Chasqui

Un chasqui (también escrito chaski) era un mensajero del imperio Inca. Ágiles, muy entrenados y en buena forma física, se encargaban de llevar mensajes –en forma de quipus o información oral– y pequeños paquetes. A lo largo del sistema vial inca existían estaciones repetidoras denominadas chaskiwasi (casa de chasqui), ubicadas a unos 2,5 kilómetros ( 1,6 millas) uno del otro, donde los chasqui cambiaron, intercambiando su(s) mensaje(s) con el nuevo mensajero. El sistema chasqui podría entregar un mensaje o un regalo a una distancia de hasta 300 kilómetros (190 millas) por día.
Los Incas
El nombre chasqui deriva de la palabra quechua chaski (plural chaskikuna) que significa "recepción, aceptación, consentimiento" e históricamente "postillón". Según el Inca Garcilaso de la Vega, cronista y escritor español-inca del siglo XVI, la palabra chasqui significa "el que intercambia". El nombre cacha (escrito kacha en quechua moderno), que significa mensajero en quechua, no se utilizaba, sino que se utilizaba para mencionar a los embajadores o mensajeros personales, «que iban personalmente de un príncipe a otro o de el señor al tema.»
Pan
Estas "cascas" fueron empleadas en este reino. Ellos eran los hijos de curacas [jefes locales] que eran leales. Cada corredor tenía una sombra de pluma blanca en la cabeza que llevaba para que el siguiente chasque lo viera a distancia. El chasque también llevaba una trompeta llamada "putoto" para que el próximo corredor estuviera listo. Los brazos que llevaban eran el 'champi' [un club estrellado] y un 'uaraca' [sling].
Estos chasques fueron pagados por los Inca, y recibieron su comida de sus almacenes. Cada 'churo chasque' [chasqui que llevaba una cáscara] estaba estacionado a intervalos de la mitad de la liga [2.5 kilómetros (1.6 mi)] para que pudiera correr la distancia rápidamente. Dicen que pueden traer un caracol vivo del Nuevo Reino de Granada [parte norte de América del Sur] a la Inca en Cuzco.
—Felipe Guaman Poma de Ayala, 1615
Los chasquis servían para llevar en poco tiempo las órdenes del rey a las provincias o a los comandantes del ejército y llevar noticias y avisos importantes para el reino, la guerra y las provincias al Cusco, capital de los Incas. Imperio.
A lo largo de los caminos incas se colocaban estaciones de relevo a media legua de distancia, donde una legua son unos 5 kilómetros o una hora de caminata. En cada estación esperaban de cuatro a seis chasquis jóvenes, esbeltos y en forma, con un techo o una choza para protegerlos del sol y la lluvia. Llevaban los mensajes por turnos en una dirección u otra. Los chasquis que esperaban vigilaban constantemente el camino para detectar al corredor entrante, este último gritaba a la vista de la cabaña y tocaba su trompeta de concha, para alertar al nuevo para que ocupara su lugar. Dio su mensaje, repitiéndolo más de una vez, hasta que el nuevo chasqui lo entendió perfectamente. De esta manera el mensaje nunca se perdió.
Las cabañas eran construcciones ligeras y siempre estaban colocadas en una posición elevada y de forma que pudieran verse entre sí. Según Inca García también la distancia era de apenas un cuarto de legua «porque decían que eso era lo que podía correr un indio con ligereza y aliento, sin cansarse».
Los chasquis también llevaban otros mensajes, en forma de quipus (de la palabra quechua khipu que significa 'nudo') que contenían principalmente números en forma ordenada. Los quipus podrían representar la cantidad de impuestos a pagar por un pueblo o una provincia o la cantidad de soldados a movilizar. No hay evidencia de que los chasquis pudieran leer los quipus, lo cual era una tarea delicada y difícil realizada por los khipukamayoq (expertos en escribir y leer quipu), porque en la práctica no era necesario que los chasquis tuvieran acceso a la información que entregaban. .
En caso de emergencias graves, como una invasión o un levantamiento, se utilizaban hogueras durante la noche y columnas de humo durante el día. Según el Inca Garcilaso el Inca recibiría el mensaje de socorro «en dos o tres horas como máximo (aunque estuviera a quinientas o seiscientas leguas [250 a 300 kilómetros (160 a 190 millas)] de la corte)».
Origen del servicio chasqui
Según la crónica de Pedro Sarmiento de Gamboa el servicio chasqui fue establecido por Pachacuti Inca Yupanqui quien había extendido su imperio mucho hacia el norte y que necesitaba tener informes diarios frescos de todas las provincias de su vasto reino, por lo que ordenó a su hermano y capitán general, Cápac Yupanqui, que estableciera el sistema.
Por otra parte Juan de Betanzos afirma que fue Viracocha Inca, antecesor de Pachacuti quien «mandó que en los caminos reales hubiera mojones de leguas» y «que todos los caminos reales estuvieran poblados de chasques, en cada mojón de legua cuatro chasques, para que con los mandatos y disposiciones del lnga, en poco tiempo, puedan correr la tierra»
Martín de Murúa afirma en cambio que fue el hijo de Topa Inca Yupanqui Pachacuti, quien ordenó «poner correos en todos los caminos, que llaman chasques, con tal orden y concierto que admiran, que estaban en los caminos, a intervalos cada uno como de un tiro de ballesta, y unas veces más cerca, y otras estaban a media legua de distancia»
Disposición logística
Camino muy largo
El sistema vial inca, conocido como Qhapaq Ñan (que significa "camino real" en quechua) fue el sistema de transporte más extenso y avanzado de la América del Sur precolombina. En total tenía unos 40.000 kilómetros (25.000 millas) de largo. La red estaba compuesta de caminos formales cuidadosamente planificados, diseñados, construidos, señalizados y mantenidos; pavimentado donde sea necesario, con escaleras para ganar elevación, puentes y construcciones accesorias como muros de contención y sistemas de drenaje de agua. Se basaba en dos caminos de norte a sur: uno por la costa y el segundo y más importante por el interior y la montaña, ambos con numerosos ramales. El sistema vial permitía el traslado de información, bienes, soldados y personas, sin el uso de ruedas, dentro del Tawantinsuyu o Imperio Inca a lo largo de un territorio de casi 2.000.000 km2 (770.000 millas cuadradas) y habitado. por unos 12 millones de personas.
Los caminos estaban bordeados, a intervalos, con edificios para permitir el uso más efectivo: a corta distancia había chasquiwasi, estaciones de relevo para los chasquis; en un intervalo de caminata de un día, los tambos permitieron apoyar a los usuarios de la vía y a las bandadas de animales de carga de llamas. A lo largo de las carreteras se encontraban centros administrativos con almacenes, llamados qullqas, para la redistribución de mercancías. Hacia los límites del Imperio Inca y en zonas recién conquistadas se encontraron pukaras (fortalezas).
Auge
Los tambos fueron quizás las construcciones más importantes en el funcionamiento de la red vial. Eran construcciones de variada arquitectura y tamaño cuya función era principalmente el alojamiento de los viajeros y el almacenamiento de productos para su abastecimiento. Por este motivo, se ubicaron a un día de recorrido, aunque se identificaron irregularidades en sus distancias probablemente ligadas a diversos factores como la presencia de fuentes de agua, la existencia de terrenos con productos agrícolas o la presencia de pre- Centros incas. Los tambos eran tan frecuentes que muchos topónimos regionales andinos incluyen la palabra tambo en ellos.
Garcilaso de la Vega subraya la presencia de infraestructura (tambos) en el sistema de caminos Inka donde los puestos de alojamiento para funcionarios estatales y chasquis eran omnipresentes en todo el imperio Inca; estaban bien espaciados y bien provistos. Alimentos, ropa y armas fueron almacenados y listos también para el ejército Inka que marchaba por el territorio.
Los chaskiwasis (a veces escrito chasquihuasi y que significa casa de chasqui en quechua) eran estaciones de relevo y alojamiento para los chasquis: los edificios eran de pequeñas dimensiones y tenían una arquitectura probablemente ligada a las tradiciones locales. Incluso si fueran más frecuentes que los tambos, hay poca evidencia e investigación sobre ellos. Una investigación publicada en 2006 en el marco del 'Proyecto Qhapaq Ñan' del Instituto Nacional de Cultura del Perú, basándose en estudios a lo largo del sistema de caminos incas, reveló que los chaskiwasis no estaban presentes en todos los caminos incas. Aún no está definido si esta fue una decisión planificada, porque ese tramo vial no sirvió para el traslado de información, o simplemente no hay evidencia actual de los mismos por su mala construcción. Los chaskiwasis fueron parte integral de las rutas y definieron algunos de los aspectos más característicos del funcionamiento de la red viaria que llamó la atención de los primeros españoles y que quedó reflejado en las crónicas, como fue la rapidez en la transmisión de mensajes y pequeños bienes para los Incas.
Según varios cronistas (p. ej. Garcilaso de la Vega, Guamán Poma de Ayala, Juan de Betanzos, Pedro Sarmiento de Gamboa) la distancia promedio entre dos chaskiwasi era de media legua o sea unos 2,5 kilómetros (1,6 millas) como en el En el caso de los tambos la distancia debió ser determinada por el ambiente, teniendo en cuenta las características del suelo, el clima y la elevación sobre el nivel del mar. Polo de Ondegardo afirma que la distancia era de una legua y media es decir unos 7,5 kilómetros (4,7 millas) lo que toma como referencia D'Altroy escribiendo que la distancia era de 6 a 9 kilómetros (3,7 a 5,6 millas).
La mano de obra mínima de un chaskiwasi era de cuatro corredores, un par descansando y los demás esperando como centinelas a un chasqui entrante. La patrulla chasqui se cambiaba por una nueva cada mes. El servicio chasqui estaba activo las 24 horas del día y su velocidad era incluso más rápida que los servicios de mensajes europeos en el mismo período histórico y hasta la invención del telégrafo.
El arquitecto peruano Santiago Agurto Calvo –profesor y rector de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima– cita el experimento de Von Hagen a lo largo del camino Inca en el valle del Mantaro entre Jauja y Bonbón que demostró que los jóvenes quechuas, al no tener Con un entrenamiento especial, podría correr la distancia de 1 kilómetro (0,62 millas) en aproximadamente 4 minutos y mantener este ritmo durante aproximadamente 5 kilómetros (3,1 millas). Esto significa que en 1 hora se podrían recorrer de 15 a 20 kilómetros (9,3 a 12,4 millas), sumando entre 360 y 480 kilómetros (220 a 300 millas) por día. Para el emperador Inca conseguir pescado fresco en Cusco era realmente posible.
Chasquis en las crónicas
Guamán Poma de Ayala
Guamán Poma de Ayala en su manuscrito "Primer nueva corónica y buen gobierno", conservado en la Biblioteca Real de Copenhague, menciona y representa a los chasquis dos veces.
El primero es el dibujo 138 en el folio 351 (ver arriba) Describe las operaciones de los chasquis y agrega que: «Estos chasques estaban bajo la autoridad de los príncipes incas, auquicona, [príncipes reales, plural de awki] en el reino por lo que no se cometían errores. Este Inca visitaba los chasques para asegurarse de que no hicieran nada malo y de que tuvieran suficiente comida. Como se ha dicho, los chasques estaban autorizados a tomar provisiones de los almacenes del Inca. Estos chasques no fueron reemplazados por otros porque debían ser fieles, hijos de curacas conocidos, no holgazanes y capaces de volar como el venado o el halcón. Sus esposas e hijos estaban protegidos porque los corredores tenían que estar de guardia día y noche. Tenían chacras (campos o fincas) y ganado en el mismo lugar, y todo lo que necesitaban. No debían faltar durante una hora»
El segundo es el dibujo 306 al folio 825.

«Hay que saber que el rey Ynga tenía dos tipos de corredores en este reino. El primero se llama churo mullo chasque (postilión que trae caracoles) o corredor mayor que podía traer caracoles desde más de 500 leguas, pues mulo es el caracol de mar. del nuevo reino. Estaban situados a media legua de distancia. Y el corredor menor se llamaba caro chasque (mensajero del caracol) y lo ponía a un día de distancia [para llevar] cosas pesadas. Y estos corredores deben ser hijos de jefes, de caballeros leales y probados, que veloces como un venado fueron pagados y equipados por el Inca como señor y rey. Y él (el chasqui) traía en su cabeza un gran parasol de plumas que le cubría la cabeza para ser visto desde lejos y una trompeta que se llamaba uaylla quipa (el cuerno del caracol). Ellos (los chasquis) gritaban muy fuerte y tocaban su trompeta y como arma llevaban una chanbi (maza de pelea) y una honda. Y así gestionaban el terreno estos corredores. Ellos y sus esposas e hijos, padre, madre, hermanos y hermanas estaban libres de todo lo que había [impuestos y servicios para el Inca]. Nunca paró día y noche. En cada chasqui (casa) había cuatro indios diligentes en este reino. Los corredores del mencionado rey chasque recibirán su salario de su majestad del camino real.»
Garcilaso Inca de la Vega
En sus Los Comentarios Reales de los Incas, publicados en 1609 (capítulo VII), Garcilaso describe a los chasquis y sus operaciones. La mayor parte de la descripción del funcionamiento está extraída de este libro.
Juan de Betanzos
Apoya la celeridad de los chasquis al afirmar: «Me preguntaron cuántos meses tardarían en ir de allí al Cuzco; Yo les dije que de allí al Cuzco había dos caminos, y que uno iba por la costa del mar y el otro iba por la montaña, y les dije que si los indios caminaban de allí al Cuzco, tardarían tres o cuatro meses. , yendo poco a poco, y si pasaban por los postes (los chsquis) en cinco o seis días llegaba a la Ynga la noticia de lo que querían hacerle saber.»
Martín de Murúa
Murúa confirma que «Cuando el Inga quería comer pescado fresco del mar, como había setenta u ochenta leguas [350 a 400 kilómetros (220 a 250 millas)] (de la costa) hasta el Cuzco, donde vivía, se lo traerían vivo, lo que realmente parece increíble en un tramo y distancia tan larga, y en caminos tan accidentados e intrincados»
Murúa también da nuevos datos sobre la velocidad de los chasquis y los castigos que les imponían en caso de que se volvieran perezosos. Primero había que buscar a los chasquis «entre los indios los que eran más rápidos y veloces, y los que tenían más valor para correr, y así él (el Inca) los probó, haciéndolos correr por un llano y, después, bajar una colina con la misma ligereza, para luego subir una pendiente abrupta, sin detenerse, y a los que destacaban en esto y lo hacían bien, les asignaba la tarea de mensajero y debían entrenar todos los días en la carrera. Así, se animaron tanto que llegaron hasta los venados y hasta las vicuñas, que son animales salvajes muy veloces que se reproducen en los lugares más fríos y desiertos. Así, con increíble vuelo, llevaban la noticia de un lugar a otro, y los que no corrían bien, y eran perezosos, eran castigados con cincuenta golpes en la cabeza con un garrote, o cincuenta golpes en la espalda, y les rompieron las piernas, para memoria y castigo de los demás.»
Los chasquis según Murúa fueron criados desde niños «con mucho cuidado y sólo una vez al día se les daba de comer […] y sólo una vez bebían, y así estaban flacos, y los padres les probaban si eran rápidos, haciendo ellos corrían cuesta arriba y seguían a un venado, y si eran perezosos eran castigados de la misma manera, de modo que toda la casta y generación de indios chasquis era rápida y liviana, y por mucho tiempo.»
Murúa lamenta la progresiva desaparición del sistema de chasquis, que fue un sistema de comunicación sumamente eficaz para la zona andina, afirmando que el servicio «hoy no se realiza con la puntualidad y cuidado de antaño, en la época de los Inga, porque entonces la distancia de estos correos era pequeña, y así los avisos corrían muy rápido, sin detenerse un solo momento en ningún lado, ni siquiera para que el chasqui descansara y respirara. Pero ahora los viajes son cinco o seis leguas, y de tambo en tambo.» Esto es una confirmación de que los chaskiwasi ya no funcionaban en 1613.
Polo de Ondegardo
Polo de Ondegardo no fue un cronista, fue un jurista, funcionario, empresario y pensador colonial español. No publicó ningún libro, sin embargo produjo varios informes manuscritos para el virrey. Uno de ellos incluye un capítulo sobre los chasquis. Allí describe su funcionamiento y mide una distancia entre chaskiwasi de legua y media, que es tres veces la distancia que dicen otros cronistas. Además, confirma que en cada estación repetidora había al menos cuatro hombres, de día y de noche, que prestaban servicios por un período de un mes. El chasqui entrante y el que esperaba intercambiaron el mensaje sin detenerse. Ondegardo afirma que las 500 leguas «que es un terreno muy accidentado» de Quito a Cusco se podrían recorrer en menos de 20 días de ida y vuelta y «es de creer, porque después aquí cuando ha habido guerras y otras necesidades en la tierra, nosotros (los españoles) hemos usado este remedio de los chasquis» […] «y no hay duda que entre un día y una noche deben haber recorrido cincuenta leguas como dicen […] y he recibido cartas a razón de Treinta y cinco leguas en sólo un día y una noche. Otras veces he visto llegar cartas de Lima al Cuzco en cuatro días, que son ciento veinte leguas, casi todas caminos accidentados y muy difíciles de caminar.»
Hoy en día
Hay varios caminos que fueron utilizados por los chasquis que aún hoy se mantienen en pie. Existen senderos que permiten recorrer estos senderos y experimentar la distancia y el terreno que recorrieron los chasquis.