamiento modernista considera a Campoamor como un símbolo del antipoeta, por un pensamiento grosero y banal como éste.
Gaspar Núñez de Arce
(Valladolid, 1834–Madrid 1903). Fue también gobernador y parlamentario, además de ministro. Escribió la obra teatral El haz de leña, cuyo argumento gira en torno a la misteriosa muerte de don Carlos, hijo del rey Felipe II de España. Sus obras poéticas más notables son La última lamentación de lord Byron, un largo soliloquio sobre las miserias del mundo, la existencia de un ser superior y omnipotente, la política, etc., y La visión de Fray Martín, en la que Núñez de Arce retrata a Martín Lutero contemplando, desde una roca, las naciones que le seguían.
Véase también
- Escritores románticos españoles: Lista de autores románticos.
- Romanticismo: Vista general del movimiento.
- Literatura española: Evolución de la literatura española.
Referencias
- ^ García Castañeda, Salvador (1987). Romances históricos. Madrid: Cátedra. p. 99.
- ^ Díaz Larios, Luis F. (2001). "Notas para una poética del cuento romántico en verso (con algunos ejemplos)". Scriptura. 16: 9–23.
- Este artículo se basa en gran medida en el artículo correspondiente de la Wikipedia en español, que fue accedido en la versión del 25 de junio de 2006.
Bibliografía
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- El teatro romántico español (1830-1850). Autores, obras, bibliografía, P. Menarini, Bolonia, Atesa, 1982.
Enlaces externos
- (en español)Biblioteca Literaria del Siglo XIX
- (en español)El Romanticismo en don Quijote.org
- (en español)Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX
- (en español)Romanticismo frente a un Clasicismo en El Artista
- (en español)La pintura teatral española en el siglo XIX