Chullachaki


El Chullachaki (quechua, "un pie", de chulla o ch'ulla = soltero , impar, impar, asimétrico, chaki = pie; ortografía a veces también utilizada en español) o Chullachaqui (ortografía hispanizada), también conocido como Shapishico, es una criatura mítica del bosque de la selva amazónica peruana y brasileña.
Descripción
Generalmente se le describe como bajo y feo, con una pierna más corta que la otra y un pie más grande que el otro, apuntando hacia atrás o en forma de pezuña.
Se dice que persuade a sus víctimas para que lo sigan hasta las profundidades de la jungla, donde ni siquiera los rastreadores experimentados pueden encontrar el camino de regreso. Lo hace tomando la forma de un miembro de la familia o de un ser querido al que no ve desde hace mucho tiempo, o disfrazándose de animal de presa. Su asombrosa habilidad para replicar a otros hace que sea imposible distinguirlo, excepto por sus pies que no coinciden.
Otros dicen que aparece con la forma de un hombre muy bajo vestido con harapos, agitando los puños cerrados en el aire buscando pelea. En este caso, los indígenas creen que un hombre debe aceptar su desafío y vencerlo hasta descubrir toda la riqueza que tiene escondida en la selva. Quien rechaza este desafío sufre la maldición de no poder cazar y de mala suerte: familiares y amigos se convierten en enemigos, las esposas se van con otros hombres, etc.
Se dice que Chullachaqui tiene la capacidad de convertirse en cualquier animal de la selva. Es una especie de espíritu del bosque que protege las tierras y los animales y castiga a un hombre si rompe un tabú o actúa imprudentemente en el bosque. Según una leyenda local, Chullachaqui es miembro de una especie más antigua, que vivió allí mucho antes que los humanos. La mayor parte del tiempo permanecen bastante desinteresados por los humanos. Habitan lugares forestales alejados de la habitación humana, donde supuestamente tienen sus propios jardines y campos que cuidar. Si un ser humano vive demasiado cerca de esos jardines, podría atacar y hechizar al desafortunado humano. A veces, un Chullachaqui también puede robar un niño humano y criarlo como propio, o atraer a los humanos a una trampa con fines de apareamiento. Un humano así robado por los Chullachaqui se convierte en uno de ellos.