Ekeko

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Representación de la Ekeko, en La Paz, Bolivia

El Ekeko es el dios Tiwanakan (civilización precolombina) de la abundancia y la prosperidad en la mitología y folclore de los pueblos del altiplano peruano y boliviano. Su principal importancia en la cultura popular es como figura principal de la feria anual Alasitas, un evento cultural que ocurre cada 24 de enero en La Paz, Bolivia. El Ekeko es un dios tradicional de la suerte y la prosperidad, popular en todo el territorio occidental de Bolivia. En Perú la fiesta mayor se celebra el 3 de mayo de cada año en la ciudad de Puno, en el cerro Machallata.

Etimología

El nombre Ekeko proviene de la alteración del término original Ekhako o Eqaqo, popularizado como Ekhekho que era el antiguo dios de la fortuna y la prosperidad en el Qullasuyu. El Ekhako se invocaba a menudo cuando una desgracia perturbaba sus hogares.

Orígenes

Referencias precolombinas

El estudioso Ernesto Cavour en su libro Alasitas, hace referencia a figuras antropomorfas y zoomorfas de piedra, barro y oro que fueron encontradas en las zonas pertenecientes a los departamentos bolivianos de La Paz, Oruro y Potosí. Cavour considera que estas figuras fueron hechas con basalto —extraído de las minas precolombinas a orillas del lago Poopó— y andesita de la península de Copacabana.

Carlos Ponce Sanginés, por su parte, centra sus investigaciones en las figuras antropomorfas con elementos fálicos y jorobas prominentes que, en su opinión, se remontan a la civilización inca y, según sus observaciones, corresponderían a los antecesores de el Ekeko colonial.

El historiador Antonio Paredes Candia considera que estas figuras serían restos de antiguas festividades sagradas durante el solsticio de verano en el hemisferio sur. Arthur Posnansky también observa que en fechas cercanas al 22 de diciembre, en la cultura Tiwanaku, la población rendía culto a sus deidades para pedir buena suerte, ofreciendo miniaturas de lo que deseaban tener o lograr.

Características

Descripción

Representación del Ekeko, en Puno, Perú

El Ekeko se representa como un hombre con bigote vestido con ropa tradicional andina (especialmente el poncho) y completamente cargado con bolsas y canastas con granos y comida, (compárese con la cornucopia de algunos greco- deidades romanas), objetos domésticos y billetes, y básicamente todo lo que se cree que una persona quiere o necesita para tener una vida cómoda y próspera; se le encuentra comúnmente como una estatuilla para colocar en algún lugar de la casa, preferentemente en uno cómodo, pero también como amuleto adherido a los llaveros; Las estatuas modernas del dios incluyen una abertura circular en su boca para colocar un cigarrillo para el placer de Ekeko. Última tradición tiene el Ekeko "humo" un cigarrillo encendido una vez al año para asegurar un año completo de prosperidad.

Ekeko debe colocarse en un lugar de honor en casa. Algunas versiones se pueden llevar en collares o llaveros.

Propósito

Ekeko trae riqueza monetaria a sus adoradores. Por lo general, se requiere una oferta antes de prestar sus servicios. Los billetes de banco a menudo se sujetan al Ekeko como ofrendas, pero algunas estatuillas permiten encender un cigarrillo como ofrenda. Las figurillas que permiten ofrendas de cigarrillos tienen aberturas en la boca lo suficientemente grandes como para insertar cigarrillos. Ekeko además proporciona buenas cosechas cuando se le ofrece grano.

La leyenda de Ekeko

La leyenda del Ekeko, narrada por Antonio Díaz Villamil, data de alrededor de 1781 en La Paz, Bolivia. En este momento, la ciudad de La Paz estaba sitiada por los indígenas, que todavía estaban en guerra con las fuerzas españolas.

La historia del origen del Ekeko comienza con Paulita Tintaya, una niña indígena que trabajaba para Doña Josefa Úrsula de Rojas Foronda, en La Paz.

La muchacha estaba enamorada de Isidoro Choquehuanca. Años antes, ella había dejado la hacienda donde ambos se habían criado. Antes de su partida, Isidoro le regaló una pequeña estatua para protegerla. Esta pequeña estatua era el Ekeko, conocido por los andinos como un dios de la fortuna y la suerte.

En el momento del asedio, la gente se moría de hambre. Isidoro se inscribió en el ejército indígena y logró llegar a la casa de Paulita. Cada semana, le dejaba comida cerca de la estatua, que estaba colocada fuera de la casa, pero nadie sabía que lo estaba haciendo. Tanto Paulina como su jefa, doña Josefa, pudieron sobrevivir al asedio gracias a la comida que Isidoro dejó cerca de la estatua. Ese es el origen de las creencias de los poderes de Ekeko en la provisión de abundancia.

Protagonismo en el festival de Alasitas

Otra impresión artista de un Ekeko en Bolivia.

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En marzo de 2011, Elizabeth Salguero, Ministra de Culturas, nominó a Alasitas junto con otros dos festivales bolivianos a la UNESCO para el reconocimiento del Patrimonio Mundial como parte del patrimonio cultural e intangible de la humanidad. La gente asiste al evento de toda la ciudad e incluso viaja desde otras ciudades dentro de Bolivia para comprar versiones en miniatura de los productos para regalar a otros, con la esperanza de que el destinatario reciba el artículo real durante el próximo año.

En otras regiones la fiesta del Ekeko se celebra en octubre y se conoce con el nombre de Calvario.

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