Amalarico de Bena

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Amalrico de Bena (Francés: Amaury de Bène, Amaury de Chartres; Latín: Almaricus, Amalricus, Amauricus; murió c. 1204-1207) fue un teólogo, filósofo y secta francés líder, de quien se nombra a los amalricenses. Reformadores como Martín Lutero lo consideraban un protoprotestante.

Biografía

Amalric nació a finales del siglo XII en Bennes, un pueblo entre Ollé y Chauffours en la diócesis de Chartres.

Amalric enseñó filosofía y teología en la Universidad de París y disfrutó de una gran reputación como sutil dialéctico. Sus conferencias que desarrollaban la filosofía de Aristóteles atrajeron a una gran audiencia. En 1204 sus doctrinas fueron condenadas por la universidad y, apelando personalmente al Papa Inocencio III, se ratificó la sentencia, ordenándose a Amalrico que regresara a París y se retractara de sus errores.

Su muerte fue causada, se dice, por el dolor por la humillación a la que había sido sometido. En 1209, diez de sus seguidores fueron quemados ante las puertas de París y el propio cuerpo de Amalric fue exhumado y quemado y las cenizas entregadas a los vientos. Las doctrinas de sus seguidores, conocidos como los amalricenses, fueron condenadas formalmente por el cuarto Concilio de Letrán en 1215.

Proposiciones

Amalric parece haber derivado su sistema filosófico de una lectura selectiva de Eriugena, cuyas expresiones desarrolló en una forma unilateral y fuertemente panteísta.

Solo se le pueden atribuir con certeza tres proposiciones:

  1. que Dios es todo (omnia sunt deus) y así todas las cosas son una porque lo que sea, es Dios (omnia unum, quia quidquid est, est Deus);
  2. que cada El cristiano está obligado a creer que es miembro del cuerpo de Cristo, y que esta creencia es necesaria para la salvación;
  3. que el que permanece enamorado de Dios no puede cometer pecado.

Debido a la primera proposición, se piensa que Dios mismo es invisible y solo reconocible en su creación.

Estas tres proposiciones fueron desarrolladas aún más por sus seguidores, quienes sostenían que Dios se reveló a sí mismo en una triple revelación, la primera en el patriarca bíblico Abraham, marcando la época del Padre; la segunda en Jesucristo, que inició la época del Hijo; y el tercero en Amalarico y sus discípulos, quienes inauguraron la era del Espíritu Santo.

Los amalricenses enseñaron:

Debido a las persecuciones, esta secta no parece haber sobrevivido mucho tiempo a la muerte de su fundador. No mucho después de la quema de diez de sus miembros (1210), la secta misma perdió su importancia, mientras que algunos de los amalricenses sobrevivientes se convirtieron en Hermanos del Espíritu Libre.

Según Hosea Ballou, luego Pierre Batiffol y George T. Knight (1914), Amalric creía que todas las personas finalmente se salvarían y este fue uno de los motivos por los que el Papa Inocencio III lo declaró hereje.