Acherusia
En la mitología griega, Acherusia (griego antiguo: 'Αχερουσια λιμνη o 'Αχερουσις) era un nombre que los antiguos daban a varios lagos o pantanos que, al igual que los diversos ríos llamados Acheron, en algún momento se creía que estaban conectados con el inframundo, hasta que finalmente se llegó a considerar que Acherusia estaba en el mundo inferior mismo.
El lago al que parece que se atribuyó por primera vez esta creencia fue el Acherusia en Thesprotia, a través del cual fluía el río Acheron. Otros lagos o pantanos del mismo nombre, y que se creía que estaban en conexión con el mundo inferior, estaban cerca de Hermione en Argólida, cerca de Heraclea en Bitinia, entre Cumas y el cabo Miseno en Campania y, por último, en Egipto, cerca de Menfis.
En la mitología griega, también era el nombre de una caverna a través de la cual Heracles arrastró a Cerberus como uno de sus Doce Trabajos.
En el Fedón de Platón, las almas se dividen en cuatro categorías diferentes. Las almas malvadas son enviadas al Tártaro; las almas buenas son enviadas a los lugares puros del mundo; pero las almas neutrales, así como las personas arrepentidas que cometieron grandes crímenes, no son enviadas inmediatamente a su próximo reino. Las almas neutrales se limpian en el lago Acherusian antes de continuar, de manera similar a las buenas almas pero más lentamente. Las personas que cometieron un gran mal pero se arrepintieron pueden esperar que sus víctimas los inviten a Acherusia, donde pueden someterse al proceso de limpieza.
El cristianismo primitivo adoptó varios términos y conceptos de la mitología griega, especialmente entre los paganos griegos que se convirtieron al cristianismo paulino, incluido el lago Acherusian, los campos Elysian y Hades. El punto de vista cristiano griego primitivo parece especialmente influenciado por el destino del cuarto grupo descrito por Platón, con Acherusia como un lugar para que los pecadores arrepentidos sean limpiados, posiblemente por invitación de aquellos a quienes agraviaron. El Apocalipsis de Pedro del siglo II describe cómo las oraciones por los muertos de los santos en el cielo moverían a Dios a dar un bautismo post mortem o un lavado de las almas condenadas en el infierno en el lago Acherusian, permitiéndoles entrar al paraíso después de un período de sufrimiento purificador. El relato del Apocalipsis de Pedro se cita en los Oráculos sibilinos y en varias otras obras. En el Apocalipsis de Pablo del siglo IV, el arcángel Miguel lava las almas en el lago Acherusian antes de su entrada en la Ciudad de Cristo en el Paraíso. El Apocalipsis de Moisés de los siglos III al V presenta una historia en la que Adán es lavado en el lago Acherusian antes de ser llevado a conversar con Dios, presumiblemente para asegurar su pureza ritual. El Libro de la Resurrección de Jesucristo, de Bartolomé Apóstol, obra de los siglos VIII-IX, presenta un recorrido por el más allá; después de que el narrador pasa por el río de fuego (que en realidad no daña a los piadosos, para quienes parece un río normal de agua), el ángel Miguel lo lava tres veces en el lago Acherusian antes de adentrarse en el cielo.
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