Arturo Jauretche

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Arturo Martín Jauretche (Lincoln, Buenos Aires, 13 de noviembre de 1901 – Buenos Aires, 25 de mayo de 1974) fue un escritor, político y filósofo argentino.

Años iniciales

Jauretche pasó su infancia y adolescencia en la ciudad de Lincoln antes de mudarse a Buenos Aires. Simpatizó con el nuevo modelo de integración social promovido por la Unión Cívica Radical y se alió con la facción radical de Hipólito Yrigoyen, los llamados personalistas. Recibió la influencia del poeta y letrista de tango Homero Manzi, cuyo atractivo obrero le pareció a Jauretche, él mismo de origen rural, una estrategia política positiva.En 1928, cuando Yrigoyen asumió su segundo mandato tras el interludio de Marcelo T. de Alvear, Jauretche fue nombrado funcionario, aunque no tardó en ser derrocado por el ejército argentino mediante un golpe de Estado, desencadenando la Década Infame. Jauretche se unió a la lucha armada contra el golpe y posteriormente se opuso al régimen con una intensa acción política. En 1933, en la provincia de Corrientes, participó en un levantamiento fallido liderado por los coroneles Francisco Bosch y Gregorio Pomar.Jauretche fue encarcelado por su participación en el levantamiento. En prisión, escribió un relato poético del episodio en estilo gauchesco, titulado «Paso de los Libres». Se publicó en 1934 con un prólogo de Jorge Luis Borges, con quien Jauretche discrepaba marcadamente en cuestiones políticas.

FORJA

El enfrentamiento de Jauretche con la facción dirigente de Alvear lo radicalizó rápidamente. Cuando Alvear decidió en 1934 abandonar la política abstencionista de la UCR, una parte significativa de la izquierda se separó del partido. Junto con Manzi, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Manuel Ortiz Pereyra y otros, Jauretche fundó FORJA (acrónimo de Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), que defendía una ideología nacionalista democrática, opuesta por igual al nacionalismo conservador y a las políticas económicas liberales de Agustín P. Justo. Marginada por el sistema político partidista, FORJA expresó sus posiciones principalmente a través de manifestaciones callejeras y publicaciones autoeditadas conocidas como Cuadernos de FORJA.En ellos, FORJA criticó las medidas del gobierno, comenzando por el Tratado Roca-Runciman. Argumentaron que el Banco Central se había fundado para consolidar el control británico del sistema monetario y financiero argentino, y que la Corporación de Transporte se había establecido para permitir que los ferrocarriles británicos operaran sin competencia. FORJA se opuso a la ruptura de relaciones con la Unión Soviética, argumentando que el bloque soviético era un importante mercado potencial para las exportaciones agrícolas argentinas. Alegaron que el gobierno de Justo había abusado de la política de intervención federal para castigar a las provincias donde los partidos antigubernamentales habían tenido éxito electoral, y culparon a Justo de la caída de los salarios y el aumento del desempleo. Uno de los principios fundamentales de FORJA fue el mantenimiento de la neutralidad argentina en el período previo a la Segunda Guerra Mundial, y fue el único partido que adoptó esta postura.Alrededor de 1940, Jauretche rompió con Dellepiane y del Mazo, quienes se alinearon con la UCR. FORJA se radicalizó aún más y adoptó posturas más nacionalistas. Raúl Scalabrini Ortiz, quien siempre había compartido una ideología similar, se afilió al partido y, junto con Jauretche, formó una doble dirección. Renunció en 1943, dejando a Jauretche al mando. Se opuso vehementemente al gobierno de Ramón Castillo. Aunque era escéptico sobre los motivos del golpe que derrocó a Castillo, su firme neutralidad respecto a la guerra lo llevó a acoger con satisfacción el gobierno de Pedro Pablo Ramírez. Cuando el Grupo de Oficiales Unidos derrocó a Ramírez tras su ruptura con el Eje Roma-Berlín-Tokio, Jauretche se alió con el prometedor coronel Juan Domingo Perón.

Gobierno de Perón

Aunque siempre lo criticó, Jauretche apoyó al peronismo después del 17 de octubre de 1945. Con el apoyo de Domingo Mercante, gobernador de la provincia de Buenos Aires, fue nombrado presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires en 1946. Permanecería en el cargo hasta 1951, cuando el distanciamiento de Mercante con Perón llevó a Jauretche a abandonarlo.

Oposición a Aramburu y exilio

Jauretche no regresó a la escena pública hasta 1955, cuando la Revolución Libertadora condujo al derrocamiento de Perón. Tras varios años fuera del gobierno, por una vez, pudo evitar la persecución política. Fundó el periódico El Líder y el semanario El 45 para defender lo que él llamó "los diez años de gobierno popular" y para criticar duramente las actividades políticas, económicas y sociales del régimen de facto. En 1956 publicó el ensayo "El Plan Prebisch: retorno al coloniaje", en el que refutaba el informe escrito por Raúl Prebisch, secretario de la Comisión Económica para América Latina, a instancias de Pedro Eugenio Aramburu. La dureza de su oposición lo llevó al exilio en Montevideo.Allí, en 1957, publicó Los profetas del odio, un estudio polémico sobre las relaciones de clase en Argentina desde el auge del peronismo. En él, criticó diversas concepciones de la historia política argentina que habían gozado de popularidad, en particular la de Ezequiel Martínez Estrada. Estrada había sometido previamente la historia argentina a un análisis biosociológico en su Radiografía de la pampa, que se asemejaba al Facundo de Sarmiento, al sugerir que la geografía argentina había impuesto a sus habitantes una vida desconectada del flujo histórico. En su obra posterior ¿Qué es esto?, presentó una crítica demoledora del peronismo, en la que retrató a Perón como un "encantador de serpientes". Cuyo movimiento político había instigado las bajas pasiones del pueblo, la corrupción y la pornocracia. Jauretche criticó estas alusiones como los prejuicios de una sensibilidad de clase media irritada por la irrupción de nuevos participantes en un entorno político que había sido dirigido exclusivamente por la burguesía desde la generación del 80. Si bien los intereses materiales burgueses habían avanzado gracias al desarrollo de una densa capa de consumidores, estos permanecieron reticentes a los hábitos de las clases trabajadoras, una miopía que Jauretche criticaría con frecuencia. También cuestionó, en una carta amistosa al científico y escritor Ernesto Sábato, la idea de que las clases medias habían abrazado el peronismo por resentimiento hacia los ricos:

Lo que llevó a las masas a Perón no fue resentimiento, sino esperanza. Recordad a las multitudes en octubre de '45, que tomaron la ciudad durante dos días, que no rompieron una sola ventana y cuyo mayor crimen estaba lavando pies en la Plaza de Mayo... Recordad a esas multitudes, incluso en tiempos trágicos, y recordaréis que siempre cantaban juntas — algo muy inusual para nosotros— y siguen siendo cantantes como hoy, pero han sido prohibidos por decreto de cantar. No eran resentidos. Eran criollos felices porque estaban dispuestos a tirar sus sandalias para comprar zapatos e incluso libros y discos, para tomar vacaciones, para reunirse en restaurantes, para estar seguros de pan y un lugar para vivir, para vivir algo como la vida "occidental" que se les negó incluso entonces.

Jauretche, Los rebeldes del odio
La propuesta de Jauretche era de integración, según la cual el interés común de la burguesía y el proletariado se vería favorecido por el desarrollo de una economía nacional sólida. Esta postura, difícil de conciliar con el populismo del peronismo, generó la enemistad tanto de los liberales económicos como de la dirigencia justicialista. En Los profetas del odio, Jauretche identificó a los principales enemigos del desarrollo nacional como la intelectualidad liberal y cosmopolita, cuya fascinación por la cultura europea los llevó a aplicar soluciones europeas acríticamente a los problemas argentinos, sin considerar las diferencias históricas ni la posición distintiva de cada continente en la comunidad internacional.

Jauretche y revisionismo

Jauretche combinó su propia interpretación de la realidad contemporánea con las técnicas emergentes del revisionismo histórico. Si bien los autores revisionistas habían abogado por una reinterpretación de la historia argentina —en oposición a la visión canónica de Bartolomé Mitre y Sarmiento, que representaba el desarrollo de la nación como un choque entre civilización y barbarie— desde al menos la década de 1930, no fue hasta la Revolución Libertadora que comenzaron a establecerse paralelismos significativos entre Perón y Juan Manuel de Rosas. Cuando los partidarios de Aramburu declararon el golpe contra Perón como "un nuevo Caseros", los revisionistas respondieron al desafío, presentando a Caseros como el inicio de un desastre histórico que el gobierno de Rosas había mantenido a raya mediante una política que unía los intereses de las distintas clases sociales.En décadas anteriores, cuando la identidad nacional se basaba en la oposición simultánea al capital británico y a la inmigración europea, el revisionismo histórico se había aliado con el nacionalismo conservador de la aristocracia criolla. Las clases altas pronto adoptaron una perspectiva económica y social liberal, y la labor de Jauretche y los forjistas resultó crucial para realinear el revisionismo histórico con el populismo, incorporando en la lucha al movimiento obrero y la tradición montonera. Durante el gobierno de Perón, este espíritu reformista se vio sofocado por consideraciones pragmáticas, una situación predicha por José María Rosa y otros. Posteriormente, la politización de la interpretación histórica se haría más evidente, en consonancia con la profunda radicalización cultural y política que caracterizó el período.En 1959, Jauretche publicó Política nacional y revisionismo histórico, donde profundizó en su propio lugar en el centro del profundamente dividido movimiento revisionista, hablando tanto del movimiento de base que él mismo hizo posible como de cuestiones históricas reales. Si bien pintó un retrato bastante comprensivo de Rosas, descrito como la única "síntesis posible" de los problemas que enfrentaba su época, Jauretche fue bastante crítico con los caudillos federales del interior; en este análisis, Jauretche se distinguió de la postura de Jorge Abelardo Ramos, Rodolfo Puiggrós y Rodolfo Ortega Peña, quienes en ese momento eran críticos con la ideología de Rosas, que entendían como una versión atenuada del centralismo porteño, y profundamente temerosos de los fundamentos atávicos del nacionalismo tradicional, en el que percibían no pocas similitudes con el fascismo. En la lucha entre revisionismo y antirrevisionismo, que en gran medida fue una división entre izquierda y derecha, Jauretche no dejó lugar a dudas sobre su lealtad al primero.Mientras tanto, buscando cualquier medio que acelerara el fin de la Revolución Libertadora, Jauretche rompió con Perón por última vez y apoyó la candidatura de Arturo Frondizi, mientras que los peronistas adoptaron el abstencionismo, la técnica tradicionalmente empleada por la Unión Cívica Radical. Sin embargo, tras la elección de Frondizi, Jauretche criticó duramente su programa de desarrollo y su búsqueda de inversión extranjera, en particular en el sector petrolero. En 1961, durante unas elecciones muy disputadas en las que el voto peronista se dividió entre varios candidatos, Jauretche apoyó al socialista Alfredo Palacios.

Escritura

Tras el fin de su carrera política, Jauretche regresó a la literatura. Durante la década de 1960, publicó con frecuencia y prolíficamente, colaborando en revistas y periódicos, además de publicar exitosas colecciones de ensayos. En 1962 publicó Forja y la Década Infame, dos años después Filo, contrafilo y punta, y en 1966 El medio pelo en la sociedad Argentina, una profunda indagación sobre el papel de la clase media que despertó inmediatamente una fuerte reacción. Simpatizante de la Confederación General del Trabajo de los Argentinos, formó parte de la Comisión de Afirmación Nacional del sindicato.

Obras

  • 1934: El Paso de los Libres. Prologo de Jorge Luis Borges. Publicado en 1960 con un prólogo de Jorge Abelardo Ramos.
  • 1956: El Plan Prebisch: retorno al coloniaje.
  • 1957: Los pueblos del odio y la Yapa.
  • 1958: Ejército y Política.
  • 1959: Política Nacional y Revisionismo Histórico.
  • 1960: Prosas de Hacha y Tiza.
  • 1962: Forja y la Década Infame.
  • 1964: Filo, Contrafilo y Punta.
  • 1966: El Medio Pelo en la Sociedad Argentina.
  • 1968: Manual de Zonceras Argentinas.
  • 1969: Mano a Mano entre Nosotros.

Referencias

  1. ^ Jasinski, Alejandro. "Arturo Jauretche (1901 – 1974)". El Historiador (en español). Archivado desde el original el 5 de agosto de 2017.
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