Carlos Sotomayor

Carlos Sotomayor Román (1911–1988) fue un pintor chileno, nacido en La Serena, Chile. Se le considera uno de los principales exponentes del cubismo sudamericano.
Primeros años
Su padre, Carlos Sotomayor Cáceres era un Ingeniero Civil que trabajaba para la Empresa de los Ferrocarriles del Estado, casado con Julia Román Morales. Tuvieron 5 hijos: Carlos, Julio (poeta), Lucía, Inés (agrónoma) y Elena.
En su adolescencia, Carlos Sotomayor conoció a la pintora y escultora Laura Rodig, recién regresada de Europa, y trabajó con ella, realizando una exposición junto a Pedro Olmos.
Estudió en el Instituto Nacional de Santiago y en 1931 ingresó a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile. Sin embargo, en 1932 optó por estudiar en la Facultad de Bellas Artes de la misma universidad. Algunos de sus maestros fueron Jorge Caballero, Herman Gazmuri y Augusto Eguiluz.
Trabajo

Su primera exposición formal tuvo lugar en septiembre de 1933 en la Librería Walton, un centro de eventos culturales. Este evento fue patrocinado y presentado por el poeta Vicente Huidobro, con quien Carlos Sotomayor compartía una estrecha amistad.
En 1934 Sotomayor se unió al Grupo Decembrista, junto con María Valencia, Gabriela Rivanedeira, Jaime Dvar y Waldo Parraguez. Este grupo de artistas neocubistas estuvo encabezado por Vicente Huidobro. Dos años después, Carlos Sotomayor se casó con Franka Serka Jurac, compañera de estudios de la Facultad de Bellas Artes.
En 1938 ingresó al Grupo Rectángulo de Arte Moderno, impulsado por la artista Vergara Grez. Expuso en la Alianza de Intelectuales de Chile junto a María Valencia, Waldo Parraguez y Haroldo Donoso.
En agosto de 1944 expuso 20 cuadros en la Sala del Ministerio de Educación. En el catálogo había artículos y poemas de los poetas Eduardo Anguita y Julio Molina. El crítico Antonio Romera escribió una reseña muy elogiosa en la prensa.
En 1946 Sotomayor expuso varios óleos y dibujos en la Sala del Ministerio de Educación. El escritor Andrés Sabella escribió un artículo al respecto.
En diciembre de 1952 Sotomayor expuso en la Sala Pro Arte y en 1953 participó en el Primer Salón de Primavera de la Casa de la Cultura de Nunoa, junto a otros 50 artistas: José Balmes, Sergio Montecinos, Raúl Santelices y José Venturelli entre ellos.
En 1955 ingresó a la Empresa de Ferrocarriles de Chile (EFE) como delineante en el Departamento de Vías & Obras.
En 1960 Sotomayor participó en La Segunda Feria de Artes Plásticas (Parque Forestal) organizada por el Museo de Arte Contemporáneo. Sotomayor ganó el segundo premio.
Sotomayor expuso sus obras en la Exposición de Pintura Chilena Nueva en marzo de 1962, organizada y patrocinada por la Empresa Esso Oil Co. También participaron Nemesio Antúnez y José Balmes.
En noviembre de 1966 Sotomayor expuso sus óleos en la Sala del Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Chile.
Su última exposición en vida, tuvo lugar en 1979 en la Galería Eco, donde se presentaron 30 de sus cuadros, entre ellos: El pintor y sus modelos, Violación 1 y Paisajes de Cartagena. El crítico de arte José María Palacios elogió en la prensa las obras de Sotomayor.
En 1973 Sotomayor se retira de la empresa ferroviaria y se dedica por completo a su pintura hasta su muerte. En 1984 viajó a Europa donde visitó museos de arte moderno en París, Londres, Birmingham y Roma.
En 1988 sufrió un infarto del que no se recuperó y falleció el 17 de abril.
En el año 2004 se organizó una exposición de sus pinturas en la Corporación Cultural de Las Condes, denominada "Carlos Sotomayor: Un clásico moderno"
Una figura única en la pintura chilena (por J. Palacios)
Empleado jubilado de Ferrocarriles de Chile, tranquilo, de aire distante, la mayoría de la gente no sospecharía que es un artista, sobre todo uno moderno. Sin embargo, este modesto artista inspiró al crítico Antonio Romera a escribir sobre él: 'Quizás, en toda la historia de la pintura chilena, no exista un ejemplo más claro de dedicación a la creatividad artística por sí misma.' ; Y sería difícil encontrar una observación más adecuada.
Incluso cuando era adolescente mostró una visión innovadora. A los 14 años participó en un concurso de carteles para el Festival de Primavera, animado por su padre. Excelente dibujante, con una línea capaz de expresar tanto la gracia como el vigor de la tradición clásica, Carlos Sotomayor podría haber trabajado enteramente en sentido figurado, un enfoque que le habría reportado un éxito comercial instantáneo. Con su dominio de la línea, también podría haberse diversificado hacia el grabado, pero su instinto era la pintura. Como resultado, en 1934 se incorporó al Grupo Decembrista, grupo neocubista liderado por el poeta Vicente Huidobro, uno de sus más fervientes admiradores, quien reveló su entusiasmo por la obra de Sotomayor en la revista PRO publicada ese mismo año.
Curiosamente fueron los escritores de vanguardia quienes fueron los primeros en reconocer el genio de Sotomayor. E. Anguita, premio al Escritor del Año 1988, Julio Molina y Guillermo Atías estuvieron entre sus mayores apologistas, elogiándolo como un pintor que no limitó su obra a la réplica de la realidad ni al romanticismo convencional. Apoyado en la sólida base de sus dibujos, Sotomayor altera la realidad para hacerla más real, en la búsqueda de una comunicación más sensible a través de formas expresivas y muy personales. Es violento y tierno al mismo tiempo.
Sigue siendo un enigma, una figura solitaria, alabada por unos pocos y aún desconocida por la mayoría. No recibe elogios oficiales, que tampoco le interesan. Tranquilo, retraído, conversando sólo con sus amigos, el artista no teme afrontar sus propias soluciones. Sensible a la actualidad, la figuración inicial emerge repentinamente en su obra, pero no como fase final de su expresión, sólo como la rebeldía de un espíritu puro. Es por ello que, aunque se ha intentado encasillarlo, la obra de Sotomayor no admite etiquetas. Puede que Picasso quede en un segundo plano, pero es porque admira en él, sobre todo, su independencia creativa. El poeta E. Anguita llega incluso a decir que la pintura de Sotomayor es como la imagen de una "idea inquieta", definición que el crítico Romera elabora, subrayándola como "una cierta inquietud o agitación del espíritu.'.