Circe

Compartir Imprimir Citar

Circe (griego antiguo: Κίρκη) es una hechicera y una diosa menor en la mitología y religión griegas antiguas. Ella es una hija del titán Helios y la ninfa Perse de Oceanid o la diosa Hecate y Aeëtes. Circe era famosa por su vasto conocimiento de pociones y hierbas. Mediante el uso de estos y una varita mágica o bastón, transformaba a sus enemigos, oa quienes la ofendían, en animales.

La más conocida de sus leyendas se cuenta en la Odisea de Homero cuando Odiseo visita su isla de Aeaea en el camino de regreso de la Guerra de Troya y ella convierte a la mayoría de su tripulación en cerdos. Se las arregla para persuadirla de que los devuelva a la forma humana, vive con ella durante un año y tiene hijos con ella, incluidos Latinus y Telegonus. Su habilidad para convertir a otros en animales se destaca aún más en la historia de Picus, un rey italiano a quien ella convierte en un pájaro carpintero por resistirse a sus avances. Otra historia cuenta que ella se enamoró del dios del mar Glaucus, quien prefiere a la ninfa Escila a ella. En venganza, Circe envenenó el agua donde se bañaba su rival y la convirtió en un monstruo temible.

Las representaciones, incluso en la época clásica, se apartaron del detalle de la narración de Homero, que más tarde se reinterpretaría moralmente como una advertencia contra la embriaguez. También surgieron preguntas filosóficas tempranas sobre si el cambio de ser un ser humano dotado de razón a ser una bestia irracional no sería preferible después de todo, y el debate resultante tendría un impacto poderoso durante el Renacimiento. Circe también fue tomada como el arquetipo de la hembra depredadora. A los ojos de los de una edad posterior, este comportamiento la hizo notoria tanto como maga como como un tipo de mujer sexualmente libre. Se la ha representado con frecuencia como tal en todas las artes desde el Renacimiento hasta los tiempos modernos.

Las pinturas occidentales establecieron una iconografía visual para la figura, pero también sirvieron de inspiración a otras historias sobre Circe que aparecen en las Metamorfosis de Ovidio. Los episodios de Scylla y Picus añadieron a sus malas cualidades el vicio de los celos violentos y la convirtieron en una figura tanto del miedo como del deseo.

Literatura clásica

Familia y atributos

Según la mayoría de los relatos, ella era la hija de Helios, el dios del Sol, y Perse, una de las tres mil ninfas de Oceanid. En Orphic Argonautica, su madre se llama Asterope en su lugar. Sus hermanos fueron Eetes, guardián del Vellocino de Oro y padre de Medea, y Perses. Su hermana era Pasiphaë, la esposa del rey Minos y madre del Minotauro. Otros relatos hacen que ella y su sobrina Medea sean hijas de Hécate, la diosa de la brujería de Eetes, de la que generalmente se dice que es su hermano. A menudo se la confundía con Calypso, debido a sus cambios de comportamiento y personalidad, y la asociación que ambos tenían con Odiseo.

Según la leyenda griega, Circe vivía en la isla de Aeaea. Aunque Homero es vago en lo que respecta al paradero de la isla, en su poema épico Argonautica, el autor de principios del siglo III a. C. Apolonio de Rodas ubica a Aeaea en algún lugar al sur de Aethalia (Elba), a la vista de la costa del Tirreno (es decir, la costa occidental de Italia). En el mismo poema, el hermano de Circe, Eetes, describe cómo Circe fue trasladada a Aeaea: "Lo noté una vez después de dar un paseo en el carro de mi padre Helios, cuando llevaba a mi hermana Circe a la tierra occidental y llegamos a la costa de el continente Tirreno, donde ella habita hasta el día de hoy, muy lejos de la tierra de Colchian ".Un escoliasta de Apollonius Rhodius afirma que Apollonius está siguiendo la tradición de Hesíodo al hacer que Circe llegue a Aeaea en el carro de Helios, mientras que Valerius Flaccus escribe que Circe fue llevada por dragones alados. Los poetas romanos la asociaron con las tradiciones más antiguas del Lacio y la ubicaron en el promontorio de Circeo.

Homero describe a Circe como "una diosa espantosa con cabello hermoso y habla humana". Apolonio escribe que ella (al igual que todos los demás descendientes de Helios) tenía ojos dorados que lanzaban rayos de luz, y el autor de Argonautica Orphica señaló que tenía el cabello como rayos de fuego. La cura para el amor de Ovidio implica que Circe podría haber aprendido el conocimiento de las hierbas y pociones de su madre Perse, quien parece haber tenido habilidades similares.

Pre-Odisea

En Argonautica, Apolonio relata que Circe purificó a los Argonautas por el asesinato del hermano de Medea, Absyrtus, posiblemente reflejando una tradición temprana. En este poema, los Argonautas encuentran a Circe bañándose en agua salada; los animales que la rodean no son antiguos amantes transformados, sino "bestias primitivas, que no se parecen a las bestias salvajes, ni tampoco a los hombres en el cuerpo, pero con una mezcla de miembros".Circe invita a Jason, Medea y su tripulación a su mansión; sin pronunciar palabras, le muestran la espada aún ensangrentada que usaron para cortar a Absyrtus, y Circe se da cuenta de inmediato de que la han visitado para purificarse del asesinato. Ella los purifica cortando la garganta de un lechón y dejando que la sangre gotee sobre ellos. Posteriormente, Medea le cuenta a Circe su historia con gran detalle, aunque omitiendo la parte del asesinato de Absyrtus; sin embargo, Circe no se deja engañar y desaprueba en gran medida sus acciones. Sin embargo, por lástima por la niña, y debido a su parentesco, ella promete no ser un obstáculo en su camino y ordena a Jason y Medea que abandonen su isla de inmediato.

El dios del mar Glaucus estaba enamorado de una hermosa doncella, Scylla, pero ella rechazó sus afectos sin importar cómo trató de ganarse su corazón. Glaucus fue con Circe y le pidió una poción mágica para que Scylla también se enamorara de él. Pero Circe se enamoró de la propia Glaucus y se enamoró de él. Pero Glaucus no la amaba y rechazó su oferta de matrimonio. Enfurecida, Circe usó su conocimiento de hierbas y plantas para vengarse; encontró el lugar donde Scylla solía bañarse y envenenó el agua. Cuando Scylla bajó a bañarse, los perros brotaron de sus muslos y se transformó en el monstruo familiar de la Odisea. En otra historia similar, Picus era un rey latino a quien Circe convirtió en un pájaro carpintero.Era hijo de Saturno y rey ​​del Lacio. Se enamoró y se casó con una ninfa, Canens, de la que era muy devoto. Un día, mientras cazaba jabalíes, se encontró con Circe, que estaba recogiendo hierbas en el bosque. Circe se enamoró inmediatamente de él; pero Picus, al igual que Glaucus antes que él, la desdeñó y declaró que permanecería para siempre fiel a Canens. Circe, furiosa, convirtió a Picus en un pájaro carpintero. Su esposa Canens finalmente se consumió en su luto.

Durante la guerra entre los dioses y los gigantes, uno de los gigantes, Picolous, huyó de la batalla contra los dioses y llegó a Aeaea, la isla de Circe. Intentó ahuyentar a Circe, solo para ser asesinado por Helios, el aliado y padre de Circe. De la sangre del gigante asesinado surgió una hierba; moly, llamado así por la batalla (malos) y con una flor de color blanco, ya sea por el Sol blanco que había matado a Picolous o por la aterrorizada Circe que se volvió blanca; la misma planta, que los mortales no pueden arrancar del suelo, que Hermes le daría más tarde a Odiseo para derrotar a Circe.

la odisea de homero

En la Odisea de Homero, una secuela del siglo VIII a. C. de su epopeya de la guerra de Troya, la Ilíada, Circe se describe inicialmente como una hermosa diosa que vive en un palacio aislado en medio de un denso bosque en su isla de Aeaea. Alrededor de su casa merodean leones y lobos extrañamente dóciles. Ella atrae a todos los que aterrizan en la isla a su casa con su encantador canto mientras teje en un enorme telar, pero luego los droga para que cambien de forma. Uno de sus epítetos homéricos es polypharmakos, "conocedor de muchas drogas o encantos".

Circe invita a la tripulación del héroe Odiseo a un festín de comida familiar, un potaje de queso y harina, endulzado con miel y mezclado con vino, pero también mezclado con una de sus pociones mágicas que los convierte en cerdos. Solo Eurylochus, que sospecha una traición, no entra. Se escapa para advertir a Odysseus y a los demás que se han quedado en el barco. Antes de que Ulises llegue al palacio de Circe, Hermes, el dios mensajero enviado por la diosa de la sabiduría Atenea, lo intercepta y le revela cómo podría derrotar a Circe para liberar a su tripulación de su encantamiento. Hermes proporciona a Odiseo molibdeno para protegerlo de la magia de Circe. También le dice a Odiseo que luego debe sacar su espada y actuar como si fuera a atacarla. A partir de ahí, como predijo Hermes, Circe invitaría a Odiseo a acostarse, pero Hermes aconseja precaución, porque la diosa traicionera aún podría "deshumanizarlo" a menos que él le haga jurar por los nombres de los dioses que no emprenderá ninguna otra acción contra él. Siguiendo este consejo, Odiseo puede liberar a sus hombres.

Después de que todos hayan permanecido en la isla durante un año, Circe le advierte a Odiseo que primero debe visitar el Inframundo, algo que un mortal nunca ha hecho, para obtener conocimiento sobre cómo apaciguar a los dioses, regresar a casa a salvo y recuperar su reino.. Circe también le aconseja sobre cómo podría lograrlo y le proporciona las protecciones que necesitará y los medios para comunicarse con los muertos. A su regreso, ella le advierte además sobre dos posibles rutas a casa, advirtiéndole, sin embargo, que ambas conllevan un gran peligro.

Post-Odisea

Hacia el final de la Teogonía de Hesíodo (c. 700 a. C.), se afirma que Circe dio a luz a Odiseo tres hijos: Agrio (por lo demás desconocido); latino; y Telegonus, que gobernó sobre los Tyrsenoi, es decir, los etruscos. La telegonía, epopeya ya perdida, relata la historia posterior del último de estos. Circe finalmente le informó a su hijo quién era su padre ausente y, cuando salió a buscar a Odiseo, le dio una lanza envenenada. Cuando Telégono llegó a Ítaca, Odiseo estaba en Tesprótida luchando contra los brygi. Telegonus comenzó a devastar la isla; Odiseo vino a defender su tierra. Con el arma que le dio Circe, Telegonus mató a su padre sin saberlo. Telégono luego trajo el cadáver de su padre a Aeaea, junto con Penélope y el hijo de Odiseo, Telémaco. Después de enterrar a Odiseo, Circe hizo inmortales a los otros tres.

Circe se casó con Telémaco y Telégono se casó con Penélope por consejo de Atenea. Según una versión alternativa representada en el poema Alexandra de Lycophron del siglo III a. C. (y los escolios de John Tzetzes en él), Circe usó hierbas mágicas para devolverle la vida a Odiseo después de que Telegonus lo matara. Odiseo luego le dio a Telémaco a la hija de Circe, Cassiphone, en matrimonio. Algún tiempo después, Telémaco tuvo una pelea con su suegra y la mató; Cassiphone luego mató a Telémaco para vengar la muerte de su madre. Al enterarse de esto, Odiseo murió de pena.

Dionisio de Halicarnaso (1.72.5) cita a Xenágoras, el historiador del siglo II a. C., afirmando que Odiseo y Circe tuvieron tres hijos diferentes: Rhomos, Anteias y Ardeias, quienes respectivamente fundaron tres ciudades llamadas por sus nombres: Roma, Antium, y Ardea.

En la epopeya Dionysiaca de finales del siglo V d.C., su autor Nonnus menciona a Phaunus, el hijo de Circe del dios del mar Poseidón.

Otros trabajos

Se han perdido tres obras antiguas sobre Circe: la obra del trágico Esquilo y de los dramaturgos cómicos del siglo IV a. C. Efipo de Atenas y Anaxilas. El primero contaba la historia del encuentro de Odiseo con Circe. Las pinturas de jarrones de la época sugieren que los hombres-animales medio transformados de Odiseo formaron el coro en lugar de los sátiros habituales. Fragmentos de Anaxilas también mencionan la transformación y uno de los personajes se queja de la imposibilidad de rascarse la cara ahora que es un cerdo.

El tema de Circe convirtiendo a los hombres en una variedad de animales fue elaborado por escritores posteriores. En su obra episódica Los dolores del amor (siglo I a. C.), Partenio de Nicea interpoló otro episodio en el tiempo en que Odiseo estaba con Circe. Molesta por las atenciones amorosas del rey Calchus el Daunian, la hechicera lo invitó a una cena drogada que lo convirtió en un cerdo y luego lo encerró en sus pocilgas. Solo fue liberado cuando su ejército vino a buscarlo con la condición de que nunca más pusiera un pie en su isla.

Entre los tratamientos latinos, la Eneida de Virgilio relata cómo Eneas bordea la isla italiana donde habita Circe y escucha los gritos de sus muchas víctimas masculinas, que ahora suman más que los cerdos de relatos anteriores: Los rugidos de los leones que rechazan la cadena, / Los gruñidos de jabalíes erizados, y gemidos de osos, / y manadas de lobos aulladores que aturden los oídos de los marineros. En el poema Metamorfosis de Ovidio del siglo I, el cuarto episodio cubre el encuentro de Circe con Ulises (el nombre romano de Odiseo), mientras que el libro 14 cubre las historias de Picus y Glaucus.

Plutarco retomó el tema en un animado diálogo que más tarde tendría varios imitadores. Contenido en su Moralia del siglo I es el episodio de Gryllus en el que Circe le permite a Ulises entrevistar a un compañero griego convertido en cerdo. Después de que su interlocutor le informa a Odiseo que su existencia actual es preferible a la humana, entablan un diálogo filosófico en el que se cuestiona todo valor humano y se demuestra que las bestias son de sabiduría y virtud superiores.

Culto antiguo

Estrabón escribe que se asistió a un santuario de la tumba de Circe en una de las islas Pharmacussae, frente a la costa de Ática, típico para el culto a los héroes. Circe también fue venerada en el monte Circeo, en la península itálica, que tomó su nombre según una antigua leyenda. Estrabón dice que Circe tenía un santuario en el pequeño pueblo y que la gente de allí guardaba un cuenco que, según afirmaban, pertenecía a Odiseo. El promontorio está ocupado por ruinas de una plataforma atribuida con gran probabilidad a un templo de Venus o Circe.

Literatura posterior

Giovanni Boccaccio proporcionó un resumen de lo que se sabía de Circe durante la Edad Media en su De mulieribus claris (Mujeres famosas, 1361-1362). Mientras sigue la tradición de que ella vivió en Italia, comenta con ironía que ahora hay muchas más tentadoras como ella para desviar a los hombres.

Hay una interpretación muy diferente del encuentro con Circe en el largo poema didáctico de John Gower Confessio Amantis (1380). Se representa a Ulises como más profundo en la hechicería y más fácil de hablar que Circe y, de esta manera, la deja embarazada de Telégono. La mayor parte del relato trata sobre la búsqueda posterior del hijo y el asesinato accidental de su padre, extrayendo la moraleja de que solo el mal puede surgir del uso de la hechicería.

La historia de Ulises y Circe se volvió a contar como un episodio de la epopeya en verso alemán de Georg Rollenhagen, Froschmeuseler (Las ranas y los ratones, Magdeburg, 1595). En esta expansión de 600 páginas de la batracomiomaquia pseudohomérica , se relata en la corte de los ratones y ocupa las secciones 5 a 8 de la primera parte.

En la miscelánea La Circe – con otras rimas y prosas (1624) de Lope de Vega, la historia de su encuentro con Ulises aparece como una epopeya en verso en tres cantos. Esto toma su comienzo del relato de Homero, pero luego se borda; en particular, el amor de Circe por Ulises sigue sin ser correspondido.

Como "Palacio de Circe", Nathaniel Hawthorne volvió a contar el relato homérico como la tercera sección de su colección de historias de la mitología griega, Tanglewood Tales (1853). Picus transformado aparece continuamente en este, tratando de advertir a Ulises, y luego a Eurylochus, del peligro que se encuentra en el palacio, y es recompensado al final devolviéndole su forma humana. En la mayoría de los relatos, Ulises solo exige esto para sus propios hombres.

En su estudio de las Transformaciones de Circe, Judith Yarnall comenta sobre esta figura, que comenzó como una diosa comparativamente menor de origen poco claro, que "Lo que sabemos con certeza, lo que la literatura occidental atestigua, es su notable poder de permanencia... Estos diferentes Las versiones del mito de Circe pueden verse como espejos, a veces nublados ya veces claros, de las fantasías y suposiciones de las culturas que los produjeron". Después de aparecer como uno de los personajes con los que Odiseo se encuentra en su deambular, "la propia Circe, en los giros y vueltas de su historia a lo largo de los siglos, ha sufrido muchas más metamorfosis que las que infligió a los compañeros de Odiseo".

Bestias de razonamiento

Uno de los temas literarios más perdurables relacionados con la figura de Circe fue su capacidad para convertir a los hombres en animales. Hubo mucha especulación sobre cómo podría ser esto, si la conciencia humana cambió al mismo tiempo, e incluso si fue un cambio para mejor. El diálogo Gryllus fue retomado por otro escritor italiano, Giovan Battista Gelli, en su La Circe (1549). Se trata de una serie de diez diálogos filosóficos y morales entre Ulises y los humanos transformados en diversos animales, que van desde una ostra hasta un elefante, a los que en ocasiones se une Circe. La mayoría argumenta en contra de volver a cambiar; sólo el último animal, un filósofo en su existencia anterior, quiere hacerlo. La obra fue traducida al inglés poco después en 1557 por Henry Iden.Posteriormente, el poeta inglés Edmund Spenser también hizo referencia al diálogo de Plutarco en la sección de su Faerie Queene (1590) basada en el episodio de Circe que aparece al final del Libro II. Sir Guyon vuelve a cambiar a las víctimas del frenesí erótico de Acrasia en el Bower of Bliss, la mayoría de los cuales están avergonzados por su caída de la gracia caballeresca, pero uno por encima del resto en especial, / Que tenía un cerdo que llegó tarde, llamado Hight Grille, / Se quejó mucho, y lo llamó mal, / Eso lo había llevado a la forma natural.

Otros dos italianos escribieron obras bastante diferentes que se centran en el animal dentro del ser humano. Uno fue Niccolò Machiavelli en su largo poema inacabado, L'asino d'oro (El asno de oro)., 1516). El autor conoce a una hermosa pastora rodeada por la manada de bestias de Circe. Después de pasar una noche de amor con él, le explica las características de los animales a su cargo: los leones son los valientes, los osos los violentos, los lobos los eternamente insatisfechos, etc. (Canto 6). En el Canto 7 se le presenta a aquellos que experimentan frustración: un gato que ha dejado escapar a su presa; un dragón agitado; un zorro en constante búsqueda de trampas; un perro que aúlla a la luna; El león enamorado de Esopo que se dejó despojar de sus dientes y garras. También hay retratos satíricos emblemáticos de varias personalidades florentinas. En el octavo y último canto tiene una conversación con un cerdo que, como el Gryllus de Plutarco, no quiere ser cambiado y condena la codicia, la crueldad y la vanidad humanas.

El otro autor italiano fue el filósofo esotérico Giordano Bruno, que escribió en latín. Su Cantus Circaeus (El encantamiento de Circe) fue la cuarta obra suya sobre la memoria y la asociación de ideas publicada en 1582. Contiene una serie de diálogos poéticos, en el primero de los cuales, tras una larga serie de encantamientos a la siete planetas de la tradición hermética, la mayoría de los humanos aparecen transformados en diferentes criaturas en el cuenco de adivinación. Luego, su doncella Moeris le pregunta a la hechicera Circe sobre el tipo de comportamiento con el que se asocia cada uno. Según Circe, por ejemplo, las luciérnagas son los eruditos, los sabios y los ilustres entre los idiotas, los asnos y los hombres oscuros.(Pregunta 32). En secciones posteriores diferentes personajes discuten el uso de imágenes en la imaginación para facilitar el uso del arte de la memoria, que es el objetivo real de la obra.

Los escritores franceses tomarían la iniciativa de Gelli en el siglo siguiente. Antoine Jacob escribió una comedia social en un acto en rima, Les Bestes raisonnables (Las bestias que razonan, 1661) que le permitió satirizar las costumbres contemporáneas. En la isla de Circe, Ulises se encuentra con un asno que una vez fue médico, un león que había sido ayuda de cámara, una cierva y un caballo, todos los cuales denuncian la decadencia de los tiempos. El asno ve asnos humanos por todas partes, Asnos en la plaza, asnos en los arrabales, / Asnos en las provincias, asnos orgullosos en la corte, / Asnos paciendo en los prados, asnos militares en tropel, / Asnos tropezándose en pelotas, asnos en la puestos de teatro.Para remachar el punto, al final es solo el caballo, antes una cortesana, quien quiere volver a su estado anterior.

El mismo tema ocupa la fábula tardía de La Fontaine, "Los compañeros de Ulises" (XII.1, 1690), que también se hace eco de Plutarco y Gelli. Una vez transformados, todos los animales (que incluyen un león, un oso, un lobo y un topo) protestan que su suerte es mejor y se niegan a que se les devuelva la forma humana. Charles Dennis cambió esta fábula para colocarla a la cabeza de su traducción de La Fontaine, Select Fables (1754), pero proporciona su propia conclusión de que cuando los mortales se desvían del camino del honor, / y las fuertes pasiones sobre la razón dominan, / ¿cuáles son ellos entonces pero Brutes? / Es sólo el vicio lo que constituye / La varita mágica y el cuenco mágico, La forma exterior del Hombre que visten, / Pero son de hecho tanto Lobo como Oso, / La transformación está en el Alma.

Louis Fuzelier y Marc-Antoine Legrand titularon su ópera cómica de 1718 Les animaux raisonnables. Tenía más o menos el mismo escenario transpuesto a otro medio y musicalizado por Jacques Aubert. Circe, deseando deshacerse de la compañía de Ulises, accede a cambiar de nuevo a sus compañeros, pero solo el delfín está dispuesto. Los otros, que antes eran un juez corrupto (ahora un lobo), un financiero (un cerdo), una esposa maltratada (una gallina), un marido engañado (un toro) y un flibbertigibbet (un pardillo), encuentran su existencia actual más agradable.

El veneciano Gasparo Gozzi fue otro italiano que volvió a Gelli en busca de inspiración en los 14 Dialoghi dell'isola di Circe en prosa (Diálogos de la isla de Circe) publicado como piezas periodísticas entre 1760 y 1764. En esta obra moral, el objetivo de Ulises al hablar con las bestias es aprender más sobre la condición humana. Incluye figuras de fábula (El zorro y el cuervo, XIII) y del mito para ilustrar su visión de la sociedad en desacuerdo. Lejos de necesitar la intervención de Circe, las víctimas encuentran su estado natural nada más pisar la isla. El filósofo aquí no es el elefante de Gelli sino el murciélago que se retira del contacto humano hacia la oscuridad, como las luciérnagas de Bruno (VI). El único que desea cambiar en la obra de Gozzi es el oso, un satírico que se había atrevido a criticar a Circe y había sido cambiado como castigo (IX).

Hubo dos dramas satíricos más en siglos posteriores. Uno inspirado en el episodio de Gryllus en Plutarch aparece como un capítulo de la última novela de Thomas Love Peacock, Gryll Grange (1861), bajo el título "Aristófanes en Londres". Mitad comedia griega, mitad mascarada isabelina, los personajes de la novela la representan en el Grange como entretenimiento navideño. En él, los médiums espiritistas elevan a Circe y Gryllus y tratan de convencer a este último de la superioridad de los tiempos modernos, que él rechaza por ser intelectual y materialmente regresivos. Una obra italiana que se basó en el tema de la transformación fue la comedia de Ettore Romagnoli, La figlia del Sole (La hija del sol, 1919). Hércules llega a la isla de Circe con su sirviente Cercopo y tiene que ser rescatado por este último cuando él también se convierte en cerdo. Pero, como los otros animales naturalmente inocentes se habían corrompido imitando los vicios humanos, los otros que habían sido cambiados fueron rechazados cuando suplicaron ser rescatados.

También en Inglaterra, Austin Dobson se comprometió más seriamente con el relato de Homero sobre la transformación de los compañeros de Odiseo cuando, aunque la cabeza, el rostro y los miembros se erizan como cerdos, / Todavía malditos por el sentido común, su mente permanece sola. "La oración de los cerdos a Circe" de Dobson (1640) describe el horror de estar aprisionado en un cuerpo animal de esta manera con la conciencia humana sin cambios. No parece haber alivio, ya que solo en la línea final se revela que Odiseo ha llegado para liberarlos. Pero en el poema dramático de Matthew Arnold "The Strayed Reveller" (1849),en el que Circe es uno de los personajes, el poder de su poción se interpreta de manera diferente. Las tendencias internas que abre no son la elección entre la naturaleza animal y la razón, sino entre dos tipos de impersonalidad, entre la claridad divina y la visión participativa y trágica de la vida del poeta. En el poema, Circe descubre a un joven dormido en el pórtico de su templo por una corriente de su cuenco coronado de hiedra. Al despertar de la posesión por el frenesí poético que ha inducido, anhela que continúe.

Política sexual

Con el Renacimiento empezó a haber una reinterpretación de qué era lo que cambiaba a los hombres, si no era simplemente la magia. Para Sócrates, en la época clásica, había sido la gula superando su autocontrol. Pero para el influyente emblematista Andrea Alciato, fue una falta de castidad. En la segunda edición de su Emblemata (1546), por lo tanto, Circe se convirtió en el tipo de la prostituta. Su Emblema 76 se titula Cavendum a meretricibus; los versos latinos que lo acompañan mencionan a Picus, Scylla y los compañeros de Ulises, y concluye que 'Circe con su nombre famoso indica una ramera y cualquiera que ama a tal persona pierde la razón'. Su imitador inglés Geoffrey Whitney usó una variación de la ilustración de Alciato en su propia elección de emblemas.(1586) pero le dio el nuevo título de Homines voluptatibus transformantur, los hombres se transforman por sus pasiones. Esto explica su aparición en la sección Nighttown que lleva su nombre en la novela Ulises de James Joyce. Escrito en forma de guión escénico, hace de Circe la señora de burdel, Bella Cohen. Bloom, la protagonista del libro, fantasea con convertirse en un cruel domador de hombres llamado Sr. Bello que lo obliga a ponerse a cuatro patas y lo monta como a un caballo.

Para el siglo XIX, Circe dejaba de ser una figura mítica. Los poetas la trataban como un individuo o al menos como el tipo de un cierto tipo de mujer. El poeta francés Albert Glatigny se dirige a "Circé" en Les vignes folles (1857) y hace de ella un voluptuoso sueño de opio, imán de fantasías masoquistas. El soneto de Louis-Nicolas Ménard en Rêveries d'un païen mystique (1876) la describe encantando a todos con su mirada virginal, pero la apariencia contradice la maldita realidad. Los poetas en inglés no se quedaron atrás en este espeluznante retrato. "Circe" de Lord de Tabley (1895) es una cosa de perversidad decadente comparada con un tulipán, Una flor ostentosa, desnuda y poco divina... / Con mejillas pecosas y un costado manchado de serpentina,.

Esa imagen central se repite en la flor con rayas de sangre del poema estudiantil de TSEliot "Circe's Palace" (1909) en Harvard Advocate. La propia Circe no aparece, su personaje es sugerido por lo que hay en los terrenos y las bestias en el bosque más allá: panteras, pitones y pavos reales que nos miran con los ojos de hombres que conocimos hace mucho tiempo. Más que una tentadora, se ha convertido en una amenaza castradora.

Varias poetas femeninas hacen que Circe se defienda por sí misma, utilizando la forma del soliloquio para expresar la posición de la mujer. La poeta inglesa del siglo XIX Augusta Webster, gran parte de cuyos escritos exploró la condición femenina, tiene un monólogo dramático en verso en blanco titulado "Circe" en su volumen Retratos (1870). Allí, la hechicera anticipa su encuentro con Ulises y sus hombres e insiste en que no convierte a los hombres en cerdos, simplemente les quita el disfraz que los hace parecer humanos. Pero cualquier trago, agua pura, vino natural, / de mi copa, los revelaba a sí mismos / ya los demás. ¿Cambio? no hubo cambio; / solo el disfraz se fue de ellos desprevenidos. El personaje mitológico del hablante contribuye de manera segura al discurso victoriano sobre la sexualidad de la mujer al expresar el deseo femenino y criticar el papel subordinado que se le otorga a la mujer en la política heterosexual.

Dos poetas estadounidenses también exploraron la psicología femenina en poemas aparentemente sobre la hechicera. "Circe" de Leigh Gordon Giltner se incluyó en su colección The Path of Dreams (1900), cuya primera estrofa relata la historia habitual de hombres convertidos en cerdos por su hechizo. Pero luego una segunda estrofa presenta un retrato sensual de una mujer sin nombre, muy en la vena francesa; una vez más, concluye, 'Los hechizos de Circe transforman a los hombres en cerdos'. No se trata de una víctima pasiva de las proyecciones masculinas, sino de una mujer consciente de su poder sexual. También lo es "Circe" de Hilda Doolittle, de su colección Hymen(1921). En su soliloquio, repasa las conquistas de las que se ha aburrido y luego lamenta el único caso en que fracasó. Al no nombrar al propio Ulises, Doolittle universaliza una emoción con la que todas las mujeres podrían identificarse. A finales de siglo, la poeta británica Carol Ann Duffy escribió un monólogo titulado Circe en el que se representa a la diosa dirigiéndose a un público de "nereidas y ninfas". En este episodio abierto en la guerra entre los sexos, Circe describe las diversas formas en que todas las partes de un cerdo pueden y deben cocinarse.

Otra indicación de la progresión en la interpretación de la figura de Circe la dan dos poemas con un siglo de diferencia, ambos relacionados con pinturas de ella. El primero es el soneto que Dante Gabriel Rossetti escribió en respuesta a "El vino de Circe" de Edward Burne-Jones en su volumen Poemas (1870). Ofrece una descripción fiel del manierismo prerrafaelita de la pintura, pero su descripción de la poción de Circe como "destilada de muerte y vergüenza" también concuerda con la identificación contemporánea (masculina) de Circe con la perversidad. Esto se subraya aún más por su declaración (en una carta) de que las panteras negras allí son 'imágenes de la pasión arruinada' y por su anticipación al final del poema de la costa azotada por la marea de la pasión / Donde las algas despeinadas odian el mar."Circe - after the painting by Dosso Dossi" del australiano AD Hope, por otro lado, admite francamente la herencia animal de la humanidad como natural y algo en lo que incluso Circe comparte. En el poema, vincula el desvanecimiento de la racionalidad y el habla de sus amantes con sus propios gritos animales en el acto de amor.

Quedan algunos poemas que llevan su nombre que tienen más que ver con las preocupaciones privadas de sus escritores que con la reinterpretación de su mito. El vínculo con él en "Circe/Mud Poems" de Margaret Atwood, publicado por primera vez en You Are Happy (1974), es más una cuestión de alusión y no se menciona abiertamente en ninguna parte más allá del título. Es una reflexión sobre la política de género contemporánea que apenas necesita los disfraces de Augusta Webster. Con otros dos poemas de escritores masculinos ocurre lo mismo: el de Louis Macneice, por ejemplo, cuya "Circe" apareció en su primer volumen, Poems (Londres, 1935); o el de Robert Lowell, cuyo "Ulysses and Circe" apareció en su última, Day by Day(Nueva York, 1977). Ambos poetas se han apropiado del mito para hacer una declaración personal sobre sus relaciones rotas.

Paralelos y secuelas

Varias epopeyas renacentistas del siglo XVI incluyen hechiceras lascivas basadas en la figura de Circe. Estos generalmente viven en un lugar aislado dedicado al placer, al que los amantes son atraídos y luego transformados en bestias. Incluyen lo siguiente:

Estudios posteriores han identificado elementos del personaje de Circe y especialmente de su compañera hechicera Medea como contribuyentes al desarrollo de la leyenda medieval de Morgan le Fay. Además, se ha argumentado que el hada Titania en Sueño de una noche de verano (1600) de William Shakespeare es una inversión de Circe. Titania (hija de los titanes) era un título con el que se conocía a la hechicera en la época clásica. En este caso, las tornas se invierten en el personaje, que es la reina de las hadas. Ella está hecha para amar a un asno después, en lugar de antes, él se transforma en su verdadera semejanza animal.

Además, se ha sugerido que La máscara de John Milton presentada en el castillo de Ludlow (1634) es una secuela de Tempe Restored, una mascarada en la que Circe había aparecido dos años antes, y que la situación que se presenta allí es una inversión del mito griego. Al comienzo de la mascarada, el personaje Comus es descrito como el hijo de Circe por Baco, dios del vino, e igual a su madre en el encantamiento. Él también transforma a los viajeros en formas bestiales que "ruedan de placer en una pocilga sensual". Habiendo asaltado a la heroína e inmovilizada en una silla encantada, se para sobre ella, con la varita en la mano, y le presiona una copa mágica (que representa el placer sexual y la intemperancia), que ella rechaza repetidamente, argumentando la virtud de la templanza y la castidad.La imagen presentada es una imagen especular de la historia clásica. En lugar de la bruja que fácilmente seduce a los hombres que conoce, la virtud femenina resiste a un encantador masculino.

En el siglo XX, el episodio de Circe sería reevaluado en dos secuelas poéticas de la Odisea. En el primero de ellos, L'Ultimo Viaggio (El último viaje, 1906) de Giovanni Pascoli, el anciano héroe se dispone a redescubrir las emociones de su juventud volviendo sobre su viaje desde Troya, solo para descubrir que la isla de Eea está desierta. Lo que en su sueño de amor había tomado por el rugido de los leones y el canto de Circe ahora no era más que el sonido del viento del mar en los robles otoñales (Cantos 16-17).

Esta disipación melancólica de la ilusión se repite en The Odyssey: A Modern Sequel (1938) de Nikos Kazantzakis. El nuevo viaje en busca de un nuevo significado para la vida registrado allí surge del rechazo inicial del héroe de sus experiencias pasadas en las dos primeras secciones. El episodio de Circe es visto por él como un escape por los pelos de la muerte del espíritu: Con las manos y los muslos torcidos rodamos sobre arenas ardientes, / ¡una masa colgante de víboras sibilantes pegadas al sol!... / ¡Adiós, el viaje brillante, terminado! ¡Proa y alma / amarradas en el fangoso puerto de la bestia contenta! / Oh alma pródiga y viajera, ¿es este tu país?Su huida de este lodazal de sensualidad llega un día en que la visión de unos pescadores, una madre y su bebé disfrutando de las sencillas comodidades de la comida y la bebida, le recuerda la vida, sus deberes y delicias. Donde el intento del héroe de Pascoli de recuperar el pasado terminó en fracaso, el Odiseo de Kazantzakis, que ya se da cuenta del vacío de sus experiencias, viaja hacia lo que espera sea un futuro más pleno.

Representaciones visuales

Arte antiguo

Las escenas de la Odisea son comunes en la cerámica griega, entre ellas el episodio de Circe. Las dos representaciones más comunes tienen a Circe rodeada por los marineros transformados y Odiseo amenazando a la hechicera con su espada. En el caso de los primeros, los animales no siempre son jabalíes, sino que también incluyen, por ejemplo, el carnero, el perro y el león en el kylix de Boston del siglo VI aC. A menudo, la transformación es solo parcial, involucrando la cabeza y quizás una cola que brota, mientras que el resto del cuerpo es humano. Al describir un oscuro bronce griego del siglo V en el Museo de Arte Walters que toma la forma de un hombre a cuatro patas con las partes delanteras de un cerdo, el comentarista pregunta de qué otra manera podría un artista representar a alguien embrujado que no sea como un hombre. con cabeza de animal.En estas escenas, se muestra a Circe casi invariablemente revolviendo la poción con su varita, aunque el incidente descrito en Homero hace que use la varita solo para hechizar a los marineros después de que se hayan refrescado. Una excepción es el ánfora de Berlín en la que Circe sentada sostiene la varita hacia un hombre medio transformado.

En la segunda escena, Odiseo amenaza a la hechicera con una espada desenvainada, como lo describe Homero. Sin embargo, a veces también se le representa portando lanzas, como en el lécito de Atenas, mientras que Homero informa que era un arco que se había colgado del hombro. En este episodio, Circe generalmente se muestra en vuelo, y en el lécito de Erlangen se puede ver claramente dejar caer el cuenco y la varita detrás de ella. Dos cuencos de vino curiosamente primitivos incorporan el detalle homérico del telar manual de Circe, en el que los hombres que se acercaban a su palacio podían oírla cantar dulcemente mientras trabajaba. En el skyphos del siglo V de Beocia, un Odiseo aparentemente lisiado se apoya en una muleta mientras una mujer con rasgos negroides sostiene un cuenco desproporcionadamente grande.En el otro, un héroe barrigón blande una espada mientras Circe remueve su poción. Ambos pueden representar la escena tal como se representa en una u otra de las obras cómicas de sátiros que tratan de su encuentro. Poco queda de estos ahora más allá de unas pocas líneas de Esquilo, Efipo de Atenas y Anaxilas. Otras pinturas de jarrones de la época sugieren que los hombres-animales medio transformados de Odiseo formaron el coro en lugar de los sátiros habituales. La razón por la que debería ser un tema de tales obras de teatro es que beber vino a menudo era central en su trama. Los escritores posteriores seguirían a Sócrates al interpretar el episodio como una ilustración de los peligros de la embriaguez.

Otros artefactos que representan la historia incluyen el cofre de Cypselus descrito en el cuaderno de viaje de Pausanias. Entre sus muchas tallas 'hay una gruta y en ella una mujer durmiendo con un hombre en un lecho. Yo era de la opinión de que eran Odiseo y Circe, basándome en el número de las doncellas frente a la gruta y en lo que estaban haciendo. Porque las mujeres son cuatro, y se dedican a las tareas que Homero menciona en su poesía». El pasaje en cuestión describe cómo uno de ellos 'arrojó fundas de lino sobre las sillas y extendió encima finas telas de color púrpura. Otro acercó mesas de plata a las sillas y dispuso platos de oro, mientras que un tercero mezcló vino dulce con miel en un cuenco de plata y lo sirvió en copas de oro. El cuarto fue a buscar agua y encendió un fuego rugiente debajo de un enorme caldero.Esto sugiere un trabajo de considerable detalle, mientras que el ataúd etrusco conservado en el museo arqueológico de Orvieto tiene solo cuatro figuras. En el centro, Odiseo amenaza a Circe con la espada desenvainada, mientras que una figura con cabeza de animal se encuentra a ambos lados, una de las cuales pone su mano familiarmente sobre el hombro del héroe. Un relieve de espejo de bronce en el Museo Fitzwilliam también es etrusco y está inscrito con los nombres de los personajes. Allí se representa a un cerdo a los pies de Circe, mientras Odiseo y Elpenor se acercan a ella con las espadas desenvainadas.

Retratos en personaje

Durante el siglo XVIII, los pintores comenzaron a retratar actores individuales en escenas de obras de teatro con nombre. También había una tradición de actuaciones privadas, con una variedad de obras ilustradas para ayudar con las propiedades escénicas y el vestuario. Entre estos estaba A Collection of the Dresses of Different Nations, Antient and Modern (1757-1772) de Thomas Jefferys, que incluía un grabado en cobre de una Circe coronada con un vestido holgado, sosteniendo una copa en alto en su mano derecha y una varita larga en su mano. izquierda.Varios retratos de personajes proporcionan evidencia de tales actuaciones durante las décadas siguientes, de los cuales uno de los primeros fue el pastel de Daniel Gardner (1750-1805) de "Miss Elliot como Circe". El artista había sido alumno tanto de George Romney como de Joshua Reynolds, quienes pronto seguirían su ejemplo. En el grabado de 1778 basado en el retrato de Gardner aparecen las líneas del Comus de Milton: La hija del sol, cuya copa encantada / Quien la probó, perdió su forma erguida / Y cayó hacia abajo como un cerdo rastrero., en elogio al encanto de esta casadera hija de una casa de campo. Al igual que en el plato de los Jeffery, lleva una corona plateada sobre el cabello oscuro alborotado, con una varita en la mano derecha y una copa en la izquierda. En retrospectiva, los ojos francos que miran directamente al espectador y la boca de capullo de rosa son demasiado inocentes para el papel que interpreta la señorita Elliot.

Los temas de pinturas posteriores que personifican a Circe tienen una historia de experiencia sexual detrás de ellos, comenzando con "Mary Spencer en el personaje de Circe" de William Caddick, que se exhibió en la Royal Academy en 1780. El tema aquí era la amante del pintor. Jorge Stubbs. Un retrato de la "Sra. Nesbitt como Circe" de Reynolds siguió en 1781. Aunque el pasado de esta dama era ambiguo, tenía conexiones con los que estaban en el poder y el gobierno la utilizó como agente secreto. En la pintura, está sentada de lado, con un vestido blanco holgado, con una varita en la mano derecha y una copa dorada cerca de la izquierda. Un mono está agachado sobre ella en las ramas de un árbol y una pantera confraterniza con el gatito en su rodilla.Si bien la pintura, sin duda, alude a su reputación, también se ubica dentro de la tradición de vestirse con el personaje.

Poco después, la notoria Emma Hamilton elevaría esto a una forma de arte, en parte con la ayuda de las muchas pinturas de George Romney de sus personificaciones. El estudio preliminar de Romney de la cabeza y los hombros de Emma, ​​actualmente en la Tate Gallery, con su pelo recogido, ojos y boca expresivos, recuerda el retrato de la señorita Elliot de Samuel Gardener. En el largometraje "Lady Hamilton como Circe" en Waddesdon Manor, se la coloca en un paisaje boscoso con lobos gruñendo a su izquierda, aunque el tigre que originalmente estaba allí ahora ha sido pintado. Su brazo izquierdo está levantado para lanzar un hechizo mientras la varita apunta hacia abajo en su mano derecha.Después de que Emma se mudó a Nápoles y se unió a Lord Hamilton, desarrolló lo que llamó sus "actitudes" en un entretenimiento más público. Túnicas holgadas especialmente diseñadas se combinaron con grandes chales o velos mientras posaba de tal manera que evocaba figuras de la mitología clásica. Estos se desarrollaron a partir de meras poses, con la audiencia adivinando los nombres de los personajes y escenas clásicas que retrató, en pequeñas charadas sin palabras.

La tradición de vestirse con el personaje continuó en los siglos siguientes. Una de las series fotográficas de Julia Margaret Cameron, discípula del pintor George Frederic Watts, era de personajes míticos, para los que utilizó como modelos a los hijos de amigos y sirvientes. La joven Kate Keown se sentó para la cabeza de "Circe" alrededor de 1865 y se la representa con un tocado de uva y hojas de vid para sugerir el uso del vino por parte del personaje para lograr un cambio en la personalidad.La fotógrafa de retratos de sociedad Yevonde Middleton, también conocida como Madame Yevonde, iba a utilizar un baile benéfico aristocrático de 1935 como base para su propia serie de retratos mitológicos en color. Posteriormente, sus participantes fueron invitados a su estudio para posar con sus disfraces. Allí se representa a la baronesa Dacre como Circe con un tocado de hojas sobre rizos dorados y sujetando una gran copa de porcelana barroca.

Una década antes, el ilustrador Charles Edmund Brock extendió hasta el siglo XX lo que es casi un pastiche de la pieza de conversación del siglo XVIII en su "Circe and the Sirens" (1925). En este, la Honorable Edith Chaplin (1878–1959), marquesa de Londonderry, y sus tres hijas menores aparecen en un jardín agrupadas alrededor de una gran cabra como mascota. Tres mujeres pintoras también produjeron retratos utilizando la convención de la retratada en el carácter. La primera fue Beatrice Offor (1864-1920), cuyo papel de modelo en su pintura de Circe de 1911 se sugiere por la corona de hojas de vid en su cabello largo y oscuro, la copa con serpientes entrelazadas que lleva y el brazalete de serpiente en su brazo izquierdo. Mary Cecil Allen era de origen australianopero vivía en los Estados Unidos en el momento en que se pintó "Miss Audrey Stevenson como Circe" (1930). Aunque es solo un boceto de cabeza y hombros, su colorido y ejecución sugieren la personalidad vivaz de la modelo. Rosemary Valodon (nacida en 1947), del mismo país, pintó una serie de personalidades australianas en su serie de diosas. "Margarita Georgiadis as Circe" (1991) es un tríptico, cuyo panel central retrata a una femme fatale desnuda y actualizada, recostada en la vegetación tropical junto a una cabeza de cerdo.

Una pintura al menos representa a una actriz que interpreta el papel de Circe. Este es el impactante retrato de Tilla Durieux como Circe (1913) de Franz von Stuck. Interpretó este papel en un renacimiento vienés de la obra de Calderón en 1912 y hay un anuncio de ella de Isidor Hirsch en el que aparece recostada en un sofá y con una corona elaborada. Su expresión seductora y el giro de su cabeza son casi exactamente los de la hechicera de Van Stuck mientras sostiene el cuenco envenenado. Sugiere el uso de ciertas fotos publicitarias posadas para crear el mismo efecto icónico que tenían las pinturas en el pasado. Un ejemplo casi contemporáneo fue la foto de 1907 de Mme Geneviève Vix como Circe en la ópera ligera de Lucien Hillenacher en la Opéra-Comique de París.El posado de la actriz y el recorte de la imagen para resaltar su lujoso traje demuestra su ambición de crear un efecto que va más allá de lo meramente teatral. Un ejemplo posterior es el fotograma de Silvana Mangano en su papel de Circe en la película Ulises de 1954, que presenta una pose igualmente astuta para el efecto.

Tratamientos musicales

Cantata y canción

Además de los dramas en verso, con sus interludios líricos, en los que se basaban muchas óperas, había textos poéticos que se enmarcaban como cantatas profanas. Una de las primeras fue La Circe de Alessandro Stradella, en una puesta a tres voces que rozaba lo operístico. Se representó por primera vez en Frascati en 1667 en honor al cardenal Leopoldo de Medici y contenía referencias a su entorno. En el recitativo de apertura, Circe explica que fue su hijo Telegonus quien fundó Frascati. Los otros personajes con los que dialoga son el viento del sur (Zeffiro) y el río local Algido. En el siglo siguiente, la cantata All'ombra di sospeto de Antonio Vivaldi(En la sombra de la duda, RV 678) está ambientada para una sola voz y representa a Circe dirigiéndose a Ulises. La parte de contratenor está acompañada por flauta, clavicémbalo, violonchelo y tiorba y presenta dos recitativos y dos arias. La pieza es famosa por el diálogo creado entre la flauta y la voz, conjurando el momento de coqueteo antes de que los dos se conviertan en amantes.

El tratamiento más exitoso del episodio de Ulises en francés fue el poema Circé (1703) de Jean-Baptiste Rousseau, que fue escrito específicamente para ser una cantata. Las diferentes formas de los versos empleados permiten que la pieza sea dividida por los músicos que la ambientan para expresar una variedad de emociones. El poema comienza con la abandonada Circe sentada en una alta montaña y de luto por la partida de Ulises. La hechicera entonces llama a los dioses infernales y hace un terrible sacrificio: Una miríada de vapores oscurece la luz, / Las estrellas de la noche interrumpen su curso, / Los ríos atónitos se retiran a su fuente / Y hasta el dios de la Muerte tiembla en la oscuridad. Pero aunque la tierra se estremezca hasta el fondo, el Amor no debe ser mandado de esta manera y los campos invernales vuelven a la vida.

La configuración más antigua fue de Jean-Baptiste Morin en 1706 y fue popular durante la mayor parte del resto del siglo. Uno de sus últimos minuetos moralizadores, Ce n'est point par force qu'on aime (El amor no será forzado) se interpretaba a menudo de forma independiente y la partitura se reimprimía en muchas colecciones de canciones. El flautista Michel Blavet arregló la música para esta y la estrofa final del poema, Dans les champs que l'Hiver désole (En los campos que el invierno devasta), para dos flautas en 1720. El nuevo escenario de la cantata tres años después por Francois Collin de Blamont tuvo el mismo éxito y se hizo famoso por su compositor de diecinueve años. Originalmente para voz y bajo continuo, fue ampliado y revisado considerablemente en 1729, con partes para flauta, violín y viola añadidas.Hacia finales de siglo, el escenario coral de Georges Granges de Fontenelle (1769-1819) también daría fama a su joven compositor.

El poema de Rousseau también fue familiar para compositores de otras nacionalidades. Ambientada para mezzosoprano y orquesta completa, el compositor de la corte Luigi Cherubini le dio un tratamiento casi operístico en 1789. Franz Seydelmann la compuso para soprano y orquesta completa en Dresde en 1787 a pedido del embajador ruso en la corte sajona, Prince Alexander Belosselsky, quien elogió el trabajo de Seydelmann. Un arreglo posterior del compositor austriaco Sigismond von Neukomm para soprano y orquesta completa (Op. 4, 1810) fue juzgado favorablemente por el musicólogo francés Jacques Chailley en su artículo de 1966 para la revista Revue des études Slaves.

Los tratamientos recientes del tema de Circe incluyen la cantata de radio Circe 1991 (1973-1975) del compositor irlandés Gerard Victory, A Threepenny Odyssey de David Gribble, una cantata de quince minutos para jóvenes que incluye el episodio en Circe's Isle y Odysseus de Malcolm Hayes recuerda (2003–04), que incluye partes de Circe, Anticleia y Tiresias. El ciclo de canciones Circe (1998) de Gerald Humel surgió de su trabajo en su ballet de 1993 con Thomas Höft. Posteriormente, esta última escribió siete poemas en alemán que presentan el papel de Circe como seductora bajo una nueva luz: aquí es hacia la libertad y la iluminación hacia lo que ella tienta a sus oyentes. Otro ciclo de Siete Canciones para Voz Alta y Piano(2008) del compositor estadounidense Martin Hennessey incluye el poema "Circe's Power" de Louise Glück's Meadowlands (1997).

También ha habido tratamientos de Circe en la música popular, en particular la relación del episodio de Odiseo en la canción de Friedrich Holländer de 1958. Además, se incluye texto en griego homérico en el episodio "La isla de Circe" en La Odisea de David Bedford (1976).. Este fue el antepasado de varias suites electrónicas posteriores que hacen referencia a la leyenda de Odiseo, con títulos de "Circe" entre ellos, que tienen poca otra conexión programática con el mito en sí.

Ballet clásico y música programática

Después de que el ballet clásico se separó del espectáculo teatral en una forma sin palabras en la que la historia se expresa únicamente a través del movimiento, el tema de Circe rara vez se abordó. Apareció como el primer episodio de tres con temas mitológicos en Les Fêtes Nouvelles (Nuevos espectáculos), puesta en escena por Sieur Duplessis le cadet en 1734, pero la obra fue retirada después de su tercera representación y no revivida. El coreógrafo Antoine Pitrot también representó Ulysse dans l'isle de Circée, describiéndolo como un ballet sérieux, heroï-pantomima en 1764. A partir de entonces, parece que no hubo nada hasta el resurgimiento del ballet en el siglo XX.

En 1963, la coreógrafa estadounidense Martha Graham creó su Circe con una partitura de Alan Hovhaness. Su tema es psicológico, representando la batalla con los instintos animales. Las bestias retratadas se extienden más allá de los cerdos e incluyen una cabra, una serpiente, un león y un ciervo. El tema ha sido descrito como uno de "acción erótica muy cargada", aunque ambientado en "un mundo donde la frustración sexual es rampante". En esa misma década Rudolf Brucci compuso su Kirka (1967) en Croacia.

Hay un episodio de Circe en el Ulises de John Harbison (Acto 1, escena 2, 1983) en el que el canto de la hechicera está representado por ondas Martenot y percusión afinada. Después de que los marineros de Ullyses se transformen en animales por su hechizo, se produce una batalla de voluntades entre Circe y el héroe. Aunque los hombres vuelven a cambiar, Ulises está encantado con ella a su vez. En 1993, siguió un tratamiento a gran escala de la historia en Circe und Odysseus en dos actos de Gerald Humel. También de intención psicológica, representa la seducción de Circe del héroe inquieto como un fracaso final. Destaca especialmente el papel del decorado geométrico en su producción berlinesa.

Si bien las óperas sobre Circe no cesaron, durante un tiempo fueron superadas por el nuevo concepto musical del poema sinfónico que, si bien no utiliza un texto cantado, busca igualmente la unión de la música y el drama. Varias obras puramente musicales entran en esta categoría desde finales del siglo XIX en adelante, de las cuales una de las primeras fue Odiseo de Heinrich von Herzogenberg (Op.16, 1873). Una sinfonía wagneriana para gran orquesta, que trata sobre el regreso del héroe de la guerra de Troya, su tercera sección se titula "Los jardines de Circe" (Die Gärten der Circe).

En el siglo XX, el ciclo de Ernst Boehe Aus Odysseus Fahrten (From Odysseus' Voyage, Op. 6, 1903) fue igualmente programático e incluyó la visita a la Isla de Circe (Die Insel der Circe) como su segunda sección larga. Después de una descripción del viaje por mar, un pasaje de clarinete bajo presenta un conjunto de flauta, arpa y violín solista sobre un acompañamiento ligeramente orquestado, lo que sugiere el seductor intento de Circe de evitar que Odiseo viaje más lejos. La Sinfonía Circe de Alan Hovhaness (No. 18, Op. 204a, 1963) es un ejemplo tardío de este tipo de escritura programática. Es, de hecho, solo una versión ligeramente modificada de su música de ballet de ese año, con la adición de más cuerdas, un segundo timbalero y una celesta.

Con la excepción del preludio para orquesta de Willem Frederik Bon (1972), la mayoría de las obras posteriores han sido para un número restringido de instrumentos. Incluyen Circe de Hendrik de Regt (Op. 44, 1975) para clarinete, violín y piano; Les Enchantements De Circe de Christian Manen (Op. 96, 1975) para fagot y piano; y Cir(c)é (1986) de Jacques Lenot para oboe d'amore. Circe (1988), del músico experimental alemán Dieter Schnebel, es una obra para arpa, cuyas secciones se titulan Signale (señales), Säuseln (susurros), Verlockungen (incentivos), Pein (dolor), Schläge (golpes) y Umgarnen(snare), que dan una idea de su intención programática.

"Circe" de Thea Musgrave para tres flautas (1996) eventualmente se convertiría en la cuarta pieza de sus seis partes Voices from the Ancient World para varias combinaciones de flauta y percusión (1998). Su nota sobre estos explica que su propósito es 'describir algunos de los personajes de la antigua Grecia' y que Circe fue 'la hechicera que transformó a los hombres en bestias'. Una referencia reciente es la Sonata II para viola da gamba del clavecinista Fernando De Luca titulada "La cueva de Circe" (L'antro della maga Circe).

Ópera

Interpretaciones científicas

En la opinión cristiana posterior, Circe era una bruja abominable que usaba poderes milagrosos para fines malvados. Cuando se llegó a cuestionar la existencia de las brujas, se la reinterpretó como una depresiva que sufría delirios.

En botánica, las Circaea son plantas pertenecientes al género de las solanáceas del encantador. El nombre fue dado por los botánicos a fines del siglo XVI en la creencia de que esta era la hierba utilizada por Circe para encantar a los compañeros de Odiseo. Los historiadores de la medicina han especulado que la transformación en cerdos no fue pensada literalmente, sino que se refiere a una intoxicación anticolinérgica con la planta Datura stramonium. Los síntomas incluyen amnesia, alucinaciones y delirios. La descripción de "molibdeno" se ajusta a la campanilla de invierno, una flor que contiene galantamina, que es un anticolinesterásico de larga duración y, por lo tanto, puede contrarrestar los anticolinérgicos que se introducen en el cuerpo después de haberlo consumido.

Otra influencia

La gens Mamilia, descrita por Tito Livio como una de las familias más distinguidas del Lacio, afirmaba descender de Mamilia, nieta de Odiseo y Circe a través de Telégono. Uno de los más conocidos fue Octavius ​​Mamilius (fallecido en 498 a. C.), princeps de Tusculum y yerno de Lucius Tarquinius Superbus, el séptimo y último rey de Roma.